10/27/2007

Último día en Cádiz

Por Pedro Rodiz

Hoy culmina la gran fiesta del Festival de Teatro de Cádiz. Me falta por comentar varias obras. Mañana regreso a Puerto Rico y allá terminaré de comentar las obras que me faltan. Disculpen los errores ortográficos, las faltas de acentuación y las incoherencias en los escritos. Tenía el tiempo contado. Redactaba y así mismo lo publicaba. Ya corregiré cuando llegue. Gracias por respaldar este espacio, único en su clase en el País.
Les adelanto que esta experiencia fue lo suficientemente enriquecedora como para crear un cambio en mi forma de hacer teatro, ya lo verán. Lo que se presentó en el Festival no está tan distante de lo que somos capaces de crear en la Isla. Lo que se necesita es mentalizarse. Vi proyectos extraordinarios que no requerían de mucha escenografía y de casi ninguna utilería. Los trabajos, mayormente, recaían en los textos y las actuaciones. Aquí no había nombres conocidos, o por lo menos yo no los conocía, simplemente se presentaron buenos trabajos. Y la gente los aplaudía justamente por eso, por ser buenos espectáculos. Se hace más con menos.

10/26/2007

La Zaranda: ¡insuperables!

Por Pedro Rodiz

Ver un espectáculo del grupo La Zaranda es una experiencia enriquecedora. Desde mi punto de vista, es uno de los grupos más completos que existen. Es como si ellos dominaran todo el saber teatral de más de 25 siglos de existencia. Lo tienen en su código genético. Esa gente nacio para hacer esto.
La propuesta Los que ríen los últimos, que se presentó en el Teatro Falla, fue un trabajo que me llenó. Es ver a estos actores, ya mayores, hacer un trabajo actoral insuperable. Pueden decir algo tan simple como: ¨¿Para dónde vamos?¨ y que el otro responda ¨Sí, ¿para dónde vamos? Y lo dicen con una verdad, con una profundidad que hace que se le para los pelos a cualquiera. Ellos presentan obras de corte existencial, pero lo hacen con una estética muy propias de sus cosmovisión y unas imágenes poderosísimas, combinado con una dramaturgia muy original, que de entrada se sabe que va a presenciar un trabajo realizado por maestros en la profesión.
En síntesis, el trabajo consistió de estos tres personas que emigran a otro lugar, sin destina fijo, para poder reprensentar su espectáculo. Poco a poco se van transformando en lo que realmente son: payasos. Pero qué manera de actuar, qué manera de decir, qué manera de contar, qué imágenes.
Cuando acabó la representación, me tuve que quedar sentado mirando hacia el escenario -en ningún momento bajó el telón- hipnotizado por lo que había experimentado.
La sensación fue como de melancolía. Es como cuando uno tiene a un familiar enfermo, y de pronto se recupera, se sienta a hablar contigo, se despide y luego muere. Pues era esa sensación, como de despedida. Claro, no estoy tratando de decir que ellos se estaban despidiendo del teatro, ni mucho menos que se van a morir. Lo que quiero enfantizar es solamente la sensación de melancolía que encerraba esta puesta en escena.
Salí de la sala, me llevé al pecho su programa de mano y cuando llegué a la Residencia Tiempo Libre lo guardé como lo que es: una pieza de colección. Como nota curiosa les dejo saber que en en la parte de atrás del programa de mano incluye la lista de premios que han ganado. Es impresionante, y sin duda todos más que merecidos. El colectivo La Zaranda será recordado en la historia del teatro como uno de los grupos más importantes y originales de nuestro tiempo.

10/25/2007

Teatro con títeres para adultos

Por Pedro Rodiz

En el Teatro Aululario la Bomba se presentó la obra Aullidos. Esta fue una presentación con títeres pero su trabajo iba dirigido hacia los adultos. La presentó al compañía de teatro Corsario, la misma que presentó la obra La Barraca de Colón para la inauguración del Festival de Teatro Internacional del ICP. La obra Aullidos fue la que debieron llevar a la Isla.
Mostraron una historia mitológica de lo más interesante. En síntesis, la historia trata sobre una mujer que ha sido poseída por demonios, y la Inquisión, al enterarse, la mata. Su espíritu regresa para proteger a su hija de los hombres. La duerme con una aguja y la lleva al fondo del mar. Un enamorado la busca por todos los lugares hasta que la encuentra. Pero por haber sobrevivido a una mordedura de una mujer lobo y de un gigante, se transforma un hombre lobo. En fin, encuentra a la chica que logra salir del fondo del mar, tiene relaciones sexuales con ella, tienen un hijo y luego se la lleva a cuestas. Es una historia bien chévere e irreverente. Salieron títeres de todos los tamaños y los decorados tenían muchos detalles. Los titiriteros estaban vestidos de negro y con los juegos de luces, ellos permanecían ocultos. Los títeres eran de cuerpo entero y su manejo fue bastante bueno. Claro, en la historia mostraron una escena en la que dos personajes sostienen relaciones sexuales explícita, una escena bien lograda, por cierto.
En Puerto Rico, tenemos una gran tradición de obras de teatro con títeres, pero se han mantenido haciendo montajes para un público infantil y escolar. Este proyecto fue bien recibido por el público presente. En Argentina, por ejemplo, esto de hacer teatro con títeres para adultos es algo muy común. Yo creo que estamos listos para este tipo de espectáculo. El nivel técnico y de manejo de los titiriteros del País son de la más alta calidad.

