07/28/2008

Pausas y descansos

Por Pedro Rodiz

Después de algún proyecto, de esos en los que estoy involucrado de una manera u otra en todas las facetas creativas como los que hago para ADN-R tengo que hacer una pausa y descansar. Esto es así porque los trabajos de creación extrema me agotan física, emocional y creativamente.
Las pausas son tan importantes como la actividad. Y la inmovilidad –tal como lo definía la maestra Gilda Navarra- es un momento sublime. Una vez me tomo el descanso –casi obligado- siento una sensación de vacío, como si me faltara algo. Por unos días me la paso ansioso, buscando qué hacer. Por las noches, tengo sueños recurrentes –no, de esos no, ¡ojalá!. Sueño que estoy en mi cuarto y que tengo que accionar algún artefacto o mecanismo para que al cuarto no le pase algo, como que se inunde o se derrumbe por ejemplo. Al otro día vuelvo a soñar lo mismo, pero como en el día anterior no accioné lo que tenía que activar –que en el sueño me acuerdo de lo que es pero cuando despierto no recuerdo nada- pues se sigue deteriorando el cuarto. Y así, a la otra y a la siguiente noche. Son sueños de continuación, que no hice algo hasta que ocurre la “desgracia” o el “derrumbe” y entonces, no sueño más con eso.
Como ya me conozco, y para minimizar o bajar las revoluciones, trato de realizar pasatiempos pasivos pero que me ayuden a recuperar energías.
Lo primero que hago es trabajar en el patio del apartamento que por lo general es lo primero que descuido ante las urgencias de algún proyecto teatral. Eso de trabajar con las plantas me da un placer inmenso. Es como volver a lo básico, a conectarme con la naturaleza misma que es de donde proviene la vida, que a su vez, es el origen de la creación. Cuando murió la vieja, que le encantaba sembrar matas en latas de galletas “export sodas” porque vivía en un segundo piso, fue que empecé en estas labores. De una manera bien especial sentí que me conectaba con ella. Y esa sí que tenía buena mano para las plantas: todo lo que sembraba, se prendía.
Pero no es lo único, también comienzo a todo lo que me caiga en las manos y en estricto desorden de preferencia. En este último mes, me he leído, entre las que se destacan El juego del Ángel de Carlos Ruiz Safón. Esa es una precuela –aunque se escribió después de libro que ha vendido copias a montón – de La sombra del Viento del mismo autor. Es un libro bien interesante y entretenido. Mezcla lo fantástico con la intriga y te mantiene pegado hasta el final. No será el mejor novelista, pero me gusta como escribe. También me leí el libro de entrevistas a escritores puertorriqueños A viva voz de Carmen Dolores Hernández, que es un libro precioso además de un valor histórico invaluable. Me devoré –con un diccionario al lado por culpa de mi pobreza con el lenguaje- Mucén o el triunfo del patriotismo de Celedonio Luis Nebot de Padilla, que es la primera obra del Teatro Puertorriqueño y que tiene un estudio realizado por Roberto Ramos Perea. Esa obra amerita un comentario aparte, pero lo haré en otra ocasión ya que algún día la dirigiré. Es bien buena. Leí –de pie, mientras hacía fila para renovar la licencia de conducir la obra Esta noche no estoy para nadie del dramaturgo español Juan Carlos Rubio, obra que producirá Coopar y que tendré el privilegio de dirigir. Estrenará en septiembre del año en curso. Ahora mismo estoy leyendo El cantor de tango de uno de mis escritores favoritos: Tomás Eloy Martínez. Con esta novela me ha ocurrido algo bien interesante. En la trama se hace referencia al cuento El Aleph de Jorge Luis Borges. Y para mi vergüenza, nunca lo había leído. Son de esas lecturas que uno deja para después porque aparecen otros libros que se interponen y terminan colándose en mi mesita de noche. Así que detuve la lectura del El cantor de tango para leerme a Borges. Valió la pena. Entre medio de estas lecturas aproveché para releerme la Alegoría de las cavernas de Platón, que es el texto que uso como base para la obra que estoy trabajando con Freddy Acevedo, -que debo indicarles que ha tomado un giro inesperado y ingenioso- y el Prefacio del la Antología de teatro infantil puertorriqueño de la profesora y amiga Rosalina Perales. Y así, todo lo que tenga palabras, lo leo. No ha sido tanto como hubiese querido leer, pero recuerden que tengo al pequeño saltimbanqui que se acerca a los terribles dos y que requiere y demanda muuuuucha atención.
Con las plantas de mi patio, en el que tengo sembrado un palito de guayabas, metido entre las heliconias y una mata de fresas silvestres que me traje un hijito de una visita que hice a una finca en Cayey y un palito de acerolas entre muchas otras plantas y las lecturas he logrado recargarme de energías y ya estoy listo para los próximos proyectos. Ya pronto volveré a la actividad y a la escritura.

