04/10/2012

Tres en uno


Por Pedro Rodiz
Haré un resumen de las tres obras que faltan por reseñar. Ver tanto teatro resultó ser muy agotador.
La obra Donka, una carta a Chéjov, de Suiza fue un proyecto espectacular. Esta gente no tiene nada que envidiarle a Cirque du Soleil, bueno, quizás los millones, pero en términos de calidad artística, propuesta escénica, ingenio, están a la par. Proyecciones de sombras gigantescas, o sea, usaban todo el telón de boca para hacer proyecciones, era como si la sombra chinesca, la sombra del actor o del objeto, caminara sobre las aguas. Incluye danza, acrobacia, malabarismo, comedia, en fin, qué no hicieron. Usaron la vida de Chéjov como punto de partida y como hilo conductor de su trabajo. Eran pequeñas viñetas unidas por secuencias circenses. Excelente trabajo. De los mejores en sus género.
Leonce y Lena de Rumanía tenía una escenografía espectacular, unos vestuarios fabulosos pero… no me gustó… una obra aburridísima. Otro excelente ejemplo de que una gran escenografía no salva un texto.
Y por último Cocorico de Francia. Considerado teatro gestual y vodevil. Eran dos mimos, bueno, un mimo y un músico que también hacía de mimo. Fue un trabajo refrescante y divertido, que funcionaba a base de acciones, reacciones y gestos. Una combinación fabulosa y que me reí a carcajadas. Una excelente forma de terminar el Festival Iberoamericano de Bogotá.
En unos días, cuando descanse, daré mis impresiones generales del Festival.

04/09/2012

Rinoceronte

Por Pedro Rodiz

Tuve la oportunidad de ver una obra de teatro con títeres para adultos. Fue una versión de El rinoceronte de Ionesco. Eran tres titiriteros. La escenografía eran unas escaleras que juntas formaban unas estanterías. Los títeres salían de las cajas. Un proyecto muy interesante. Utilizaron las acotaciones o didascalias como parte de montaje. Así hacían una explicación de lo que el dramaturgo pedía para la escena y uno podía ver cómo ellos lo habían resuelto con elementos bien sencillos. Dividieron la obra como en cuadros. En cada cuadro utilizaban una técnica distinta, la primera, que me pareció que fue la mejor lograda, eran títeres muy pequeños y muchos que salían de diferentes lugares. Y según pasaba la obra, los títeres iban aumentando de tamaño.
La trama es muy simple, un día llega un rinoceronte a este pueblo y eso cambia todo. Poco a poco todos los habitantes se van transformando en rinocerontes, excepto uno.
Ellos quisieron representar toda la obra y eso hizo que el trabajo fuera largo. Me parece que hubiese funcionado mejor que le cortaran al texto. Uno desde el principio  sabía lo que iba a pasar; en ese texto hay demasiado diálogo. Y por tanto, en varias ocasiones, los títeres se ponían a hablar y no pasaba nada. Entiendo que eso es parte de lo que quería hacer Ionesco, pero en una representación de títeres, uno quiere ver cosas variadas, menos texto y más títeres.
Los titiriteros eran muy buenos. Tenían un gran entusiasmo. Manejaron muy bien los títeres y usaron una gran variedad de voces.  Y los cambios escenográficos fueron bien efectivos, sencillos y prácticos.

Corrida de toros

Por Pedro Rodiz

Vi por fin la propuesta de Jorge Alí Triana de Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez. Ya había escuchado de este director. María Cristina Fusté me había dicho que era muy bueno, que habían trabajado juntos en Nueva York con Repertorio Español y me parece que la versión que viajó a Puerto Rico recientemente fue dirigida por él, no sé si fue la misma versión, tengo que verificar.
De lo que trata esta adaptación no voy a comentar, si a estas alturas alguien no se ha leído esa novela, se le está haciendo tarde. Pero el montaje fue bien bueno. El concepto, muy bien pensado; era una plaza de toros. Una excelente metáfora, ya que todo el mundo sabe lo que tarde o temprano le hará el torero al toro, que por más vueltas que de, nunca podrá escapar de su destino; todos son espectadores de la matanza y nadie hace nada por evitarla, y hasta la disfrutan.
Todos los actores estaban en escena metidos detrás de las vallas protectoras. Salían a representar sus escenas  y volvían a ser “espectadores”. Las vallas se transformaban en mesas o en camas, o en lo que hiciera falta. Bien pensado. Una adaptación casi exacta de la novela, y que eso no es fácil de hacer. Y la  coreografía en la que los hermanos Vicarios –los toreros, por llamarlos de alguna forma- matan a Santiago Nasar, fue muy bien lograda. Me gustó mucho esta propuesta que realizó el director con una compañía del Perú.

