07/31/2007

Tito Kayak y el paraíso para los dramaturgos

Por Pedro Rodiz

De Puerto Rico no me mudo. ¿Para qué? Si aquí es el paraíso de cualquier dramaturgo que busque material para inspirarse. Los maestros de las escuelas públicas están a punto de irse a la huelga porque los quieren obligar a que ponchen su entrada y salida del plantel con sus huellas dactilares. El País está algarete y los políticos y funcionarios públicos se pasean para arriba y para abajo como si fueran la puerca de Juan Bobo. Y lo más espectacular: Tito Kayak ha vuelto hacer de las suyas, se trepó en una grúa en el proyecto Paseo Caribe. ¡Genial!
Soy fan de Tito – esta es una isla llena de Titos- desde que se trepó en la Estatua de la Libertad a poner una bandera. Y es que este personaje tiene todos los ingredientes para ser un súper héroe nacional. Es osado, pueblerino, usa una bandera como capa, está casi siempre encapuchado, se trepa en las torres más altas y defiende las causas nobles. ¿Qué más se le puede pedir?
Ahora está reclamando que el Paseo Caribe se construyó ilegalmente y estará encaramado en la grúa por tiempo indefinido. El Superintendente de la policía dijo que no trepará a ningún oficial ya que se pueden caer. Claro que se pueden caer, nadie tiene las habilidades de Tito Kayak. Pero el que Tito se trepe en una grúa ya no es noticia, el notición es que el Movimiento Nacional Hostosiano ha declarado que harán un juicio público, este domingo, es decir, un Tribunal de Pueblo compuesto por un jurado de cinco personas que recibirán documentos y testimonios y presentarán una Declaración Nacional en Rechazo al proyecto Paseo Caribe. ¡Marx está vivo! ¡Llegaron las tácticas de Mao Tse-tung de la China comunista!
Díganme si todo esto no es material invaluable para escribir. Esto es una revolución y somos espectadores de la historia en el mismo instante en que ocurre. Otros leerán – y nos envidiarán – por este momento trascendental.
¿Qué será lo próximo? ¿Pedirán que demuelan el edificio? ¿Lo lograrán?
Quiero decirles a todos que reclamo al personaje de Tito Kayak. Que a nadie más se le ocurra escribir sobre él. Ya hice unos primeros esbozos cuando ideé la obra Los Huelguistas. Le puse el nombre de Wisín Araña. Pero el original es superior. Me sigue sorprendiendo, y a cada rato se reinventa. Porque esto del juicio es ingenioso. Cada vez que esté en contra de alguna construcción la paralizará. ¿Se podrá construir o viviremos bajo las palmas? ¿Qué alternativas tenemos?
En esta nueva trama hay personajes secundarios que muy bien podrían ser los principales, como por ejemplo, el albañil que tiene que regresar a su casa porque se paralizó el trabajo. ¿Cómo va a pagar las deudas, o peor aún, como llevará el sustento a su familia mientras Tito esté encaramado?
Y que me dicen del empresario, que grita a todo pulmón que tiene todos los permisos al día. Y también reclama que por qué no paralizaron al principio de la construcción y lo tienen que hacer ahora.
Todos los ingredientes están ahí. Estaré sentado en primera fila, y con los dedos en el teclado, para ver el desenlace de esta novela, digo, de esta trama. Que desde ahora les digo que no sé si podré superar la realidad.