07/23/2008

“Entonces, decidí resucitar.”
Entrevista a Anamín Santiago

Por Pedro Rodiz

¿Cuál es tú preparación académica y cuántos años llevas de carrera?

Bueno, estudié en el Colegio Bautista de Caguas desde “kinder” a cuarto año de escuela superior. Lo menciono, porque es parte del acervo que se refleja en mis interpretaciones artísticas, así como que estudié actuación, dicción y pantomima en la Academia de Ofelia D´acosta en la escuela superior hasta primer año de universidad. En ese trayecto recibí valiosos talleres teatrales a través de la Iglesia Bautista en la cual crecí. Importante reconocer esa base singular pues ya lo demás es más común, hice un BA con concentración en Drama en la Universidad de Puerto Rico, la Maestría en Artes y Religión del Seminario Evangélico de Puerto Rico y soy doctoranda del Departamento de Estudios Hispánicos de la UPR, con concentración en Literatura nacional.

¿Cuál es el recuerdo más distante que tienes del teatro o de alguna obra de teatro?

Mira, hace poco volví a recordar algo que no he podido solucionar, creo que es lo más remoto. Es un recuerdo recurrente en mis pensamientos en solitario, que todavía me despierta miedo, es que algo no se solucionó…. La iglesia contaba con un escenario de proscenio con todas las facilidades, se hacía mucho teatro, yo participé mucho, sobre todo con la gente cercana a mi familia, pero de muy niña, quizás antes de kindergarden, una gente de mucho dinero, que eran también de la iglesia, decidió hacer una obra de navidad, la misma pertenecía a su estilo de vida y trajeron a los hijos de sus familiares y amigos a participar en ella.

No sé por qué, pero me escogieron para participar en la obra. Quizás esa selección denota que ya había hecho otras pero yo no me acuerdo. Íbamos a ensayar a menudo, quizás los fines de semana, no estoy segura y yo siempre llegaba sin memorizar, me acordaba allí mismo que había que hacerlo y luego lo olvidaba y así sucesivamente hasta que supuestamente la protagonista enfermó y se suspendió la obra. Me da muchísima vergüenza a posteriori que yo no estudiara mis líneas y para colmo se suspendió la obra.

No me quedé satisfecha con las razones pero sí recuerdo librarme de un gran peso por lo del libreto que no me aprendí y a su vez quedarme con un susto muy allá dentro y eso es lo que no he solucionado. Te cuento.

Es que yo siempre estaba asustada en los ensayos porque además de no saber mis líneas, era gente de dinero, eran diferentes a papi y mami, delgados, blancos, más altos, pelos lacios…. llevaban para ensayar una muñeca de ojos azules que parecían reales, de risos perfectos, ropa de encajes y eso me asustaba también, me daba miedo… hasta que un día a la muñeca se le salió un ojo y la protagonista empezó a llorar y todo se detuvo, yo no entendía bien el por qué del escándalo, dado que mis muñecas andaban todas mutiladas y felices. Incluso recuerdo que la directora, que era amiga de la madre de la protagonista se preocupó muchísimo también, porque la muñeca no era de la muchacha sino de su madre, algo así como de colección, así fue como surgió una preocupación general, como si alguien hubiera muerto, todo se puso lúgubre…. no se pudo ensayar más. Luego vinieron con la suspensión de la obra porque la protagonista había enfermado…

Quien sabe si el dichoso ojo azul de la muñeca fue la causa… escribir esto me ha ayudado a solucionar este recuerdo incómodo… sí, ahora entiendo, parece que la muñequita ciertamente era cara y por allá hubo dos adultas que se dejaron de hablar, por lo tanto ya no había protagonista, se crea el cuento de la enfermedad, se suspende la obra y yo… acabo de librarme del poder de este mal recuerdo sobre mí, apropiándome de él. Ahora me siento capaz de no sentir bochorno cuando esas caras regresen, al fin y al cabo puedo memorizar, vivo de eso y me he reinvindicado…. Nunca voy a montar una obra con una muñeca cara de ojos azules que se caen.

¿Cuándo fue que realizaste que ibas a dedicarte al teatro?