10/24/2007

De danzas, apreciaciones y cansancios

Por Pedro Rodiz

Llevo ya semana y media en el FIT. Y estoy bien agotado. Los días, aunque empiezan tarde, terminan a las 2 o 3 de la mañana y eso es si uno se obliga a acostarse, porque si no, uno no se acuesta nunca. Son tantos proyectos de los que no he comentado porque son muchos y escribir me toma tiempo, y como estoy agotado, el esfuerzo es doble. Así que los agruparé algunos aquí y así sólamente comentaré, en una columna aparte sobre aquéllos que ameriten un comentario adicional, ya sea por su complejidad o por su forma de contar.
He visto tres espectáculos de danza. El primero fue el de la Compañía Nacional de Danza de Costa Rica. El espectáculo se titula ¨(eRre & Jota)¨ que es una versión libre de la obra Romeo y Julieta de Shakespeare. Del trabajo diré que tiene puntos muy parecidos con la película West Side Story, aunque ellos aclararon en el foro, que esa no fue su intención. Mucho hip hop, break dance y otras fusiones urbanas. Los que me pareció interesante de este trabajo fue el inclusión de un personaje, que lo interpretaba el director de la compañía, y era el que unía toda la trama. Era como una presencia ominipresente, casi divina, en la puesta en escena.
Luego vi Flamenco para traviata, realizada por la prestigiosa compañía de España La cuadra. Ellos hicieron un montaje basado en la ópera, con ese mismo nombre. Y añadieron unos elementos no convencionales mezclados con un montaje tradicional. Es decir, entre mezclaron unos personajes con máscaras y vestuarios con flecos que cuando giraban parecían como pequeños tornados y un zanquero. Había otros personajes que sacaban chíspas con una pulidora, esas máquinas de mano que se usan para cortar metal. Muy interesante la idea pero rara. Hasta un caballo blanco entraron a escena. De este montaje diré que hicieron el saludo más largo y bello que haya presenciado jamás. Y vamos, la danza estuvo muy bien.
El último de esa serie de danza que vi fueron dos piezas que se titulan Orión y Caravan. Estos bailarines son de primera. La pieza Orión trataba sobre la galaxia y la otra fue sobre relaciones humanas. Pero, como les dije, estos bailarines son buenos de verdad. Sus movimientos fueron limpios y con gran técnica.
Otro de los montajes fue un unipersonal. Lo titularon Santoentierro. Tanto el texto, como el montaje fueron un tanto extraños. Aunque se sobre entendía que era una persona que evocava sus recuerdos y sus muertos, no estaba muy claro en dónde ella estaba o qué era, o por qué lo hacía. A lo mejor esa era la idea, que no se entendiese eso. Un trabajo un poco hermético, aunque muy bien dirigido.
Intenté entrar al de Cenizas, un proyecto basado en obras cortas de Samuel Beckett y fue presentado por un grupo de Costa Rica. Pero se agotaron los boletos antes de que pudiera entrar. Según escuché por los pasillos, era un montaje arqueológico, es decir, que el montaje se realizó tal y como se hiciera hace más de cincuenta años.
Vi dos montajes más que no tenían ni pies ni cabeza pero por razones distintas. Uno se titula
¨Me acordaré de todos ustedes¨ de una compañía de España. En la obra cantaban, bailaban, actuaban, pero era una historia rarísima. Salía el personaje, Julio Cortázar, pero éste no se acordaba ni de sus propias creaciones. No sé si estaba muerto, o estaba a punto de estarlo, o se iba a morir. De verdad que no sé. No lo entendí. Y el otro montaje fue uno sobre Arlequín, servidor de dos patrones, de Carlo Goldoni. Mezclaron actores de varias nacionalidades. Para nada tenía que ver con la Comedia del Arte. El texto fue un pretexto para hacer el montaje que hicieron, algo un tanto contemporáneo. Me fui de la sala. Sentí vergüenza ajena. Pero quiero aclarar que no fui el único que se escabuyó. Aguanté lo más que pude. Cuando salí de la sala, ya se habían escurrido la mitad del público. Y me fui porque iba a perder la última guagua y hubiese tenido que pagar 6 euros. Debió ser terrible para ellos como actores, ver cómo la sala se va quedando vacía delante de su trabajo. Pero de verdad que la propuesta no cuajó.
No piensen que por haber comentado a la ligera todos estas puestas en escenas ya estoy al día con las observaciones, nada más lejos de la verdad. Aún me faltan comentar tres trabajos más: uno de México, uno de España y uno de Argentina. Y hoy veré dos más. Tampoco he comentado sobre un concierto de cuerdas, que quedó estupendo y que se realizó en la Residencia, ni de la presentación de un libro que recoge ensayos de los críticos más importantes de Iberamérica sobre lo que ha acontecido en los en todos estos años que se ha celebrado la gran fiesta del Festival de Teatro de Cádiz.
Eso les dará una idea de por qué estoy tan agotado. Y eso, que todavía no les he comentado todas esas ideas que me están rondando por la cabeza y que no me dejan dormir en paz...

10/23/2007

Comedia de avanzada

Por Pedro Rodiz

La obra Como piedras de una compañía de España es la comedia más loca y original que he visto. Ellos enmarcaron su trabajo en el paso del tiempo y el de los recuerdos que se mezclan con la realidad. Como escenografía crearon un cajón gigante en el que estaba empapelado, en capas, era como si fuera una casa de cartón. Estos tres actores recrean su vida cuando eran niños. Y lo interesante es que ellos usan sus propios nombres y sus propias vivencias para contar la historia. Es decir, se perdió la línea divisoria entre lo que es ficción y lo que es real. Proyectaron un albúm de fotos, de sus fotos y sus cuentos. En un momento dado, aparecen los padres a escena, sus verdaderos padres e interactúan con ellos en la trama: son parte de la trama.
Hicieron una escena genial. La misma consistía en prender un encendedor para celebrar un cumpleaños. Cada vez que soplaban la ¨vela¨ y la apagan, volvían a prenderla. Cada prende y apaga reprentaba un uño de vida. Un recurso simple pero bien efectivo.
Fue una comedia refrescante, ingeniosa, con otra forma de contar. Me parece que es un nuevo lenguage y es algo que no había visto. Sobre todo porque utiliza elementos del día a día para comunicar la idea. Es una comedia para hacerte pensar y para hacerte mearte de la risa.
Luego en el foro, uno de los actores mencionaba, que apesar de que son sus vivencias, ellos se veían como personajes, que podían desdoblarse para trabajar sus infancias como algo que le ocurrió a otras personas.
Hablé con él, es una persona muy interesante y accesible, y le comenté que la intervención de los padres fue muy efectiva, pero un poco larga, y que le quitaba el ritmo al trabajo. Y que la parte de contar de su adolescencia, que me parece que es cuando más situaciones extraña y jocosas nos pasan en la vida, se quedó un poco diluida.
Nada, eso no le resta, es más, eso puede ser material para hacer la segunda parte. Ellos están solos en esa línea de trabajo. Me atravería hasta aventurarme a decir, que lo que ellos están haciendo, será la nueva forma de contar porque te atrapa y no te suelta hasta el final. La compañía se llama El pont flotant compañía teatral por si alguna vez viajan a España y estén en cartelera vaya a ver su trabajo.

10/22/2007

En otro nivel

Por Pedro Rodiz

Son pocas las ocasiones en las que una obra de teatro supera la barrera del oficio y se convierte en arte. Aunque la actividad teatral es una artística, el resultado de una puesta en escena no necesiamente logra trascender hasta convertirse en una obra de arte. Tiene que combinarse un buen texto, con una buena dirección, con una excelente interpretación. Por general, algo de esos elementos no encaja o se queda corto.
Vi la obra Neva de una compañía chilena. Tan pronto acabó la función, salí de la Sala Tía Norica rápido y sin comentar nada con nadie. No podía hablar. Acababa de experimental esa sensación de impotencia ante un trabajo que se puede catalogar como arte.
Es un montaje muy simple. Dos actrices y un actor esperan a que llegue el resto del elenco. La trama está insertada en la Rusia del 1905. Una es viuda de Antón Chéjov. Hablan de Stanislavki, de Máximo Gorki y de muchos otros. La única iluminación es el que proviene de una estufa de la que se calientan. La escenografía es una plataforma pequeña y una silla. Nada más. Al final, hacen una monólogo sobre el quehacer teatral que fue como recibir varios golpes a mano de un boxeador profesional. En síntesis de lo que hablaba era de es más importante la gente que el teatro, que lo verdaderamente valioso es que las personas tengan mejores condiciones de vida, vivienda adecuada, buenos servicios médicos. Que los actores se quejan de que sufren, pero que en verdad no sufren, que lo fingen, en fin, un discurso político-social fuertísimo. Después de esto, viran la estufa hacia el público. Durante la representación, el que tenía la luz hablaba, al hacer el cambio, al que le tocaba hablar era al público. No podíamos hablar. Por eso me fui. No podía procesar tanta información. No podía hacer un analisis tan simplón como decir que me había gustado o no. Si bien es cierto que el satisfacer las necesidades básicas de las personas siempre será más importante que el teatro, no es menos cierto que el que está cantando todas estas verdades es el teatro. Ahí está la paradoja.
La ubicación histórica de este trabajo es importante. Es en la Rusia pre comunista, y ya la gente estaba pidiendo un cambio de justicia social. Ésto, contextualizado en nuestro momento histórico, significa que la gente, de todos los países de América están buscando un nuevo modelo económico que atienda las injusticias sociales en las que están sumidos, en el que los ricos son cada vez más ricos y los pobres son cada vez más pobres. ¿Surgirá una nueva lucha de clase? ¿Habrá un nuevo modelo económico que sustituya al capitalismo? Me parece que estamos dentro una olla de presión.
Las actrices de este trabajo, cambiaban de emociones sin transición. Es decir, de pronto representaban una escena muy dramática y de inmediato rompían para hacer un comentario jocoso. Hicieron esto todo el tiempo. Un gran dominio de la técnica y de la voz. La obra duró el tiempo justo. Si duraba un minuto más se hubiese dañado ese balance perfecto que se logró en este trabajo.
Todo el que vio este trabajo quedó conmovido. No he escuchado a nadie que no le haya gustado. Y quiero aclarar que el teatro estaba lleno de gente de teatro, que son un público muy exigente.
Luego me encontré a los actores y les pregunté, que si el representarla ante grupos que no son de teatro que cómo habían reaccionado: el resultado es el mismo. La gente, a pesar de no comprender todos los códigos y lenguajes propios de la profesión, se han sentido atrapados ante este magnífico trabajo.
Son de esos proyectos que uno hace que se replantee la profesión. Me hizo reflexionar el por qué lo hago.
¡Bravo! Un aplauso fuerte, delirante y de pie para esta compañía.