07/30/2007

El Callejón de la Capilla

Por Pedro Rodiz

De camino a casa, me puse a pensar en qué cosas podía hacer para mejorar tanto el texto como el montaje de El chicle de Britney Spears. En la función del día anterior, la que fue muy concurrida, sentí que el público estaba un poco frío. Ricardo, al concluir la presentación, me comentó lo mismo, que fue un público bien difícil.
En las comedias, o agarras al público de entrada o pasas una noche larga. Creo que fue mitad y mitad. Por momentos tenía al público en el bolsillo pero por otros lo perdía. ¿De quién es la culpa realmente? ¿Del actor? ¿Del director? ¿Del texto? ¿Del público? ¿De nadie?
Como decía, en las comedias, hay noches en que el público está contigo desde la entrada y no te abandonan hasta el final. Pero en otras, no importa cuán bien estés, el público no reacciona como debería.
En las barras ocurren sucesos que no pasan en las salas de los teatros. Por ejemplo, los mozos entran y salen del local, van donde la gente, traen y llevan tragos. La gente se levanta a ir al baño; el público reacciona como si estuviese en la sala de su casa. La gente pide cervezas como si estuvieran en la playa, comentan entre sí, atienden llamadas telefónicas, van a afuera a fumar, en fin, es una experiencia un poco folclórica, por lo menos eso me parece a mí, que estoy acostumbrado presentar obras en el santo templo del teatro convencional.
En esto iba pensando cuando sonó el celular.
Yo: Buenas noches.
Ella: Sí, estoy llamando para saber sobre la obra de hoy.
Yo: ¿Se refiere a El chicle de Britney Spears?
Ella: Sí, ¿a qué hora empieza la función?
Yo: Señora, lo que pasa es que hoy no hay función. Las funciones son sólo los viernes a las 9:30 p.m.
Ella: ¿Y qué están dando en cartelera?
Yo: Pues ahora mismo no sé…
Ella: ¿Y dónde puedo buscar información?
Yo: Bueno… pues… puede buscar en www.teatropr.blogspot.com y ahí aparecen varias de las obras que se dan.
Ella: ¿No hay un sitio que pueda llamar?
Yo: Lo que sucede es que cada productor hacer su promoción…
Ella: Ah, por eso es que hay muchos números…
Yo: Exacto.
Ella: ¿Por qué no tienen una cartelera, como por ejemplo en Chile, que uno llama a un sitio y te dicen todo lo que hay?
Yo: Porque aquí no existe una liga como en el baloncesto que uniforme todas las actividades.
Ella: Pues deberían, porque así uno sabría a dónde ir.
Yo: Usted tiene razón. Pero también le aclaro que estamos en temporada muerta.
Ella: ¿Y cuándo es que empieza la temporada?
Yo: Pues… como a principio de septiembre y termina en diciembre. Comienza otra vez en enero y sigue hasta mayo.
Ella: Pues te lo agradezco mucho. Voy a tratar de ir a ver tu obra.
Yo: Seguro, dése la vuelta por allá.
Ella: Adiós.
Yo: Adiós.
Me puse a pensar que la señora tenía razón. Que aquí no hay nada uniformado. Cada cual tiene su parcela y a Dios que reparta suerte. Después me acordé que el ICP está tratando de crear el Distrito Cultural y que anuncia algunas obras. Así que cuando llegué a casa, fui al portal para avisar lo del chicle y les confieso que no sé cómo enviarles información. ¿A quién le corresponde el interés de la información? ¿A ellos o al productor?
En fin, el próximo viernes llegaré otra vez temprano al Callejón de la Capilla, que así es como se llama el callejón que alberga al Nuyorican Café, para poner la escenografía. Les confieso, con vergüenza, que no lo sabía que así se llamaba. Esta maldita costumbre nuestra de mencionar las calles y los lugares con otras referencias que no son los nombres propios. Por ejemplo, siempre digo que queda antes de la placita de los dominós. ¿Sabrá la gente cómo se llama ese callejón?
Por cierto, ya se me ocurrieron algunas ideas para mejorar el montaje. Pero de eso les comento después de la próxima función.

07/24/2007

El chicle por los adoquines.