En la terrible soledad de mis doce años. Estaba en mi cuarto llorando –qué mucho llanto oculto almacenó ese cuarto- bueno y pensé que mi hermano estaba ya con su vida solucionada pues era músico y mi hermana también pues sería costurera. Yo me decía que lo único que realmente me interesaba era la actuación, lo veía como un problema pues significaba un salto a lo desconocido, pensaba que los artistas eran ricos y ricas y que yo por ser muy pobre podría se rechazada, pero que no tenía otra alternativa pues nada más me gustaba. Así que asumí esa carga con dolor.
¿En qué trabajas actualmente? ¿Vives del teatro?

Sí, vivo del arte. Mi entrada económica mayor es como actriz, luego como comunicadora creativa y escritora. Hace tiempo como facilitadora de talleres, ahora ya no los cobro.

Aparte de actuar, ¿tienes otras habilidades?

Escribo, bailo, canto, me gusta estudiar e investigar. También dirijo y produzco. He estado sumergida en el deporte, primero como volibolista y jugadora de balompié y ahora como artista marcial. Pero todo apunta al arte.

¿Has escrito alguna obra de teatro?

Sí, ya son varias. En la década del 90, estrené Ritual imposible y el Congreso de las madres. En el 2002 estrené El día nacional de la viudez que el equipo de producción retituló Deseo Criminal. En el 2003 estrené Gozartívate con Sara Goza, idea y libreto original de José Agosto y adaptación de esta servidora. En el 2004 Farsa: identidad. En el 2007 Madness Night. También ese año estrené Carne, escrita por César Paredes sobre una idea original mía y revisada por mí. Pensé que la escasez de tiempo no me iba a permitir escribirla, temí dañarla, así que le pedí al compañero Paredes que lo hiciera y aceptó. La revisamos y estrenó en el 2007.

Por ahí vienen Hipatia o la educación y una pieza sobre el bolero.

Sí no estuvieses involucrada en alguna actividad teatral, ¿qué serías o qué harías?

Teóloga. (aunque todos y todas lo somos).

¿Tienes alguna anécdota relacionada al teatro que te haya impactado, positiva o negativamente, que quieras compartir?

Como pasa con todas las personas involucradas en las artes escénicas, tengo un sin número de anécdotas. Te cuento la más reciente. La CONAPU, es decir la Confederación nacional de organizaciones de profesores universitarios (UPR), me pidió un performance en apoyo a una protesta en el Capitolio, con motivo de la presentación del presupuesto de la UPR por el Presidente de la Universidad. Me pidieron que me vistiera de batata en alusión directa a la poca productividad de la administración de la UPR, no obstante a lo mucho que gastan.

Bueno, allá voy donde mami y papi, arreglamos los zancos, reciclamos tela y embelecos y aparecí aquel martes de junio 2008 frente al capitolio vestida de batata (saco, peluca, zancos, letrerito). No me dejaron entrar a la vista, por supuesto, pero sirvió para hacer un bonche llamativo, entre profesores y pancartas, cuando los periodistas llegaron a cubrir la protesta.

Luego, los profesores entraron a la vista y yo me quedé de batata afuera esperando. Pasó bastante tiempo pero yo mantuve mi performance de “batata solitaria… digo solidaria” con cartelito y todo en el área. En eso llegó la representante Albita Rivera, a quien había entrevistado varias veces para Anda Pal’ Cará. Siempre fue muy accesible y agradable. La saludo de lejos y le digo en confianza: “Hola Albita, soy yo Anamín es que estoy vestida de batata…” y me viró la cara. Parece que creyó que estaba criticando a la legislatura y no me dio “break” pá´ aclararle que ese día me refería a otro batatal y no a ellos. ( ¿Pero que se cree, que ellos son las únicas batatas de este País? )

¿Pensaste alguna vez renunciar y dedicarte a otra cosa?

Sí, una ruptura amorosa. Pensé estudiar terapia teatral o algó así, ya no me acuerdo.

¿Cómo te visualizas de aquí a 10 años?

Feliz, de paso, realizando varios proyectos de teatro, cine e investigación que me saboreo de sólo pensarlos.

¿Qué opinión tienes del teatro puertorriqueño?

Bueno, es una actividad constante. Algunas personas piensan que no porque se refieren al que ocurre en los teatros grandes y oficiales subvencionados por el Estado. ¡¡¡Y a mí el Estado que se joda!!! Si no administran bien pues nos dan más motivos para entrar en el escenario y hacerles la protesta. El teatro se hizo para joder a los poderes, para desequilibrarlos, pa´ mover la cosa entre la gente. Ese es el que me formó y el que me alimenta. Y estoy muy agradecida porque ese teatro está más activa’o que nunca en los teatros pequeños a punto de cerrar, en las barras, en las iglesias, en las marquesinas. Esa es mi opinión sobre nuestro teatro, que es uno que por fin se reconoce como imposible por el Estado pero perpetuado por las crisis, que gracias a Dios somos sensibles a ellas y crecemos y somos por ellas.