10/21/2007

Teatro al aire libre

Por Pedro Rodiz

Ayer fue un día brutal. Vi 6 obras. Terminé muerto. Y esta noche veré dos más. Como son muchas, me va a tomar tiempo en lo que comento sobre todas ellas. La primera que vi se titula: A cuadros. Es de una compañía de España pero qué bien creó la ilusión que venía de lejos. Llegué a la una de la tarde a la Plaza La Catedral. Es una plaza pequeña con un iglesia inmensa. Me senté en las escalinatas a esperar y ya había buen ambiente. Un carromato estaba estacionado en la plaza. Era como un carrito de golf que lo habían transformado en una especie de búfalo y acarreaba una carrosa donde estaba un castillo y los instrumentos músicales. De pronto se escuchó una algarabía y llegaron los actores que bajaban por una de las callejelas al ritmo de la música Escocia para llamar la atención de que el espectáculo iba a comenzar.
Fue una puesta en escena sencilla pero bien efectiva. Se acomodaron en la plaza. El público, en su mayoría familias enteras, disfrutaron de los actos en el que los presentes tenían que intervenir. Cantaron y bailaron. La historia giraba en torno a la búsqueda de un fantasma. Luego, se montaron en su carromato y nos trasladamos por unas de las callejuelas hasta llegar a un lugar donde se encontraba la flor de Escocia. Y al son de canciones y palmadas regresamos otra vez a la plaza para presenciar el acto de los troncos, es decir, ellos se lanzaban troncos y hacían una que otra bufonería. Y al final llega el fantasma, que es uno de lo actores con un títere gigante. Y terminó con un fin de fiesta.
Lo que más me gustó fue la mirada de los niños ante el espectáculo. Les brillaban los ojitos, estaban llenos de ilusión. Hacer ese tipo de teatro requiere mucha energía e ingenio por la distracción que supone hacer un espectáculo al aire libre ya que se hace en un lugar que tiene su vida propia. Cinco minutos después de finalizado el espectáculo callejero, pasó una ambulancia por el medio de la plaza. Si la obra se hubiese atrazado o la ambulancia se hubiese adelantado, no quisiera pensar en cómo haber terminado aquello. Pero de eso se trata el teatro: ocurren situaciones fantásticas, y a veces, hasta imposibles.
El teatro en la calle es de los pocos tipos de espectáculos que conecta directamente con la gente. El público se vuelve espectador, partícipe y complice. Lo disfrutan tanto los grandes como los chiquitos.
Ver este espectáculo me hizo pensar que en la Isla hemos perdido esa tradición. Y es una pena. Ese estilo de teatro funciona, y bien hecho, puede ser una de las alternativas para volver a entusiasmar a la gente a que regresen a las salas de teatro.

10/20/2007

De golpes, silencios y otros tipos de movimientos

De Pedro Rodiz

Llegué a la Sala La Tía Norica. Es una sala pequeña. Y está dentro de una estructura antigua. Ahí vi la obra De malas prontas, una producción brasileña. Dos mujeres que llegan a un aeropuerto a esperar que parta el avión para llegar a Nueva York. Una vestida de rojo y la otra de negro. La de negro de apodera de un banco y la otra llega para reclamar el mismo espacio. Este es el detonante. Las dos son mujeres de caracter explosivo.
En este trabajo no se habla. No es un trabajo de pantomima, sino, que funciona a base de acción-reacción. Fue un trabajo divertido. Utilizaron técnicas del payaso para hacer reír a la gente. Hubo golpes, cuchillos, comida, pelucas y hasta dinamita.
Es una obra que requiere de un gran conocimiento de cómo funciona el gesto. Porque constantemente están comunicando lo que piensan, claro, de forma jocosa. Y la historia está muy clara. Pero les confieso que me quedé con las ganas de ver más. La trama lo aguantaba, es decir, a ese chicle todavía le quedaba dulce.
Después fui a ver un espectáculo de danza moderna, a cargo de un grupo español. El trabajo se titula Ni palante ni patrás (no hay manera, oiga...) Y les adelanto que no tengo ni puta idea de cómo se describe o se explica una danza. Eso sí, tenían un concepto con el cual trabajaron. Y tenía que ver con las relaciones de pareja. Desde una fiesta o celebración hasta todo tipo de interelacción humana. Fue interesante, los bailarines tenían un buen dominio del cuerpo. Hicieron los cambios de vestuario a la vista del público y en ningún momento interrumpieron la historia. Hubo unas transiciones, pero todo estaba en armonía con el concepto.
En fin, fue una gran velada la de anoche.

