04/06/2012

Lluvia constante


Por Pedro Rodiz
La obra Lluvia constante es una adaptación de la pieza escrita por el estadounidense Keith Huff (“A Steady Rain”) que se presentó en el 2009 en Broadway y que fuera interpretada por Hugh Jackman y Daniel Craig.
Esta versión argentina es simplemente fabulosa. Una escenografía que impresiona y que debieron traerla desde allá, lo digo por la cantidad de detalles que tenía y que era imposible que se construyera ahí ya que humanamente no era posible construirla acá con el poco tiempo que tenían para el montaje. Era una especie de taller o garaje que incluía todos los detalles. Tuvieron que sacar todo lo del escenario –telones, patas, ciclorama- para poder meter esa escenografía que ocupaba todo el escenario incluyendo sus hombros.  Hasta un automóvil tenían que no funcionaba pero lo tenían en una especie de carro  o de un gato hidráulico con rueda y lo movían según la escena lo ameritaba. Caía la lluvia, y parecía que llovía de verdad, con su caída intermitente. La lluvia es una especie de metáfora en la obra, es lo que nosotros conocemos como “llueve y no escampa” para sugerir que es un problema tras otro. Y así es esta obra, una situación que desemboca en otra hasta que los personajes, sus familias, sus carreras y sus vidas son empujadas hasta extremo.  
Entran estos dos personajes, -interpretados por Rodrigo De la Serna y Joaquín Furriel-, dos policías jóvenes, que son amigos de la infancia, a contar directamente al público lo que les sucedió y de cómo eso cambió sus vidas. Ellos se intercambiaban para contar la historia, de pronto interactuaban como si la trama pasara al momento. Un accidente acontecido a uno de los personajes, desencadena toda una secuencia de sucesos en el que ambos se ven involucrados al punto que sus vidas cambiaron para siempre.
Estos dos excelentes actores estuvieron en escena hablando por  una hora y cuarenta minutos sin intermedio, con una intensidad violenta, con una proyección y una articulación envidiable, una credibilidad y naturalidad pasmosa, una caracterización bien lograda, con un ritmo bárbaro y en ningún momento dejaron caer la obra. Era como estar en una montaña rusa. De las mejores actuaciones en teatro que he visto en mi vida. Un trabajo memorable. Todo, es que todo estuvo en su punto: las luces, el sonido, la escenografía, las actuaciones, la dirección, el texto, todo.
Bravo, se ganaron un aplauso de pie, fuerte, largo y sonoro.



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