¿Qué piensas de la dramaturgia puertorriqueña?

Que es mucha, múltiple y diversa. Que lo que se produce en el Norte es diferente a la del Este, Sur y Oeste, no obstante, a ser una isla de corta extensión territorial. Que no se ha explorado esa diversidad y tendencias. Nuestra dramaturgia se ríe de los intentos monolíticos de aprisionarla. Es una muchacha que se escapa de cada brazo que intenta empujarla contra una esquina pequeña. Nuestra dramaturgia es esa muchacha vestida de traje juguetón que corre y ríe por las cloacas de la ciudad lo mismo que por el fango y piedra de la ruralía. Va descalza y no le duele. Ella es más fuerte, maleable y magnánima que todos los intentos antidemocráticos y excluyentes de hurtarla.
¿Qué proyecto atesoras y por qué?

La presentación del libro The Gospel to the Calypsonians. Es del teólogo y amigo Eliseo Pérez. Él fue clave en mi maestría. Su libro se compone de homilías sencillas que sacuden como un maremoto caribeño. Me pidió que se lo presentara, le dije que no, que prefería ejecutar un performance. Adapté mi pieza Elegía al Caribe o mataron a Lola lo lamento con padrenuestros en creole francés, papiamento y uno escrito por Erick Miletti para nuestra actualidad. Me acompañó como músico Julio Vargas. Me vestí con mi vestuario de África, el que usaba cuando trabajé con Igor Xavier y su batá, incluyó baile y canto, una buena zambumbia afro-indígena-española, en honor a la diversidad religiosa de nuestras antillas.

¿Cómo es tu proceso creativo para prepararte para actuar una obra?

En la actualidad empieza por cuidar el espacio y atmósfera de trabajo. Por fin he aceptado que no puedo trabajar con gente que esté más pendiente a uno que a su propio trabajo. Así que he eliminado de mi trabajo dejarme joder. También incluyo comunicarme mejor, eso es importantísimo. Que el director o directora no se amedrente porque he venido a trabajar (hay gente que eso les asusta y prefieren los medios posillos, a mi eso no me divierte, me asusta mucho).

Si se aceptan todas mis propuestas también me preocupa y tampoco me divierte. No es que proponga el susto como resorte para mi trabajo, es que la intuición primera de los actores y actrices es sólo el comienzo de esa cosa hermosa que es la obra de arte, sea cine, teatro o tv, incluso radio. Así que las aportaciones de todas partes son necesarias.

En cuanto a lo demás, yo me acoplo. Me divierte la variedad de búsquedas, siempre y cuando no se pierda el tiempo. Regularmente se empieza por el texto, pero también participo en procesos que parten de improvisaciones sobre temas. Me gustan los procesos semi largos, ni cortos (le huyo al atropello) ni largos, que son muy buenos pero requieren artistas que sean concientes del daño que la colonia hace a sus mentalidades. Me explico, si el proceso es largo dejan la memorización para última hora.

Últimamente he recuperado el uso de la música para entrar en personaje. Ayuda mucho para el cine. Pero nada mejor que la atmósfera de trabajo para lograrlo.

En síntesis, disciplina, escuchar, memorizar, quedarse o saberse ir a tiempo, opinar, retractarse, leer, pensar mucho en el personaje y moverse. Los personajes se preparan en acción, se piensan para poder actuar o se actúan para poder captarlos. Y sobretodo la atmósfera de trabajo… lo demás es disciplina.

Paralelo al teatro, has estado muy activa en la religión, ¿cómo ha sido el proceso? ¿Te ha traído problemas?

Nunca hice diferencia entre ideología y teatro, ni entre religión y política. Los dualismos no me quedan. Me sale natural la integración. Así que el proceso ha sido el ya vivido por otros y otras, cuando la expresión artística intra-muros o extra-muros de la iglesia coincide con el poder no hay problemas cuando rompe con la mentalidad imperante, te persiguen hasta quitarte la vida. Así ha sido. Entonces, decidí resucitar.