04/07/2012

Lo viejo es lo nuevo

Por Pedro Rodiz
La obra Leonardo, trabajo práctico No. 1 de Argentina fue un proyecto bien interesante. Este grupo, La Arena Circo, realizó una investigación rigurosa sobre los trabajos de Leornado da Vinci. Lo que desencadenó fue una propuesta de danza-circo-teatro sumamente ingeniosa y divertida. Aquí no hay conflicto; lo que presentaron fue su interpretación sobre el trabajo de este genio de la humanidad. Incluyeron música renacentista pero con unos movimientos y juegos escénicos muy contemporáneos. Armaron una bicicleta, basados en los diseños de Leonardo. Utilizaron los estudios anatómicos como texto, como si fuera música, para justificar un sinnúmero de movimientos creativos. Hasta representaron un manual de cómo comportarse a la mesa. Y lo único que les faltó, que eso se los recomiendo es que cuando terminen, lo hagan con la imagen del cuadro de La última cena. Estos actores-bailarines estaban en su mejor momento. Se pudiera hacer un diseño anatómicos utilizando sus cuerpos como modelos. Hicieron una secuencia fabulosa basada en el diseño de El hombre de Vitruvio, que es el canon del cuerpo humano. Tres de ellos, con esta imagen proyectada sobre sus cuerpos, hicieron una secuencia de posibilidades. Sublime y hermoso. Y para cerrar, como si se tratara de un Ícaro, sacaron una máquina de volar. Precioso.
Este proyecto fue presentado en el Palacio de los Deportes, o sea, una cancha bajo techo. Pero la representación era tipo proscenio. Yo estaba en una silla sobre el tabloncillo y podía apreciarlo todo de frente, pero la gente que estaba sentada en las gradas, que era la mayoría, tuvo que apreciar el espectáculo de lado. Claro, trataron de minimizar el “daño” utilizando proyecciones sobre dos pantallas gigantes. Entiendo que ese no era el mejor lugar para esta representación.  Este trabajo ameritaba que se realizara en un teatro. Creo que el lugar elegido le restó méritos a la representación.

¿Dónde cantan los pájaros que cantan?

Por Pedro Rodiz

                                         Soñaba con morirse y se murió soñando.
                                                                                        -La Zaranda

En el 2007, mientras caminaba por uno de los pasillos de la Residencia Tiempo Libre en Cádiz, me encontré con Juan, unos de los integrantes originales del colectivo La Zaranda y si no me equivoco, es el hermano de Paco. Él hablaba con uno amigos y yo discretamente me acerqué a esa conversación a la que no me habían invitado. Y recuerdo que él empezó a recitar el poema Canción de invierno de Juan Ramón Jiménez:

Cantan. Cantan.
¿Dónde cantan los pájaros que cantan?
Ha llovido. Aún las ramas
están sin hojas nuevas. Cantan. Cantan
los pájaros. ¿En dónde cantan
los pájaros que cantan?
No tengo pájaros en jaulas.
No hay niños que los vendan. Cantan.
El valle está muy lejos. Nada...
Yo no sé dónde cantan
los pájaros -cantan, cantan-
los pájaros que cantan.

Fue muy emotivo escucharlo. Y nuevamente tuve la fortuna de volver a presenciar otro proyecto de la Zaranda acá en Bogotá. El mismo lo titularon: Nadie lo quiere creer: la patria de los espectros. Los remito al artículo que escribí, el 26 de octubre de 2007  titulado: “La Zaranda: Insuperables”. Y lo siguen siendo. Ver un proyecto de la Zaranda es como si de pronto uno pudiera dar un salto en el tiempo y entrar discretamente al cuarto privado de Francisco Goya, en su casa la Quinta del Sordo y observar detenidamente como pintaba sus cuadros Dos viejos, o Dos viejos comiendo. Es una experiencia artística tan rica, tan completa, que uno siente que estos hombres –Gaspar Campuzano, Francisco Sánchez y Enrique Bustos- han hecho teatro por siglos y que uno los ha ido acompañando durante todo ese tiempo.
Es la sencillez con que abordan un trabajo, la forma de matizarlo, sus movimientos en círculos, la profundidad de sus textos, el cómo construyen una historia. Son simplemente fabulosos.
Comparto unas notas del programa de mano, que me parecen muy pertinentes e interesantes:
“Francisco Sánchez, más conocido como Paco de la Zaranda, es un personaje en todo el sentido de la palabra: enigmático, punzante, profundo, dicharachero y poco amigo de las formalidades. Dice que firma como director porque alguien tiene que hacerlo por temas burocráticos, pero considera que esta compañía sus integrantes llevan tanto tiempo trabajando juntos, que la dirección podría asumirse colectivamente. A los catorce años supo que el teatro era lo suyo, por lo cual a los diecinueve viajó de Jerez  a Madrid a buscar trabajo como actor. En las distintas compañías en las que se presentó le dijeron que no servía para tal oficio, razón por la cual regresó a la capital y, a los veinticinco años montó junto con sus amigos el grupo La Zaranda. Desde entonces, su historia y la de la compañía son una sola y han cimentado una trayectoria de gran solidez. Hoy por hoy, el grupo ha sido reconocido internacionalmente como uno de los más sólidos e importantes del mundo teatral español.”
Si un día de estos va por el mundo y ve en cartelera a La Zaranda, compre el boleto. Usted será participe de una de las experiencias teatrales más completas y enriquecedoras por las que puede pasar un espectador. Ya he visto tres de sus trabajos y cómo desearía haberlas visto todas.