Por Pedro Rodiz

Ya, desde el viernes 20 de julio, estoy presentando en el Nuyorican Café El chicle de Britney Spears y seguirá todos los viernes hasta que se le acabe el dulce al chicle. Juanra, el dueño del local, ha sido muy amable. Permitió que ensayáramos en lugar, con todo y acondicionador de aire encendido. Si uno lo ve por la calles del Viejo San Juan, jamás imaginaría que él es el dueño del Nuyorican y del hotel que le queda al lado. Viste de forma casual, con su pelo largo amarrado como rabo de caballo y una barba abundante. Parece un extranjero.
No es la primera vez que hago un montaje para una barra. Hace ya unos años presenté una obra en Rumba. La obra la titulamos Las tres caras de Junior y era una mezcla de varios textos de Dario Fo con otro material. Pero la dinámica era bien diferente.
Como les decía, hicimos el montaje mismo viernes. Mi equipo de trabajo y yo llegamos como a las 2:30 p.m. Tratar de llevar una escenografía por las calles de San Juan es un poco complicado ya que las calles son estrechas y abundan los carros. Estacioné mi guagüita en el “parking” de Doña Fela y caminé hasta el local con parte de la utilería. De camino al sitio, no dejaba de mirar tanto las calles como a los turistas. Y es una sensación bien extraña porque es como sentir vergüenza a ajena y propia. San Juan es la cara del País. Y esa cara está sucia, desarreglada y con lagañas. Todos los martes llegan los cruceros y sueltan a los turistas como reces. Todavía no he visto a ningún guía contando la historia de las edificaciones como sucede en otros países, que te cuentan, con un orgullo inmenso la historia de su patria. Los turistas que se aventuran por sus pantalones a caminar por las calles adoquinadas, lucen desconcertados y perdidos. Y deberían verles las caras que ponen cada vez que se tropiezan con los deambulantes en cada esquina.
Las calles, además de que apestan, están sucias. Y aunque no me faltan las ganas de acusar al gobierno por esto, que también es parte del problema, no es menos cierto que la culpa es de las personas que visitan la histórica cuidad porque arrojan basura al piso. Aquello está lleno de vasos y de colillas de cigarrillos. No hay brigada de limpieza que pueda con este empuje.
Recuerdo que cuando visité la zona histórica de Praga, que estaba protegida por la UNESCO, igual que el Viejo San Juan, no permiten el flujo de autos. Aquello estaba lleno de turistas. No vi a ninguno de los turistas quejarse por tener que caminar. Y esto debería hacerse en San Juan: debe ser de los peatones. Claro, para esto hay crear varios sitios de estacionamiento, que permitan que los residentes estacionen sin costo alguno, pero que incluya algún sistema de “trolleys” para que la gente con algún impedimento o cansancio se pasee por las calles sin tropiezos. Para esto hay que cambiar la mentalidad. Es dejarse de idioteces y pensar en el bien del País. Además, caminar es lo que están recomendando los cardiólogos a todos los que salimos con los triglicéridos altos debido a la dieta caribeña.
Todo esto pensé mientras llegaba al callejón. Ya en dos horas todo estaba dispuesto para la función. Sólo faltaba que llegara la gente.
Cerca de la hora de comenzar la función, me senté en una de las mesitas de afuera a observar a la gente que pasa por allí. Poco a poco el local se llenó. Me fui a la parte de atrás porque quería ver cómo reaccionaba la gente en este ambiente de bulla. Recuerden que es una barra y que la disposición de las sillas es diferente a la de los teatros. El público ya se había dado una que otra cerveza. Al principio, Ricardo Álvarez entró un poco frío al escenario. Pero nada de que lamentarse. Una de las bocinas del sistema de sonido del local estaba creando un sonido maléfico que amenazaba con dañar la función. En la parte de atrás, donde estaban los mozos, continuaron su trabajo como si allí no estuviese pasando nada. Lo mismo sonaba el teléfono, que comentaban en voz alta, que servían una cerveza. Pero a mitad de obra, fue que Ricardo agarró a todos. De pronto, se hizo un silencio en el local, todos estaban pendientes a lo que en escena ocurría. En ese momento fue que aquello dejó de ser una barra para convertirse en un teatro. Y todos, incluyendo a los mozos, se quedaron pegados con la obra. Luego de concluida la función, recogimos, delante de los presentes, porque allí, a las once, toca una bandita.
Cuando me fui, luego de la satisfacción de haber realizado un buen trabajo, todo el callejón estaba lleno de gente, en su mayoría jóvenes que no pasan de veinticinco años, que buscan, en el elixir de los dioses, un poco de felicidad y de escapismo.
La primera prueba de hacer una obra en el Nuyorican fue un éxito. Cuento con que la gente corra la voz para que otros se den la vuelta. Vale la pena la experiencia. Además de que San Juan por las noches, con todos sus defectos, es mágico.

07/19/2007

Reírse de pie

Por Pedro Rodiz

Una vez, en una conversación que sostuve con el dramaturgo chileno Marco Antonio de la Parra, hizo un comentario que me pareció de lo más interesante. Él, que es uno de los mejores dramaturgos latinoamericanos, que es siquiatra de profesión, me dijo en aquel momento que le fascinaban los “stand up comedy”. Que se iba a ver cuando espectáculo cómico apareciera. A Marco Antonio le parecía fascinante el cómo estos comediantes hacían reír a la gente. De hecho, llegó a escribir varios “stand up comedy” allá en Chile. Además que sus obras están salpicadas de buen humor.
Una de las primeras cosas que nos enseñan en las clases de actuación es que es más fácil hacer llorar a una persona que hacerla reír. Es algo que nunca se me ha olvidado por lo certero del comentario. En esta etapa de mi vida como dramaturgo, estoy en lo que he denominado una etapa de transición. Los trabajos que escribo en la actualidad son comedias. Y quiero confesarles que escuchar a la gente reírse a carcajadas por algo que he escrito, me produce un placer inmenso, casi orgásmico.
En Puerto Rico no tenemos tanta tradición de los “stand up comedy”. Para hacer reír, además de talento, de dominio escénico, del control de “timing” – si se alarga o se adelanta un final, se dañó el chiste, por mejor que sea – también se necesita lo que se conoce un buen material. Y no siempre se consigue. Los mejores son los vivenciales.
Todavía no he escuchado un concepto en español que defina esta modalidad de hacer comedia. La traducción literal sería comedia parada, o comedia de pie, pero uno no dice: vamos a ver una comedia de pie, suena raro. Así que algo que no me gusta de esta “comedia de pie” a es que se brinca de un tema a otra con suma facilidad. Y eso, aunque suele ser muy gracioso escuchar a una persona hacer chiste tras chiste durante un buen rato, tiende a ser poco teatral.
¿En qué se diferencia un monólogo cómico al “stand up comedy”? Pues en eso mismo, que un monólogo cómico es una obra de teatro, tiene una trama y una estructura sólida. Lo otro es hacer reír por hacer reír.
Es por eso que me he dedicado a escribir monólogos cómicos pero montados con la estructura y la agilidad del “stand up comedy”. Y la experiencia es deliciosa. Porque se hace una obra, un unipersonal pero con la efectividad de ese otro medio.
Y eso es algo que se logra con la obra El chicle de Britney Spears. La gente se ríe durante toda la obra, menos en el final. Ahí me tomo la libertad de cambiar abruptamente la estructura de la comedia con sus finales felices y/o graciosos y muestro a los personajes con sus complejidades. Y el efecto es agridulce.
Una vez, el amigo Orlando Rodríguez me criticó eso mismo, que por qué la obra de El chicle de Britney Spears no terminaba con un final gracioso. Y la razón es me interesa hacer un comentario a la sociedad aunque eso implique comprometer la estructura. Es como decirles: ríete, pero ojo, nuestra realidad es patética. Y la única forma de digerirla es riéndote.
Así, que cuando Marco Antonio de la Parra me hizo esa confesión, de que a él le encantaban los espectáculos cómicos, dejó en mí algo más que un simple comentario. Si a este dramaturgo, estudioso del comportamiento humano, le interesaba la comedia, es porque sabe de la profundidad de la misma.
Como puertorriqueño me parece fascinante que cada vez que sufrimos una desgracia, por más brutal y dolorosa que sea, le sacamos punta y reírse a carcajadas. Los mejores chistes los he escuchado en las funerarias. Y eso nos hace, desde mi punto de vista, un pueblo saludable en cuanto a superar desgracias se refiere.