07/16/2008

Crónica de una licencia vencida

Por Pedro Rodiz

Debido al mucho trabajo que tuve con la producción de El libro mágico, no me había percatado de que mi licencia de conducir se me había vencido. Así que como ciudadano responsable decidí renovarla un día después de mi natalicio. ¡No lo iba a hacer el mismo día de mi cumpleaños!
Para mi sorpresa, y para el País completo, decidieron implantar un nuevo sistema - -para que las licencias nuestras no parecieran un carnet otorgado por Mickey Mouse- sin ningún tipo de aviso previo a la ciudadanía. Así que se formó el revolú ya que ni los mismos empleados del Departamento de Transportación tenían muy claro lo que se tenía que hacer.
Entre las modalidades, hay que llevar el Certificado de Nacimiento o en su lugar, el pasaporte, la tarjeta de Seguro Social, un recibo de agua o de luz para corroborar tu dirección física, más llenar el famoso formulario con las arcaicas fotos 2 x 2.
Como no sé dónde se encuentra mi tarjeta de Seguro Social, para no perder mi día en esa gestión, averigüé que hay una oficina regional en Guaynabo. Está ubicada en el edificio de Triple S –eso por si hay alguno que como yo perdió la tarjeta – Me dirigí hacia el destino federal. El guardia del vestíbulo me advirtió: “Eso está lleno. Mira a ver lo que haces”. Efectivamente, estaba empaquetado. Así que me disponía a irme cuando me informaron que podía sacar una certificación, allí mismo, que indicaba que efectivamente, mi número era mi número. Esa gestión tomó como cinco minutos. Pero mi dijo la empleada federal: “Como quiera tienes que sacar la tarjeta” “Sí –le deje- vengo otro día”. Allí no me iba a quedar.
Una semana después, el lunes pasado para ser más exacto, me dirigí a CESCO, que es la oficina donde se gestionan las renovaciones de las nuevas tarjetas, en Carolina. Es el único sitio en Puerto Rico que se sacan las nuevas licencias digitales, bueno, de impresión digital quiero decir.
Hice una fila larguísima en información, para que te den eso mismo, información. Mientras esperaba, le pregunté a un individuo que estaba frente a mi en la fila si todavía se tenía que llenar el consabido formulario y o si eso había pasado a la historia. Para mi sorpresa, todavía el dichoso formulario está vigente. Me dijo: “Sí, allí afuera te llenan el papel. Yo pagué $75 porque ahora te cobran un cargo por mantener la oficina. No sé si los de afuera cobran más barato”. Así que, como no quería que me dieran la clavada que le dieron a él, me fui afuera, a donde están los individuos éstos señalándote el lugar. Entré. Llené el formulario, me tomaron la fotito 2 x 2. Me senté. Llené el formulario. Pienso: ¿Por qué hay que tomarse estas fotos si ahora existen cámaras digitales, esto se puede hacer inmediatamente y queda archivada en los récords de la agencia? Es más, por qué hay que hacer esta farsa del examen médico cuando todo el mundo sabe que se lo hace una persona que no está ejerciendo, que no cura a nadie.” Entré al cuarto para que la señora, digo, doctora, me hiciera el examen médico. Detrás de ella estaba el cartelito del examen de la vista, se acuerdan, aquél que tiene diferentes letras y que va de mayor a menor tamaño, pues quedé muy cerca. Ella me indicó: “léase la línea número ocho” Sentí hasta la tentación de taparme un ojo como se hacía en la escuela elemental. Turbado aún por la cercanía del cartelito y por lo absurdo del chequeo visual, le leí la línea número ocho. “También le puedo leer la última que la veo clarito”. Y procedí a leérsela. A ella no le dio gracia mi sarcasmo. “Tiene algún problema cardiaco”. “No.” Tras un breve silencio para que escribiera le dije: “Ni quiero”.
Como no había pasado un mes de habérseme vencido la licencia, pues solamente pagué $10 dólares de sellos, más las fotos y el exhaustivo examen médico, todo por 35 pesos. Volví a acordarme de la clavada que le dieron al otro tipo.
Volví a CESCO. Estaba claro que no quería hacer toda esa fila, pero sí tenía mis dudas, como por ejemplo, si tenía que hacer la fila en información para averiguar sobre las multas o si en información me decían. También quería averiguar que se hacía en caso de que la factura de la luz o la del agua estuviese a nombre de otra persona.