10/19/2007

Sobre Frida

Por Pedro Rodiz

Volví al Teatro Falla -me encanta ese teatro, me hace sentir que me conecto con artistas del pasado- a ver la obra de México: La medina de pasada por Fridonia o cada quien su Frida. Es un trabajo interesante. De lo que trata no voy a hablar, se sobre entiende que es sobre Frida Kahlo. De lo que sí les quiero comentar es sobre algunas de los recursos que utilizaron para la puesta en escena. En escenario había unas velas prendidas y unas plataformas. Entró el personaje de la muerte en zancos y con muletas. Luego suelta las muletas y agarra un bastón largo para poder trasladarse sin tropiezos. Ella empezó a traer incienso, lo que impregnó la sala de un olor muy rico, y de vez le ayudó a crear un ambiente místico. Como si realizara un hechizo, con un movimiento de mano que indicaba el momento justo que debían bajar los puentes de luces. Fue un buen recurso. Entran los persojes, hacen una composición y ante la señal de la muerte suben todos los puentes de luces a la vez. Bien chévere que quedó. Luego cambió el escenografía para traer una mesa con las patas en forma de piernas y sobre la misma un marco que todo el que sentara detrás de ella quedaba como una pintura.
Esta pieza integró música en vivo. Hay un momento en que Frida está en la camilla y llega una actriz, con un vestuario que a penas se le podía distinguir la cara, y empezó a tocar un violonchelo. Fue un momento muy sublime. El instrumento se conviertió en un personaje. En todo momento cantan, mientras la muerte, -el personaje que aparece en zancos, pero sin los zancos-, está todo el tiempo merodeando a Frida, pero Frida es obstinada y no quiere irse con ella.
Tenían un telón pintado, que era basado en uno de sus cuadros que medía como 70 pies de altura. Pero no se veía completo, sólo de la mitad para abajo.
Todos los personajes eran mujeres, excepto algunos músicos que eran varones. La música en vivo le da un toque mágico a las obras, pero en este caso, como ya mencioné, la música y las canciones eran otro personaje más.
En un momento dado, Frida comienza a pintarse el cuerpo, tipo ¨body painting¨. Es como si pintara un cuadro sobre ella misma.
Las actrices estaban bien entusiasmadas. Había mucha energía y muchas ganas de hacer la función. Y como público, siempre voy a agradecer esa entrega. Es algo que contagia.
Como imagen final usaron un columpio para elevar a Frida como si fuera la Virgen. Una imagen poderosísima y muy linda por cierto.

Un paseo a pie

Por Pedro Rodiz

Los otros días di un recorrido por la cuidad para hacer un reconocimiento de la misma. Llegué hasta el Teatro La Tía Norica. Pero en ese lugar alberga otras edificaciones. Me metí en una que tienen una exposición de arte joven. Me gusta ver esos trabajos porque te da una idea de por dónde andan los gustos de los jóvenes. Y es una buena exposición. La sala alberga trabajos de fotografía, pintura, escultura y tirillas cómicas o ¨comics¨. Presentan los trabajos premiados y los no premiado pero de gran calidad. Me ha gustado muchísimo. Lo que más me ha llamado la atención es la premiación de los ¨comics¨. Son de muy buen gusto y la temática es tan variada como divertida. Pasé un buen rato mirando los trabajos. Están llenos de esa energía única que tienen los jóvenes cuando miran hacia el horizonte.
Luego, di un paseo en un parque. Precioso. Tiene unos pinos que son en espiral, bien raros, como si fueran guirnaldas que suben y apuntan al cielo. La cuidad antigua tiene una especie de malecón en el que puedes caminarla, casi bordearla por completo. Me detuve a mirar la bahía. Hay una estructura que está casi sumergida. Me comentaron que esa estructura pertenece al Cádiz antiguo.
A mi lado habían varios pescadores. Son como los que se pasan en el puente que da hacia el Condado. Pues, me dediqué a observar al que estaba más cerca. Eran como las seis de la tarde y él, con una gran concentración, cortaba la carnada -por el color me parecía que era tocino- lo colocaba en el anzuelo y lo lanzaba lo más lejos posible. La bollita multicolor indicaba el lugar exacto donde acuatizó. Luego dejaba la caña en el borde y esperaba a que los peces picaran. Se notaba que esa actividad lo relajaba, y hasta le causaba cierto placer. Me dieron ganas de hablar con él, de preguntarle de por qué lo hacía, si por diversión y esparcimiento o por buscar el bocado de comida. De si eso lo hacía después del trabajo, en fin, hablar con él, pero no me atreví. Soy muy tímido para abordar a una persona simplemente para hablar.
De ahí di un recorrido a través de los callejuelas. Y ocurrió algo de lo más interesante: las plazas estaban llenas de familias, de mujeres y hombre, que llevan los niños, de todas las edades, para que disfruten y jueguen, y de vez, socializar. Me dirigí hacia otra plaza - hay muchas y muy cerca un de otra- y ocurrió exactamente lo mismo: llena de gente. Me senté a disfrutar de una escena que en Puerto Rico se me hace lejana, casi imposible.
Fue una tarde buena para mí. Me dio la oportunidad de ir asimilando tanta información, tanta imagen, tanta idea que pasa por mi mente.
Y nuevamente, tuve ese sentido de seguridad. Pude caminar libremente sin preocuparme por nada.

10/18/2007

El cartero de Neruda

Por Pedro Rodiz

Alguien comentó que los teatros están bien cerca. Y tenía razón. Están a minutos, a pie, uno del otro. Llegamos al Teatro Aulario La Bomba. Está dentro de la Universidad de Cádiz. Ellos utilizaron un espacio interior abierto, pero con techo, y lo transformaron en un teatro. Le pusieron unas gradas, lo equiparon con un buen equipo de luces y es chulísimo.
La escenografía de la obra era un paseo tablado, en forma de u, pintado de azul. En el centro tenían arena para sugerir el mar. Me parece que el espacio reservado para la playa era muy grande, con un pedazo se sobreentendía lo que representaba.
Este fue un proyecto de una compañía de Portugal. Ellos hicieron una buena adaptación de la novela de Antonio Skámeta. Digo, porque hacer adaptaciones es dificil, y más cuando se quiere ser fiel al original.
En este proyecto ocurrió algo de lo más interesante. Como la propuesta era en portugués, para las persona como yo que no hablamos ese idioma, se proyectaron los subtítulos en español. Me sentía como en el cine. Había escuchado que eso lo hacen en la ópera, pero como no asisto a ese tipo de espectáculo, el recurso me llamó la atención. Pero eso conlleva un problema: o vez la obra y te olvidas de lo que dicen; o lees los subtítulos y te pierdes la actuación.
Ese texto ya lo conocía. Primero porque leí la novela y segundo porque compré la película Il Postino, que es la versión italiana del texto. Es un texto precioso. Es sobre como Pablo Neruda, el gran poeta del amor, impacta a este joven cartero, hijo de un pescador. Como, con su sola presencia cambia la vida de estas personas.
Lo que sí me incomodó del proyecto era los contínuos apagones para separar una escena de otra. El apagón o irse a negro, funciona en el cine, pero en el teatro crea un efecto de distanciamiento entre el público y los actores. Y a menos que sea un proyecto con técnicas brectianas, no me paceció el mejor recurso. Sobre todo porque los cambios,que eran muy simples, de traer una mesa o una silla, bien pudieron haberse realizado frente al público y no hubiese molestado.
Otra cosa que no entendí fue el intermedio. La pieza era corta, y hacer ese intermedio, contribuyó más a que me desconectara de la propuesta. Y lo que uno quiere es estar conectado a la belleza de las palabras del texto, y más cuando es dicho en un idioma tan sonoro como el portugués.

