07/01/2007

Monólogo de Toña
Por Pedro Rodiz

(Este monólogo lo escribí como parte del Taller de dramaturgia que ofreció Tere Martínez en la Universidad del Turabo. Relata una historia familiar. No está depurado. Como lo pensé, así lo escribí. Esto es el punto de partida de una obra de teatro que escribiré más adelante.)


Toña:

Al tipo le echaron 20 años. El FBI no quiso mezclar lo de la nena con los otros cargos para que no se cayera el caso. Lo cogieron en un embuste. Ahora es que lo van a presionar para que hable, a ver si dice algo. El hijo de él es el que está cooperando, pero no sabe nada. La semana que viene se cumple un año desde que se la llevó. Mañana me voy unos días con Wandy, la otra hija mía, para Texas. Pero me voy preocupadísima, no vaya a ser que llamen porque la encontraron. ¡A saber dónde estará esa pobre criatura en estos momentos! ¡Maldita sea el día que le compré esa condená computadora! Ella se pasaba metida día y noche bregando, enjocicá en ella.
Ese tipo la engatusó. Algo le hizo. Parece que le hablaba bonito. Tú sabes cómo es la juventud hoy día: le dicen para de cositas bonitas y ya, se enamoran rápido. Yo no me di cuenta de nada, soy una pendeja. La policía no encontró nada en la computadora. Todo lo borró. Pero él debió recibir ayuda de alguien, porque una persona de 50 años no sabe bregar con una computadora como ese tipo lo hacía. La muchachería sí sabe pero los viejos, no.
Pero yo sé que esa niña va a aparecer. Lo que más me molesta es que nadie vio nada. Un día le di un cantacito en la boca porque me dijo una mala palabra y todo el mundo estaban de presenta’os mirando por las ventanas juzgándome como si fuera una criminal. Pero cuando se la llevó, nadie vio nada.
Todo fue tan rápido. Mientras estaba en el baño, escuché su celular. Y cuando salí ella ya no estaba. Se había llevado una mudita de ropa.
Él lo tuvo que planificar bien todo porque uno no llega así a una urbanización sin conocerla. Lo más increíble fue que la policía llamó a la INTERPOL para que no la sacaran del País y esa gente comió mierda, bochinches que tienen con los del FBI. Intentamos poner la alerta Amber pero no se pudo, ya que ella se fue por voluntad propia, no hubo rapto. ¿Cómo no va a ver rapto si ella tenía doce años? Doce añitos… una bebé. Le comió el cerebro.
Avisamos a la prensa para que nos ayudara. Le pedí a mi hermano que hablara porque yo no me atrevía. No podía hablar. Era como si tuviera harina de maíz en la garganta. La gente empezó a llamar, que si la habían visto en Ponce, que si estaba en Guayanilla. A él lo atraparon por otra cosa. No ha abierto la boca para decir nada, pero yo estoy segura que lo hace para que lo saquen más rápido.
Ya casi ni hablo de esto con nadie ya que rápido empiezan a hablar sobre lo que le hacen a las niñas, que si se las llevan para un país lejano, que si las violan, que si luego las prostituyen, que si las encierran en un clóset para luego grabarlas haciéndoles cualquier barbaridad, que eso deja mucho dinero.
Pero yo estoy segura que ella está bien. Yo le he pedido a la virgencita que me la cuide y la virgencita nunca me falla.
Por las noches, cuando me desvelo, paso por su cuarto y veo sus cositas. Todo está igual a como ella lo dejó, para que cuando regrese vea que yo sí le cuido sus cosas. La única forma que logro dormir un poquito es acostándome en su camita. Me acurruco de lado, me arropo con su sabanita y ahí mismo me quedo dormida. Pero luego me despierto, me entra como un sofocón, como si me estuviese ahogando.
A veces miro hacia el cielo, y me parece ver su rostro entre las nubes, y al rato el viento la borra, se me desvanece ante los ojos.


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