04/23/2007

Un actor con estilo
Entrevista a Ricardo Álvarez


Por Pedro Rodiz

Ricardo Álvarez es el actor principal de la obra El chicle de Britney Spears. Cuando entró en el proyecto, le tomó cariño, lo acogió como suyo y ayudó a limpiar el texto. Por ser tan meticuloso es que descubrió las fallas de la pieza y juntos lo limpiamos hasta transformarlo en una gran obra.

¿Cuántos años llevas de carrera?

Llevo 20 años de carrera, empecé en el año 87. Y en todo ese tiempo nunca había hecho un monólogo. Es la primera vez que lo voy a hacer con El chicle de Britney Spears. Siempre había tenido la inquietud de escribir un monólogo o un “stand up comedy”, pero creo que eso es un arte. Que yo no me siento preparado para escribirlo aún. Me encanta escribir comedias, pero eso de una sola persona hablando, hasta ahora, no me he atrevido. Y por eso mismo es que no lo he hecho. Es la primera vez que me invitan a actuar un monólogo, lo cual para mí es genial. Es un reto por el público. Un público que sale de su casa, va a ese teatro y paga por que lo entretengan y que tú seas el único responsable porque el señor director está detrás de las cortinas.

¿Cuál es el recuerdo más distante que tienes del teatro o de alguna obra de teatro?

Recuerdo mi primera obra a nivel profesional. En esa una obra que yo tenía que dar un beso, y todos los actores estaban a nivel universitario y yo era el único de doce años. Yo tenía que besarme con aquella chica. Y para mí, fue extraño hacer ese acercamiento. Ahí aprendí lo de los espacios, el espacio más íntimo, - que es justo encima de uno-; el espacio con otra persona, que es un espacio un poco más amplio… Ahí también aprendí una de las cosas más importantes del teatro es la puntualidad.
Si vamos un poquito atrás, en “Kinder Garden” participé en Blanca nieves y los siete enanitos. Ahí hice Tontín.

¿Cuándo fue que realizaste que ibas a estudiar teatro?

Siempre lo supe. Siempre estuve claro. Nunca pensé en qué voy a estudiar, o en qué voy a hacer de grande. Fue algo orgánico.

¿En qué trabajas actualmente? ¿Vives del teatro?

Siempre he vivido del teatro, a excepción de algunos cuatro años, que además de actuar, trabajaba de “bartender”. El trabajar en la primera barra, me encantó. Ahí estuve como tres años. Cuando pasé a la segunda barra, porque la anterior la cerraron, duré como tres meses: renuncié. Luego pasé a otra y también me fui. Entonces me di cuenta de que a mí no me gustaba ser “bartender”. Lo que pasó fue me gustaba trabajar en aquella primera barra porque todos se conocían… allí todos éramos amigos. El año pasado, en que la cosa se puso mala por el cierre del Gobierno, hubo cuatro meses en la que fui a una barra en donde estaban aquellos mismos “bartender” de aquella época. Y los trabajé contento. Aparte de eso, pues siempre he trabajado como actor, o como director, o como escenógrafo o escribiendo. Todo dentro del mundo del teatro. Actualmente estoy en Exprésate, en el Canal 6, de lunes a viernes a las 5 p.m. y la repetición a las 10:30 p.m. También estoy aquí ensayando El chicle de Britney Spears. Estoy escribiendo mi nueva obra que estrena en verano: Judas Superstars. Además, estoy grabando Las dos caras de Jano, la secuela de Desamores.

Sí no estuvieses involucrado en alguna actividad teatral, ¿qué serías o qué harías?

Sería inventor de juguetes. Mi mamá, hace un año o dos, encontró una libreta, que se le volvió a perder. Pero tenía escrita la asignación clásica de: “¿qué tú vas a hacer cuando seas grande?” Yo puse: actor e inventor de juguetes. Llevo seis años trabajando un juego de mesa, y si Dios quieres, este es el año que sale a la venta. Es que es muy complicado sacar un invento y poder sacarlo a la venta, las patentes, entre otras diez mil cosas y negociaciones. Pero estoy ahí, cumpliendo el segundo sueño, el que pensé hace 25 años atrás. El juguete es un juego de mesa de lucha libre.

¿Tienes alguna anécdota relacionada al teatro que te haya impactado, positiva o negativamente, que quieras compartir?

