04/23/2007

Un actor con estilo
Entrevista a Ricardo Álvarez


Por Pedro Rodiz

Ricardo Álvarez es el actor principal de la obra El chicle de Britney Spears. Cuando entró en el proyecto, le tomó cariño, lo acogió como suyo y ayudó a limpiar el texto. Por ser tan meticuloso es que descubrió las fallas de la pieza y juntos lo limpiamos hasta transformarlo en una gran obra.

¿Cuántos años llevas de carrera?

Llevo 20 años de carrera, empecé en el año 87. Y en todo ese tiempo nunca había hecho un monólogo. Es la primera vez que lo voy a hacer con El chicle de Britney Spears. Siempre había tenido la inquietud de escribir un monólogo o un “stand up comedy”, pero creo que eso es un arte. Que yo no me siento preparado para escribirlo aún. Me encanta escribir comedias, pero eso de una sola persona hablando, hasta ahora, no me he atrevido. Y por eso mismo es que no lo he hecho. Es la primera vez que me invitan a actuar un monólogo, lo cual para mí es genial. Es un reto por el público. Un público que sale de su casa, va a ese teatro y paga por que lo entretengan y que tú seas el único responsable porque el señor director está detrás de las cortinas.

¿Cuál es el recuerdo más distante que tienes del teatro o de alguna obra de teatro?

Recuerdo mi primera obra a nivel profesional. En esa una obra que yo tenía que dar un beso, y todos los actores estaban a nivel universitario y yo era el único de doce años. Yo tenía que besarme con aquella chica. Y para mí, fue extraño hacer ese acercamiento. Ahí aprendí lo de los espacios, el espacio más íntimo, - que es justo encima de uno-; el espacio con otra persona, que es un espacio un poco más amplio… Ahí también aprendí una de las cosas más importantes del teatro es la puntualidad.
Si vamos un poquito atrás, en “Kinder Garden” participé en Blanca nieves y los siete enanitos. Ahí hice Tontín.

¿Cuándo fue que realizaste que ibas a estudiar teatro?

Siempre lo supe. Siempre estuve claro. Nunca pensé en qué voy a estudiar, o en qué voy a hacer de grande. Fue algo orgánico.

¿En qué trabajas actualmente? ¿Vives del teatro?

Siempre he vivido del teatro, a excepción de algunos cuatro años, que además de actuar, trabajaba de “bartender”. El trabajar en la primera barra, me encantó. Ahí estuve como tres años. Cuando pasé a la segunda barra, porque la anterior la cerraron, duré como tres meses: renuncié. Luego pasé a otra y también me fui. Entonces me di cuenta de que a mí no me gustaba ser “bartender”. Lo que pasó fue me gustaba trabajar en aquella primera barra porque todos se conocían… allí todos éramos amigos. El año pasado, en que la cosa se puso mala por el cierre del Gobierno, hubo cuatro meses en la que fui a una barra en donde estaban aquellos mismos “bartender” de aquella época. Y los trabajé contento. Aparte de eso, pues siempre he trabajado como actor, o como director, o como escenógrafo o escribiendo. Todo dentro del mundo del teatro. Actualmente estoy en Exprésate, en el Canal 6, de lunes a viernes a las 5 p.m. y la repetición a las 10:30 p.m. También estoy aquí ensayando El chicle de Britney Spears. Estoy escribiendo mi nueva obra que estrena en verano: Judas Superstars. Además, estoy grabando Las dos caras de Jano, la secuela de Desamores.

Sí no estuvieses involucrado en alguna actividad teatral, ¿qué serías o qué harías?

Sería inventor de juguetes. Mi mamá, hace un año o dos, encontró una libreta, que se le volvió a perder. Pero tenía escrita la asignación clásica de: “¿qué tú vas a hacer cuando seas grande?” Yo puse: actor e inventor de juguetes. Llevo seis años trabajando un juego de mesa, y si Dios quieres, este es el año que sale a la venta. Es que es muy complicado sacar un invento y poder sacarlo a la venta, las patentes, entre otras diez mil cosas y negociaciones. Pero estoy ahí, cumpliendo el segundo sueño, el que pensé hace 25 años atrás. El juguete es un juego de mesa de lucha libre.

¿Tienes alguna anécdota relacionada al teatro que te haya impactado, positiva o negativamente, que quieras compartir?

Puedo decir que el teatro, literalmente, salvó mi vida. Dos semanas antes del 11 de septiembre, en el apartamento que yo vivía, ocurrió una desgracia. Yo tenía acostumbrado a dormir una siesta entre siete y diez de la noche. Después, me levantaba y me iba a “janguear”. Por el día trabajaba, y por las tardes-noche, cogía esa siesta de lunes a viernes. Pero los jueves no lo hacía porque tenía función de Joven aún, joven aún, una catarsis ochentosa. Que fue la primera obra que escribí junto a Norman Santiago. Ese día, me fui a hacer la función y se quemó el edificio donde murieron cuatro de mis vecinos. Yo perdí todo, incluyendo un cheque que me había ganado de una locución que hice. Eran quinientos pesos. O sea, que me quedé con lo que andaba encima. Pero si no llego a ir a esa función, yo hubiese estado durmiendo esa noche. Por eso te digo que el teatro salvó mi vida. Me estuvo extraño que esa noche no hubiese mucho público en esa función. En San Juan había un tapón inmenso a causa del fuego
Otra anécdota. Me pasó una vez filmando una película. La película era en 35 milímetros, que es bien costosa. Me dieron el “call” como a las cinco de la mañana… ya te dije que soy nocturno. Yo llegué a las cinco. La primera escena, que la empezamos a filmar como a las 6:30 de la mañana, era en un apartamento donde, la que hacía de mi novia y yo teníamos una discusión mientras me servía el desayuno. Cuando mi personaje terminaba de discutirle, el de ella refutaba. Lo próximo que recuerdo es a todo el mundo riéndose, y yo decía: “¿qué pasó?”. Y la actriz diciéndome: “¿pero cómo es posible que te hayas quedado dormido mientras yo estoy actuando la escena?” Yo dije mis líneas y me quedé profundamente dormido. Eso está grabado en 35 milímetros.

¿Pensaste alguna vez renunciar y dedicarte a otra cosa?