07/14/2007

Quiero ser bombero

Por Pedro Rodiz

El majestuoso elefante blanco, conocido con el eufemismo de Centro de Bellas Artes de Santurce Luis. A Ferré envió, o mejor dicho, reprodujo un comunicado a todos los productores de teatro y de espectáculos públicos en el que explica, que de ahora en adelante, todos los espectáculos que allí se presenten tienen que ser aprobados por el Departamento de Bomberos y que esa inspección, que tiene un costo por día de función o de espectáculo de $50 y $75 si la sala excede las 2,500 butacas.
Es decir, que ya no solamente hay que pagarles la sala, los técnicos con sus dichosos turnos, - en el que mover un cable ya es un turno aparte -, y demás gastos, ahora hay que pagarles a los bomberos por la inspección.
¿Cuánto tiempo estarán allí, en la sala? ¿La actividad completa? Y si les gusta, ¿se quedan? ¿Ocuparán una silla? ¿O miran, cobra y se van?
¿Por qué el CBA no absorbe este costo o “servicio”? ¿Por qué pasa la papa caliente para el frente? Y los productores de teatro, que ya de por sí tienen suficientes gastos, que se jodan.
Así que ese guiso de ser bombero me gusta. En la semana apagan fuegos, y los fines de semana les meten fuego por las nalgas a los productores.
Lo que no está claro, porque no lo explica la carta, es que si este nuevo impuesto, cortesía de nuestro querido y bien ponderado gobierno, se extenderá a todos los teatros, a todas las canchas, etc. o si es exclusivo del CBA. ¿Acaso los bomberos no pueden hacer este servicio gratuito? ¿Acaso esto no está incluido con el pago de nuestras contribuciones?
Digo, estoy claro de que con la seguridad de la gente no se juega, eso lo entiendo, pero ¿por qué el productor de teatro, que está en la parte de abajo en la cadena alimenticia de los espectáculos, tiene que pagar por esto?
Quizás para los productores de espectáculos musicales esto represente una menudencia, un maní. Pero para los productores de teatro esto es otro tajo al bolsillo. Es menos dinero para repartir entre los artistas que participan en el proyecto.
Así que el mensaje que se envía es que es mejor ser bombero que artista. Ganas más sin esforzarte mucho. ¿O será que de tanto bajar por el tubo se sienten “strippers”? Ahora ellos determinarán qué es apto para presentarlo al público y qué debe cambiarse. ¿Qué pasará el día que a ellos decidan que algo no cumple con sus especificaciones? ¿Multarán o cancelarán la obra? Si tuviesen razón, la tienen, pero ¿y si no?
Se cae de la mata que si uno va a utilizar fuego, o alguna parafernalia que implique algún tipo de peligro, tanto para el personal técnico, artístico o para el público, se consulte con ellos. Pero, ¿hay que consultarles para poner dos sillas y una mesa en un escenario?
Esta intervención de los bomberos puede llegar hasta el ridículo. Recuerdo un proyecto que monté en el Francisco Arriví. Una de las escenas la ubiqué en el segundo piso, al lado de la puerta que da a los camerinos. Esa salida tiene un EXIT, con letras rojas. Le pedimos al director técnico que si esas letras se podían tapar con un paño en lo que pasaba la escena y él nos indicó, enfáticamente, que el Departamento de Bomberos se lo prohibía. Le expuse que se le podía avisar al público por medio del sistema de sonido de que en caso extremo estaba esa salida. También le dije que casi nunca, a excepción de Andanza, ninguna obra de teatro llena el teatro de tal forma que se tenga que utilizar el segundo piso. Que le garantizaba que no se iba a obstaculizar la salida, que sólo se taparía ese letrero que no iba con la escena. No hubo forma de convencerlo. Lo interesante del caso es que en todos los planos o mapas que indican las salidas en casos de una emergencia, no presenta esa puerta como alternativa de salida. Bueno se muestra, pero en sentido contrario, de los camerinos y del salón de ensayo hacia el vestíbulo. Pero en ese caso no hacía falta que estuviera alumbrado.