La omisión de la familia Coleman

Por Pedro Rodiz

Esta obra se presentó en la Sala Central Lechera. Es un teatro pequeño, tiene cabida como para 120 personas aproximadamente. Los asientos son azules y pequeños. Pero es bien acogedor. La taquilla la abren una hora antes y hay que llegar temprano para conseguir los boletos.
Este proyecto, de un grupo argentino, es la mejor obra que he visto en años. A pesar de ser un grupo de actores jóvenes, excepto la actriz que interpretaba a la abuela, son buenos de verdad.
En síntesis, la obra trata de esta familia compueta por la abuela, la hija y los cuatro hijo de esta. Todos viven en una casa, que tiene lo indispensable para sobrevivir, y están un poco desajustados. Es una familia disfuncional en todo el sentido de la familia. Y cuando el eje de la familia se enferma, que es la abuela, todo se trastoca.
Estos personajes se relacionan de forma brusca y hasta tienen ciertos problemas mentales.
Al principio, no entendía bien lo que pasaba. Luego, cuando vi la dinámica de la familia, me fui envolviendo en la trama que me atrapó y no me soltó jamás. Los diálogos eran picados, como los de la comedia, y parecía que todos hablaban a la vez, como sucede en la vida real. Pero todo fluía con una naturalida pasmosa.
Escribir para 4, 5 o 6 personajes, que están en escena a la misma vez, que tenga coherencia y credibilidad, que sean congruentes con las características de los mismo, es bien difícil. Lograr esa coordinación en la dirección es más complicado aún. Se necesita mucha química y esta gente la tiene. La dirección fue bien ágil, lo actores estaban en constante movimiento. Para ser un espacio pequeño, el director y los actores supieron adaptase al mismo. En un momento dado, dividen el escenario en dos, uno era la casa y el otro el hospital. Y el director supo mover hasta siete actores en un espacio reducido. Recurrió a hacer movimientos circulares alrededor de una cama. Verlos moverse a todos, justificado cada movimiento, fue una maravilla. Luego, en el otro extremo, en el que se había establecido la casa, los personajes que salían esperaban para poder entrar de nuevo.
Al final, después de la vorágine, todos los personajes siguen su camino, y a uno de los hijos, el más dependiente de todos, se queda solo. Son de esos trabajos que hacen que uno levite de placer, todos los elementos cuadraron. Fue un trabajo sensacional.

10/15/2007

Quinta del Sordo

Por Pedro Rodiz

En estos días he tenido la dicha y la fortuna, de haber visitado los tres museos más importantes de Madrid: El Museo Thyssen- Bornemizsa, el Museo del Prado y el Museo Reina Sofía, en ese mismo orden. El primero lo visité tan pronto llegué a Madrid. Error. Con las 16 horas de vuelo en las costillas, casi me desmayo del cansancio. Decidí visitarlo, ya que cuando hice un recorrido de reconocimiento del área, me lo encontré de frente. Y no iba a desaprovechar la oportunidad. Tenía trabajos chéveres pero no impresionantes.
El Museo del Prado es clase aparte. !Eso es un museo! Desde la arquitectura hasta la calidad y cantidad de cuadros. A ése fui al otro día, ya descansado. Los domingos no se paga la entrada. Y estaba empaquetado. Entré por la puerta Francisco Goya. Hice todo el recorrido por el primer piso hasta llegar a la colección de Diego Velázquez, me paré frente a Las meninas y me emocioné. Jamás me había pasado eso con ningún cuadro. Es algo mágico, me quedé extasiado. Lo miraba y se me paraban los pelos. Salí de la sala, y tuve que volver para a mirarlo de nuevo. Me volvió a cautivar. Estoy seguro que esa misma sensación tuvo que sentir el gran dramaturgo Antonio Buero Vallejo cuando vio el cuadro. Es algo simplemente espectacular. Es experimentar al instante que se está ante una obra maestra. De hecho, nungún otro de sus trabajos me impresionaron como ese. Luego fui a ver la exposición de Francisco Goya. Soy fanático de los trabajos oscuros de Goya: Saturno, El gran cabrón -les juro que vi caras conocidas en ese cuadro- Dos viejos, Dos viejos comiendo, en fin, una delicia para los sentidos. Estos cuadros pertenecían a su colección privada y los tenía en las paredes de su casa que se conoce como la Quinta del sordo. Ya me había inspirado en unos grabados de este pintor para trabajar el esperpento en dos obras, Ligazón y Rosa de Papel de Ramón del Valle-Inclán. Antes de salir del museo, volví a mira el cuadro Las meninas y volví a estremecerme como si lo viera por primera vez.
La cantidad pinturas, esculturas y demás, son una delicia para los sentidos y para el intelecto. Me hace llenarme de orgullo por lo que es capaz de realizar el ser humano. Si algún día vienen a Madrid, tienen que visitar este museo. Sin que se me quede nada por dentro es uno de los mejores museos del mundo.
Hoy visité el Museo Reina Sofía - estos museos queda uno al lado del otro, en el Paseo del Prado- y este museo tiene la colección de Pablo Picasso y Salvador Dalí, -casi ná- y ver el Guernica es otra cosa. Olvídense de las láminas, eso hay que verlo ahí, de frente y dejarse llevar. Tienen también una colección de fotos en la que se ve el progreso de esta pintura. Él hizo muchos cambios en el camino.
Ya no me quedan adjetivos para describir los trabajos de Dalí. Muchos trataron y tratarán de imitarlo, pero es insuperable.
Menciono este recorrido por dos razones. La primera es que ya sé que haré en mis crisis de los cuarenta: voy a estudiar escultura. Es algo que siempre he querido hacer. Vi allí unas esculturas que son la que yo haría si tuviera el conocimiento y la habilidad. La segunda razón es que hay que ver a los buenos de verdad. Ese contacto con otros artistas, aunque sean de otra disciplina, es algo que llena el espíritu. ¿Qué hubiese pasado si estos grandes se hubiesen rajado? ¿Se imaginan lo que se hubiese perdido la humanidad?
Salí nuevo de ahí. Hay otras lugares que visitar aquí en Madrid, pero eso será en otra ocasión. Ya esta visita cumplió su objetivo. Ahora descansaré para digerir ese millar de imágenes que tengo cocinándose dentro de mí.
Mi próxima parada: Cádiz.