Estaba más lleno todavía que cuando había hecho la fila anterior. Di vueltas, y no supe a quién preguntar. Salí resignado, volvería a intentarlo al otro día. Varias personas, como buitres, al ver la cara de pastel que uno pone cuando sale de ese barrunto preguntaron si necesitaba médico o abogado. Les hice una señal con la mano de que no necesitaba nada. Una mujer, que tenía el sello del lugar, me preguntó si necesitaba ayuda. Le hice las preguntas de rigor y me dijo que en información me decían lo de las multas y que con una carta de la persona a la que le llegan las facturas indicando que uno vive allí, es más que suficiente.
Al otro día, me llevé un libreto y me propuse que no me iría del lugar hasta que consiguiera la licencia. Hice la fila a las nueve de la mañana. Había menos gente que el día anterior, como diez menos, y leí el libreto en la fila de información como por una hora. Cuando llegué al frente, ¿adivinen qué? Los dos empleados se fueron de “break” a la misma vez. Sólo había una persona atendiendo pero lo hacía para las personas mayores de 60 años, mujeres embarazadas o con algún impedimento físico. Eso me pareció correcto. Esperé 25 minutos en lo que los empleadillos regresaron de su “coffee break”. Me indicó el empleado que tenía una multa de $60, que ni me acordaba ya que era del 2004. “Ve allá atrás, a la sección de Multas Administrativas a ver si te la borran. Si no, vas afuera, sacas un affidávit y te la borran”. Toma el número”. Hice el número 28, de la segunda ronda. Voy a multas administrativas. “¿Tiene la declaración jurada?”. “No. Vengo para ver qué debo hacer, si la pago o qué.” “Ve y saca la declaración jurada y se te borra la multa”. Salí. Los carroñeros, que huelen la miseria humana desde lejos, me abordaron: “¿Necesita declaración jurada?”. “Eso es así”. “Venga conmigo” “¿Cuánto me va a salir? –pensé de inmediato en el tipo que le habían dado la clavada el día anterior, no quería exponerme a eso”. “Son veinticinco” “Cinco más que lo usual – pensé- además la multa eran $60, salgo ganando”. Les voy a explicar la razón de esto. Al parecer los guardias se volvieron locos dando “tickets” para poder costear sus cosas y parece que la ley no estaba muy clara y fueron expedidos de forma ilegal. Así que si los boletos se emitieron entre unos años, no los tengo claro cuales, y como mi multa estaba entre esos años, pues con un affidávit quedaba resuelto.
Me hicieron la declaración jurada, pasé por el lugar donde se tomaban las fotos. Iban por el número 89 de la primera ronda. Llevé el papelito y me cancelaron la multa.
Todavía seguían por el 89. Espero, leo, espero, miro el número, vuelvo y espero, se desaloja un asiento, me siento, leo, miro el número, vuelvo y leo, me harté de lo anterior, salí a comerme algo y cuando volví iban por el 12 de la segunda ronda. Espero, leo, se desaloja otro asiento, me siento, miro, leo, me piden un bolígrafo, lo presto, vuelvo a leer, me devuelven el bolígrafo, miro y dejo de leer. Llegó un individuo. La que está sentada a mi lado, que lo conocía, le dijo: “¿Qué número hiciste?”. “El 16.” Y lo dijo con esta tranquilidad del que no tiene ni puta idea de por lo que va a pasar. “Sí, lo que pasa es que es el 16 de la otra ronda, tienes que esperar que lleguen a cero otra vez para que te llamen. Digo, te lo digo porque tienes nenas chiquitas.” Tuve que reíme al ver la cara de idiota que puso. Ese sitio estaba lleno a capacidad, y tres personas atendiendo. Una llamaba a los chamacos que sacaban la licencia por primera vez, otra para los ancianos y personas con impedimentos y la otra al público en general. Aunque usted no lo crea. Vi muchos viejitos, muchas mujeres con niños chiquitos en coches, o con una manada de niños. Parece que mucha gente se entusiasmó con la idea de sacar una nueva licencia, porque no puede ser que tantas personas se les hubiese vencido la licencia a la misma vez. ¡Ya había pasado una semana!
Llegan al número 26 de la segunda ronda. Dos números antes que el mío. Me paré para estar más cerca. Estaba ya ansioso. Me llaman, entregué los documentos, los “escanean”, me tomaron la fotito. “Pasa al otro salón a esperar que te llamen”.
Lleno a capacidad. Pero ahí no esperé mucho. Me la dieron. Entre la foto y la entrega no tomó ni 15 minutos. Y cuando salí, en mi mente exclamé lo mismo que dijo Tito Trinidad cuando le ganó a Oscar de la Hoya.