07/13/2007

Mi primera obra de teatro

Por Pedro Rodiz

Mientras buscaba en el archivo un material que necesito para la obra que escribo en este momento, me tropecé con la primera obra de teatro que escribí. Era un chamaquito, en algún momento de la intermedia, e hice este trabajo para una clase de español. Está escrita a mano. Se nota la influencia de los clásicos puertorriqueños en mí escritura. Para ese entonces no tenía ninguna formación teatral. No pensaba, ni remotamente, que me iba a dedicar a esto. La idea era que cada cual hablara tres o cuatro veces. No tiene título. Los nombres de los personajes, eran los nuestros, excepto el de mi personaje. En esta obra corta, sacándome a mí, todas eran chicas haciendo personajes de hombres. De lo único que me acuerdo de esta presentación era que usamos sombreros como si fueran gallos.

(Empieza Pedro sobando al gallo. En la casa está su esposa y una vecina.)

Pedro: Josco, tú y yo vamos a jacer ricos.
Nelly: Ese trapo de gallo nos va a lleval a la tumba.
Caty: Eso mesmo le pasó a mi compae Patricio, que con esos condena’os gallos, apostó jasta la casita y la peldió y se tuvo que dil pa’ la calle con too y mujel.
Pedro: Pue a mí no me va a pasal nada de jeso polque con Josco voy a ganal mucho dinero.
Nelly: No te vayas a botal los chavos que te di pa’ casne y pa’ la mascaúra.

(Sale Pedro para la gallera. Se quedan las dos mujeres hablando.)

Nelly: Este condena’o de Peyo. Siempre está jaciendo estupideces.
Caty: A los jombres jay que dejallos quietos, que jagan lo que quieran.
Nelly: Pues si Peyo jace algo malo, le mando con to’ y caldero.

(Las mujeres se van. Pasa a la escena de Pedro. Llega a la gallera.)

Pedro: Aquí no jay gallo que le gane al Josco.
Aileen: Pue yo le voy a demostral que Pirulí se lo come vivo.
Pedro: Pue yo te digo que no.
Aileen: Pue vamo pa’ encima.

(Se echan a pelear los dos gallos.)

Aileen: Pue yo apuesto 30 pesos al mío.
Pedro: Si tu no tienes en qué caelte muelto.
Aileen: Pero tengo más que tú, gomito e perro.
Pedro: Cómo te atreves a decilme así, mielda e vaca

(Cada uno agarra su gallo y empiezan a pelear. El otro hombre empuja a Peyo. Peyo saca el machete pero dos hombres lo aguantan.)

Pedro: Usté quiere vel mi daga pue ahora mesmo se la enseño.
Marisol: Cálmate Peyo, no vale la pena.
Luz Ivette: Si lo colta, va a dil preso.

(Lo sacan de allí.)

Pedro: Suéltenmen.
Marisol: Vamo hombe, coja pa’ su casa.
Luz Ivette: No vale la pena dalle un tajo.
Pedro: Está bien. Yo me voy pa’ mi casa.

(Se va Peyo y se quedan los dos hombres hablando.)

Marisol: Ese Peyo siempre está metido en problemas.
Luz Ivette: Sí, yo creo que él no sabe aprendel de sus errores. Uno nunca debe estal envuelto en apuestas, ni mucho menos si uno tiene una familia que atendel.
Marisol: Algún día aprenderá.

(Se van los dos hombres.)

07/06/2007

La última noche que pasé con Tere Martínez

Por Pedro Rodiz

He comentado tanto de Tere Martínez en este blog, que lo único que faltaba por hacer era una entrevista. Así que aquí está.

1. ¿Cuál es tú preparación académica y cuántos años llevas de carrera?

Tengo un bachillerato en drama de la Universidad de Puerto Rico y una maestría en teatro educacional de New York University.

2. ¿Cuál es el recuerdo más distante que tienes del teatro o de alguna obra de teatro?