Teatro Fígaro

Por Pedro Rodiz

Tuve la oportunidad de ver una obra aquí en Madrid. La obra se titula Madrugada de cobardes. Fue escrita y dirigida por José Cabanach y actuaron Juan Carlos Naya y Ángel Solo.
Antes de llegar a ese teatro, caminé por las calles hasta llegar a la Plaza Jacinto de Benavente. La función fue a las 10:00 pm y aquello estaba encendío. Parecía actividad de Fiesta Patronal, salvando distancias. El asunto fue que me sentía bien seguro a esa hora, caminando por esas calles de Madrid. Di una vuelta de reconocimiento y me topé con el Teatro Fígaro. Vi la promo, no tenía nada que hacer esa noche, estaba loco por ver una obra y compré el boleto. Me costó 20 euros, que son como 30 dólares americanos. Me dolió no saben cómo. Pero a eso fue que fui, a ver teatro. Este teatro, que es privado, tendrá cabida como para 600 personas, contando también la parte alta. Estaba visibles los letreros de salida, los extintores y hasta una manguera contra incendios. Parece que acá son más estrictos en cuanto a las leyes de los bomberos. Y pensar que me había quejado, en otro artículo, de los bomberos de Puerto Rico.
Cuando entré, los asientos eran de color rojo, bien cómodos. Llegaron como unas 50 personas a ver la obra. La escenografía estaba a la vista del público. Era una réplica de una bóveda de banco. El escenógrafo fue bien cuidadoso con los detalles, tipo Cheko Cuevas.
La obra trata de este individuo que se mete a robar un banco. El guardia llega y lo coge con las manos en la masa. Esto desencadena una serie de giros en el texto. El pillo era hijo del dueño del banco, que buscaba unos documentos importantísismos pero que no quería que nadie se enterara. El guardia, que primero le apunta con el arma, poco a poco baja la guardia, y conversan. Claro, si no hablan, se acaba la obra, ¿no?.
Luego resulta ser que el guardia lo estaba velando para joderlo. Entre giro y giro de la trama nos enteramos de los asuntos de la gente que guarda cosas en esas bóveda. Menciona que hasta hay unos "pantisitos" que guarda un pedófilo. !Qué fuerte! Y lo terrible es que las posibilidades de que esto esté ocurriendo son bien altas.
La obra fue muy ingeniosa. Lo terrible fue lo que me pasó a mí. Como tenía en las costillas las casi 16 horas de vuelo, -ya saben entre espera y espera se pierde esa cantidad de tiempo- y mientras veía la obra -les juro que puse toda mi concentración- empecé a cabecear. !Qué vergüenza! -espero que Javier del Valle me enseñe, algún día, el truco de Lecoq-. Y lo peor de todo era que en un instante estaba súper concentrado y al otro segundo la cabeza se me caía hacia el frente.
En fin, la obra no era mala. Bueno lo que pude estar despierto fue bien interesante. Estaba bien escrita, los personajes bien delineados y bien actuados. Eso sí, cuál de los dos más feos. Pero eso no les quita el buen trabajo que interpretaron. Las líneas de los personajes eran cortas, de esas que se usan en las comedias. Así que imagínense el ritmo de esa obra. Casi dos horas sin parar y sin salir de escena ninguno de los dos. No era comedia, en la taquilla me la vendieron -o debo decir me lo metieron- como una obra de suspenso.
El programa es bien lindo. Un papel color azul marino con letras blancas y algunos detalles azul cielo. De buena calidad.
Al salir, casi a las doce de la noche, todavía aquella plaza estaba encendía. Me hizo pensar en lo mucho que nos falta por tener la ciudad habitable. Aquí mucha gente apoya a las artes, no solamente los turistas, muchos madrileños, de todas las edades ven teatro, van a los museos, etc.
Lo que más me ha gustado -digo, Madrid es una ciudad muy hospitalaria que da gusto estar- es la seguridad que se respira en la calles. La cuidad le pertenece a la gente, no a los delincuentes.
Por ahí deberíamos empezar, por recuperar nuestra ciudad. Si ellos pudieron, ¿por qué nosotros no?

10/14/2007

Festival Iberoamericano de Cádiz, España

Por Pedro Rodiz

Estoy en España. En este momento paso unos días en Madrid. El martes me traslado a Cádiz y estaré allí por un periodo de dos semanas para ver las obras del Festival. El ir este acontecimiento siempre fue uno de mis deseos. Esto fue posible gracias a la intervención de la amiga Rosalina Perales, que fue la que organizó el viaje y nos consiguió alojamiento al grupo y al Colegio Puertorriqueño de Niñas, que me pagó el pasaje como parte de su programa de mejoramiento profesional a sus maestros.
Estaré haciendo un recuento-si es posible, diariamente- de todo lo que viva, vea, haga y sienta en España. Es importante salir, ver lo que otros hacen, para poder hacer una evaluación seria, sin prejuicios ni apasionamiento del teatro que hacemos, de cuán cerca o lejos estamos de los hacedores de teatro en otras tierras. Pero también es una gran oportunidad de dejarme influenciar por lo que hacen otros. Esto es necesario -diría que hasta vital- en mi crecimiento como artista. Sin influencias se uno está en peligro de estancarse, de convertirse en una charca. Y de charcas, los puertorriqueños sabemos mucho.
Lo más difícil de viajar es despedirse de los seres más cercanos, y que por lo general, son los más que se aman. Extrañaré mucho a mi esposa y también a mi pequeño saltimbanqui. Cuando me despedí de él, lo abracé y le dije bajito al oído -que es como le hablo de aquellas cosas que para mi son trascendentales- que le amaba, que no me iba a ver por unos días, que no pensara que lo había abandonado, ni que me había olvidado de él. Luego lo volví a abrazar, lo besé y me fui.
Es la primera vez que voy a estar tan lejos de mi esposa y mi pequeño saltimbanqui, son dos semanas que se me antojan que son una eternidad. Son sentimientos encontrados nuevamente Mis dos pasiones: el teatro y mi familia. Qué dificil se me hace elegir.
Así que pendiente. Aquí en este viaje haré de cronista, crítico, reseñista, comediante y de todos los recurso que tenga a mi haber, para contar al detalle lo que ocurra en el Festival.

10/13/2007

¡Qué alguien me explique!

Por Pedro Rodiz

Inició el Festival de Teatro Internacional del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Se le dedicó a Lowell Fiet. ¿Alguién sabe por qué? ¿Cuáles son los méritos de este crítico de teatro para estar por encima de los grandes figuras del teatro puertorriqueño, que han dejado el pellejo para mantener a paso firme nuestro quehacer teatral? Son tantos los actores, directores, dramaturgos de gran calibre y prestigio que simplemente los ignoraron. ¿Qué ha hecho este señor, aparte de hacer reseñas y atacar al mismo ICP con sus escritos? La actividad de inauguración fue una porquería. Daba la impresión de que estaban improvisando. Al parecer no tenían mucho que decir del homenajeado o lo que es peor, los organizadores subestimaron actividad.
Luego de la presentación y de los consabidos premios, le tocó el turno de hablar a Lowell, y éste habló de todo el mundo, bueno, de la gente que le es cercana, y tal parece que también improvisó. En resumen, me aburrí. ¿Sería interesante saber cuáles son los requisitos que utiliza la Comisión Asesora de Teatro para elegir a la persona que se le dedica un festival?
Luego se presentó la obra La barraca de Colón, de una compañía española. El concepto era bueno, pero sobre el escenario, la propuesta no cuajó. Me pareció un trabajo bien flojo. Este montaje cuenta la historia de Cristobal Colón durante el redescubrimiento de América mostrada a través de un circo. El problema con esta obra es que no se sabía si era comedia, o drama, o espectáculo circense, o teatro infantil, o farsa o experimento. No estaba definido a qué público estaba dirigido.
Tuve que hacer un gran esfuerzo para no dormirme. Esa obra fue un buen intento. Claro, de esto no tiene la culpa del Programa de Teatro y Danza. Lo que sí me gustó fue la escenografía. Consitía en unos telones pintados que daban la sensación de estar dentro de una carpa de circo.
Cada día es más evidente que el Programa de Teatro y Danza necesita un director en propiedad. El que no tengan un director les está creando un problema tremendo al teatro puertorriqueño, que en nada ayuda al mejoramiento del mismo. ¿O es que alguién me puede explicar cuál fue la lógica de empezar a darle promoción una semana antes de comenzar el Festival? Este el festival más importante del País en este semestre. No hay dirección ni visión. Y esto es inaceptable.
Según digo una cosa, digo la otra. El Festival tiene tres aciertos. El primero es el haberle pedido a Rafi Trelles que hiciera el cartel. Ese señor es un pintor con quilates. Desde mi punto de vista, es el mejor pintor que tenemos. Me encanta su trabajo. Sólo espero que algún día tenga dinero para poder comprarle alguna obra, aunque sea una del tamaño de un sello postal.
El segundo acierto es la selección de las obras. Por lo menos en el papel se nota que son buenas obras. La oferta se ve variada, para todos los gustos. Y la tercera: la apertura del teatro Victoria Espinosa. Espero que los costos de alquiler de esta sala, estén al alcance de los productores de teatro para que esto incentive el que se use con regularidad.