Puedo decir que el teatro, literalmente, salvó mi vida. Dos semanas antes del 11 de septiembre, en el apartamento que yo vivía, ocurrió una desgracia. Yo tenía acostumbrado a dormir una siesta entre siete y diez de la noche. Después, me levantaba y me iba a “janguear”. Por el día trabajaba, y por las tardes-noche, cogía esa siesta de lunes a viernes. Pero los jueves no lo hacía porque tenía función de Joven aún, joven aún, una catarsis ochentosa. Que fue la primera obra que escribí junto a Norman Santiago. Ese día, me fui a hacer la función y se quemó el edificio donde murieron cuatro de mis vecinos. Yo perdí todo, incluyendo un cheque que me había ganado de una locución que hice. Eran quinientos pesos. O sea, que me quedé con lo que andaba encima. Pero si no llego a ir a esa función, yo hubiese estado durmiendo esa noche. Por eso te digo que el teatro salvó mi vida. Me estuvo extraño que esa noche no hubiese mucho público en esa función. En San Juan había un tapón inmenso a causa del fuego
Otra anécdota. Me pasó una vez filmando una película. La película era en 35 milímetros, que es bien costosa. Me dieron el “call” como a las cinco de la mañana… ya te dije que soy nocturno. Yo llegué a las cinco. La primera escena, que la empezamos a filmar como a las 6:30 de la mañana, era en un apartamento donde, la que hacía de mi novia y yo teníamos una discusión mientras me servía el desayuno. Cuando mi personaje terminaba de discutirle, el de ella refutaba. Lo próximo que recuerdo es a todo el mundo riéndose, y yo decía: “¿qué pasó?”. Y la actriz diciéndome: “¿pero cómo es posible que te hayas quedado dormido mientras yo estoy actuando la escena?” Yo dije mis líneas y me quedé profundamente dormido. Eso está grabado en 35 milímetros.

¿Pensaste alguna vez renunciar y dedicarte a otra cosa?

Mis padres, obviamente preocupados por mí, me decían que estudiara otra cosa por si acaso. Todos hemos pasado por eso. Pero yo, Sagitario al fin, testarudo, estaba bien claro que iba a ser actor. Siempre lo supe. ¿Para qué voy a cambiar ahora después de viejo? Un de mis lemas es que uno debe trabajar en lo que le gusta, gane buen dinero o no. Esto es lo que me gusta y me llena. Yo no quiero levantarme y decir: “Ay, tengo que ir a trabajar” Y eso nunca me pasa con el teatro. Sea como sea, tengo mis buenas épocas, mis vacas flacas y mis vacas gordas. Así que estamos bien, pa’lante.

¿En qué obra te gustaría actuar?

En Juan Palmieri. Es una obra en que se habla de un personaje que nunca sale. Es sobre un activista político. Todas las escenas son entre la mamá con un cura que lo conoció, de este amigo con la novia. Siempre me gustó esa obra porque es totalmente hablada, no hay acción más allá de algún movimiento de sentarse. Es una obra de actores. Y las escenas son buenas. Y a mí siempre me ha parecido bien retante, que la obra, por más buena que sea, no se aguanta sola. Se aguanta a nivel de actuación.
Un personaje que me gustaría hacer es, y no por sonar muy religioso, pero me gustaría algún día actuar el personaje de Jesús. Y ahora que estoy escribiendo una obra sobre el tema, no me pongo como Jesús, si no como Judas. Lo he querido hacer desde chiquito, desde que veía pasar las procesiones de Viernes Santo frente a casa. Me quedaba con mis vecinitos, ya de director chiquito, y hacíamos la procesión en nuestra calle, que prácticamente nadie la veía porque todo el mundo estaba pendiente a la otra procesión. Construíamos la cruz, y hacíamos todos, hasta crucificarlo. Y yo era Jesús, obviamente, porque yo la dirigía.

¿Cómo te visualizas de aquí a 10 años?

Viviendo del juego de mesa y pudiendo hacer lo que me gusta que es hacer teatro. Estoy creando una compañía de juguetes con el juego. Y yo espero que con eso pueda tener una base económica sólida y hacer teatro solamente por placer. Voy a cobrar si me pagan, pero no va a ser mi preocupación.

¿Qué opinas sobre el que cada vez más modelos, raperos, cantantes y demás miembros de la farándula, sin ninguna preparación histriónica, quieren incursionar en la actuación?

