06/03/2007

De aquí no nos saca nadie

Por Pedro Rodiz

Hace unos meses vi un reportaje en el que familias enteras, con problemas económicos y de vivienda, decidieron invadir un terreno baldío. Allí montaron sus kioscos, con cartones y tolditos azules de FEMA, se conectaron a algún poste, pusieron alguna especie de pillo para el agua, estaban en el proceso de poner buzones y vivían felices. Una vez están ahí, ¿quién los saca?

De repente aparecieron los dueños reclamando el terreno. El asunto fue que llamaron a la prensa, se amarraron a sus viviendas y gritaron: “de aquí no nos saca nadie, esto es nuestro y aquí nos vamos a quedar. Aquí no le hacemos daño a nadie”. ¿Y saben lo que hizo el municipio frente a la prensa? Se comprometió a buscarle casas o a construírselas, no recuerdo bien si expropiaron el terreno. El asunto fue que estas personas, por sus propios cojones, consiguieron casa con patio, Plan 8, un cheque del Programa de Asistencia Nutricional (PAN), el WIC para los nenes, subsidios para el agua, la luz, ayuda de Servicios Sociales y hasta una comprita pagada por el municipio. ¿Cuál es el mensaje? ¡El gobierno premia a los que invaden!

Yo me puse a pensar en todo esto mientras analizaba la situación de la clase teatral y se me ocurrió que la solución para resolver parte de los problemas que nos aquejan, los teatristas deberíamos hacer algo parecido: invadir un local para hacer teatro. Una vez allí, no nos saca nadie.

Después de mucho estudio, encontré tres alternativas, o espacios a invadir:

1. El edificio que queda en la Avenida Gándara, frente a la Facultad de Educación de la UPR. Es inmenso. Tiene dos pisos. Si lo invadimos podemos crear diferentes espacios para las diferentes actividades. No debemos preocuparnos por amueblarlo porque cada uno de nosotros tiene suficiente mobiliario de tantas obras que con eso y los bastidores que estorban en nuestras marquesinas, hacemos varios espacios funcionales. Los beneficios de este espacio es que los estudiantes están al cruzar la avenida y también está la cafetería Chaguín.

2. El otro edificio que podríamos invadir sería el que queda en la Avenida Ponce de León, pasando el puente que cruza por encima de la Avenida Piñero. Hace un tiempo eran las oficinas de Celulares Telefónica y después el espacio lo ocupó el Departamento de la Familia. Es bastante amplio. El beneficio es que es céntrico y tiene un estacionamiento envidiable.

3. Uno de mis favoritos es el que queda frente a la Universidad Politécnica. Creo que era un hospital para personas con problemas mentales. Es una localidad en el mismo corazón de Hato Rey y tiene espacios muy variados, con múltiples niveles, que podrían servir para varios teatritos experimentales.

El reto está lanzado. Esos son locales que se han convertido en estorbos públicos. Nosotros podríamos rescatarlos y darle un nuevo uso. Se lo alquilamos al gobierno por un dólar al año y nosotros a cambio lo mantenemos como una obra de arte.

Si nos tratan de sacar, nos amarramos a lo Tito Kayac. ¿Qué les parece la idea?

Ahora que lo pienso, después de vacilar con la idea, me parecería sarcástico que todo fuese tan sencillo como ir a alguna dependencia gubernamental y perdir el espacio, así como lo hizo Rafael Rojas con lo que ahora es Coribantes y Fernando Allende con una antigua fábrica allá en Dorado.


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