10/08/2007

…PARA LA HISTORIA…

Por Luis Enrique Romero

Esta carta la escribió el amigo Luis Enrique Romero en reacción -o como reflexión- al homenaje que se le hizo a los grandes de nuestra televisión en Bayamón y que envió a los medios.

Todavía recuerdo con nostalgia los momentos que pasé frente al televisor disfrutando las comedias, los programas de variedades, las entrevistas y el humor de aquellas producciones que marcaron mi niñez y la de tantos otros. El ingenio de Tommy Muñiz, Luis Vigoreaux y Paquito Cordero, a quienes se honra y reconoce con la develación de un monumento en Bayamón el 6 de octubre, bien merece esta reflexión, sobre aquella televisión para la historia.

Era de esperarse que el alcalde Ramón Luis Rivera se apuntara nuevamente en la historia, con su habitual sensibilidad, porque de casta le viene; al erigir una pieza escultórica en ofrenda a estos protagonistas de nuestra televisión.

Aquella televisión que hoy miro con nostalgia, que aunque era más rudimentaria, quizás más artesanal, pero que era evidentemente más pertinente; se metió, se incrustó como un tatuaje en nuestra memoria colectiva.

Una televisión que no necesitaba de las pléyades de Miami para embelezar a la audiencia novelera, ni de presentadores internacionales con el “cacumen” almidonado de material orgánico en descomposición. La televisión de aquella pretérita época del doblaje cuando hablábamos “neutral” como dicen en Univision y en el Telemundo actual y no se si en WAPA, pero realmente era nuestra televisión.

Aquella cuando las comedias se hacían en este humor nuestro de cada día tan particular y tenían la picardía suficiente para no ofender. Cuando los programas de entrevistas de Tommy Muñiz (entiéndase “talk shows”, así da mas caché aunque no tenga contenido), nos pusieron en contacto con don Abelardo Díaz Alfaro, Vidal el barbero de don Pedro, algún joven talentoso, algún pintor destacado, un tallador de santos, un boricua sobresaliente fuera del país, algún evento que nos conmoviera de admiración o algún dato curioso.

Aquella televisión que nos traía a los cantantes de los discos que escuchábamos en la radio y donde Paquito Cordero y Luis Vigoreaux mezclaban talentos internacionales con el talento de aquí y nos movíamos a ver a nuestros cantantes supuestamente “rivales” (al menos eso creíamos) en el mismo programa.

Esa televisión que llegaba a las familias más pobres y les daba la oportunidad de participar en los programas de juegos de Vigoreaux por una nevera o una estufa cumpliendo de alguna manera con una función social.

Esa televisión que hermanó a un pueblo tras sus artistas, que iban de plaza en plaza con sus comedias a las fiestas patronales y la gente los recibía como si fueran parte de la familia.

Pero hoy, cuando miro esa televisión que llaman nuestra: la de Univision, Telemundo y Wapa la que nos sustituye por programación extranjera y busco en ella un rostro nuestro y no lo encuentro, se que solo quedará esa mirada retrospectiva, al que nos obliga este monumento de Bayamón.

Hoy lo que veo son compañeros artistas sin trabajo, pero esta vez convertidos en estatuas de sal esperando la próxima lluvia desmemoriada que los deshará y los drenará por el desagüe, ya sabiéndose olvidados. Cuando no haya un Ramón Luis que rescate esa memoria, porque ya no queda nada que rescatar. Cuando nuestra imagen y nuestra voz sea la de la historia olvidada y distante y esa nueva voz y esa nueva imagen sea la de cualquier otro, todo habrá acabado… Nadie puede recordar lo irreconocible, y solo nos quedará una sensación de petroglifos en nuestra amnesia artificial, aceptada en silencio y sumisión.

Seguramente para entonces se habrán acabado las marginales en la carretera 2 y los espacios en los parques y estrellas en las acera para los artistas nuestros y solo quedarán monumentos al Gordo y la Flaca, Laura en América, José Luis con su voz de castrato italiano, la tímida Niurka Marcos, los Huracanes de qué sé yo que sitio, sí; porque el espacio que quedaba ya está ocupado por el chupacabra que ya cuenta con su monumento en la playa de los tubos del Atenas del Manatí de Bin y otro en el Canóvanas de Chemo.

Lo que nunca cambiará será la hipocresía de los actuales dueños de las televisoras extranjeras representados por los verdugos, que han venido a enterrar a la clase artística del País; pero tienen el músculo facial tan desarrollado, que se allegan a estas actividades con sus sonrisas satánicas a inmacular sus imágenes.

Espero que algún día, mejor más temprano que tarde; otros se den cuenta que estamos perdiendo al país por los medios de “comunicación” que son antidemocráticos y prejuiciados.

Ramón Luis, gracias por ese reconocimiento a estos caballeros de nuestra televisión.