04/06/2012

Lluvia constante


Por Pedro Rodiz
La obra Lluvia constante es una adaptación de la pieza escrita por el estadounidense Keith Huff (“A Steady Rain”) que se presentó en el 2009 en Broadway y que fuera interpretada por Hugh Jackman y Daniel Craig.
Esta versión argentina es simplemente fabulosa. Una escenografía que impresiona y que debieron traerla desde allá, lo digo por la cantidad de detalles que tenía y que era imposible que se construyera ahí ya que humanamente no era posible construirla acá con el poco tiempo que tenían para el montaje. Era una especie de taller o garaje que incluía todos los detalles. Tuvieron que sacar todo lo del escenario –telones, patas, ciclorama- para poder meter esa escenografía que ocupaba todo el escenario incluyendo sus hombros.  Hasta un automóvil tenían que no funcionaba pero lo tenían en una especie de carro  o de un gato hidráulico con rueda y lo movían según la escena lo ameritaba. Caía la lluvia, y parecía que llovía de verdad, con su caída intermitente. La lluvia es una especie de metáfora en la obra, es lo que nosotros conocemos como “llueve y no escampa” para sugerir que es un problema tras otro. Y así es esta obra, una situación que desemboca en otra hasta que los personajes, sus familias, sus carreras y sus vidas son empujadas hasta extremo.  
Entran estos dos personajes, -interpretados por Rodrigo De la Serna y Joaquín Furriel-, dos policías jóvenes, que son amigos de la infancia, a contar directamente al público lo que les sucedió y de cómo eso cambió sus vidas. Ellos se intercambiaban para contar la historia, de pronto interactuaban como si la trama pasara al momento. Un accidente acontecido a uno de los personajes, desencadena toda una secuencia de sucesos en el que ambos se ven involucrados al punto que sus vidas cambiaron para siempre.
Estos dos excelentes actores estuvieron en escena hablando por  una hora y cuarenta minutos sin intermedio, con una intensidad violenta, con una proyección y una articulación envidiable, una credibilidad y naturalidad pasmosa, una caracterización bien lograda, con un ritmo bárbaro y en ningún momento dejaron caer la obra. Era como estar en una montaña rusa. De las mejores actuaciones en teatro que he visto en mi vida. Un trabajo memorable. Todo, es que todo estuvo en su punto: las luces, el sonido, la escenografía, las actuaciones, la dirección, el texto, todo.
Bravo, se ganaron un aplauso de pie, fuerte, largo y sonoro.


El teatro se aprecia de cerca

Por Pedro Rodiz

32 calle Vandenbranden es una obra tipo danza teatro mezclada con teatro físico de Bélgica. Se presentó en el Auditorio León de Griff que es el teatro de la Universidad Nacional de Bogotá. Me senté bien arriba, fue el boleto que encontré. Ese auditorio casi dos veces de grande que el Teatro de la Universidad de Puerto Rico. Casi todos los teatros de acá son bien grandes, claro, para la población que tienen, pues, es necesario tanto espacio. Pero una de las reflexiones que hice cuando vi este trabajo desde la lejanía en que me senté, es que para apreciar verdaderamente una obra de teatro, uno tiene que sentarse cerca para estar compenetrado, sino uno se desconecta inmediatamente. Y eso fue lo que me pasó con este proyecto coreográfico, que nunca pude conectar, no por la propuesta, sino por la distancia.
No voy a inventar una sinopsis que ya existe. Así que la transcribiré y luego daré mis impresiones.
“La historia comienza en un paisaje accidentado, frío, surcados por los vientos en el que se asoman dos casas móviles desvencijadas, una mujer embarazada oye el llanto de un bebé en la nieve, dos forasteros llegan a una pequeña comunidad que parece tener sus propias reglas sociales a la que el espectador asiste como voyeur de la intimidad de sus seis habitantes, testigo de sus vidas en un entorno inhóspito y hostil que determina el comportamiento y las decisiones finales. Se observa la cotidianidad en la que se descubren deseos, miedos, secretos y sobre todo, soledad.”
Fue un trabajo extraño, era una obra tipo suspenso, en la que uno no sabía que iba a pasar. Un poco de expresionismo mezclado con absurdo. Los actores-bailarines, son unos bravos de verdad.  De pronto aparecían y desaparecían los actores de escena, quedaban pegados a la casas, o daban la sensación de que casi podía levitar, creaban unas secuencias de terror, como si una entidad sobrenatural invadiera sus casas.  Crearon una atmósfera con las luces y la escenografía que parecía como si de verdad ese pueblito existiera. Como si uno viese una película. Nunca quedó claro por qué estaban ahí, ni por qué llegan dos extranjeros japoneses ni porque no se iban de ese sitio. Es como si una fuerza mayor que ellos los atrajera y los mantuvieran unidos.
El público que asistió, en su mayoría universitarios, aplaudieron a rabiar. A mí me pareció sumamente interesante la propuesta aunque por momentos encontré que el ritmo utilizado era muy lento para mi gusto particular.

