04/02/2007

Las motivaciones del chicle

Por Pedro Rodiz

Cuando comencé la investigación para la obra El chicle de Britney Spears, que se presentará desde el 20 de abril en el Teatro Coribantes, en la cual tuve que revisar un año y medio en los periódicos del país por varias semanas, me percaté de cuánto conocimiento inútil poseemos. Es aterrador, que según avanza la humanidad, más superficiales nos volvemos. Los dioses mitológicos griegos del Olimpo, que estudiamos como mitología, se han mudado a Hollywood. La devoción con que se lee, en los periódicos y en las revistas, la vida de actores, actrices, cantantes y otros allegados de la farándula, es alucinante. La cantidad industrial de expertos de televisión en materia de la vida y obra de estos nuevos dioses es vomitiva. Buceamos en océanos de banalidades, observamos corales de superficialidad, flotamos en mares de información insustancial. Lo terrible es que estos dioses dictan la forma de cómo se debe vivir, no sólo en los Estado Unidos, sino en todo el planeta.
Me resultó interesante leer sobre Angelina Jolie. Ella viaja por el mundo entero, visita campamentos de refugiados, es de las pocas luminarias que trata de hacer algo valioso por la humanidad, pero lo único que le importa saber a la gente es su relación sentimental con Brad Pitt. Sus aportaciones filantrópicas quedan relegadas e ignoradas. A veces parece que cuando ella habla de sus experiencias transcendentales con la gente desamparada que ha perdido hasta su dignidad por la estupidez barbárica de la guerra, suena como si promocionara una película, que habla sobre un argumento de una civilización que no existe.
Por otro lado, el juicio de Michael Jackson es un buen ejemplo de cómo se convierte en un circo la vida íntima de un cantante. Un jurado lo encontró inocente de los diez cargos de abuso sexual que pesaban sobre él, no porque así fuera demostrado, sino porque el abogado defensor fue lo suficientemente hábil como para desacreditar a la familia del adolescente que lo acusó de actos lascivos. ¿Y si en realidad es un pedófilo? A nadie le importa. Su nueva producción ya ha sido mercadeada y la gente lo comprará e irá a sus conciertos como si nada.
El caso de Britney Spears, que tras un desastroso matrimonio, vive una vida loca. Quizás sea la depresión post parto, quizás sean las drogas o el alcohol, no me corresponde a mi juzgarla, pero lo cierto es que se ha desenfocado y lo buitres de los medios de comunicación han hecho un festín.
Igual que a los dioses griegos, a todos estos artistas se les perdona todo. Y el espectáculo que presenten dentro y fuera de la pantalla es un producto de consumo que genera miles de millones de dólares. Esos son los mismos billones que podríamos utilizar para reconstruir países, atacar la pobreza, eliminar enfermedades, sanear el ambiente, entre otras buenas obras.
Y eso es terrible. Porque nos estamos volviendo insensibles. Y así jamás evolucionaremos como especie.
Por eso existe esta obra. Es mi forma de denunciar la nimiedades en las que estamos sumidos. De nuevo vuelve a ser vigente la Alegoría de la caverna de Platón: las imágenes que vemos se presentan como la realidad, como la única verdad. Lo que está fuera de la cueva no nos interesa conocerlo. Es una luz que nos enceguece.


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