07/08/2008

Las Ingrid no pasan desapercidas

Por Pedro Rodiz

Curiosamente, la obra El libro mágico, por poco no va. Recibí la carta de aceptación del ICP bien temprano en el semestre, cosa rara en ellos porque siempre avisan tarde. Le pedí a una colega que se asociara conmigo pero no le interesó el proyecto. Así que hablé con Ingrid Baldera, y si ella me decía que no, pues cancelaba el proyecto. No tenía nada que probar con esa obra que ya la había estrenado en el 1999. Pero me dijo que sí, que se asociaba. Y eso desencadenó una cadena de sucesos que hasta el día de hoy no me lo creo.
Esa obra estuvo bendecida desde el primer día. Hay proyectos que uno los empuja y nada. Son duros, y hasta deberían cancelarse porque el resultado es nefasto. Pero de El libro mágico sólo provenía magia. Ella sometió una propuesta al Departamento de Educación y la compraron porque están en las de fomentar la lectura en los niños y niñas, justamente de lo que trata la obra. Así que mi proyecto les cayó del cielo. No teníamos un teatro que pudiera suplir a esa cantidad de niños. Y surgió la oportunidad de hacerla en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico. Y que conste, que el Teatro de la UPR lo iban a cerrar a mediados de junio para instalar un órgano, pero por razones que sólo ellos conocen, decidieron posponerlos y liberaron las fechas – a río revuelto, ganancia de pescadores- justamente las mismas que necesitábamos. Hicimos siete funciones a sala llena, llena de estudiantes entusiasmados que intervenían eufóricos en cada parte que les tocaba participar. Y pensar que yo me conformaba con que se pudieran hacer dos funciones para campamentos en el Teatro Victoria Espinosa que caben 204 personas cuando se usan las dos gradas.
Luego, tocamos puertas a varias Editoriales para poder regalarles libros a los niños y niñas ya que la propuesta principal de la pieza es que lean –ese deseo es genuino- y nos donaron muchos libros, de buena calidad. Le pedimos a una imprenta que nos patrocinara los programas y lo hicieron. Nos donaron miles de programas “full color” y se les dio uno a cada niño y a cada niña. Pero no era cualquier programa. Se recortaban los personajes y el resto del programa se convertía en un castillo de títeres de papel, bello.
Todo lo que nos propusimos, lo logramos. Y lo mejor de todo fue lo contentos que salieron lo presentes, tanto menores como sus acompañantes. Y eso sí que deja una gran satisfacción. De nada vale que se haga un trabajo que sea visto por mucha gente si no gusta.
Esto se logró gracias a la intervención y trabajo de Ingrid, que fue clave en el éxito de este trabajo y que se supo integrar cómodamente a mi estupendo equipo de trabajo. Sin ella, este proyecto pasaba sin pena ni gloria. Es una trabajadora incansable, entusiasta y extremadamente responsable. Cada vez que hablamos, traía buenas noticias. Da gusto trabajar con ella.
De verdad que este parece ser el año de las Ingrid.

07/07/2008

Con vestuario y maquillaje
Segunda parte

Por Pedro Rodiz


En Puerto Rico no se lee el periódico, sólo se mira, se hojea, desde ese punto de vista se vuelve indispensable maquillarse, vestirse y hasta subirse a la grúa...
Anómimo


A la conferencia de prensa del Festival Infantil de Teatro llegué justo a la hora. Y efectivamente, los vestuarios de El libro mágico no estuvieron listos para esa fecha. Así que me llevé un títere que sale en la obra –que no se queja, ni exige nada, que ni siquiera le pago- por si acaso. Allí estaban algunos reporteros. Me senté al frente, entre de Blanca Lissette Cruz y de Adriana Pantoja. Los actores de la obra Peces al ataque no pudieron llegar por compromisos previos, pero los de La canción verde sí estaban listos para presentar una escena o una canción, no estoy seguro. Luego de unas palabras un poco improvisadas del Director del ICP, se presentó una escena de la obra El mago de Oz que no era parte del Festival. Después, nos pidieron a los directores/as las obras participantes que nos presentáramos. Y continuaron las improvisaciones: cada cual comentó sobre sus respectivos proyectos. Estuve a punto de sacar el títere pero desistí. De pronto no se supo qué pasó, pero entró todo el elenco de la obra Arroz con habichuelas, que estaban vestidos para presentar una escena y también se juntaron los del elenco de La canción verde. Ni unos ni otros presentaron nada, por razones que desconozco. Literalmente se quedaron vestidos y alborotados, y los organizadores dieron por terminado la conferencia de prensa.
Yo no sé mucho de conferencias de prensa, pero como que ahí faltó organización y algunas explicaciones. Como que alguien no hizo lo que tenía que hacer, o se confundieron las instrucciones o algo, pero la conferencia no corrió como la tenían previsto. Antes de irnos, la gente del Programa de Teatro y Danza nos vuelve a pedir a los productores que lleváramos personajes para la apertura del Festival. Otra vez le expliqué que dependía de que los vestuarios estuviesen listos para esa fecha.
Para el día de la apertura, acordé con los actores que si ya estaban los vestuarios aprovecháramos para tomarnos unas fotos y así matábamos dos pájaros de un tiro. Para esa noche sólo tres vestuarios estaban terminados. Así que les pedí a esos tres actores que tuvieran la amabilidad de llegar hasta el Teatro Francisco Arriví. Cuando llegué, les pregunté a los organizadores de la actividad, que era previa a la presentación de la obra La canción verde, que qué era lo se iba a hacer. “Nada, que salgan al lobby, saluden a los niños, se retraten con ellos y repartan promo.” Los de Arroz con habichuelas no llegaron debido a compromisos previos -a mí también me hubiesen surgido compromisos previos después de lo que pasó en la conferencia prensa- los demás teníamos representación. El vestíbulo se abarrotó de niños, que entre donas y dulces saludaron a los personajes. Eso fue todo.
Pero también debo confesar que el Festival Infantil fue todo un éxito. Daba gusto ver cómo reacionaban los niño y niñas a las diferentes obras. En eso, en la de auspiciar un Festival de Teatro Infantil en el verano, el ICP la pegó.