Mis padres, obviamente preocupados por mí, me decían que estudiara otra cosa por si acaso. Todos hemos pasado por eso. Pero yo, Sagitario al fin, testarudo, estaba bien claro que iba a ser actor. Siempre lo supe. ¿Para qué voy a cambiar ahora después de viejo? Un de mis lemas es que uno debe trabajar en lo que le gusta, gane buen dinero o no. Esto es lo que me gusta y me llena. Yo no quiero levantarme y decir: “Ay, tengo que ir a trabajar” Y eso nunca me pasa con el teatro. Sea como sea, tengo mis buenas épocas, mis vacas flacas y mis vacas gordas. Así que estamos bien, pa’lante.

¿En qué obra te gustaría actuar?

En Juan Palmieri. Es una obra en que se habla de un personaje que nunca sale. Es sobre un activista político. Todas las escenas son entre la mamá con un cura que lo conoció, de este amigo con la novia. Siempre me gustó esa obra porque es totalmente hablada, no hay acción más allá de algún movimiento de sentarse. Es una obra de actores. Y las escenas son buenas. Y a mí siempre me ha parecido bien retante, que la obra, por más buena que sea, no se aguanta sola. Se aguanta a nivel de actuación.
Un personaje que me gustaría hacer es, y no por sonar muy religioso, pero me gustaría algún día actuar el personaje de Jesús. Y ahora que estoy escribiendo una obra sobre el tema, no me pongo como Jesús, si no como Judas. Lo he querido hacer desde chiquito, desde que veía pasar las procesiones de Viernes Santo frente a casa. Me quedaba con mis vecinitos, ya de director chiquito, y hacíamos la procesión en nuestra calle, que prácticamente nadie la veía porque todo el mundo estaba pendiente a la otra procesión. Construíamos la cruz, y hacíamos todos, hasta crucificarlo. Y yo era Jesús, obviamente, porque yo la dirigía.

¿Cómo te visualizas de aquí a 10 años?

Viviendo del juego de mesa y pudiendo hacer lo que me gusta que es hacer teatro. Estoy creando una compañía de juguetes con el juego. Y yo espero que con eso pueda tener una base económica sólida y hacer teatro solamente por placer. Voy a cobrar si me pagan, pero no va a ser mi preocupación.

¿Qué opinas sobre el que cada vez más modelos, raperos, cantantes y demás miembros de la farándula, sin ninguna preparación histriónica, quieren incursionar en la actuación?

La culpa la tiene el gobierno que nunca ha dado un auspicio o un apoyo real a las artes. Y el pueblo, sin querer, no le tiene un gran respeto a esta profesión. Lo que la gente ve en televisión es lo que ven como correcto. Lo ideal sería que todos los que salen en teatro fueran actores. Hay mucha gente que tiene habilidad innata, para actuar. Cuando gente por ahí me pregunta que qué puede hacer para meterse en esto del teatro, les digo que estudié y me he chavado, por no decir otra palabra, para estar ahí, en lo que ellos entienden que es un relajo o un juego.
Antes, toda la televisión era local, la gente iba al teatro a ver a sus estrellas. Porque tenían estrellas, las que salían en la televisión. Hoy día, casi no existe la programación local, así que no tenemos grandes estrellas, por eso la gente no va al teatro. Pero sí asistirían al teatro si ven a los que siempre salen en prensa, en televisión, local o enlatada, son los reguetoneros, son los modelos… y como ya no hay estrellas actores pues… lo importante es que sean estrellas para que la gente vaya a verlos. Necesitamos ganchos, y eso ya no lo hay. Eso es un fenómeno que ha provocado la televisión, que se vea a este tipo de personas en el teatro. Y va a seguir pasando. Esta es mi profesión y si tengo que actuar con este modelo o con este reguetonero, pues lo hago. Ya me ha pasado y han sido buenas experiencias a nivel de compañerismo. El resultado actoral, son otros veinte pesos, a veces buenos, a veces malo.

¿Qué opinión tienes del teatro puertorriqueño?

Ya sabemos que los clásicos puertorriqueños son buenos. Se siguen haciendo. Pero creo que hay un nuevo teatro y hay mucha gente que lo está haciendo. No lo vemos tanto porque es difícil hacer promoción, porque no hay chavos. Las obras se dan y uno ni se entera. Los escritores pueden tener 20 obras escritas pero por el mismo hecho de no tener chavos, se les hace difícil producirlas. Porque mucha de esa gente sale de la Universidad, del Departamento de Drama… Y estando en el Departamento, las escriben, las montan con compañeros y se da en una esquinita en la glorieta, o en el teatrito y con el público universitario se llenan y no necesitan mucha promoción.
Freddy Acevedo hace unas cosas extrañísimas, usa el humor ácido. Yo soy fanático de él. Yo no escribiría como él escribe pero, soy fanático de él. Pedro Rodiz es otro de esos escritores… Jorge González, que también… que ha ganado premios… interesantísimos. Eyerí, que es de una generación después de mí, y que también ha escrito bastantes cosas, y las monta. Yo por mi parte hago mis cosas. Ahora voy para la tercera obra. Y hay muchos más. Son trabajos bien interesantes. Que de aquí a 20 años se podrán estudiar porque reflejan el momento histórico, como lo hizo La carreta en su tiempo. Ese sentido estamos bien y son buenos trabajos. Sí, el teatro está vivo y yo dudo mucho que muera.

¿Qué proyecto atesoras y por qué?

El más que recuerdo con cariño y amor, que lloré en la última función, -y no fui el único-, fue a nivel universitario porque todavía estaba en la universidad. Porque esa obra fue un “obrón”, que inclusive, cuando existía el Círculo de Crítico de Teatro, salió mejor obra del año, por encima de las profesionales. Esta obra es Jardín de pulpos que dirigió Rosa Luisa Márquez. Recuerdo también a Los bajos fondos que dirigió Dean Zayas. Fue bien interesante y un montaje increíble Yo hice el mismo papel que hizo Stanislavski. Hay todo un método que usan los actores, inspirado en los escritos de él. Él decía: “este papel que me ha tocado es demasiado complicada, cómo yo puedo hacer este papel”. Se quejaba de lo difícil que era. Pues al tener ese reto, es un honor para mí.
También atesoro mis obras, porque son mis bebés: Joven aún, joven aún: una catarsis ochentosa, porque fue la primera junto a Norman; Romeo y Julieta for ever. Es estar haciendo una obra que uno se disfruta el escribirla, el montarla con tus compañeros, el hacerla y el estar por casi un año en cartelera ambas obras y no aburrirme. Esas experiencias, hasta ahora, han sido las que más me han marcado mi vida.