04/04/2012

Comedia muda

Por Pedro Rodiz

Lo interesante de la obra Cuando estaba muerto es que es basada en una película que fue filmada en 1916 y que estaba desaparecida. En el 1994 una copia fue encontrada en Eslovenia;  la había abandonado el ejército austro húngaro durante la primera guerra mundial. Era común que los ejércitos llevaran consigo películas, proyectores y telones para distraer a las tropas.
Esta compañía hace una representación basada en la película y la presentación era como si se estuviera haciendo cine mudo. Es una historia muy simple y divertida. Todos los personajes son interpretados por hombres, incluso el de las mujeres.  Un hombre está enamorado de su esposa, pero la suegra no lo acepta. Un día se va a jugar ajedrez y llega muy tarde a la casa. Y la suegra convence a su hija de que lo bote de la casa ya  llegó tarde por estar con otra. El marido se va de la casa y le deja una nota sugiriendo que se va a suicidar. La esposa queda desconsolada y la suegra decide ir a un sitio para que le consigan otro marido para su desconsolada hija. Se hace el pacto y el pretendiente acordado debe ir a la casa para que conozca a la futura esposa. El marido “muerto” ve en un anuncio de periódico que están buscando un sirviente. Así que él se pone una peluca y va a su propia casa a buscar el trabajo. Y todo el enredo que ahí se crea cuando llega el pretendiente y él entorpece el cortejo. Y al final, logra sacar a la suegra y quedarse con su esposa.

Un proyecto muy divertido, utiliza todos los recursos que existen para hacer reír, pelucas que se caen, cajas de dientes, comida que se tira, golpes, caídas, gestos y expresiones grandes y grotescas etc. Fue muy refrescante este proyecto que lo que intentaba hacer era una recreación de la película.
Incluyeron un pianista que estuvo tocando toda la obra y hacía todos los sonidos. Bien chévere. A parte que, ¿cuántas oportunidades tiene uno en la vida de ver una comedia de Eslovenia? Me la disfruté.

04/03/2012

Muñeca


Por Pedro Rodiz
Presencié la obra Lo que pasó cuando Nora dejó a su marido, que vendría siendo algo así como la continuación de la obra Casa de muñecas de Ibsen. La escenografía impresionante. Un cubículo de metal en el fondo centro que salía un formaba una oficina, unas columnas de metal que se perdían en el techo del escenario, y  que de esas columnas eran las puertas que sugerían entradas y salidas. La obra está basada en un texto de Elfriede Jelinek, que ganó el premio Nobel en el 2004. Al parecer, sus textos gustan o no gustan. Yo no sé cómo es su texto en el original, si se tomó todo o una parte, pero a mí no me gustó la puesta en escena. Me pareció un texto condescendiente con las mujeres. La Nora, que termina yéndose de la casa y abandonando a su marido, termina sumisa en otro matrimonio, un tipo muy rico que termina ofreciéndola a otros tipos para poder mantener su estatus social. Es más, todas las mujeres en esta puesta están sometidas. Se podría justificar que la trama se desarrolla en los años 30 pero creo que ni eso es una buena justificación. Nora termina teniendo relaciones con su ex marido, -que por cierto resulta ser que le gustaba el sexo fuerte, con látigos y cuero incluido, lo que hace cuestionarnos si eso también lo exploraba en su matrimonio o si ese gusto le surgió después- porque él iba a vender una tierras donde aparentemente iba a pasar un tren, pero todo era mentira. Engaño tras engaño. Ella termina siendo una muñeca como quiera.
Esta obra no provocó nada, excepto un bostezo y son de esos proyectos que le gustan a ciertos sectores de la sociedad de cualquier país porque no son “peligrosos”, no ayudan a cambiar la mentalidad  del estatus quo. Suelen ser espectáculos entretenidos pero que no proponen nada nuevo, aparte de la escenografía que era espectacular. Incluía música, baile y canto. Todo bien puesto. Claro, siempre es interesante como se juega con la intertextualidad, cuando se hacen aluciones al texto de Ibsen.
Esta obra es un excelente ejemplo de cómo una extraordinaria escenografía no es suficiente para salva a un texto.

04/02/2012

La insurrección de las hormigas

Por Pedro Rodiz

-¿Y qué vamos a comer cuando tengamos hambre?

-Pues comeremos hormigas…

José Antonio Galán

Uno tiene pocas oportunidades en la vida de pasar por una catarsis cuando ve una obra de teatro. Uno puede gustarle mucho un proyecto, pero que ese proyecto te toque y te cambie, casi nunca. Y ayer pasé por una de esas experiencias. El  proyecto lo fue La insurrección de las hormigas de Teatro Tierra y Ensamblaje Teatro de Colombia. Participaron 30 actores y 6 músicos en escena. Se mostraba la historia de José Antonio Galán, prócer de la independencia de Colombia, que fuera capturado, muerto y descuartizado por España. Las partes del cuerpo fueron regadas en los distritos donde se desarrolló la insurrección como señal de castigo para desalentar a los que quisieran rebelarse.
“Más de 200 años después, este proyecto escénico retoma su historia y plantea la idea del cuerpo desmembrado de Galán como una metáfora de un país fragmentado por la violencia y que requiere con urgencia volver a unir las partes de este cuerpo, en busca del bálsamo de la reconciliación. Así nace la Insurrección de las hormigas, sinfonía de un cuerpo que vuelve.” (Tomado de las notas del programa.)