07/06/2008

Doctorado

Por Pedro Rodiz

No les había contado que me aceptaron en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Sí, voy a hacer el doctorado. Quizás para algunos esto no sea tan importante, pero para mí sí que lo es. Volver a la academia siempre es un proceso refrescante, provocador y otra forma de reinventarse.
Me da la oportunidad de poder cumplirles un sueño a los viejos míos, se los debía a mis abuelos, no porque me lo hayan tratado de imponer, sino porque nunca aprendieron ni a leer ni a escribir. Así que el ingresar a este doctorado se me antoja pensar que es un homenaje a ellos que nunca tuvieron nada.
Hacerlo en Puerto Rico es otro logro. Es otra manera demostrar que aquí se puede hacer. No todos tenemos el privilegio, ni el dinero, para estudiar afuera.
El bachillerato lo hice en Drama, la maestría en Redacción para los medios y ahora haré el doctorado en literatura. Tiene sus ventajas este bagaje anterior. Te da otra perspectiva. El teatro porque es lo que voy a investigar. La redacción porque hay que escribir de manera coherente la investigación.
Uno de los planes es indagar sobre la vida y obra de esos dramaturgos olvidados. También se me ha metido entre ceja y ceja, que bien podría investigar sobre los dramaturgos del Caribe. Así me daría la oportunidad de visitar las islas vecinas y empaparme de lo que allá se ha realizado y de los que tenemos poca o ninguna información.
Además, de que ir al Viejo San Juan par de veces a la semana ya de por sí es gratificante.
También es una manera de dejarle un legado al pequeño saltimbanqui, de decirle que se puede, y que yo soy un ejemplo. Mi esposa y yo hemos llegado a un acuerdo en cuanto a la educación del chico y es que no le vamos a imponer nada. Que él decida lo que va a hacer. Pero que en lo único que lo vamos a convencer es de que aprenda varios idiomas: por lo menos cinco. El saber varios idiomas lo va a ayudar a ser más competente no importa la carrera que elija. Que tenga la opción de irse del País si así lo desea. Porque en eso radica la libertad, en que teniendo la oportunidad de irse, decida quedarse. No que queriendo irse, no pueda salir porque no tenga opciones. Así que ese será la herencia, una buena educación. Total, es lo único que le puedo dejar.

07/03/2008

Silencio

Por Pedro Rodiz

Les pido excusas a todos ustedes que me leen por este largo silencio. Desde que empecé el proyecto de El libro mágico no he parado. Y ahora que concluyó, estoy exhausto. No tenía ganas de escribir. Pero son muchas las cosas que contarles: la segunda parte del artículo “Con vestuario y maquillaje” que tiene que ver con lo que ocurrió en la conferencia de prensa y lo que posteriormente aconteció en la Apertura del Festival. Tampoco les he contado lo chévere que se sintió tener un teatro lleno, pero no cualquier teatro, si no el Teatro de la Universidad de Puerto Rico. Fueron miles de niños que disfrutaron de la obra a más no poder. Y dejen que les cuente de los técnicos, no lo van a creer. También tengo que narrarles del saltimbanqui y lo que vivimos, o dejamos de vernos, en este proceso. Ese se va a titular “Chiringa”. Tienen que enterarse de dirección escénica que utilicé en esta puesta en escena y que resultó de maravillas. Cada día uno tiene que renovarse como artista. Y de las bendiciones y circunstancias que se dieron alrededor de este proyecto, es decir, desde el nacimiento hasta el desmontaje, desde las donaciones hasta las risas de los niños y los adultos. Hasta una reseña les traigo. Así que gracias por la paciencia. Desde este domingo, víspera de mi natalicio, volveré a escribir más artículos.


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