Cuando trabajas un proyecto ¿cómo te preparas? ¿Qué haces? ¿Cómo es tu proceso creativo?

Eso varía de obra en obra. Yo decido. No tengo un proceso fijo. Fluyo. Trato de hacerlo de una forma orgánica, que el mismo personaje, el libreto, la dirección, inclusive mi estado de ánimo, y en la época que estoy haciendo la obra, me vaya diciendo por dónde irme. Lo ideal es crear cosas nuevas, si tú quieres crecer como actor. Le sacas más provecho a eso. Con los años es más difícil. Porque tienes tanto archivado y todo ese material está en tu cabeza. Y si quieres hacer otra cosa distinta pues cada vez luchas con más cosas que ya hiciste que te funcionaron. Trato de no usar esas herramientas pero están ahí. Es una lucha mental o una conversación mental para sacar cada personaje. Yo no tengo nada fijo. En cada personaje por lo que requiere, llego y hago ejercicios antes de entrar a escena. En otros no. En otros llego y ya me sé las líneas y tengo que buscar más con lo que es la esencia del personaje. Todo depende.

04/21/2007

Reseñita sobre El chicle de Briney Spears, de Pedro Rodiz
Por Freddy Acevedo

En medio del fervor que recientemente causó el escandalito de Britney Spears al legitimar su actitud “al garete” ante la vida, Pedro Rodiz estrenó una obra que, precisamente, nos hace conscientes de una nueva religión que ha ido surgiendo en nuestra Cultura Pop. La POP-religión, el POP-fanatismo, el “POP-pop-POP” de cuando uno masca, estira, sopla y explota el chicle: El chicle de Britney Spears. Pedro Rodiz, a quien recordamos por recientes estrenos, como El complejo de Edipo y Cualquier martes ceno en Paris —y quien, últimamente, ha estrenado más obras que CUALQUIER otro dramaturgo puertorriqueño— nos trae un monólogo interactivo en el que la realidad superficial de la farándula azota la mente “fashion” de un reportero del mundo del espectáculo. Compartiré, pues, con ustedes esta “experiencia religiosa” con sabor a “tutti i frutti” ensalivado, que subió a escena en el Teatro Coribantes el 20 de abril de 2007 y que seguirá en cartelera hasta el 29 de abril, con funciones viernes y sábado a las 8:30pm y domingos a las 6:00pm.
Eli (interpretado por Ricardo Álvarez) es un escritor de columnas dedicadas al mundo del glamour, el chisme, y las noticias de las celebridades. Su “look” y actitud de perra-güevera- mamona-“queer” y asexual, va de conformidad con lo que los medios de comunicación masiva pintan como el/la expert@, el predicador, (o pitonisa) de esta “nueva religión” del vulgo. Eli nos invita a una fiesta, a un “get-together” en su casa, e invita a algunos miembros del público, quienes a su vez serán utilizados como encarnaciones inmediatas de figuras como Brat Pitt, Jennifer Aniston, entre otras… Estas encarnaciones inmediatas son utilizadas por Eli para comentar con el público su sentir ante los líos amorosos de las estrellas. Que si Bratt no debió haber dejado a Jennifer, que si Angelina Jolie es una víbora y madre internacional, en fin, toda esa información que alimenta las vidas de millones de fanáticos/feligreses pendientes al suculento manjar espiritual que las celebridades y sus rollos tienen que ofrecer. Cabe destacar que Rodiz hace una excelente analogía entre la religión tradicional y la nueva iconografía religiosa del mundo del espectáculo. Analogías que traban una interesante relación entre Madonna y la Virgen María, Michael Jackson y los Santos Cojones de los puertorriqueños, entre otros detalles, son algunos de los temas que va explorando el personaje Eli con su retórica “queer” y que nos remite al santo templo del “Access Hollywood”, de los canales de farándula y del vano mundo de las apariencias. Se percibe una notable influencia de conceptos filosóficos de la antiguedad en el teatro de Rodiz y cómo éste logra retratar nuestro entorno basándose en problemáticas intelectuales milenarias. El funcionamiento de la vida humana, las pasiones y lo que va conformando nuestra existencia, haciendo de lo no-esencial “lo esencial”, se ve criticado en esta obra de Rodiz, que con un humor simpático y asertivo hace que nos riamos de nuestra propia ridiculez. Esta ridiculez de transportar la tradición de las reliquias religiosas a la compra venta de artículos de las celebridades por Ebay, por ejemplo, desemboca en la compra de un chicle masticado por Britney Spears. Este valioso “item”, según nos hace saber Eli, costó $14,000 y cuelga en todo momento dentro de una urna transparente, en clara alusión a las esperanzas cifradas en aquello que simboliza un cambio en la vida del ser humano, la redención o la satisfacción de las necesidades espirituales de las personas, apoyada en un objeto inservible. La crítica a esa redención que alegadamente provee cualquier religión se manifiesta en el cambio drástico que se da en la persona de Eli, quien desnuda su decepción ante la vida por no haber logrado su sueño de triunfar como bailarín en Nueva York. Eli arremete contra quienes premian la mediocridad y desnuda su alma denunciándose a sí mismo como un plagiador de artículos de la Associated Press y que, a pesar de eso, fue premiado como el mejor periodista de 2005. La frustación, la verdadera angustia del ser no realizado y que se da cuenta que nada de lo que se nos vende como salvación o vía de escape, es la nota final de esta obra de Pedro Rodiz, que cae como anillo al dedo ante la realidad que día a día vivimos como sujetos a merced de la propaganda y de lo vanal.
Esta obra está realizada expresamente para que el público se divierta y para que de forma jocosa reflexione ante la dura realidad de la superficialidad, que día a día gana más adeptos y que se configura como vocación. La actuación por parte de Ricardo Álvarez fue una estupenda, dentro de lo que el personaje exigía. Los manerismos de este reportero “queer” fueron bien manejados por parte de Álvarez, quien, al final, transformó efectivamente el tono del personaje dándole un matiz encabronado de grave decepción. Sin embargo, Álvarez se apoyó en su talento natural y, para quienes conocemos su trabajo, nos dio la impresión de que el estreno fue su ensayo general. Algunos ad libs por parte del actor pudieron dar fe de esto: El personaje en uno de los momentos, al pedirle a las chicas del público que estaban en el escenario que tuviesen cuidado con la mesa que “estaba acabada de pintar” nos delató —a aquellos que estamos al tanto de lo accidentado de un estreno teatral— que había detalles que no habían sido bien atendidos en el proceso y que se estaban realizando por primera vez. Eso sí, Ricardo con su seguridad y su formulita de “a pesar de todo, lo tengo to’ controlao” pudo disimular algunos de los descuidos o peripecias de primer día de estreno, con la auto-promesa de “cuadrarlo bien, ya para las próximas funciones.” (Bueno, juzgen ustedes: o yo soy un paranoico del teatro o no se me escapa una ;) Sin embargo, Ricardo Álvarez es una actor talentosísimo: quizás se apoye en eso, pero no está mal. Fue todo un deleite gozar de su arte. (Allá los “actorcitos” que ni talento tienen y los vemos en las tablas haciendo que nos lamentemos del dinero que invertimos pa’ verlos, junto con los taxes y el jodío cargo por sevicio.) Junto a Ricardo estuvieron Nahomi Bonafoux y Bryan Villarini, quienes interpretaron a las bailarinas gemelas “Mary Kate y Ashley”. Su desempeño fue fabuloso y lleno de chispeante comicidad. Las actitudes de “monaguillo de la Cultura Pop” que exhibían ambos personajes engranaba formidablemente con la propuesta y con la caracterización de Eli como un cura o ministro de esta “fe”. Bryan Villarini, quien también tuvo a su cargo la coreografía, lució tan despampanante, que muchos de los varones acudimos al “Baño de Caballeros Luis Francisco Ojeda” a descargar nuestras tensiones. Considero que deberían tener papel toalla, ya que el papel de rollo se desmenuza con facilidad.
La dirección de la pieza, a cargo del autor, es sencilla y muy bien cuidada. Los elementos visuales y sonoros no pudieron ser más atractivos. Como toda una obra relacionada a la Cultura Pop, los elementosm fueron así mismo: bien POP. El decorado del escenario, a cargo de Lorena Nazario, fue uno completamente alusivo al estilo del Arte Pop que impulsaron figuras como Andy Warhol, en el siglo XX. De hecho, el piso pintado con figuras de celebridades como Michael Jackson, Britney, Madonna y el propio protagonista en fondos con colores complementarios, nos remitieron a la obra de Warhol, además de las inmensas latas de sopas Campbell’s que servían como tiestos para las plantas que formaban parte del diseño escenográfico. La única crítica es que las latas de sopas Campbell’s no se veían desde donde estaba concentrada la totalidad del público. Sólo se apreciaban cuando uno entraba al teatro, pero quedaban ocultas detrás de la columna. Una idea así de genial debe explotarse al máximo, Lorena, recuerda eso bien. La iluminación y el sonido se conjugaron de manera muy efectiva, ya que éxitos musicales, como “Beat it” de Michael Jackson, “Like a Virgin” de Madonna y el himno de todo sagitariano, “Oops!... I did it again”, de Britney Spears, nos fascinaron, en especial al ver el juego de luces junto a la coreografía y entusiasmo del actor y las bailarinas en escena (Cabe destacar que tanto Britney Spears, como Brat Pitt, Ricardo Álvarez y quien escribe esta reseña somos sagitarianos. Nada… esos son detalles de cultura popular.) Todos estos elementos en conjunto hicieron de la experiencia de El chicle de Britney Spears una llena de sabor y mucho pop-pop-pop. Enhorabuena, y que sigan surgiendo proyectos tan divertidos y con suficiente profundidad intelectual como este.