Mi primera experiencia teatral fue a los cuatro años cuando me paré frente a un espejo bien grande que mami y papi tenían en su cuarto y allí empecé a crear un drama de una niña que se encontraba pérdida y entonces comencé a llorar. De repente mami entró al cuarto y pensó que algo terrible me pasaba. ¡Mi pobre madre! Desde ese momento supe que quería ser actriz.

3. ¿En qué trabajas actualmente? ¿Vives del teatro?

Siempre ando haciendo mil cosas a la vez. Además de hacer teatro, soy profesora de teatro y de inglés. No, no vivo sólo del teatro.

4. ¿Qué tipo de obras escribes?

Creo que tengo un estilo muy propio. Mayormente escribo un drama que es gracioso y triste a la vez.

5. Sí no estuvieses involucrada en alguna actividad teatral, ¿qué serías o qué harías?

No te olvides que también soy profesora y eso me ocupa mucho tiempo.

6. ¿Tienes alguna anécdota relacionada al teatro que te haya impactado, positiva o negativamente, que quieras compartir?

Miles. Cada vez que voy al teatro o haga teatro se convierte en una experiencia positiva o negativa para mí.

7. ¿Pensaste alguna vez renunciar y dedicarte a otra cosa?

Todo el tiempo, aunque sé que nunca lo haré. Soy una soñadora, me paso imaginando como será la vida de un periodista, de una enfermera, de un piloto, de un arqueólogo. Siempre pienso que debe ser fascinante poder hacer todas esas cosas, ser otra persona, servir a la humanidad de otra manera.

8. Estás radicada en Nueva York, ¿cómo te va por allá?

A esta ciudad le debo mucho. Vivir por acá me ha hecho ver el mundo desde otra perspectiva. He conocido gente del mundo entero que me han abierto los ojos. Me ha hecho reexaminarme como puertorriqueña y ver nuestra realidad desde otra perspectiva. Es importante salir de la isla para poder entendernos mejor. Por otro lado, a mi isla le debo aún más porque me fui después que ella forjó los primeros veinte años de mi vida. Casi todos los frutos de mi trabajo se los he dado a los Estados Unidos. De todas maneras, para contestar tu pregunta, me ha ido bien. No me puedo quejar.

9. ¿Cómo te visualizas de aquí a 10 años?

Pues mira, si los próximos diez años me agarran escribiendo mejor teatro, actuando en proyectos que me fascinen y enseñando, te digo que sería muy afortunada.

10. ¿Qué opinión tienes sobre el teatro en Nueva York?

El teatro en Nueva York es un mundo aparte. No se puede comparar con el teatro de ninguna otra ciudad. Esto sigue siendo la capital de teatro en el mundo. Por ende, hay producciones de todo tipo desde malísimas hasta lo mejor que se hace en el mundo. Lo bueno que tiene es que hay una fuerte cultura teatrera y todo experimento es bienvenido. La gente está dispuesta a ver obras hasta en la sala de tu casa. Por otro lado, la competencia es inmensa y para sobrevivir económicamente hay que trabajar bien fuerte y demostrar talento, pues hay mucha gente buena de verdad.

11. ¿Qué opinión tienes del teatro puertorriqueño?

Siempre he tenido una opinión bien alta de nuestro teatro. A pesar de los pocos recursos económicos, en Puerto Rico se sigue haciendo teatro de calidad. Cuando yo llegué a Nueva York hace veinte años y vi lo que hacían las compañías de teatro latino aquí, no hacía más que compararlo con el buen teatro que hacíamos allá. Sé que el teatro en Puerto Rico ahora está pasando por un momento difícil al igual que todas las artes, pero lo mismo se puede decir de lo que está pasando con las artes en los Estados Unidos. Cuando la economía está mala nosotros los artistas somos los primeros que sufrimos. Estados Unidos es un país en crisis ahora mismo y esto se refleja veinte veces más en Puerto Rico.

12. ¿Qué piensas de la dramaturgia puertorriqueña?

Me parece que Puerto Rico ha dado grandes dramaturgos, pero dramaturgos de primera clase a nivel mundial, como ha dado grandes pintores y músicos de esa misma talla. Pero lo que vi tan claro durante el taller de dramaturgia que enseñé en junio en la Universidad del Turabo es el potencial que existe en la Isla para seguir desarrollando una nueva dramaturgia, con dramaturgos como tú, llenos de nuevas ideas que mantengan nuestro teatro fresco. Lo que ustedes pueden ofrecer es para mantener esas salas llenas a capacidad. También durante el taller fue tan claro lo que siempre he pensado, que nuestro lenguaje y nuestras experiencias como pueblo son tan teatrales. En cierta manera comparo nuestro teatro al teatro irlandés, que es el más que me gusta del de todos los países de habla inglesa. Su sentido del humor, el dolor, su lenguaje, lo hacen único dentro de todo el teatro en inglés. Lo mismo me pasa con el teatro puertorriqueño.

