07/14/2007

Quiero ser bombero

Por Pedro Rodiz

El majestuoso elefante blanco, conocido con el eufemismo de Centro de Bellas Artes de Santurce Luis. A Ferré envió, o mejor dicho, reprodujo un comunicado a todos los productores de teatro y de espectáculos públicos en el que explica, que de ahora en adelante, todos los espectáculos que allí se presenten tienen que ser aprobados por el Departamento de Bomberos y que esa inspección, que tiene un costo por día de función o de espectáculo de $50 y $75 si la sala excede las 2,500 butacas.
Es decir, que ya no solamente hay que pagarles la sala, los técnicos con sus dichosos turnos, - en el que mover un cable ya es un turno aparte -, y demás gastos, ahora hay que pagarles a los bomberos por la inspección.
¿Cuánto tiempo estarán allí, en la sala? ¿La actividad completa? Y si les gusta, ¿se quedan? ¿Ocuparán una silla? ¿O miran, cobra y se van?
¿Por qué el CBA no absorbe este costo o “servicio”? ¿Por qué pasa la papa caliente para el frente? Y los productores de teatro, que ya de por sí tienen suficientes gastos, que se jodan.
Así que ese guiso de ser bombero me gusta. En la semana apagan fuegos, y los fines de semana les meten fuego por las nalgas a los productores.
Lo que no está claro, porque no lo explica la carta, es que si este nuevo impuesto, cortesía de nuestro querido y bien ponderado gobierno, se extenderá a todos los teatros, a todas las canchas, etc. o si es exclusivo del CBA. ¿Acaso los bomberos no pueden hacer este servicio gratuito? ¿Acaso esto no está incluido con el pago de nuestras contribuciones?
Digo, estoy claro de que con la seguridad de la gente no se juega, eso lo entiendo, pero ¿por qué el productor de teatro, que está en la parte de abajo en la cadena alimenticia de los espectáculos, tiene que pagar por esto?
Quizás para los productores de espectáculos musicales esto represente una menudencia, un maní. Pero para los productores de teatro esto es otro tajo al bolsillo. Es menos dinero para repartir entre los artistas que participan en el proyecto.
Así que el mensaje que se envía es que es mejor ser bombero que artista. Ganas más sin esforzarte mucho. ¿O será que de tanto bajar por el tubo se sienten “strippers”? Ahora ellos determinarán qué es apto para presentarlo al público y qué debe cambiarse. ¿Qué pasará el día que a ellos decidan que algo no cumple con sus especificaciones? ¿Multarán o cancelarán la obra? Si tuviesen razón, la tienen, pero ¿y si no?
Se cae de la mata que si uno va a utilizar fuego, o alguna parafernalia que implique algún tipo de peligro, tanto para el personal técnico, artístico o para el público, se consulte con ellos. Pero, ¿hay que consultarles para poner dos sillas y una mesa en un escenario?
Esta intervención de los bomberos puede llegar hasta el ridículo. Recuerdo un proyecto que monté en el Francisco Arriví. Una de las escenas la ubiqué en el segundo piso, al lado de la puerta que da a los camerinos. Esa salida tiene un EXIT, con letras rojas. Le pedimos al director técnico que si esas letras se podían tapar con un paño en lo que pasaba la escena y él nos indicó, enfáticamente, que el Departamento de Bomberos se lo prohibía. Le expuse que se le podía avisar al público por medio del sistema de sonido de que en caso extremo estaba esa salida. También le dije que casi nunca, a excepción de Andanza, ninguna obra de teatro llena el teatro de tal forma que se tenga que utilizar el segundo piso. Que le garantizaba que no se iba a obstaculizar la salida, que sólo se taparía ese letrero que no iba con la escena. No hubo forma de convencerlo. Lo interesante del caso es que en todos los planos o mapas que indican las salidas en casos de una emergencia, no presenta esa puerta como alternativa de salida. Bueno se muestra, pero en sentido contrario, de los camerinos y del salón de ensayo hacia el vestíbulo. Pero en ese caso no hacía falta que estuviera alumbrado.


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