Ricardo Álvarez juega con su ingenio
Por Amary Santiago Torres
Primera Hora

(Este es el reportaje que realizó la buena amiga Amary Santiago del periódico Primera Hora como parte de la promoción de la obra. Para ella mi agradecimiento infinito)

El actor realiza este fin de semana su primer monólogo, “El chicle de Britney Spears”, en Teatro Coribantes el viernes, 20 de abril de 2007

Ricardo Álvarez sólo se imaginaba de dos formas: actor o fabricante de juguetes. Primero decidió forjar su carrera en las artes de la representación, y ahora cumplirá su segundo sueño: ser “un inventor de juguetes”. ¿Cómo? Con un juego de mesa de lucha libre.

Aunque su fascinación por la lucha libre le hizo pensar, quizás, en esta otra profesión, sólo bastó ver cuando Abdullah “The Butcher” le rajaba la frente a Carlitos Colón para desistir de esa idea. Así que prefirió crear un juego, que cuenta con el respaldo de la compañía de lucha libre IWA.

“Ésa es otra fascinación mía (la lucha libre) que nadie entiende. Llevo seis años en este proyecto, ya está el juego diseñado y todo. Saldrá con la IWA, sólo se están afinando unos detalles. Ojalá y lo podamos sacar en Navidad. Incluso, ya hicimos las pruebas con el público y gustó mucho”, expresó el experimentado actor de 31 años.

Para él, la lucha libre y el teatro tienen muchos puntos de encuentro, por lo que no entiende el signo de interrogación en el rostro de sus allegados cuando suele hablar con emoción sobre este entretenimiento deportivo.

“Hay un escenario, iluminación, sonido, público, vestimenta, personajes, libreto, máscaras, todo lo que tiene una obra de teatro. Es otro tipo de teatro, destinado a un evento deportivo. Pero, como no quería terminar con la frente cortada, lo uní con mi otro sueño, que es inventar juguetes”, mencionó.

Ricardo dijo que su incursión a la actuación surge ante sus deseos de seguir jugando, cuando tuvo que prescindir de sus juguetes, apenas siendo un niño.

“Cuando regalé mis juguetes por presión social, de que ya eres grande, me dolió y aún me duele. Sentía que la fórmula para seguir jugando era actuar. Ahora sigo jugando (con la actuación), pero lo tomo muy en serio”, señaló el actor, quien fuera sumergido al mundo de la lucha libre por su abuelo Felipe.

El chicle de Britney Spears

Ricardo Álvarez encara un nuevo desafío en sus 20 años de carrera artística: interpretará un monólogo.

Aunque las mariposas en el estómago siempre aparecen, justo antes de entrar a un escenario, esta vez no tiene quién lo salve, bromeó, al irrumpir solo en la sala de teatro.