13. ¿Qué piensas de la dramaturgia nuyorican?

La dramaturgia nuyorican es compleja. Como me comentaba Roberto Ramos Perea, quien se ha convertido en un experto en el asunto, esta dramaturgia está llena de diferentes facciones. Están los nacidos allá que escriben en inglés, los nacidos allá que escriben en español, los nacidos aquí y allá que escribimos un teatro bilingüe y los nacidos en la Isla que escribimos en español y en inglés. Lo fascinante es como siempre ocurre en el teatro, que esta dramaturgia refleja la complejidad política y social de lo que es ser puertorriqueño tanto aquí como allá.

14. ¿Qué proyecto atesoras y por qué?

Atesoro todos mis proyectos. Cada vez que empiezo una nueva obra pienso que es la mejor de todas las que he escrito, pero luego cuando me llaman para hacer otro proyecto que tengo engabetado, me vuelvo a enamorar de ese viejo proyecto. La mejor parte es ver esas obras que tenías engabetadas desde una nueva perspectiva. Siempre hay alguito que podemos mejorar.

15. Cuando trabajas escribes una obra, ¿cómo lo haces? ¿Haces bosquejos? ¿Usas imágenes? ¿Qué haces? ¿Cómo es tu proceso creativo?

Soy una dramaturga muy orgánica. A menudo pienso que el título de dramaturga me queda grande porque no me siento a escribir todos los días y con esto viene mucha culpa. Estudié por doce años en una escuela católica…Usualmente me empiezo a obsesionar con una persona, un tema, un evento histórico o algo que me haya pasado a mí o otra persona cercana y por ahí empieza el proceso. Me toma meses sancocharlo en mi mente. Me gusta hacer investigación sobre esos temas o sucesos históricos. Luego un día, después de ponerle gran resistencia, me siento a escribir y escribo por unas cuantas semanas hasta que siento que tengo una historia desarrollada. La guardo y en unos meses la leo de nuevo y aquí empiezo a cambiar y a añadir. Soy el tipo de dramaturga compacta de palabra, así que usualmente tengo que añadir texto en vez de cortar. A veces cuando siento que la historia no fluye hago bosquejos y esto me ayuda a desarrollar ideas para crear la historia. Usualmente la historia termina siendo completamente diferente del bosquejo original. Fíjate que creo que mi debilidad como dramaturga es no ser buena cuentista, me da trabajo crear tramas interesantes. Mi fuerza está en mis personajes, los cuales son muy reales.

07/01/2007

Cuando la obra es sobre la familia
Por Pedro Rodiz

Escribir una obra sobre las vivencias familiares es más complicado de lo que parece. Porque como historias per sé pueden resultar fantásticas pero siguen siendo situaciones familiares. Uno debe saber donde trazar la raya, para que se divida lo que es anecdótico de lo que es material teatral. Y aún así, cambiando los nombres y alterando las situaciones, uno sabe que es sobre el dolor de la gente que uno ama.
Tere Martínez, en el Taller de dramaturgia nos pidió que eligiéramos un drama familiar. A partir de esa anécdota teníamos que escribir un monólogo. Ese monólogo serviría para condensar la totalidad de la historia, era meramente un instrumento de trabajo. Luego ese soliloquio se desarrollaría de otra forma.
Yo elegí una historia que salió reseñada por la prensa y que me tocó de cerca. Era sobre la muchacha de 12 años, de San Lorenzo, que un tipo la engatusó a través del Internet, la raptó y que aún al sol de hoy no sabemos de su paradero. Esa adolescente es la hija de una prima cercana.
Como dramaturgo, me parece que estoy pasando por un proceso de transición. En estos momentos estoy más interesado en escribir comedias, pero no comedias banales y sin sentido, si no de esas en las que puedo hacer una crítica social fuerte.
Así que los dramas no están en mi agenda.
Y se me hizo difícil escribirlo. Sabía lo que tenía que hacer, pero fue duro. Pensar en mi prima, en su angustia, en su rabia y frustración. Es como si se hubiese secado por dentro… ya no es la misma. Perder una hija de la forma en que la perdió, es para desequilibrar a cualquiera. El sólo hecho de imaginarme por lo que debe estar pasando esa niña, a saber en qué país se encuentra, en qué condiciones físicas y emocionales, que barbaridades y vejaciones le estarán haciendo. Y lo peor es que es familia.
Ese drama vivencial es complicado contarlo, porque en cierta medida, yo soy parte de él. Porque todos saben que lo que le ocurre a un familiar cercano es como si le sucediera a uno.
Soy un optimista por naturaleza. Quisiera pensar que todo saldrá bien, pero mientras más tiempo pase…
No fui el único que tuvo que confrontarse con una historia familiar dolorosa, también otros talleristas pasaron por lo mismo. En cierta medida, contarlo, era un proceso sanador.
Pero del cuento familiar a la obra de teatro hay un gran trecho. No todo sirve, y para que funcione en escena hay que, como dije anteriormente, trazar la raya y coger por otro camino, el camino de la ficción.
Así que el monólogo que le sigue a este artículo, que se titula El monólogo de Toña, fue lo que escribí para el taller. No está terminado, ni siquiera pulido, como salió así lo dejé. Lo que hice fue sustituir el personaje de la madre por el de la abuela.
Ya tengo la estructura de lo que voy a escribir, y lo que cuento en el monólogo es el punto de partida, pero el mismo no saldrá en la obra. Quería compartirlo, porque cuando lo cuento, es otra forma de afrontarlo y de superarlo.