La escenografía era una gran plataforma, de unos nueve o diez pies de altura. Hueca, tipo techo y piso a la vez. Y arriba  unas tablas que sujetaban tres sogas tipo horca. Un camino horizontal de arena sobre el escenario. Los músicos estaban en el costado izquierdo tomando como referencia al actor.

No podía dejar de mirar. Desde que empezó hasta que concluyó, no había forma de dejar de admirar el trabajo. Todo estaba en una armonía casi perfecta. Todos los signos teatrales estaban en función de esta obra de arte. La obra duró una hora con cuarenta y cinco. Yo sentí que duró quince minutos.

Cuando empieza la obra todos los personajes están maquillados como si estuvieran muertos, llenos de tierra y polvo. Estaban en una especie de purgatorio. Antonia, la compañera de  Galán estaba en busca de las partes del cuerpo desmembrado. Todos los personajes del coro o del pueblo, TODOS estaban compenetrados con la trama. Cada uno tenía una acción y un rol en específico, no se movían por moverse, todos tenían un propósito, todos eran alguien en escena.  Todo aquél que ha dirigido sabe que lo más difícil es mover a un coro y que se vea real, genuino, fluido. Es la mejor dirección escénica que he visto y mira que he visto muchas y muy buenas. Cuidaron hasta el más mínimo detalle, hasta el más mínimo movimiento. Todo el crédito y todas mis felicitaciones para Misael Torres, Juan Carlos Moyano y Carlos Latorre. ¡Bravo!

Empezaba una coreografía, que era composición tras composición, pero no estáticos o como si fueran bailarines, sino como si fuera un pueblo que trata de liberarse de la opresión. Qué maravilla, daban ganas de subirse al escenario y ser parte de la revuelta.

En un momento dado tiran un papel hacia el público y  llegó hasta mis pies. Lo doblé y lo guardé como si fuera un relicario, porque ese papel representa lo que es la excelencia escénica. Lo enmarcaré y cuando “lo malo me turbe y me nuble el corazón” lo miraré para reencontrarme y reenfocarme con lo que verdaderamente importa: hacer arte.

Fue un trabajo limpio, bien cuidado, con un gusto y una estética envidiable, conceptualmente a la altura de cualquier gran producción del mundo. Un aplauso fuerte, sonoro y de pie. ¡Bravo, bravo!

Complejo de Edipo

Por Pedro Rodiz

Hago un paréntesis de las reseñas de lo que estoy viendo por acá en Bogotá para presentar unas notas sobre mi obra más representada. Aún me faltan por reseñar cinco obras que ya vi y dos más que veré hoy. Poco a poco.
La obra Complejo de Edipo nació de una clase de Humanidades que daba. Me maté explicándole a las estudiantes todo sobre el teatro griego: las fiestas del Ditirambo, las partes del teatro, la estructura dramática, unidad de tiempo, lugar y acción, lo que sucedió antes de que  Edipo naciera, lo que le ocurrió durante su vida como rey y lo que ocurrió después. Presenté vídeos, di conferencias, hice una lectura dramatizada de la obra Edipo Rey y expliqué todo hasta el cansancio. Un bótate de varias clases. ¿Y saben qué? Que las estudiantes se colgaron en el examen. Me di esta clase de encabronada con ellas que les dije: “Estoy tan molesto con  que me arranaría los ojos delante de ustedes para no ver el horror que me producen estos exámenes.” En ese instante me detuve, me congelé, con lo que acababa decir, porque me pareció una idea genial que un profesor de humanidades estuviera obsesionado con Edipo Rey. Pensé varios días en esto e hice algo que nunca había hecho. Tenía una idea clara de lo que quería hacer, pero no quería escribirlo. Así que un día, llevé una grabadora y decidí probar el material como si fuera un “stand up comedy”. Y así lo hice. Un palo. Las chicas  estaban meándose de la risa. Y así mismo como lo presenté y  lo grabé así mismo lo transcribí. Así nació esta obra.
La primera vez que la monté, lo hice bajo uno de los Festivales de teatro del ICP. Se estrenó en el Corralón de San José en el Viejo San Juan. La actuó un amigo mío,  Maury. Y él es el tipo más gracioso que conozco. Pero tiene problemas de memoria –igual que yo-  y esta obra en particular, las reflexiones existenciales que hace el personaje, son mis reflexiones personales. Por eso, para que funcione, se tiene que decir tal y como está escrito. Así que cada vez que Maury se le olvidaba una jodiá línea, yo salía del  Corralón encabrona’o y frustrado. Él no lo hacía de maldad, era que se le cruzaban los párrafos en la mente, pero luego los retoma. Y yo me iba caminando  hasta el Teatro Tapia y volvía a Corralón. Y si volvía a equivocarse, volvía irme.
Para la segunda vez que la monté, busqué a otro actor porque quería ver cómo evolucionaba. Pero el actor me dejó arrolla’o cerca de dos semanas para subir a escena. Uno usualmente ensaya mes o mes y medio. Menos de eso, es tirar la obra a mondongo. Pues, desesperado, llamo de nuevo a Maury, y la memoria la tenía igual de mala y con el agravante de que tenía menos tiempo para que procesara toda la información. Y en uno de los ensayos, faltando una semana para estrenar y yo estaba empezando a frustrarme por el desastre que se avecinaba, Maury me dice: “Oye, esta obra deberías actuarla tú algún día, si total, tú la escribiste como si la fueras a hacer”. Yo lo miré, lo pensé y le dije: “¿Sabes qué? lo voy a hacer. Yo lo actúo y tú me diriges”. No sabía en qué me metía ya que yo también tengo problemas de memoria pero como la escribí, usé varios trucos para fijar las líneas.   Las funciones fueron en el teatrito aquél que tenía Deborah Hunt en Río Piedras: el Teatro Yerba Bruja.
Y la vez que se presentaba Complejo de Edipo, tenía  en cartelera otra obra en  el Francisco Arriví. Así que tenía dividido a mi equipo de trabajo. Entonces, para evitar cualquier tropiezo, puse a Maury como si fuera mi asistente de Cátedra, por si se me olvidaba alguna línea. Él, que tenía el libreto en la mano, podría intervenir y salvarme el culo en escena. El asunto fue que empezando la obra me quedé en blanco, y él trató de ayudarme pero estaba tranca’o, poco a poco fui sacando líneas mientras pensaba: “si llego hasta tal parte, lo termino”. O simplemente hacía como hizo una actriz famosa aquí  una vez que se quedó en blanco: se desmayó en escena.  
El asunto fue que a tropiezos logré terminar la función. Pero con una furia tremenda y una vergüenza conmigo mismo que no me dejó dormir esa noche. Así que al otro día, en una de las clases y le presenté la obra a uno de mis  grupos para botar el golpe. Y según fueron reaccionando favorablemente fui cogiendo confianza. Y la función de esa noche fue estupenda y siguió mejorando. Solo fueron cuatro funciones.
La tercera vez se montó en una barra en el Viejo San Juan: El escenario. Esto quedaba al lado del restaurante Barú. Ese espacio ya está cerrado, lamentablemente. Esta vez busqué a otro actor: Ricardo Álvarez. Pero mantuve a Maury como asistente de cátedra porque  la combinación funcionaba perfectamente. En ese lugar estuvimos por par de meses, todos los jueves.
Esa es más o menos la historia de la creación y montaje de este proyecto. Y en esta cuarta ocasión se presentará en  Abracadabra, este jueves santo, bendito sea. Esta vez, la actúa Ricardo Álvarez solamente. Ensayamos antes de venir para Bogotá, y se arreglaron unas cosas, se le añadieron otras y se editaron algunas. Esta será la primera vez que se presenta en la que ni Maury ni yo estaremos presente. Mis mejores deseos. Si no han tenido la oportunidad de verla, aprovecha y asiste a esta función que será a las nueve de la noche.