La culpa la tiene el gobierno que nunca ha dado un auspicio o un apoyo real a las artes. Y el pueblo, sin querer, no le tiene un gran respeto a esta profesión. Lo que la gente ve en televisión es lo que ven como correcto. Lo ideal sería que todos los que salen en teatro fueran actores. Hay mucha gente que tiene habilidad innata, para actuar. Cuando gente por ahí me pregunta que qué puede hacer para meterse en esto del teatro, les digo que estudié y me he chavado, por no decir otra palabra, para estar ahí, en lo que ellos entienden que es un relajo o un juego.
Antes, toda la televisión era local, la gente iba al teatro a ver a sus estrellas. Porque tenían estrellas, las que salían en la televisión. Hoy día, casi no existe la programación local, así que no tenemos grandes estrellas, por eso la gente no va al teatro. Pero sí asistirían al teatro si ven a los que siempre salen en prensa, en televisión, local o enlatada, son los reguetoneros, son los modelos… y como ya no hay estrellas actores pues… lo importante es que sean estrellas para que la gente vaya a verlos. Necesitamos ganchos, y eso ya no lo hay. Eso es un fenómeno que ha provocado la televisión, que se vea a este tipo de personas en el teatro. Y va a seguir pasando. Esta es mi profesión y si tengo que actuar con este modelo o con este reguetonero, pues lo hago. Ya me ha pasado y han sido buenas experiencias a nivel de compañerismo. El resultado actoral, son otros veinte pesos, a veces buenos, a veces malo.

¿Qué opinión tienes del teatro puertorriqueño?

Ya sabemos que los clásicos puertorriqueños son buenos. Se siguen haciendo. Pero creo que hay un nuevo teatro y hay mucha gente que lo está haciendo. No lo vemos tanto porque es difícil hacer promoción, porque no hay chavos. Las obras se dan y uno ni se entera. Los escritores pueden tener 20 obras escritas pero por el mismo hecho de no tener chavos, se les hace difícil producirlas. Porque mucha de esa gente sale de la Universidad, del Departamento de Drama… Y estando en el Departamento, las escriben, las montan con compañeros y se da en una esquinita en la glorieta, o en el teatrito y con el público universitario se llenan y no necesitan mucha promoción.
Freddy Acevedo hace unas cosas extrañísimas, usa el humor ácido. Yo soy fanático de él. Yo no escribiría como él escribe pero, soy fanático de él. Pedro Rodiz es otro de esos escritores… Jorge González, que también… que ha ganado premios… interesantísimos. Eyerí, que es de una generación después de mí, y que también ha escrito bastantes cosas, y las monta. Yo por mi parte hago mis cosas. Ahora voy para la tercera obra. Y hay muchos más. Son trabajos bien interesantes. Que de aquí a 20 años se podrán estudiar porque reflejan el momento histórico, como lo hizo La carreta en su tiempo. Ese sentido estamos bien y son buenos trabajos. Sí, el teatro está vivo y yo dudo mucho que muera.

¿Qué proyecto atesoras y por qué?

El más que recuerdo con cariño y amor, que lloré en la última función, -y no fui el único-, fue a nivel universitario porque todavía estaba en la universidad. Porque esa obra fue un “obrón”, que inclusive, cuando existía el Círculo de Crítico de Teatro, salió mejor obra del año, por encima de las profesionales. Esta obra es Jardín de pulpos que dirigió Rosa Luisa Márquez. Recuerdo también a Los bajos fondos que dirigió Dean Zayas. Fue bien interesante y un montaje increíble Yo hice el mismo papel que hizo Stanislavski. Hay todo un método que usan los actores, inspirado en los escritos de él. Él decía: “este papel que me ha tocado es demasiado complicada, cómo yo puedo hacer este papel”. Se quejaba de lo difícil que era. Pues al tener ese reto, es un honor para mí.
También atesoro mis obras, porque son mis bebés: Joven aún, joven aún: una catarsis ochentosa, porque fue la primera junto a Norman; Romeo y Julieta for ever. Es estar haciendo una obra que uno se disfruta el escribirla, el montarla con tus compañeros, el hacerla y el estar por casi un año en cartelera ambas obras y no aburrirme. Esas experiencias, hasta ahora, han sido las que más me han marcado mi vida.

Cuando trabajas un proyecto ¿cómo te preparas? ¿Qué haces? ¿Cómo es tu proceso creativo?

Eso varía de obra en obra. Yo decido. No tengo un proceso fijo. Fluyo. Trato de hacerlo de una forma orgánica, que el mismo personaje, el libreto, la dirección, inclusive mi estado de ánimo, y en la época que estoy haciendo la obra, me vaya diciendo por dónde irme. Lo ideal es crear cosas nuevas, si tú quieres crecer como actor. Le sacas más provecho a eso. Con los años es más difícil. Porque tienes tanto archivado y todo ese material está en tu cabeza. Y si quieres hacer otra cosa distinta pues cada vez luchas con más cosas que ya hiciste que te funcionaron. Trato de no usar esas herramientas pero están ahí. Es una lucha mental o una conversación mental para sacar cada personaje. Yo no tengo nada fijo. En cada personaje por lo que requiere, llego y hago ejercicios antes de entrar a escena. En otros no. En otros llego y ya me sé las líneas y tengo que buscar más con lo que es la esencia del personaje. Todo depende.


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