Monólogo de Toña
Por Pedro Rodiz

(Este monólogo lo escribí como parte del Taller de dramaturgia que ofreció Tere Martínez en la Universidad del Turabo. Relata una historia familiar. No está depurado. Como lo pensé, así lo escribí. Esto es el punto de partida de una obra de teatro que escribiré más adelante.)


Toña:

Al tipo le echaron 20 años. El FBI no quiso mezclar lo de la nena con los otros cargos para que no se cayera el caso. Lo cogieron en un embuste. Ahora es que lo van a presionar para que hable, a ver si dice algo. El hijo de él es el que está cooperando, pero no sabe nada. La semana que viene se cumple un año desde que se la llevó. Mañana me voy unos días con Wandy, la otra hija mía, para Texas. Pero me voy preocupadísima, no vaya a ser que llamen porque la encontraron. ¡A saber dónde estará esa pobre criatura en estos momentos! ¡Maldita sea el día que le compré esa condená computadora! Ella se pasaba metida día y noche bregando, enjocicá en ella.
Ese tipo la engatusó. Algo le hizo. Parece que le hablaba bonito. Tú sabes cómo es la juventud hoy día: le dicen para de cositas bonitas y ya, se enamoran rápido. Yo no me di cuenta de nada, soy una pendeja. La policía no encontró nada en la computadora. Todo lo borró. Pero él debió recibir ayuda de alguien, porque una persona de 50 años no sabe bregar con una computadora como ese tipo lo hacía. La muchachería sí sabe pero los viejos, no.
Pero yo sé que esa niña va a aparecer. Lo que más me molesta es que nadie vio nada. Un día le di un cantacito en la boca porque me dijo una mala palabra y todo el mundo estaban de presenta’os mirando por las ventanas juzgándome como si fuera una criminal. Pero cuando se la llevó, nadie vio nada.
Todo fue tan rápido. Mientras estaba en el baño, escuché su celular. Y cuando salí ella ya no estaba. Se había llevado una mudita de ropa.
Él lo tuvo que planificar bien todo porque uno no llega así a una urbanización sin conocerla. Lo más increíble fue que la policía llamó a la INTERPOL para que no la sacaran del País y esa gente comió mierda, bochinches que tienen con los del FBI. Intentamos poner la alerta Amber pero no se pudo, ya que ella se fue por voluntad propia, no hubo rapto. ¿Cómo no va a ver rapto si ella tenía doce años? Doce añitos… una bebé. Le comió el cerebro.
Avisamos a la prensa para que nos ayudara. Le pedí a mi hermano que hablara porque yo no me atrevía. No podía hablar. Era como si tuviera harina de maíz en la garganta. La gente empezó a llamar, que si la habían visto en Ponce, que si estaba en Guayanilla. A él lo atraparon por otra cosa. No ha abierto la boca para decir nada, pero yo estoy segura que lo hace para que lo saquen más rápido.
Ya casi ni hablo de esto con nadie ya que rápido empiezan a hablar sobre lo que le hacen a las niñas, que si se las llevan para un país lejano, que si las violan, que si luego las prostituyen, que si las encierran en un clóset para luego grabarlas haciéndoles cualquier barbaridad, que eso deja mucho dinero.
Pero yo estoy segura que ella está bien. Yo le he pedido a la virgencita que me la cuide y la virgencita nunca me falla.
Por las noches, cuando me desvelo, paso por su cuarto y veo sus cositas. Todo está igual a como ella lo dejó, para que cuando regrese vea que yo sí le cuido sus cosas. La única forma que logro dormir un poquito es acostándome en su camita. Me acurruco de lado, me arropo con su sabanita y ahí mismo me quedo dormida. Pero luego me despierto, me entra como un sofocón, como si me estuviese ahogando.
A veces miro hacia el cielo, y me parece ver su rostro entre las nubes, y al rato el viento la borra, se me desvanece ante los ojos.


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