03/18/2007

Luminiscente
Entrevista a María Cristina Fusté
Diseñadora de luces

Por Pedro Rodiz

María Cristina Fusté se ha desempeñado en el área de la iluminación siendo exitosa tanto en Puerto Rico como en la ciudad de Nueva York. A su corta edad ya cuenta con un interesantísimo resumé. Es trabajadora, comprometida y muy talentosa. Tiene esa facilidad de entender correctamente las exigencias de los directores con que trabaja.

¿Cuál es tu preparación académica?

Tengo un bachillerato en Humanidades de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras y un MFA en Diseño de Iluminación de NYU.

¿Cuál es el recuerdo más distante que tienes del teatro o de alguna obra de teatro?

El recuerdo más antiguo que tengo fue cuando pisé por primera vez el Teatro de la Universidad. Tenía 4 años y participé de mi primer recital de ballet. Desde ese día me enamoré del teatro y del aplauso del público.

¿Cuándo te das cuenta que ibas a estudiar teatro?

Desde chiquita hacía todas las obras de teatro de la escuela. Siempre lo quise estudiar, pero todo se hizo más claro cuando entré a la escuela superior y tomé las electivas en teatro. Mis profesores fueron Gerardo Ortíz y Evelyn Rosario. Ellos estaban recién graduados del Departamento de Drama y yo quería ser como ellos. Mi meta principal, desde el primer día en la Iupi era pertenecer al Teatro Rodante de Dean Zayas.

¿En qué trabajas actualmente? ¿Vives del teatro?

Pues ahora mismo soy Diseñadora de Luces y trabajo por mi cuenta. Soy la diseñadora residente de la compañía Teatro Círculo. Tengo varias compañías que me llaman para sus temporadas y otras que me contratan por recomendaciones. También me mantengo trabajando para varios productores en Puerto Rico, siempre que el trabajo de acá me lo permite. Hasta ahora vivo del teatro… ¡apenas!

¿Qué tipo de teatro te gusta iluminar?

Pues te diré que tengo mucha experiencia en teatro experimental, conceptual, visual… me encanta este tipo de teatro. Pero estoy loca por iluminar las ideas de Ibsen. Me gustaría trabajar textos así. Me han tocado varios, pero la mayoría son trabajos de iluminación no convencional. También me gusta el teatro al aire libre. No es muy común y es súper difícil, por las limitaciones técnicas, pero me gusta mucho el reto.

Sí no estuvieses involucrado en alguna actividad teatral, ¿qué serías o qué harías?

Pues hubiera estudiado Ciencias Sociales y luego Leyes. Aunque te digo la verdad, no sé cómo me hubiera podido escapar del teatro, porque todo en mi vida me dirigió a eso. Pero la política es otra de las facetas que me encanta.

¿Tienes alguna anécdota relacionada al teatro que te haya impactado, positiva o negativamente, que quieras compartir?

No sé qué contestarte. Cada espectáculo, cada “show” que uno ve, cada clase, es una experiencia nueva, que se aprende. Yo sí te puedo hablar de cómo es que me metí en esto de las luces. Luego de estar 5 años en el Departamento de Drama, la única clase que me faltaba era la de iluminación. Le tenía terror a la clase. Todo el mundo decía que era difícil. Tomé la clase y todo bien. Pero la revelación vino en el proyecto final. El examen fue en el Teatro de la Universidad. Escogí la música y busqué la escenografía. Junto a los otros compañeros, hice el plano, lo implementamos y luego vino el momento de hacer los “cues”. Para ese momento, mis compañeros estaban durmiendo en el piso de la cabina y solita me puse a jugar con la música y el movimiento de la luz. Ese instante dentro de la cabina fue mágico. Descubrí que me era natural entender el ritmo, las intensidades y ángulos de la luz. Me fue bien fácil esculpir las figuras que estaban en el escenario y pintarlas como si fuera un canvas. Pude recrear sentimientos, estados de ánimo con los colores y el movimiento….y en ese momento me di cuenta de que eso era lo que quería hacer.

¿Pensaste alguna vez renunciar y dedicarte a otra cosa?

Aunque lo haya pensado alguna vez, no puedo dedicarme a otra cosa. ¡No lo puedo imaginar! Cuando algo así me viene a la mente, es algo más parecido a un lamento: ¿¿por qué nací marcada para hacer esto?? Básicamente he aceptado mi destino y tengo que bregar con eso… ¡y vivirlo!

Ahora estás de productora de teatro, ¿cómo te va?

