10/15/2007

Quinta del Sordo

Por Pedro Rodiz

En estos días he tenido la dicha y la fortuna, de haber visitado los tres museos más importantes de Madrid: El Museo Thyssen- Bornemizsa, el Museo del Prado y el Museo Reina Sofía, en ese mismo orden. El primero lo visité tan pronto llegué a Madrid. Error. Con las 16 horas de vuelo en las costillas, casi me desmayo del cansancio. Decidí visitarlo, ya que cuando hice un recorrido de reconocimiento del área, me lo encontré de frente. Y no iba a desaprovechar la oportunidad. Tenía trabajos chéveres pero no impresionantes.
El Museo del Prado es clase aparte. !Eso es un museo! Desde la arquitectura hasta la calidad y cantidad de cuadros. A ése fui al otro día, ya descansado. Los domingos no se paga la entrada. Y estaba empaquetado. Entré por la puerta Francisco Goya. Hice todo el recorrido por el primer piso hasta llegar a la colección de Diego Velázquez, me paré frente a Las meninas y me emocioné. Jamás me había pasado eso con ningún cuadro. Es algo mágico, me quedé extasiado. Lo miraba y se me paraban los pelos. Salí de la sala, y tuve que volver para a mirarlo de nuevo. Me volvió a cautivar. Estoy seguro que esa misma sensación tuvo que sentir el gran dramaturgo Antonio Buero Vallejo cuando vio el cuadro. Es algo simplemente espectacular. Es experimentar al instante que se está ante una obra maestra. De hecho, nungún otro de sus trabajos me impresionaron como ese. Luego fui a ver la exposición de Francisco Goya. Soy fanático de los trabajos oscuros de Goya: Saturno, El gran cabrón -les juro que vi caras conocidas en ese cuadro- Dos viejos, Dos viejos comiendo, en fin, una delicia para los sentidos. Estos cuadros pertenecían a su colección privada y los tenía en las paredes de su casa que se conoce como la Quinta del sordo. Ya me había inspirado en unos grabados de este pintor para trabajar el esperpento en dos obras, Ligazón y Rosa de Papel de Ramón del Valle-Inclán. Antes de salir del museo, volví a mira el cuadro Las meninas y volví a estremecerme como si lo viera por primera vez.
La cantidad pinturas, esculturas y demás, son una delicia para los sentidos y para el intelecto. Me hace llenarme de orgullo por lo que es capaz de realizar el ser humano. Si algún día vienen a Madrid, tienen que visitar este museo. Sin que se me quede nada por dentro es uno de los mejores museos del mundo.
Hoy visité el Museo Reina Sofía - estos museos queda uno al lado del otro, en el Paseo del Prado- y este museo tiene la colección de Pablo Picasso y Salvador Dalí, -casi ná- y ver el Guernica es otra cosa. Olvídense de las láminas, eso hay que verlo ahí, de frente y dejarse llevar. Tienen también una colección de fotos en la que se ve el progreso de esta pintura. Él hizo muchos cambios en el camino.
Ya no me quedan adjetivos para describir los trabajos de Dalí. Muchos trataron y tratarán de imitarlo, pero es insuperable.
Menciono este recorrido por dos razones. La primera es que ya sé que haré en mis crisis de los cuarenta: voy a estudiar escultura. Es algo que siempre he querido hacer. Vi allí unas esculturas que son la que yo haría si tuviera el conocimiento y la habilidad. La segunda razón es que hay que ver a los buenos de verdad. Ese contacto con otros artistas, aunque sean de otra disciplina, es algo que llena el espíritu. ¿Qué hubiese pasado si estos grandes se hubiesen rajado? ¿Se imaginan lo que se hubiese perdido la humanidad?
Salí nuevo de ahí. Hay otras lugares que visitar aquí en Madrid, pero eso será en otra ocasión. Ya esta visita cumplió su objetivo. Ahora descansaré para digerir ese millar de imágenes que tengo cocinándose dentro de mí.
Mi próxima parada: Cádiz.


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