03/11/2007

El pornformero
Entrevista al dramaturgo Freddy Acevedo

Por Pedro Rodiz

Freddy Acevedo se ha caracterizado por escribir obras polémicas. Algunos catalogan su trabajo como grosero. A la línea de trabajo de este dramaturgo la he denominado: Estilo Frediano. Aunque es controvertible, ya que su trabajo deja a más de una persona con la boca abierta, también son muchos a los que deja entusiasmados. Algunos de sus escritos son El “sex tape” de Milo & Olivia (2005); Clue (2004); Avaricia, obra dentro de 7 veces 7 (2004); colaborador de la dramaturgia colectiva El local (2004); Cráneo azul in the Yellow House (2003); Willie Wonka y la fábrica de chocolates (2002); Tripeo 69 (1999); Las cabras “Cameo” (1999); Las sombras desenchufan (1997).

¿Cuál es tu preparación académica?

Hasta la fecha he completado todos los requisitos (excepto la jodía tesis) para un doctorado en Estudios Hispánicos, con especialidad en Literatura Española. Hice mi bachillerato en Teatro y en Estudios Hispánicos. Recibí seis años de entrenamiento en Artes Visuales, tres de ellos con especialidad en Diseño Aplicado. Me gustan los idiomas y por esa razón, a parte del inglés y el español, he estudiado siete lenguas más: francés, italiano, ruso, árabe, alemán, portugués y vasco.

¿Cuál es el recuerdo más distante que tienes del teatro o de alguna obra de teatro?

Recuerdo que, cuando tenía apenas dos años, aproximadamente, y llegaba visita a mi casa, yo me escondía detrás de una pared y me ponía toallas o sábanas por encima para hacerles un mini show. Lo triste del caso es que me aplaudían, lo cual hizo que le fuera cogiendo el gusto a eso desde chiquito.

¿Cuándo fue que realizaste que ibas a estudiar teatro?

A los 16 años me enteré de que eso, que yo había hecho prácticamente toda la vida como una afición, se estudiaba en la universidad como carrera. Así que desde los 16 años me eché a la familia en contra.

¿En qué trabajas actualmente? ¿Vives del teatro?

Actualmente soy profesor universitario “part time”. Enseño en dos universidades. En una enseño teatro y en la otra doy clases de gramática. También me dedico a muchas cosas que dejan más dinero (o, mejor dicho, que dejan dinero, ya que el teatro NO me deja dinero.) Eso contesta la segunda pregunta: No vivo del teatro, pero vivo para hacer teatro.

Escribes obras y son controversiales, ¿qué tipos de obras escribes y por qué?

Lo que escribo son obras para mí. Me complazco en todo. Escribo obras que a mí me gustaría ver como público y tengo la bondad de compartirlas con el resto de la gente cuando decido montarlas. Los temas son temas que apelan a las masas. La comedia es lo más fácil que se me da. Recurro a temas “vulgares”, pero los salpico de cultura humanista, para ver si siembro inquietudes en la gente que decide ir por primera vez al teatro a ver una de mis obras.

Sí no estuvieses involucrado en alguna actividad teatral, ¿qué serías o qué harías?

Dejando a un lado lo de ser profesor (porque ser educador es virtualmente ser un actor) me hubiese gustado trabajar en la cocina de un restaurante o haciendo tripletas en una guagüita. Me gusta cocinar desde que era pequeño.

¿Tienes alguna anécdota relacionada al teatro que te haya impactado, positiva o negativamente, que quieras compartir?

En una función de Esta noche juega el jóker, de Fernando Sierra Berdecía, en el Teatrito de la Universidad, nos quedamos sin luz en mitad de la obra, gracias a un apagón general. La directora rápidamente movilizó a su equipo técnico y, luego de dirigirse al público, decidió continuar la función con cinco o seis linternas. El público disfrutó la obra y nosotros los actores nos sentimos muy satisfechos con nuestro desempeño esa noche. Eso confirma que el teatro es una experiencia que se nutre de la energía y disposición del público –no importa las condiciones- de ver un espectáculo y de la capacidad de los actores de brindárselo.

¿Pensaste alguna vez renunciar y dedicarte a otra cosa?

¡Oh sí! Eso creo que nos pasa a todos los que decidimos dedicarle la vida al teatro. Llegó un momento en mi vida en el que, antes de culminar mis estudios en teatro, consideré dejarlo todo para dedicarme a ser físico nuclear. Estaba tan saturado de teatro. Me tomé un receso de año y medio en el que me di cuenta de que el teatro era la razón de ser de mi vida. Cuando volví, volví lleno de energías y nunca más me he retirado por completo como lo hice aquella vez. Los descansos son buenos (de hecho, ahora estoy tomándome un “break”) pero nunca me desvinculo de la actividad teatral.

