04/09/2012

Rinoceronte

Por Pedro Rodiz

Tuve la oportunidad de ver una obra de teatro con títeres para adultos. Fue una versión de El rinoceronte de Ionesco. Eran tres titiriteros. La escenografía eran unas escaleras que juntas formaban unas estanterías. Los títeres salían de las cajas. Un proyecto muy interesante. Utilizaron las acotaciones o didascalias como parte de montaje. Así hacían una explicación de lo que el dramaturgo pedía para la escena y uno podía ver cómo ellos lo habían resuelto con elementos bien sencillos. Dividieron la obra como en cuadros. En cada cuadro utilizaban una técnica distinta, la primera, que me pareció que fue la mejor lograda, eran títeres muy pequeños y muchos que salían de diferentes lugares. Y según pasaba la obra, los títeres iban aumentando de tamaño.
La trama es muy simple, un día llega un rinoceronte a este pueblo y eso cambia todo. Poco a poco todos los habitantes se van transformando en rinocerontes, excepto uno.
Ellos quisieron representar toda la obra y eso hizo que el trabajo fuera largo. Me parece que hubiese funcionado mejor que le cortaran al texto. Uno desde el principio  sabía lo que iba a pasar; en ese texto hay demasiado diálogo. Y por tanto, en varias ocasiones, los títeres se ponían a hablar y no pasaba nada. Entiendo que eso es parte de lo que quería hacer Ionesco, pero en una representación de títeres, uno quiere ver cosas variadas, menos texto y más títeres.
Los titiriteros eran muy buenos. Tenían un gran entusiasmo. Manejaron muy bien los títeres y usaron una gran variedad de voces.  Y los cambios escenográficos fueron bien efectivos, sencillos y prácticos.


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