02/27/2007

La villana
Por Pedro Rodiz

Cuando fui a ver la obra Los títeres de Cachiporra me enteré que el Teatro Rodante participaría del Festival de Teatro del Siglo de Oro Español en Chamizal, Texas. Viajarán con la obra La villana de Villegas de Tirso de Molina. ¿Qué importancia tiene esto? Más de lo que se imaginan.
Hace como doce años atrás, cuando pertenecía al Teatro Rodante Universitario, viajamos al mismo Festival. Para aquellas fechas, participamos con una obra de Tirso de Molina: La villana de la Sagra. Lo recuerdo todo claramente.
Dean Zayas nos comentaba que cuando ese Festival estaba en sus inicios, se competía. Habían dos categorías: profesional y universitaria.
Dean llevó, para esos entonces, la obra Los melindres de Belisa de Lope de Vega.
La producción arrasó con casi todos los premios, el mejor actor principal, mejor actriz principal, mejor dirección, mejor vestuario. Y también se llevó la mayor de las distinciones: “The Best Overall Productions”, por encima de las compañías profesionales.
Con los ojos llenos de ilusión y con las manos llenas con mi maleta y parte de la escenografía –todos cargamos pedazos de ella-, nos dirigimos a Texas, esta vez no para competir, la Universidad había recibido una invitación de honor.
El teatro donde se celebra el Festival es en forma de pirámide, es un sueño de teatro. Teníamos un día para montar, ensayar y presentar. Dean llevó el espectáculo completo: Loa, Primera jornada, Entremés, Segunda jornada, canciones, Tercera jornada y el Fin de fiesta. Yo salía en la Loa, en la obra y en el baile del Entremés.
Comenzamos el ensayo como a eso de las dos de la tarde. Durante el ensayo noté a Dean muy tenso, de hecho, ahora que lo pienso, nunca lo había visto tan nervioso. Al acabar el ensayo general, nos reunió para darnos las correcciones. Me dio muchas correcciones y pero terminó diciendo que no se iba a meter en mi interpretación del personaje. Cuando terminó de dar las correcciones de la Primera jornada, se viró, me miró y dijo algo así: “Pedro, es que me tengo que meter en la interpretación, estás haciendo, esto mal, y aquello mal y lo otro…” Nunca mejor ubicado el dicho de “trágame tierra”.
Ese momento fue trascendental para el desarrollo de mi carácter como artista. Tenía dos opciones: o me frustraba o resolvía. Y me dije a mi mismo: “si lo que estoy haciendo está mal, lo voy a corregir” Esto pasó después de que habíamos realizado montones de funciones el primer semestre, montones de funciones el segundo semestre, más las presentaciones que habíamos hecho por los pueblos. Y esa cogida de cuello me la daba tres horas antes de hacer un estreno en Chamizal.
Puse mi utilería en su lugar, me maquillé, me arreglé el vestuario y en esos instantes antes de la función, ensayé, ensayé, y exploré. Mis compañeros estaban a punto de matarme porque el micrófono del escenario, que daba hacia los camerinos, estaba prendido. Así que tuvieron que aguantarme. Demás está decirles que fue la mejor función que hice del personaje. Fue una gran lección. Y el maestro Dean Zayas, que sabía cuando presionar y a quién, me dio la clase de lo que debe ser un artista, que ante las adversidades, ante la presión, tienes que sacar lo mejor de ti o quitarte, no hay puntos medios.
Cuando la función se acabó, sentí por primera vez lo que es un aplauso de pie. La gente no paraba de aplaudir y de gritar, salimos otra vez al escenario como pasmados porque nadie había experimentado eso acá en Puerto Rico. Fue una sensación de placer casi orgásmica.
Luego vino el foro. Ahí entendí porque Dean estaba tan nervioso. Y es que allá, el ES el Profesor Dean Zayas, y es respetado como una autoridad mundial en montajes de teatro del Siglo de Oro. Él no quería fallar y nosotros no lo hicimos quedar mal.
Participamos en esa obra, y espero que la memoria no me falle, David López, Yamaris Latorre, Sergio Antonio, Olga Sesto, Frankie Miranda, Alfredo Galván, Roberto Gorbea, Ivonne Arriaga, Joselo Arroyo, José Montoyo, Joksan Ramos,- que decía como dos líneas en toda la obra-, Alexis Beltrán, Edna de Jesús, -que tocaba la mandolina-, y este servidor. La escenografía fue de Checo Cuevas, que también nos acompañó, y María Bertólez como coordinadora de vestuario,-que en toda su vida no ha planchado tanto como lo que planchó allá-, las luces estuvieron a cargo de Wanda Álvarez y regía Mayra Papaterra.
Tiempo después, Dean me comentó, con su característico humor, que siempre lo presentaban como el que se inventó una formula para montar Teatro del Siglo de Oro Español, y que él no se había inventado nada, que simplemente usó su sentido común, estudió las pinturas y los grabados, estudió las forma de los vestuarios, el mobiliario y dedujo cómo era que caminaban. Así que sus movimientos son en forma de S y de C para crear la gracia, y combinado con los versos, -que había que romper el sonsonete rítmico-, crea montajes alucinantes.
Y por supuesto que me enamoré de ese estilo de actuación. El que domine Siglo de Oro Español, puede actuar en cualquier obra y en cualquier estilo.
Hace unos años atrás volvieron a invitar al Teatro Rodante Universitario pero ya me había graduado. Dean me dio la oportunidad de dirigir la Loa y el Entremés de la obra Mañana será otro día. De esa experiencia no les puedo hablar porque no fui. Pero presumo que también fue un palo.
Así que cada vez que el Teatro Universitario asiste a Chamizal, representan a Puerto Rico, para orgullo de todos. Por cierto, los proyectos que Dean lleva, suelen ser lo más granado del Festival. Dean Zayas tiene un don para la dirección escénica. Pudo haber sido rico en cualquier parte del mundo pero decidió regresar a la Isla a pasar vicisitudes y malos ratos. Pero dejó un legado: sus estudiantes. Somos muchos los que le tenemos una gratitud eterna por compartir sus conocimientos.
Por último, cuando la gente en el extranjero ve sus montajes dicen maravillados:
“¿cómo hacen para romper el verso? Parece que hablan en prosa”.


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