04/01/2012

Ceguera

Por Pedro Rodiz

Hace como cinco o seis años le dije a mi amiga Ingrid Baldera que teníamos que hacer una versión para teatro de Ensayo sobre la ceguera de José Saramago. Esto cuando él aún estaba vivo; que debíamos involucrar a la Universidad de Puerto Rico y traerlo. Que esa idea sería un palo, que ya tenía claro el concepto de cómo hacerla. Pero todo quedó en nada, pasó el tiempo, me interesé por otras cosas, se murió Saramago y de pronto llego aquí y me encuentro con la sorpresa que ya en Polonia habían hecho una versión de lo que yo quería hacer acá. Se titula, muy correctamente, Los ciegos.
Compré el boleto y asistí a la misma. Se presentó en el Palacio de los Deportes, sí, en una cancha de baloncesto. Y como no vi por ningún lado pantallas pensé. “Si hablan en polaco, ¿cómo el público lo va a entender? Me imagino que no hablaran.”

Efectivamente, no hablaron. Era un espectáculo de teatro en la calle. Los actores ya estaban sentados en diferentes puntos de la cancha mezclándose con el público.
Para los que no han leído Ensayo sobre la ceguera –deben leerla, es una lectura obligada- en síntesis trata sobre este hombre que mientras espera que cambie la luz del semáforo, se queda ciego. No hay explicación para esto. Poco a poco la gente de la ciudad va perdiendo la vista. El gobierno, que no sabe qué hacer, los encierra en una especie de refugio. Pero de pronto sobreviene el caos. Salen a relucir las más bajas pasiones, un grupo se encarga de racionar la comida y para que los otros puedan comer tienen que dar a las mujeres. Así se convierte en un infierno para ellas. La esposa del primero que queda ciego es la única a la que no la afecta esta “enfermedad”. Y ella es la que ve con horror la animalización y cosificación de las personas. Ella es la única que puede ayudar pero nadie se puede enterar de que ve porque su vida correría peligro. Al final, la comida deja de llegar, los militares desaparecen, ellos escapan del refugio ayudándose mutuamente y  se van a la calle. Poco a poco recuperan la vista y la que ve, la pierde. Claro, esta sinopsis no le hace justicia a la genialidad de la obra, esto no sustituye la lectura. Ni siquiera la película.