Este “reto grande” lo tiene con el texto “El chicle de Britney Spears”, del dramaturgo Pedro Rodiz, que sube a escena a partir de hoy, viernes, a las 8:30 de la noche, en Teatro Coribantes, en Hato Rey.

Ricardo le da vida a un reportero de farándula que, además, colecciona artículos de las celebridades norteamericanas, como un chicle de la controvertible Britney Spears.

“Los fanáticos de la farándula tienen mucha información que no les sirve de nada. Y los que no son fanáticos, a lo mejor, no saben ni una canción de Britney, pero saben que se rapó la cabeza”, comentó el actor sobre la pieza que deja claro cómo la gente sustituye su vida real por esta “vida alterna de los artistas para, quizás, olvidarse de sus problemas cotidianos”.

“De primera instancia va a parecer una pieza con mucha información innecesaria porque contará chismes y tendrá sus opiniones sobre los artistas, pero en un momento el monólogo toma un giro y veremos quién realmente es este personaje”, agregó.

La trama se desarrolla en el apartamento del periodista. Allí, recibe a sus “invitados”, interpretados por el público, para celebrar su galardón como mejor reportero de farándula.

“El chicle de Britney Spears” tendrá además las participaciones de Bryan Villarini y Naomi Bonafoux.

La pieza se presentará por dos fines de semana con funciones viernes y sábado, a las 8:30 de la noche; y domingo, a las 6:00 de la tarde.

04/13/2007

5 de abril de 2007

Querida amiga Britney:

Recibí tu carta. Sabes que soy discreto y que a nadie, ni siquiera a mi esposa, le he dicho que mantenemos esta comunicación. He pasado mis sustos, porque ella comienza a sospechar que tengo una amante, así que me está monitoreando todo el tiempo.
Te enseñaron en el juego de los Lakers. Te ves bella. La peluca que te pusiste, que no parece peluca, está de show. ¿Quién era esa chica que estaba a tu lado? ¿No me digas que es otra sanguijuela? Tienes que cuidarte, amiga, esa gente se te pega por tu fama y por tu dinero. Sabes que sufro cada vez que publican algo negativo de ti. Lo mejor es que te mantengas en tu casa con los nenes. Por cierto, me encantaron las fotos que me mandaste de los chicos. Sobre todo esa en la que el chiquito se queda dormido con la cara embarrada de zanahoria. La voy a enmarcar.
Te escribo con urgencia para aclararte que esa información que salió de tu ex marido, (del que no quiero acordarme ni del nombre), que está saliendo con Lindsay Lohan no lo revelé yo. Yo no sé de dónde sacaron la información, pero te aseguro que no tuve nada que ver. Tú sabes que soy una tumba para tus cosas. Ese tipo está empeñado en fastidiarte la existencia. Te dije que no te casaras con él, pero no me hiciste caso. Y ahora tu vida es un caos. Nada, esta conversación la hemos tenido miles de veces. Pero es que me revienta que hayas hecho rico gracias a ti y encima se acuesta con esa.
En cuanto a lo de si debes grabar el disco con Justin, me parece bien. Debes distraerte. Eso sí, nada de acercamientos románticos. Recuerda que estás vulnerable y cualquier cosa puede pasar. No necesitas de eso ahora. Mantén tu promesa de nada de sexo por seis meses.
Bueno, es todo por el momento. Los preparativos de la obra de teatro El chicle de Britney Spears, van muy bien. Sé que querías estar para el estreno que es el 20 de abril en el Teatro Coribantes, pero como ya te había explicado en las otras cartas, es muy complicado que vengas a Puerto Rico en esos días. Te agradezco nuevamente que me hayas dejado montar una obra sobre tu vida. Sobre todo en este instante que estás tan vulnerable. Pero ahí la gente sabrá quién eres en realidad.
Un beso a ti a y los nenes.

Pedro Rodiz

p.d. Esto de enviarte cartas por correo regular me parece bien raro pero si eso es lo que quieres, conmigo no hay problemas. ¡Qué lástima que los hackers se te hayan metido en tu cuenta!

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9 de abril de 2007

Peter:

Gracias por aclararme lo de Feder. Por un momento pensé que habías sido tú el que lo reveló a esos buitres. Perdóname por dudar de ti. Es que estoy que sospecho hasta de mi propia sombra.
Lindsy tuvo el descaro de llamarme para decirme que lo de ella con Feder es mentira. ¿Cómo se atreve? ¡Si yo los cogí besándose! No me deja tranquila. Ahora se pasa llamándome para decirme estupideces. He cambiado el número de celular varias veces, y no sé cómo lo consigue de nuevo. Estoy que le arranco los ojos con mis uñas.
No te preocupes por la muchacha que me acompañó al juego. Es de fiar. Yo le pedí que fuera conmigo al juego. No quería estar sola. Y ya ves, me están empatando con uno de los baloncelistas.
La peluca me la consiguió mami. Sabes que ella es buena para esas cosas. Estoy tratando de mantenerme positiva. Sé que voy a superar estoy y volveré a ser la Princesa del Pop.
Lo de Justin está en veremos. Todavía no sé si sea buena idea cantar con él. Total, el que va a salir beneficiado es él. No ves que últimamente ha estado bien apagado. Si no es por mí, no lo mencionan en ningún lado.
Te envié otras fotos de los nenes. Te pido que seas discreto. Sabes que pueden caer en malas manos. ¡Están tan chulos!
Te repito que me encantó la obra. Me alegró mucho que me hicieras caso y le pusieras el título de El chicle de Britney Spears. Sé que no te gusta aprovecharte de mi amistad pero sabes que mi nombre siempre llama la atención.
¿Por qué vas a estar más que dos fines de semana? ¿Por qué no la pones todo el año?

Es todo por ahora. Me envías el video de la obra. Espero que se te llene.

Besitos,

Brit.