Luis Enrique Romero
Actor, Presidente de APAGA

10/04/2007

De vuelta al Teatro Universitario

Por Pedro Rodiz

Ayer fui al Teatro de la Universidad de Puerto Rico. Es la primera vez que asisto desde que lo remodelaron. De lo primero que me acordé fue que todavía no tiene nombre. Recuerdo que hubo un movimiento que quería nombrarlo Raúl Juliá y otro que quería nombrarlo Leopoldo Santiago Lavandero. No sé en qué quedó eso.
Por mi parte pienso, sin restarle méritos a nuestro gran actor, que debiera llamarse Leopoldo Santiago Lavandero por lo que este hombre significó, tanto para el teatro universitario como para el teatro puertorriqueño en general.
Así que me dirigí a la boletería, compré un boleto para ver el unipersonal Lágrimas negras, escrito y actuado por Eva Vázquez. Miré hacia la columna lateral derecha –si se mira de frente. Digo, hago esta aclaración porque en el teatro las derechas y las izquierdas son con referencia al actor, es decir, al revés- y no vi a las grieguitas. Desaparecieron como los dioses mitológicos desaparecieron de Grecia.
Entré. Básicamente está igual. Impresiona el azul turquesa intenso del techo del vestíbulo. Ya dentro del área del público, en los extremos, que son las salidas de los pasillos laterales estaban iluminados con un azul intenso que le da un toque moderno a la antigua estructura. Me fui a sentar como en la cuarta fila. Allí divisé a José Félix Gómez, que es el nuevo administrador del Teatro y le di un abrazo. Miré hacia el escenario y miré la escenografía. Eran tres bastidores que servían de pantallas de proyección y una iluminación que me pareció conocida. Pensé: “esto se parece a las luces de María Cristina Fusté”. Corroboré en el programa de mano y efectivamente, ella había hecho la iluminación. Miré para el lado y allí estaba ella. La saludé efusivamente, como suelo hacer cada vez que me la encuentro, y hablamos un poco de sus planes con su nuevo proyecto Tropical Tree en el Festival de Teatro Internacional del ICP y del mar que todavía me debe. ¡Está pegá! Cosa que me alegra mucho. Hablar con ella me llena de energías positivas y creativas. Después, aquello se convirtió en una reunión de amigos. Apareció Gerardo Ortiz con Evelyn Rosario y su hijo. Llegó Miguel Vando, Axel Cintrón, Idalia Pérez Garay y a Roberto Gorbea.
Roberto merece un comentario aparte. Ese sí que es un sobreviviente. Hacía muchos años que no lo veía. Hace tiempo que le había perdido el rastro. Me comentó que está viajando el mundo. Y ese sí que no el tiene miedo a nada, ese se adapta a cualquier situación o circunstancia. Está bien. Siempre es bien agradable hablar con él. Poseo una buena proyección de voz, pero la mía se queda corta ante el vozarrón de Gorbea. Y ni hablar de su risa contagiosa. Cuando se ríe, el teatro retumba. Al lado de Roberto participé en casi todas las obras del Teatro Rodante y conmigo siempre fue gentil, respetuoso y hasta protector. Por eso aprecio mucho su amistad. Y va de vuelta a Broadway, donde debe estar.
Así, rodeado de maestros y amigos fue que vi la función. Es inevitable, me embargó la nostalgia. Recuerdo que una de mis aspiraciones cuando entré al Departamento de Drama era poder actuar en ese teatro por el reto que conllevaba para los actores presentarse ante ese escenario sordo. Y por supuesto que se dio, en un montaje interesantísimo que realizó Dean Zayas con una adaptación de la novela de Víctor Hugo: Los miserables. Años después, vi el musical allá en New York y si le quitas la impresionante escenografía de un costo millonario a aquella producción, puedo decir, sin que se me quede nada por dentro, que el montaje universitario no tenía nada que envidiarle al de allá. En esa obra por poco me mato. Había que empujar, desde los extremos del escenario, unas plataformas y que una vez unidas en el centro-frente formaban la barricada. Pues en el ensayo general, que es cuando se usaba el vestuario por primera vez, me dieron unos zapatos que resbalaban sobre la madera. Recuerdo que me tocaba empujar, junto a un montón de personas, la plataforma movible del lado izquierdo –lado izquierdo desde la perspectiva del actor- y cuando hago fuerza siento que resbalo pero se lo atribuí a los zapatos. Del otro extremo del escenario gritaban algo que no se distinguía bien. Ya casi al final entendí que gritaban: ¡Cuidado! Yo me levanté, y les juro que sentí que el tiempo se detuvo, me moví hacia mi derecha y en ese instante cayó una de las torres que sostenían como tres “likos”. El cable de los focos se había enredado en la plataforma. Me iban a caer directo en la espalda, y para ese entonces yo pesaba con ciento veinte libras mojado… me hubiese partido la espina dorsal tanto por el peso, por la velocidad y por el “liko” que se estrelló justamente donde yo estaba unos segundos antes. Quedé petrificado el resto del ensayo. ¡Estoy vivo de milagro!
Fue bien gratificante volver a estar de público en ese teatro que tiene tanta historia. La última vez que lo había visitado, fue en una función de un montaje estudiantil de la obra La edad de la ciruela de Arístides Vargas, en la que tuve que entrar de forma clandestina y el teatro estaba desnudo, en ruinas, lleno de polvo y sin butacas.
Así que usaré la frase clichosa para describirlo: El Teatro Universitario ha resurgido, como el ave fénix, con todo el esplendor de antaño.
De cómo quedó la función de la obra Lágrimas negras… pues, comentaré en el próximo artículo. Ya este se hizo muy largo.

10/02/2007

Dar vueltas en círculos

Por Pedro Rodiz

Hay una frase en la obra Persecución y asesinato de Jean-Paul Marat de Peter Weiss que me encanta: “Y yo me río de las naciones que dan vueltas en círculos”. Así me siento, dando vueltas en círculos, al momento de buscar una obra para someterla en la convocatoria para el Festival de Teatro Internacional que auspicia el ICP del 2008. Quiero someter algo para ver qué pasa.
Esto de “para ver qué pasa” se ha vuelto una expresión tanto profética como cínica. Y es que con ellos todo es posible o imposible, depende desde dónde se mire.
La convocatoria, que cierra el viernes, también tiene la opción de solicitar ayuda económica con una propuesta independiente, es decir, con una obra que no esté dentro del Festival Internacional.
He releído varias obras. Disfruté nuevamente de leer Cuarteto de Eduardo Rovner- ¡qué buena obra!- y de paso leí ¿Una foto?... buenísima. Me encantan los dramaturgos argentinos, tienen una melodía en el decir que me parece fascinante. Aunque escriban comedias, siempre dejan una estela de melancolía en sus trabajos. Sus tramas son muy humanas. Algo que he notado con sus obras es que escriben para actores adultos y ancianos. Es como si los dramaturgos, según van envejeciendo, llevan sus obras al mismo ritmo de sus vivencias. ¿Interesante, no? Soy fanático de Mauricio Kartún y de Roberto Cossa, aunque admito que no recurrí a nada del primero pero sí del segundo. Bueno, el asunto es que no me decidí por ninguno, esa vaina de tratar de conseguir a los autores para solicitar los derechos de autor para la representación me hincha los webos.
Así que pensé en hacer algo experimental, me zambullí en la lectura de Ubu Rey de Alfred Jarry porque desde hace tiempo vengo “morboseando” un concepto con pocos actores y enmarcado dentro de un juego de mesa, “Stratego”, hacer algo bien dinámico y diferente por aquello de volver a las raíces de mis gustos particulares en la dirección. Pero igualmente lo descarté. Hay que construir mucho y no sé si tenga el tiempo o el deseo.
Luego me fui más lejos en el tiempo y releí varias obras de Plauto, pero mientras las leía, no me surgió ningún concepto que valiera la pena. Así que descartado Los menecmos, La olla y el Anfitrión.
Entonces me dije: “pues no solicites al Festival Internacional, hazte una propuesta como proyecto independiente. Qué haces pensando en obras extranjeras si aquí hay muchas y buenas”. Volví a leer Gení y el Zepelín de José Luis Ramos Escobar -¡qué mucho me gusta esa obra! Yo quedé enamorado de ese proyecto desde el tiempo que tomaba el curso de dramaturgia y él nos comentaba de los progresos de ese texto. Pero decidí que no es el momento para montarla, primero porque no he hablado con él y segundo tiene muchos personajes. Y el ICP no da mucho dinero para los proyectos independientes. También me leí una obra que me facilitó Samuel Molina de su autoría, La visita del extraño, y es un trabajo bien interesante. Pero tampoco es el momento de hacer ese proyecto, ya se dará.
Así que de tanto darle vueltas al asunto, y luego de reflexionar sobre lo que escribí en el artículo “Lánzate al remolino”, pensé que sería un buen momento para desempolvar la obra Golga. Al fin y al cabo trata sobre un remolino, con una trama que da vueltas en círculos. Y eso haré. La someteré a ver qué pasa. Espero se pueda dar. De todas las obras que he escrito, es la que más me gusta. Pero por razones diversas nunca se ha podido estrenar. Si no me dan chavos, pues, seguirá dando vueltas por ahí, por toda la casa.


Free Web Site Counter