Conejo
Por Antonio De Jesús Martell
La obra
titulada: El conejo mas estúpido del
siglo
a cargo del grupo Colombiano Deco resultó ser una muy grata. La propuesta
corresponde a un grupo de jovenes actores que se lanzan a través de esta pieza
a plantear un tema recurrente dentro de la sociedad Colombiana, las drogas y el
narcotráfico (el traqueto).
La obra se
construye desde el humor y los elementos del cine negro. Previo a la función
(experiencia necesaria que se logra gracias a la puntualidad y que en ocasiones
enriquece la experiencia de la misma) conocí al papá del productor. Un sicólogo
retirado, quien a modo de secreto me narró que es él, el encargado de financiar
los deseos artísticos de su hijo. Permitida la disgreción retorno a la obra.
Fue el quien me explicó que la palabra conejo se utiliza para describir a la
figura que se encarga de realizar negocios relacionados al mundo de la droga,
pero en una jerarquía menor. Mucho más abajo del narco, es lo que sería para
nosotros los puertorriqueños el bichote.
Así nos
adentramos al teatro, donde descubrimos una escenografía de un realismo
sugerido sencilla pero efectiva. La misma lucía dos asientos de automóvil y un
retrovisor que colgaba del techo. Por otra parte, una mesa, dos sillas y un
teléfono nos ubican en la habitación donde se desarrolla la acción. La misma
esta repleta de plantas que aparentan ser marihuana. Tuve que mirar las plantas
con detenimiento para determinar sino era una especie de marihuana en miniatura
o simplemente recao, en fin no pude distinguir la botánica del vivero.
El narco
jefe les ha encomendado a El Búlgaro y a Morris nombre de los personajes
principales, matar a alguien. De ese alguien no conocemos detalle alguno. Ellos
para referirse a él, le inventan el mote del Innombrable. Para no encariñarse y
poder ejecutarlo sin piedad en el momento que sea necesario. El secreto del
golpe pronto se convierte en asunto de dominio público. A esto se suma la
dificultad de que la figura de la madre se aparece en el apartamento donde el
traciego de drogas y armas es la orden del día. Esto crea confusión y tensión
en El Búlgaro, quien le prodiga respeto y admiración a su progenitora.
La trama
continua cuando un el narco solicita que se adelante el golpe. Pero en esa
visita se sucita una algarabía en los exteriores provocando que el nivel de
ansiedad en todos se encienda. Luego un apagón. El narco nombrado como El Duro,
motivado por la exhitación de descubrir que el plan ha sido compartido con
otros muere de un ataque al corazón. Lo tiran por la ventana.
¿Cómo
llegamos a este punto? Se me olvidó contarles que durante el asecho del
Innombrable, Morris se disfrazaba literalmente de conejo para repartir volantas
(flyers) y así observar el comportamiento de su víctima. Es ahí cuando se
enamora de una conejita disfrazda y cuya ambición es la de adrenalina, la
seducción, las balas y el dinero. Será ella quien tuerce a fuerza de caderas y
muslos y besos el plan previamente trazado.
Interesante,
ver el rol de la mujer en esta pieza. La madre vestida de verde esperanza,
divorciada de un extranjero delincuente teme que su hijo repita sus pasos de su
padre, pero parece inevitable. Por otra parte, otra mujer vestida de conejita
estimula la delincuencia en Morris. El conejo tierno que da saltos y es ágil
aquí adquiere otro significado. El que se reproduce con facilidad, la maldad
que se multiplica.
El ritmo de
la obra la hizo ágil. El público, predominantemente Colombiano rió y disfrutó
la obra. Pienso que rieron como cómplices de ver parodiados a aquellos que de
manera reiterada y en muchas ocasiones se lucran y alcanzan su felicidad a
cuenta de los Innombrables, o sea del resto de
aquellos que no participan de su noción de la vida. Los otros, quizá
nosotros.
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