04/08/2007

Un polvo por la paz

Por Pedro Rodiz

A las 7:53 p.m., del 7 de abril, apagué la luz y cerré la boca. Ese era el acuerdo según varios mensajes electrónicos que me llegaron motivados por una idea que surgió en Venezuela. Por siete minutos no se utilizaría la electricidad. La idea era que se creara conciencia del mal uso que le damos a la energía proveniente del petróleo. Salí afuera para ver si otros seguían las instrucciones. Sólo una casa apagó todo. Fue un momento sublime, lo confieso. Pensar que hay otras personas en el País, que se insertan en la necesidad imperante de salvar el Planeta, -aunque esto suene clichoso-, fue casi como un rezo por trascender como seres humanos.
Tiempo atrás, hubo otra invitación para que un día en el verano, creo, no le echara gasolina al vehículo. También pasó como desapercibido.
¿Por qué la prensa escrita no recoge en sus páginas estas iniciativas? ¿Por qué la prensa televisada no se solidariza con este tipo de gestión? Estoy seguro que les llegó la sugerencia. Descubren secretos bien guardados, ¿cómo no van a enterarse de ideas como éstas?
Pero la iniciativa que más me ha gustado es una que hizo circular una gente que se hace llamar el Global Orgasm. El 22 de diciembre de 2006 se debía echar un polvo por la paz mundial. ¿Díganme si esta idea no es genial? Se trataba de enviar un poco de energía positiva a lo negativo y destructivo de los conflictos bélicos.
Esto lo supe casi por casualidad, gracias a otro blog, de Yolanda Arroyo, que visito con regularidad. Si no fuera por ella, jamás me hubiese enterado ni disfrutado de ese día.
Se acuerdan de la obra Lisistrata, de Aritófanes, -¡bendito sea el teatro que se adelanta siempre a su tiempo-, en la que un grupo de mujeres, cansadas ya de que sus maridos las desatendieran por estar pendientes a hacer la guerra, decidieron ponerse en huelga de la pinga. Les metieron tanta presión a los hombres, que efectivamente, por la bellaquera que tenían, lograron que se concertara un acuerdo de paz. ¿Díganme si esta obra no se parece a lo del polvo?
Propongo que se saque un día al mes para echar un polvo por la paz. ¡Qué se yo!, el primer domingo de cada mes, por ejemplo. Atacar la violencia con el amor, aunque suene bíblico. Es como lo que se hicieron los “hippies” con su “Peace and Love” en la revolución sexual de los 70, tiempos que me perdí porque estaba naciendo.
Así que cada vez que escuchen sobre la guerra de Irak, acuérdense que pueden contribuir positivamente para que se acabe esa estupidez en la que mueren personas de ambos lados, por lo menos, una vez al mes echando un polvito al aire... o en donde sea.

04/03/2007

Nuevas fronteras
Entrevista al actor Modesto Lacén

Por Pedro Rodiz

Modesto Lacén es uno de los actores más completos y con más recursos actorales de su generación. Nunca le ha faltado el trabajo. Un día decidió hacer sus maletas para trasladarse a Los Ángeles, a probar fortuna. Algunos lo llamaron loco, otros lo consideraron un visionario. Lo cierto es que a Modesto no le tiembla el pulso al momento de lanzarse a la búsqueda de nuevas fronteras, de nuevas experiencias, que lo hagan mejorar como actor, como artista, como ser humano.

Si no fueses actor, ¿qué serías?

Si no fuese actor sería tenista profesional. Antes de considerar la actuación como profesión, me cuestioné seriamente si el tenis era el camino a seguir; tanto así que jugué varios años en la liga puertorriqueña de tenis o PRTA (Puerto Rico Tennis Association). Jugaba bien, pero me ponía tan nervioso en los torneos que no “jugaba mi juego”. En la actualidad es un deporte que me apasiona y lo practico cada vez que puedo. Mi jugador favorito es el suizo Roger Federer.

¿Cuál es el recuerdo más distante que tienes del teatro o de alguna obra de teatro?

El recuerdo más distante que tengo es cuando fui a ver Rock’o’landia. Me acuerdo que fue una producción de un alto nivel y sumamente divertida. En aquel momento no sabía nada del teatro o de actuación, pero sé que fue excelente porque me conmovió y me creí lo que pasaba en la obra. Todavía me acuerdo de algunas canciones tales como “El rock de las cabritas” y la canción del “Lobo Feroz”. Además, recuerdo haber visto el musical Clemente… ¡y pensar que yo hubiera podido hacer el papel del hijo!

¿Cuándo fue que realizaste que ibas a estudiar teatro?

Me di cuenta que iba a estudiar teatro en la escuela superior, en décimo o undécimo grado. Para ese entonces, ya había tomado clases en la Academia de Actuación de Ofelia Dacosta. Obtuve mi primer trabajo como actor en el “Bosque Mágico” y había comenzado a estudiar en el Taller de Actuación de Luz María Rondón y Herman O’neill.

¿Por qué decidiste irte a California? ¿Piensas quedarte? Cuéntanos de tus vivencias en todos estos meses.

Decidí irme a Los Angeles por mi interés en hacer cine y conocer desde adentro cómo es que realmente “se bate el cobre”. Aunque el cine que generalmente se hace en Estados Unidos no es el mejor, sí es el más que se ve y el que más dinero genera. Por tanto, trabajar y conocer cómo es que funciona ese sistema, me ayuda a entender la parte del negocio que no domino. Hay que entender lo que sí funciona en la gran maquinaria que es Hollywood para poder llevar nuestro trabajo (el puertorriqueño) a ese nivel de éxito económico. Así mismo, entiendo que como actor, el tener éxito o trabajar en cine o TV a ese nivel, trae más público al teatro. Ejemplo de esto son las obras que menciono en la entrevista. Pienso quedarme por allá un tiempo. Ahora mismo no sé cuantos años… todavía…eso lo sabré en su momento. Además de conseguir un agente y un “manager”, he estado tomando clases de inglés (para perder mi acento), clases de actuación (específicamente para cómo audicionar y cómo leer en frío o “cold reading”) y de Producción de Cine y TV en UCLA. Ha sido un año y pico de mucho crecimiento en todos los aspectos y te confieso que me gusta este reto…Gracias a Dios y a que tengo una familia y un grupo de amigos que me aman y me apoyan, tengo el empuje para seguir ‘en la brega en LA’.

¿Tuviste problemas para adaptarte al ambiente de allá?

Sí, aunque al llegar aquí ‘caí parao’ ya que viví un tiempo en casa de una amiga puertorriqueña y con un “roommatte” puertorriqueño. Adaptarme al ritmo y las exigencias del trabajo me resulto difícil. Difícil porque de estar trabajando en varios proyectos a la vez en Puerto Rico y llegar a otro país (que aunque es Estados Unidos, no me siento que realmente pertenezco a la sociedad) y empezar de cero, teniendo estudios y experiencia, es duro. Sin embargo ahora, a un año y cuatro meses de estar acá, ya me siento que ‘caí en tiempo’ y gracias a que tengo un “manager” y un agente , siento que estoy listo para entrar de lleno al proceso de audiciones.