Explicado eso, puedo describir lo que vi, sin tener esa información previa, uno puede perderse en la trama ya que todas los actores, como es natural para presentar el caos, se están moviendo todo el tiempo, todos a la misma vez, haciendo cosas distintas.  La protagonista, la vistieron de rojo. Esa era la forma de realzarla. Pero ante tanto caos, si uno no sabe que ella ve, se pierde de lo más importante del trabajo. Ellos hicieron un trabajo monumental, y todo lo hicieron con camas de metal. Las unían, hacían carritos, barricadas, baños, etc. Las movían de lado a lado, formando distintos espacios. Todo era caótico, tal como lo pide el texto. Casi al final  meten a las mujeres en una caseta de acrílico transparente y allí se da la violación en masa. Visualmente hermoso y a la misma vez horroroso. Fue una experiencia bien interesante. Un proyecto que demanda mucha energía de los actores y de las actrices todo el tiempo, y también requiere de mucha intensidad. Fue un trabajo bien logrado, a pesar de que la trama fue un poco apresurada para mi gusto. Pero tenía que hacerse así, no había otra. Excelente trabajo.
Pienso que si consiguiéramos el texto correcto, sería viable hacer algo así en Puerto Rico. Con un escenógrafo como Checo Cuevas, con un coreógrafo como Iván Olmo, yo me tiraría a montar un espectáculo así y llevarlo de cancha en cancha. Son setenta y dos pueblos y cada uno tiene una cancha. Sería un espectáculo que literalmente podría impactar a toda la isla. Claro, con la boca es un mamey.

Indio wanabi

Por Pedro Rodiz
Tan pronto vi el letrero, supe que tenía que entrar. Ese asunto de que te lean las cartas, siempre me ha parecido muy teatral. Desde el decorado hasta el performance del médium, en el que uno es espectador y actor a la misma vez. Y qué mejor que aprovechar este viaje para tentar al azar.

Entré. Todo limpio. No había nada que ayudara a la conexión espiritual. Primer indicador de que “una de estas cosas no es como las otras…” Ya estaba allí, debía pasar por la experiencia completa. Esperé en una salita con una alfombra del pelaje de vaca. Sale un individuo con un tocado de indio estadounidense, de esos que salían en las películas gringas. Me dice que todo lo que “vea” me lo va a decir, lo bueno y lo malo, que no me va a ocultar nada. Con una lupa me empezó a “mirar por dentro”

-Tú aura está oscura, tienes algo negro. Alguien te desea el mal y te está estancando.

Luego procedió a leerme la mano.

-Tendrás una vida larga. Aquí veo una sangre. Alguien de tu familia, ascendente o descendente va a morir. ¿Tienes a alguien enfermo?

-No, todo el mundo está bien.

-Pues aquí lo dice. Tienes que estar pendiente. Aquí dice que una persona, te quiere hacer mal. Es gordita, bajita, oscurita, con el pelo rizo. Por delante te trata bien pero por la espalda te desea mucho mal. ¿Sabes quién es?

-No, ni idea.

Sigue con la lectura de la mano.

-Eres una persona buena, de buen corazón, que te preocupas por los demás. No has progresado económicamente por estar pendiente a los otros. Que das pero que los otros no te responden igual. Pero que eso va a acabar. Vienen tres oportunidades buenas para prosperar. Nuevos proyectos. Tienes que saberlos aprovechar porque te dejarán buenas ganancias económicas.

-¿En serio?

-Sí. Y no has tenido éxito en el amor. Tuviste problemas con una persona y eso hizo que te estancaras.

-Yo no tengo problemas con eso. Ya todo está sanado.

-Como quiera, aunque ya físicamente lo hayas superado, eso te sigue estancando. Eso está ahí, rondando

-¿Esa es la misma persona que me desea el mal?- pregunté mientras le miraba sus uñas bien arregladas y con esmalte transparente.

-No, es otra.

Miró la otra mano.

-Vas a conocer a la que va a ser el amor de tu vida. Viene por ahí, las otras experiencias que has vivido, te han preparado para lo que viene. Vas a ser muy feliz con esa persona. También, tienes unos leves dolores de espalda, no estás durmiendo bien…

-Es cierto, no estoy durmiendo bien. Quiero que me tire las cartas.

Sacó el paquete.

-Barajealas, que es tu suerte. ¿Qué quieres saber?

-Pues no sé. ¿Qué es lo que se pregunta?

-Puedes preguntar sobre el amor, el trabajo, la salud…

-Pues sobre el trabajo.

Y repitió lo mismo sobre las oportunidades. Que vienen proyectos nuevos…

-Ahora sobre la salud…

Vuelve a sacar a relucir lo de que me desean mal y sobre que hay alguien cercano que va a morir.

-¿Y sobre el amor?

-Déjame decirte la verdad. Veo a un hombre y a una mujer.

-¿Cómo que a un hombre?

-Sí, mira.

-Si un hombre se me acerca no tiene ninguna probabilidad, esa no es mi preferencia.

-Esa persona que va a llegar, te va a hacer muy feliz.

-¿Sí?, ¿y cuándo va a llegar?

-En cuatro meses. No tienes que esforzarte, va a llegar sola. Puede ser hoy mismo, dentro de dos semanas, pero en cuatro meses va a estar. ¿Qué más quieres saber?

-Quiero saber si tengo a alguien que me cuida espiritualmente.

-No, no tienes a nadie. De la misma manera que existe la magia blanca, existe la negra y tú estás en un punto intermedio, te puede afectar una u otra. Tienes que tener cuidado. ¿Qué otra cosa quieres saber?