Siempre me ha encantado producir. Me gustan los negocios y, desde que estaba en la UPR, ya quería producir. La primera gran experiencia produciendo fue la farsa “Madre, el drama padre” de Poncela. Y no sé cómo, contraté 20 actores, al director, a los diseñadores, a los ayudantes, a los asistentes, y entre todos, hicimos este primer sueño de producción una realidad. Fue todo un éxito y aprendí, que aunque me cuesta mucho, hay que delegar y rodearse de lo mejor de lo mejor para conseguir el éxito. Luego producí en Puerto Rico y eso fue otro bembé. La experiencia fue súper y se llenó la sala. Pero me di cuenta de que en Puerto Rico la cosa es diferente, por ejemplo creo que el teatro deberia estructurarse como un negocio, cosa que aquí no se hace. Junto a mi equipo de trabajo, traté de ver esto como un producto que se tiene que vender y así lo hicimos. Nos pusimos como meta vender el producto y las ganancias obtenidas quedaron en la compañía para nuestra próxima producción.

Has producido tanto en New York como en Puerto Rico, ¿cuáles son las diferencias?

En Puerto Rico el círculo es bien pequeño y ya conoces quién es quien….En Nueva York hay mucha gente, y mucha gente buena, pero lo difícil es hacer un grupo. Yo he trabajado con cientos de actores y como con 25 directores diferentes, montones de diseñadores y productores. A la hora de contratar y buscar gente, tienes una gran variedad. Y lo bueno es que puedes crear un equipo dependiendo de la obra y sus necesidades. Una gran diferencia es que en NY hay mucho apoyo para las artes, y sobre todo, para las minorías. Las empresas privadas tienen becas y programas de ayuda. El gobierno tiene muchos programas que ofrecen becas e incentivos. También, hay organizaciones sin fines de lucro que se dedican a ayudar a otras compañías sin fines de lucro. Otra cosa es que en NY hay público para todo. Aquí se hacen cientos de espectáculos cada fin de semana, desde “Un Tranvía Llamado Deseo” hasta piezas de Teatro Hindú o danza moderna con música computarizada, obras de teatro en todos los idiomas, Festivales de Teatro Interactivo, flamenco... “you name it”. Y lo genial es que usualmente todo se llena. Otra diferencia es que en NY la crítica es muy importante y necesaria. Si no te critican, tu espectáculo tienes menos probabilidades de que se te llene. Pero claro, la diferencia es que en NY hay 3 periódicos principales en inglés, 3 en español, como 5 revistas que critican y unos 6 “websites” que se dedican a esto. Por lo tanto, es más probable que salga algo en algún lugar. Otra diferencia importante es que en NY la publicidad por Internet es lo principal, más importante inclusive, que la publicación de anuncios en los periódicos. Hay “bloggers”, como el tuyo en P.R., que se dedican a publicar reseñas y a comentar sobre lo que pasa en la ciudad. También hay compañías que uno les paga un “fee” y envían “email blasts” a un público específico. Es común que todas las compañías tengan su página web y la mantengan al día. En Puerto Rico la cosa es diferente. Pienso que varias de las técnicas que en NY funcionan, se podrían implementar en P.R.

¿Qué opinas del teatro nuyorquino?

Que hay de todo. Que hay miles de compañías tratando de captar nuestra atención. Que hay muchas cosas interesantes y otras que no deberían presentarse. ¡Como todo! Del teatro musical me mantengo lejos, porque es como ir a Disney. Son un chorro de luces moviéndose y cambiando de color, canciones “tackys” y que todas suenan igual, bailarines que cantan y dicen que actúan y gente como Usher protagonizando obras. Pero el teatro serio, sí creo que es de lo mejor en los Estados Unidos.

¿Qué opinión tienes del teatro puertorriqueño?

Que hay mucho potencial y que hay talento. Lo que pasa es que hay un problema de cómo se le da publicidad a las obras. Hay público para todo, pero hay que encontrar ese público e invitarlos a ver nuestros trabajos.

¿Qué proyecto atesoras y por qué?

Pensando así a lo loco: La fiesta del chivo en Repertorio Español y en Bogotá, Colombia. Tuve la oportunidad de colaborar con el director colombiano Jorge Alí Triana. Trabajé la dramaturgia con él y con los actores. Estaba involucrada en todos los aspectos de la producción y pude construir el concepto de iluminación a la par con el proceso de ensayos y del desarrollo del texto. Pasé muchas largas noches trabajando el texto con Jorge Alí. Teníamos un diseñador de sonido increíble, Jimmy Tanaka, que trabaja haciendo musicalización de películas. Su trabajo y el mío eran hermanos gemelos: uno no servía sin el otro. El equipo de diseño fue el mejor con Julián Hoyos y Regina García al mando del equipo de escenografía y de vestuario, respectivamente. La producción se cuidó al máximo. Aprendí mucho sobre el trabajo de un creador con su texto y la traducción al escenario con los actores. Este proyecto también me abrió muchas puertas. Luego de 4 años de presentaciones, todavía se puede ir a ver en Repertorio Español en Nueva York.