¿Tienes alguna anécdota relacionada al teatro que te haya impactado, positiva o negativamente, que quieras compartir?

Tuve la oportunidad de ver la obra Madre Coraje y sus hijos con Meryl Streep en el papel protagónico. Fue una experiencia profunda e inspiradora. Yo me interesé por la actuación a través del cine, de pequeño vi muchos dramas con grandes actuaciones “Places in the heart” “Ghandi” “Terms of Endearmnent”, entre otras, y fueron las actuaciones lo que más me sedujo. Me cuestionaba cómo esos actores me conmovían tanto sin ser realmente esas personas. Por ahí empezó todo, pero al estudiar y entender lo que es la actuación, me enamoré también del teatro. Te hago este cuento, porque al ver una actriz de cine consumada y galardonada, hacer una obra (en donde también cantó y bailó) y verla que todavía se esfuerza y que trabaja en su oficio con pasión y entrega, fue una gran lección para mí. Ese es el tipo de actor que quiero ser, un actor que domine ambos medios, pero que siga creciendo y mejorándose. Esa noche salí del teatro enamorado nuevamente del arte, del teatro y de la actuación.

¿Pensaste alguna vez renunciar y dedicarte a otra cosa?

Gracias a Dios y a la vida, nunca me ha pasado por la mente renunciar a la actuación o al teatro. Sí, en varios momentos, he considerado estudiar otra cosa. En un momento pensé en Leyes y en otro Historia del Arte, pero ahora tengo muchos planes futuros que están relacionados a la actuación. Además, no descarto hacer estudios post graduados en actuación, en teatro y/o en cine.

¿En qué obras has actuado en le tiempo que llevas en Los Ángeles?

He trabajado en dos piezas, To Shakespeare with love y en The Caucasian Chalk Circle (El círculo de tiza caucasiano). La primera fue una pieza original de la directora, en la que William Shakespeare reflexiona sobre el amor y revisa algunos de sus textos que tratan dicho tema. Yo participé en una escena de Dos caballeros de Verona interpretando a Valentín y una escena de Otello interpretando a…. ¡Otello! La segunda fue una adaptación del texto de Bertolt Brecht en la que interpreté varios personajes. Estas dos fueron “in english”. Además, tuve la oportunidad de revisar y volver a interpretar el personaje de José Razzano en la pieza musical de Eladio Cintrón…Gardel en Repertorio Espanol en Nueva York. En esta ocasión la directora Lynette Salas y yo revisamos el trabajo que habíamos hecho en Puerto Rico e hicimos cambios. Fue una experiencia intensa y diferente, en el sentido que estuvimos solamente ensayando y trabajando en la obra todos los días durante mes y medio, como un trabajo “normal”. Eso es un lujo…

¿Qué proyecto atesoras y por qué?

Atesoro haber trabajado en El bombón de Elena de José F Gómez. Primero que es un MUSICAL basado en la música con la cual me crié: Ismael Rivera y Cortijo y su combo; segundo, tuve la oportunidad de interpretar un personaje hermoso y lleno de matices ‘Etanislao’; tercero, pude trabajar de tú a tú con varios de mis profesores (Jofe, Idalia, Checo); y por último, tuve el privilegio de cantar canciones como “Yayabo”, “Maquinolandera”, “Tuntuneco” y “El bombón de Elena” al lado de Andy Montanez. Salsa Gorda es otro proyecto que atesoro por varias razones, además de las obvias (en esta fui productor y actor), fue un proceso bien arriesgado pero bien satisfactorio. Jose L. Ramos Escobar escribió este texto conmigo en mente, ya esto fue un gran regalo con el cual trabajar. Ahora, la dirección de Mario Colón fue sin duda uno de los grandes aciertos de este montaje. Mario pudo (viajando entre NY y PR) ser un excelente y asertado líder para crear el mundo de la obra. Tener la oportunidad de trabajar con dos primeros actores, Yamaris Latorre y Ernesto Concepción, hijo, fue otra gran bendición y una gran lección de profesionalismo y oficio. Todo el equipo de producción, TODO, hizo una labor maravillosa y gracias a este esfuerzo conjunto fue una producción de altura y de la cual me siento satisfecho. Siento que aportamos algo a la incipiente historia del teatro puertorriqueño en el siglo XXI. De las cinco obras que he producido, sin duda ésta es la más completa. Además, fuimos la Mejor Producción del Año y Ernesto y yo, fuimos dos de los mejores Actores del Ano 2004 (Según el periódico en El Nuevo Día y su crítico Jorge Martínez Sola, qepd). Otra de las que atesoro es Godspell. En este musical tuve la oportunidad de trabajar con un grupo de actores que admiro profundamente, pude bailar de “a verdura” bajo la coreografía de Tita Guerrero, y por supuesto, cantar bajo la direccion de Axel Cintrón. Encima de esto, fue un proceso muy divertido (bajo la dirección de Albert Rodríguez) y sin duda es un mensaje necesario e importante. Para no extenderme más voy a mencionar otras que tambien atesoro, Módulo 104, Mar Nuestro, Una pulga en su oreja, Arte, Los Coyotes y Medea.

¿Qué piensas del teatro en California?

Los Ángeles es una ciudad para el que le interese trabajar en TV o cine, por tanto, el teatro no es uno de sus aciertos. En Hollywood y en otras áreas (Culver City, Santa Mónica, Glendale) existen muchos teatros pequeños y se hacen muchas obras constantemente: obras originales, clásicos y adaptaciones. Lo que sucede es que la mayoría de las veces los que dirigen, diseñan, producen y actúan en la obra son personas, que aunque tienen el interés y el dinero, no tienen el conocimiento para escenificar una obra. Con esto quiero decir que hay muchas obras aficionadas (amateur). Hay que saber escoger con que compañía trabajar y que obra ir a ver, porque mi experiencia ha sido terrible. Vi una obra original en Inglewood en una comunidad predominantemente negra, y fue una de las experiencias más angustiantes que he tenido en varios años como espectador: ¡la pieza estuvo paupérrima! Ahora, he visto en los teatros principales (como Bellas Artes de San Juan) montajes excelentes con actores de nombre. Vi El jardin de los cerezos, con Annette Benning y Alfred Molina; Todos eran mis hijos de Arthur Miller con Laurie Metcalf, Len Cariou y Neil Patrick Harris (Doogie Howser) y vi Jitney de August Wilson con James Avery (El tío Phil en Fresh Prince). Estas producciones realmente me conmovieron. Así que hay que saber escoger el teatro en LA, puede que sea una experiencia maravillosa como puede que sea la peor.

