10/17/2014

Reseña de la obra Deus ex machina

 DEUS EX MACHINA
Escrita y dirigida por PEDRO RODIZ
Crítica de Teatro Puertorriqueño
De Roberto Ramos Perea
TEATRO del ATENEO
4 de Julio de 2014

Actuaciones de Carlos Miranda y Ricardo Álvarez.

El silencio de Dios es espantoso.
Tal vez lo es mucho más de lo que podría dolernos, porque Dios no existe.

Un hombre viaja por el desierto, es el año 30 EC. Está hambriento, atormentado, delirante, solo. Pide perdón furiosamente por su débil humanidad, a un Dios que no lo escucha, que no responde, que puede ser que solo exista en su imaginación.

Otro hombre aparece, muy bien vestido, con agua y alimentos. Se reconocen como hermanos, se abrazan. Dejan de estar solos por un breve instante, recalentando viejos resentimientos de cuando el segundo, era un Ángel rebelado del lado de Dios.

Explicaciones van y vienen de aquel infausto momento, y de lo que sucede con el plan “divino” que debió llevarse a cabo y que debe de alguna manera continuar. Pero ambos mienten, ambos juegan, ambos presentan un rostro que no es el verdadero.

En la generosa, culta y profunda conversación nos enteramos de que tras ese plan que no se ha cumplido, el Ángel rebelado quiere regresar al lado de Dios, mientras el profeta atormentado encuentra placer en la esperanza de la salvación humana. Una humanidad que en el fondo, no vale la pena salvar. Se nublan entonces las opacas líneas de “lo bueno, y lo malo”.

Un acuerdo se concreta. Un salto de escena y estamos en el presente, 2014, cinco pisos bajo tierra en los laboratorios destructivos de la multinacional MONSANTO, dueña de todo, especialmente del hambre humana.

El Ángel rebelde le ofrece un combo de Mc’donalds al desesperanzado Jesús de Nazaret, que ha despertado confuso de una clonación realizada con las gotas de sangre de su corona de espinas. La trama de la pieza da un giro sorprendente que revela aún más la miseria moral y espiritual de estos angustiados seres, cuyo único deseo es ser felices cumpliendo un “plan divino” que poco a poco se va develando que carece de posibilidad.

Porque el silencio de dios es espantoso. Un virus, como de los zombis, ha terminado con el mayor misterio de los creyentes, la Santísima Trinidad. A falta de eso, a falta de la voz de Dios, ¿qué Monsanto fabricará entonces para mantener el control sobre las esperanzas humanas?

A estos niveles de profundidad filosófica nos lleva DEUS EX MACHINA, del escritor puertorriqueño Pedro Rodiz. Destacado y respetado dramaturgo nacional que se mantiene activo escribiendo un teatro que importa, provoca y conmueve.

Su obra de teatro posee muchos niveles de interpretación. El primer acto aún puede soportar algunas revisiones, pero en la totalidad, la obra puede alardear de todo, desde la ironía más cruda, hasta la angustia existencial más lacerante. Es una obra inteligente. Es una obra que busca, que escruta las más hondas dudas humanas y que tiene como propósito confrontarnos con mitos y esperanzas. La frase final de la obra, que no puedo decir por razones obvias, establece como un espiral vivificador, la pretensión lograda del autor.

Conocemos otros trabajos suyos, y tanto en este, como en su más reciente “Sofia” (con Freddy Acevedo) así como las piezas y monólogos irónicos y sociales que ha compartido con otros autores, siempre nos garantizan a un activo pensador. Y pensar es lo que necesitan nuestros escenarios. Si divierten, bien y vale, pero pensar, provocar el intelecto y la inteligencia a un debate con nuestras propias contradicciones. Suerte maravillosa le toca a Rodiz con la encarnación que de sus personajes han realizado Carlos Miranda y Ricardo Álvarez.

Miranda, un consagrado actor puertorriqueño de vastísima experiencia con personajes complicados y multidimensionales, transpira humanidad, sensibilidad, la sutileza de la comprensión en el personaje de Jesús. Al mismo tiempo hace estallar los dobleces y resquemores de un personaje de quien los cristianos pretenden saber algo. He visto y he dirigido el trabajo actoral de Carlos Miranda, y este que hemos visto, reitera su respeto por la escena nacional y le honra como artista.

El Angel reblede, luego llamado Monsanto, en la piel de Álvarez es una delicia de transiciones, un manantial de matices, de silencios habladores, de sospechas agresivas. Trabajo de actuación meticuloso y estudiado. Grandilocuente y locuaz. Excelente.

Esta obra debe ser vista por todos, incluso Centros Universitarios y comunidades dadas al pensar.
Creo que representa excelentemente los derroteros que el Teatro Nacional Puertorriqueño escogió desde hace dos décadas. La búsqueda de un nuevo espíritu de lo puertorriqueño, la persistente confrontación con un ser elusivo, atormentado y solo, que encuentra en el escenario su más adorable pareja.
Y que bueno que ha sido cuna de esta criatura el escenario del Ateneo Puertorriqueño, escenario consagrado por sus directores a representar SOLAMENTE el Teatro Nacional Puertorriqueño. Porque es único que nos identifica como Nación y es el único que muestra sin máscaras, los intereses patrióticos de sus creadores.

Felicitaciones al colega dramaturgo Pedro Rodiz por esta obra, que sin duda podemos llamar, de sus mejores.


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