¿Cómo te visualizas de aquí a 10 años?

Pues te contaré que espero seguir haciendo esto. Aparte de seguir haciendo luces para proyectos interesantes, quisiera tener un teatro aquí en NY o en P.R. dónde podamos tener una programación de repertorio. Me gustaría enseñar en la U.P.R. Y seguir produciendo. La verdad es que lo más seguro esté en Puerto Rico, pero uno nunca sabe. Quizás termino en España o Argentina. “Who knows?”

Para crear un diseño de luces, ¿qué haces? ¿Cómo es tu proceso creativo?

Pues todo parte del libreto. Se le doy una primera lectura para conocer de qué trata el asunto. Luego, se da otra lectura para hacer apuntes de los personajes y de los ambientes. Hago un “research” visual a base de esos apuntes. Luego, viene la reunión de diseño con el resto del equipo y con el director. Ahí me entero de la visión del director y de los demás del equipo. Con esa información, se solidifica un concepto general, donde todos estamos en sintonía. Luego viene, si es posible, el proceso de ensayo. Yo usualmente no voy a menos de tres ensayos. El primero es para ver como se mueve todo, sentir que me inspiran los actores y el montaje del director. El segundo ensayo voy preparada para anotar donde van mis “cues”. El tercero es para corroborar las anotaciones y terminar la lista de “cues”. En esos ensayos aprovecho y consulto con el director los puntos importantes y aclaro dudas y detalles que me hagan falta. También es el momento que el director tiene para pedir cualquier cosa que sea escencial en el montaje de luces. Llegamos a un acuerdo y ahí viene la implementación de la idea.
Luego de tener el diseño de escenografía con detalles de texturas y color, los planos del teatro, de conocer con qué cuenta el teatro y dibujos de vestuario, hago una lista de requisitos y con qué instrumento puedo lograr algún efecto. Una vez que corroboro todo eso, que tengo la instrumentación necesaria, que verifico si no me dan las luces o los circuitos, hago arreglos y corto ideas que no son tan importantes (consultando con el director, si es necesario). Hago un plano “rough”, que es un borrador del plano, para calcular ángulos, repartir posiciones, estudiar todo para asegurarme que va a lograr el efecto deseado. Divido el espacio por áreas y le asigno números. Establezco dónde son las marcas para el enfoque, y una vez todo está claro, es cuestión de dibujar. Luego, preparo el documento que tiene toda la información de los instrumentos. Escojo colores, y los pongo en el documento. Hago una lista de cosas que hay que conseguir, como por ejemplo, extensiones, conecciones especiales, luces pequeñitas, luces grandes o diferentes a lo que tiene el teatro, lista de colores, lista de patrones y busco dónde comprarlos, tomarlos prestados o alquilarlos. Una vez que todo eso está coordinado, lo próximo es el día de montaje.
Hago por lo menos tres copias del plano. Una de las copias se la doy a los técnicos que van a decidir dónde conectar todo y anotar los circuitos, a dibujar uniones y cualquier otra cosa especial que sea necesaria. Ellos montan las luces y usualmente me gusta estar presente por si tienen alguna duda o pregunta. Algunas veces, ellos encuentran problemas, que si hay que cambiar alguna posición o sustituir alguna unidad. Y es bueno estar ahí para tomar esas desiciones. Después, les toca a los técnicos corroborar que todo prenda bien, y que puedan corregir cualquier problema. Una vez esto, viene el enfoque. Para eso uso otro plano donde anoto qué luces se van enfocando y tomo notas sobre los problemas o cambios que haya que hacerse. Luego, viene la programación. Con la lista de “cues” en frío, sin actores, programo los “cues” en la consola. Esto me gusta hacerlo sin nadie alrededor. Entonces es que se los muestro al director. En el ensayo técnico veo los “cues” con el sonido y con los efectos de la escenografía, del vestuario, con todo. En ese momento el director va a juzgar cada movimiento de luces, vestuario y escenografía y limpia, decide, cambia, mejora todo eso. Preparamos la obra para que esté lista para un ensayo general. En el ensayo general, usualmente, sigo haciendo cambios en el transcurso del ensayo, y hasta tiempo después del ensayo. Si hay la oportunidad de tener más ensayos, igual sigo perfeccionando las luces. Trato de ver, por lo menos, dos funciones. Usualmente, durante cada función, tomo notas. Si la obra es muy complicada, veo tres funciones y se supone que no tenga que hacer nada más, ¡se supone! Una vez finaliza la temporada, me aseguro que cualquier equipo que sea prestado o alquilado, regrese a su lugar de origen, en el día acordado, para evitar problemas. Ese es mi proceso, Pedro. Te he dado una clase de iluminación a las millas.


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