¿En qué obra te gustaría actuar?

Me gustaría actuar en la obra Relaciones Peligrosas de Christopher Hampton
(quien, casualmente, es el traductor al inglés de la obra Arte) interpretando al “Vicomte deValmont”. Sé que me faltan algunos años, pero es una obra que me encanta y el personaje es sabroso. Además, en una de mis películas favoritas. Me gustaría producirla con un elenco de actores negros, ¡y ya tengo en mente parte del elenco…! Me gustaría actuar en la obra Intimate Apparel de la dramaturga estadounidense Lynn Nottage. Es otra historia hermosa enmarcada en Nueva York a principios del siglo XX y me gustaría interpretar a ‘George’. Además, me gustaría hacer cualquier personaje de la comedia Noises Off de Michael Fryan. Es una comedia divertidísima y bien física.

¿Cómo te visualizas de aquí a 10 años?

De aquí a diez años me visualizo trabajando como productor de cine y teatro, teniendo mi base en Puerto Rico, pero, a la vez, teniendo la flexibilidad de trabajar en Estados Unidos u otros países. Por supuesto que seguiré actuando (hasta que Dios diga) y teniendo un teatro propio.

¿Qué opinas sobre el que cada vez más modelos, raperos, cantantes y demás miembros de la farándula, sin ninguna preparación histriónica, quieren incursionar en la actuación?

En un fenómeno que lamentablemente es común, y como rinde muchas ganancias, sigue ocurriendo. Como productor no estoy de acuerdo. Siempre y cuando
tenga completa potestad de qué persona es perfecta para el personaje, siempre escogeré a un actor por encima de una celebridad. Como actor, uno tiene la potestad de decidir si quiere o no hacer un proyecto con una celebridad. En mi caso, he trabajado con cantantes en varias obras. Por ejemplo, en El bombón de Elena trabaje con cuatro de ellos y la razón por la que decidí estar en el proyecto fue por el tema y el personaje que me ofrecieron. De volver a surgir las mismas circunstancias, lo haría de nuevo porque pienso que el público sabe lo que va enfrentarse al ver una celebridad en una obra. En este caso, “Elena” era un musical, y los cantantes no sólo interpretaron los personajes sino que servían como referencia a la época en que se desarrollaba la obra. Con esto quiero decir que depende el tipo de obra. Ningún productor se atrevería a hacer Esperando a Godot con una celebridad. Esta situación en la que celebridades incursionan en el mundo de la actuación, seguirá ocurriendo porque vivimos en un mundo globalizado y capitalista. Ahora, está en nosotros, como personas instruidas en el campo, hacer trabajos excelentes (que tengan la misma publicidad y cobertura), porque así como hay un público para ver un musical con cantantes populares, también lo hay para ver un trabajo teatral serio o una película profunda.

04/02/2007

Las motivaciones del chicle

Por Pedro Rodiz

Cuando comencé la investigación para la obra El chicle de Britney Spears, que se presentará desde el 20 de abril en el Teatro Coribantes, en la cual tuve que revisar un año y medio en los periódicos del país por varias semanas, me percaté de cuánto conocimiento inútil poseemos. Es aterrador, que según avanza la humanidad, más superficiales nos volvemos. Los dioses mitológicos griegos del Olimpo, que estudiamos como mitología, se han mudado a Hollywood. La devoción con que se lee, en los periódicos y en las revistas, la vida de actores, actrices, cantantes y otros allegados de la farándula, es alucinante. La cantidad industrial de expertos de televisión en materia de la vida y obra de estos nuevos dioses es vomitiva. Buceamos en océanos de banalidades, observamos corales de superficialidad, flotamos en mares de información insustancial. Lo terrible es que estos dioses dictan la forma de cómo se debe vivir, no sólo en los Estado Unidos, sino en todo el planeta.
Me resultó interesante leer sobre Angelina Jolie. Ella viaja por el mundo entero, visita campamentos de refugiados, es de las pocas luminarias que trata de hacer algo valioso por la humanidad, pero lo único que le importa saber a la gente es su relación sentimental con Brad Pitt. Sus aportaciones filantrópicas quedan relegadas e ignoradas. A veces parece que cuando ella habla de sus experiencias transcendentales con la gente desamparada que ha perdido hasta su dignidad por la estupidez barbárica de la guerra, suena como si promocionara una película, que habla sobre un argumento de una civilización que no existe.
Por otro lado, el juicio de Michael Jackson es un buen ejemplo de cómo se convierte en un circo la vida íntima de un cantante. Un jurado lo encontró inocente de los diez cargos de abuso sexual que pesaban sobre él, no porque así fuera demostrado, sino porque el abogado defensor fue lo suficientemente hábil como para desacreditar a la familia del adolescente que lo acusó de actos lascivos. ¿Y si en realidad es un pedófilo? A nadie le importa. Su nueva producción ya ha sido mercadeada y la gente lo comprará e irá a sus conciertos como si nada.
El caso de Britney Spears, que tras un desastroso matrimonio, vive una vida loca. Quizás sea la depresión post parto, quizás sean las drogas o el alcohol, no me corresponde a mi juzgarla, pero lo cierto es que se ha desenfocado y lo buitres de los medios de comunicación han hecho un festín.
Igual que a los dioses griegos, a todos estos artistas se les perdona todo. Y el espectáculo que presenten dentro y fuera de la pantalla es un producto de consumo que genera miles de millones de dólares. Esos son los mismos billones que podríamos utilizar para reconstruir países, atacar la pobreza, eliminar enfermedades, sanear el ambiente, entre otras buenas obras.
Y eso es terrible. Porque nos estamos volviendo insensibles. Y así jamás evolucionaremos como especie.
Por eso existe esta obra. Es mi forma de denunciar la nimiedades en las que estamos sumidos. De nuevo vuelve a ser vigente la Alegoría de la caverna de Platón: las imágenes que vemos se presentan como la realidad, como la única verdad. Lo que está fuera de la cueva no nos interesa conocerlo. Es una luz que nos enceguece.


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