Introito
Palabras pronunciadas por el dramaturgo
Pedro Rodiz para la apertura de la Segunda Muestra de Dramaturgos y Dramaturgas
de Puerto Rico.
A la dramaturgia
puertorriqueña la han tratado de amordazar, de marginar, de negarle fondos, de ignorarla, de
infantilizarla, de sobornarle, de minimizarla, de cerrarle los espacios, de
restarle importancia, de imponerle criterios e ideologías, de compararla, de
sacarla a pasear como si fuera un chiguagua, de ningunearla, en fin de quitarle
todo lo trascendental. Y seguimos en pie, plantados de frente, sin miedo, con
entusiasmo. Es prolífera, crece como enredadera en terrenos estériles. Reclama,
enfrenta, seduce. Conscientes de esto,
los dramaturgos y dramaturgas de Puerto Rico, nos hemos adaptados, hemos
aprendido a ser directores, actores, diseñadores, productores, técnicos y hasta
publicistas, en todo lo anterior y a la vez, obligados más por la necesidad que
por el gusto, para poder sacar adelante nuestros proyectos.
Esta muestra
tiene una gran relevancia y una pertinencia urgente porque nace de la inquietud
de los propios dramaturgos y dramaturgas que queremos y vamos, sin
encomendarnos y sin pedirle permiso a nadie, a dar a conocer nuestros trabajos.
Aquí estamos. Esta muestra que auspicia el Círculo Puertorriqueño de
Dramaturgas y Dramaturgas es una degustación de estilos e influencias distintas
que convergen en un mismo espacio: El Ensayo. Son trece propuestas, trece
voces, trece visiones de mundo distintas. Lo que aquí se presentará por varios
fines de semanas nace de la necesidad de
reclamar y de explorar nuevas propuestas escénicas. La dramaturgia nuestra, por su propia
naturaleza, es diversa, atrevida, inmediata, divertida, ingeniosa.
El teatro se
escribe para representarse. Así se concibió desde sus inicios. Es sobre el
escenario que se prueban las obras. Y los dramaturgos y dramaturgas solo
mejoran en la medida que estrenan. Es indispensable tener mayor presencia en la
escena nacional. Es ahí donde radica la importancia de esta muestra. Estrenar
nuestras obras se ha vuelto un acto revolucionario. Y aquí estamos con los
fósforos en la mano. Aquí se presentarán obras nuevas, operas primas,
reestrenos, monólogos, comedias, drama, en fin, una infinidad de combinaciones,
una polifonía de pensamientos que convergen en un mismo escenario. Nos
entusiasma y nos enorgullece grandemente esta segunda muestra.
El Círculo
Puertorriqueño de Dramaturgas y Dramaturgos del Siglo Veintiuno no es una
organización cualquiera, ni siquiera cuenta con una directiva sino con un grupo
de artistas, de profesionales con carácter y garras, que desinteresadamente ha
puesto todo su empeño para hacer una muestra que apele a la pluraridad del
público que asista y que sea de motivo de orgullo de todos. Su misión es la de estimular, difundir y mejorar la dramaturgia
nacional. Somos una organización en la que fomentamos la inclusión, la tolerancia,
la diversidad, la equidad. Estamos para unir, no para separar. Creemos en el consenso pero sobretodo tenemos
un amor y un respeto profundo hacia el teatro nuestro, tan parecido a otros,
tan distinto a todos. Hoy es un día
memorable y estamos de fiesta. Somos
unos atrevidos. Así que respetuosamente y con valentía anunciamos: ¡qué
empiece la muestra!
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