-Pues no sé… pues nada en particular, que salga algo al azar.

Y me salió la carta de la fortuna.

-Qué interesante. Estás de suerte. Te vas a pegar en algún juego como el de la lotería. Pero no en tu país, sino aquí.

Previamente le había indicado que era de otro país, no fue que lo adivinó.

-¿En serio?

-Tienes que jugar. No es una cantidad grande pero te vas a pegar.

-Pero es que yo no juego nada.

-La suerte no es con los juegos de cartas o de ese tipo. Son con la lotería. Sí quieres podemos preguntar los número.

-¿Y a quién le vamos a preguntar?

-Pues algún ser querido tuyo, un papá, una mamá, alguien que del más allá que te quiera mucho. Son treinta por cada una de las tres velas que prendamos. Y te da los números exactos.

-No, no me interesa. Si estoy de suerte, los números se darán solitos.

-Tienes que estar pendiente.

Y así terminó mi consulta. De pronto me dio por mirar en la calle a ver si conseguía algún billete de la lotería… por si acaso…

Brecht vive

Por Pedro Rodiz

“El teatro es el triunfo sobre la muerte”

-Matacandelas



Hace tiempo que quería ver una obra del grupo Matacandelas. Siempre me ha parecido interesante la forma en que preparan un proyecto, que no es una técnica exclusiva de ellos, pero es cómo le imprimen su sello personal.  Ellos trabajan de la siguiente manera, (información es sacada de su programa de mano) Eligen un tema, recopilan información, materiales escritos, visuales, sonoros, fuentes, testimonios, espacios, referentes. Hacen lecturas individuales y colectivas del material recolectado. De ahí seleccionan el material que sea de interés para el colectivo. Preparan y exploran posibles escenas, y pasan por un extenso periodo de exploración en el espacio. Entonces trabajan sobre la estructura –dramaturgia y trabajo colectivo- y por último, después de meses de preparación: la puesta en escena.

Su director artístico Cristóbal Peláez plantea que: “No todo lo que pueda interesar a un equipo teatral puede interesar necesariamente a un público y viceversa. Ambas partes pueden estar equivocadas y a menudo lo están en común acuerdo.”

Las danzas privadas, el trabajo que presencié,  es basado en un pequeño manual coreográfico de Jorge Holguín Uribe (1953-1989) Fue matemático, actor, mimo, bailarín, coreógrafo, escritor, fotógrafo, pintor, y dibujante de cómic.

Cuando entré al teatro, un hombre calvo, semidesnudo estaba sentado frente al escenario. No miraba al público. Cambiaba de posición, como si no tuviera voluntad. Cuando comienza la obra, el espíritu de Jorge se encarna en el cuerpo del actor y toma vida. Y comienza a contar sobre las cosas que hará.

No había escenografía. Es un espacio vacío, solo unos instrumentos estaba predispuestos en uno de los costados del escenario. Toda la presentación, 22 momentos que reviven parte del mundo de Jorge. Los actores hacen de todo. Este trabajo está compuesto por baile, música, actuación. Pero el trabajo se siente como la presentación de un manual. Es más bien una ilustración fragmentada de la vida de Jorge.

Estaba bien montada, bien actuada, bien movida, bien cantada, y bien pensada. Los actores y actrices utilizaron todo el escenario. Mucho juego escénico, todos los recursos a su disposición  para presentar la reencarnación, el desarrollo de la vida, lo atroz de su enfermedad, su muerte y su regreso a la otra vida abandonando el cuerpo del actor. Ese juego brechtiano, en el que uno se interesa y se desinteresa, -perdiendo la conexión emocional- el que se abandona el yo para entrar en el otro o en aquel. No sé si esa era la intención, la de no conectar, porque yo no conecté emocionalmente, es decir, no me provocó ni empatía ni rechazo por el personaje.  Pienso que después de tanta investigación, de pasar por un proceso tan arduo, lo ideal sería que el público conectara emocionalmente con la vida de Jorge. Claro, el que yo no haya conectado emocionalmente, no le resta méritos a la propuesta artística de este grupo.

Brecht no ha muerto, sigue encarnado en nuestros tiempos. Sigue la narración, lo fragmentado. Me fui de ese magnífico teatro con una gran satisfacción de haber presenciado un gran trabajo.

Al otro día, visité una librería y conseguí una publicación de otro de sus proyectos: Juegos nocturnos 2Velada patafísica. Por supuesto que lo compré. Va a ser parte de mi colección personal.

Ellos contaron, dentro de su trabajo, una leyenda de San Jorge, que reproduzco tal y como la publicaron en su programa ya que tiene muchas similitudes con el Prometeo de la Mitología griega.

“Una vez fui decapitado, la segunda fui cortado en pedazos, en la siguiente hube de beber plomo derretido y mis intestinos fueron echados a los perros mientras yo colgaba de una cruz al rojo vivo.  Cada vez un ángel venía a devolverme la vida, meticulosamente rescataba cada una de mis partes y reconstruía mi cuerpo. Igualmente me daba ánimo para no flaquear ante los torturadores romanos. A mi cuarta muerte no vino el ángel… ya era mi tiempo.”



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