¿Estás escribiendo algo en este momento?

Sí, estoy escribiendo. La escritura es lo que me mantiene coherente. Cuando me retiro por momentos de las tablas me refugio en la escritura. Escribo escenas sueltas que a veces pasan a ser parte de una obra. Cuando no me sirven de mucho, pues las dejo en espera a ver dónde encajan.

¿Puedes dar detalles?

Tengo actualmente dos obras que he ido escribiendo durante los últimos meses: Una comedia obscena de esas que me caracterizan y otra, que es “EL DRAMA”, una obra que espero que le saque mocos y lágrimas a la gente.

¿Qué proyecto atesoras y por qué?

De mis proyectos, atesoro mi primera obra de teatro, titulada Las sombras desenchufan. Le tengo mucho cariño porque fue cuando por primera vez sentí las carcajadas intensas de un público que reacciona a lo que uno ha escrito.

¿Qué piensas del teatro universitario?

Que es una burbuja. Una burbuja en la que uno ignora la triste realidad del teatro profesional. Es una burbuja necesaria, ya que pones en práctica lo que aprendes en los cursos de teatro y donde compites con gente que, como tú, se está entrenando seriamente en el oficio. Lo malo es cuando sales de esa burbuja y vas a trabajar en teatro “profesional” y tu competencia es Colibrí o Julián Gil y es a ellos a quien ponen a protagonizar. O, simplemente les dan el papel y a ti, que te has jodío haciendo un puto bachillerato en teatro, te dejan sin empleo.

¿Qué opinión tienes del teatro puertorriqueño?

El teatro puertorriqueño es muy joven. Todavía, a pesar de lo que digan los críticos e historiadores, no hay una definición de teatro puertorriqueño. De hecho, creo que nunca la habrá. Un país históricamente indefinido lo que produce son manifestaciones artísticas indefinidas. Lo pongo bastante sencillo: ¿Cuál ha sido la obra de teatro más exitosa en Puerto Rico? ¿Cuál? Amor en La Hamaca. ¡Eso es un hecho! ¡Y lo lindo es que hay gente que opina que eso NO es teatro! Imagínense lo indefinido que está el teatro puertorriqueño.

¿Qué opinas de la dramaturgia puertorriqueña?

¿Cuál? Y hago esa pregunta porque últimamente hay gente que escribe obras por satisfacer la demanda de los productores sedientos de llenar las salas con público escolar. Esas obras, que muchas veces son adaptaciones -o plagios de otras obras que sacan de Internet, no deberían considerarse parte de la dramaturgia puertorriqueña. Por eso pregunto, ¿cuál dramaturgia? ¿La de la gente que escribe y no se les da espacio para representar sus obras? ¿La de los dramaturgos que tenemos que representar nuestras piezas en espacios pequeños y que sólo ven reducidos grupos? ¿Cuál dramaturgia puertorriqueña? Bueno, sé da la batalla para que la dramaturgia puertorriqueña eche hacia adelante, pero si la señora que espera la guagua pública o el señor que vende las verduras en la plaza no están enterados de que existe algo llamado “dramaturgia puertorriqueña”, ¿a quién carajos estamos engañando? A ellos tú les mencionas “teatro” y te mencionan la jodía “Hamaca”... Hagamos algo: dejemos de hablar de este tema. Hay un nutrido grupo de dramaturgos puertorriqueños que sinceramente se preocupan por la calidad del oficio. Quien quiera disertar sobre este tema, que utilice este espacio para atacar o apoyar lo que he dicho. Y así, quienes lean esto, ya sea en castellano o mediante un traductor “web” al esperanto, se enteren de algo.

¿Cómo te visualizas de aquí a 10 años?

Si no me han arrestado por no tener licencia de promotor de espectáculos o por no creer en esas pamplinas de la colegiación, etc., pues me visualizo haciendo teatro y dando clases de gramática “part time” en el anexo del Instituto de Banca, hoy en día conocido como el Teatro Coribantes.

¿Usas alguna estrategia al momento de escribir? Bosquejos, trance, improvisaciones, imágenes, etc.

Parto de imágenes. Esas imágenes engranan con las inquietudes que me surgen en la vida y a las que decido darles forma por medio del teatro. También me pongo fechas límite: Cuando tengo las imágenes y la idea en abstracto, cito a los actores y actrices en los que he pensado para una fecha y una hora. Eso me obliga tener la obra lista para esa primera reunión –no importa si la he tenido que terminar ese mismo día a las cuatro de la madrugada-. Creo mucho en el compromiso y en nunca quedar mal. Creo que eso es esencial a la hora de decidir dedicarse al teatro.


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