09/24/2007

Otro significado para la palabra huevo

Por Pedro Rodiz

Nos decía el profesor y amigo José Luis Ramos Escobar en el Curso de Dramaturgia que evitáramos los monólogos, ya que estructuralmente eran débiles. Consiste en un recurso fácil para hacer adelantar la trama. En ellos no pasa nada, todo se cuenta. Parafraseando lo que quería decir: es mejor ilustrar o mostrar que decir o contar. Y tiene razón, el monólogo es una variante del género del cuento narrado en primera persona. A eso quisiera añadir, que aunque en el texto dramático el soliloquio no es lo más recomendable, no es menos cierto que el monólogo es el mejor instrumento para que un actor o una actriz se luzca y saque lo mejor de sí.
En lo personal no me gusta el término monólogo para definir un espectáculo que realiza una sola persona. Prefiero el concepto unipersonal porque es más amplio. Desde mi punto de vista, el monólogo es el que está dentro de una pieza; en el unipersonal se utilizan todos los recursos que tiene disponible un actor o actriz para presentar la trama y en sí mismo, es una obra completa.
Hay varios tipos de unipersonales. Están los que se utiliza al público como foro o destinatario del mensaje o propuesta. Este es de mis preferidos porque el público es cómplice. Están los que el actor o la actriz simula que hay otra persona a la que le cuenta el suceso. También existen los sicológicos que son los que presentan los pensamientos del personaje. Y dentro de estas variantes, el actor o la actriz puede interpretar a varios personajes a la vez. Por último, están los “Stand up Comedy”, en los que la única intención es hacer reír, reír y reír.
Este fin de semana fui a ver el proyecto Faena Teatral, en el nuevo teatrito La Camándula. Se presentaron tres piezas cortas. La primera lo fue Madness Night escrito, dirigido y actuado por Anamín Santiago. El segundo unipersonal lo fue Etiqueta para machotes de Gloria “Pichi” Alonso, dirigido por Iliana García y actuado por Julio Ramos y por último, La rata de Gilberto Pinto, dirigida y actuada por Francisco Capó.
Fue una gran velada, porque como mencioné antes, los unipersonales dan la oportunidad de ver buenos trabajos actorales. Fueron tres técnicas diferentes de actuación. Cada uno de ellos le impartió su estilo, su sello personal a las piezas, y esto hizo que fuera, en términos generales, un espectáculo variado y entretenido. No hubo un hilo conductor que uniera las tres obras, pero tampoco hizo falta.
Un comentario aparte merece Madness Night, ya que de las tres, era la única que fue estreno. Trajo una problemática que me toca de cerca y es sobre los maestros de teatro y su función dentro del sistema educativo del País, de cómo cada día es más subestimada su aportación al desarrollo de ciudadanos responsables. En el mismo, se explicó todos los significados posibles de la palabra huevo. Al final, se presentaron los rostros de todos esos políticos responsables de joder el bienestar de la Isla. El huevo que nos entregaron cuando entramos a la sala y que estaba dentro de una bolsita “ziplock”, había que lanzarlo contra esos bambalanes. Por un instante pensé en la situación precaria que estamos pasando, imaginé a mi pequeño saltimbanqui sentado en su sillita de comer y no lo pude lanzar. No porque esos tusas no se lo merecieran, ni porque no me guste que se tiren objetos o comida a escena -los que han visto mis trabajos saben que lo disfruto mucho- sino, porque en este momento de mi vida, el huevo tiene otra definición. Para mí, significa desayuno. Aguardé que acabara la función y lo devolví.
Eso es lo maravilloso de los textos nuestros, que cuando uno cree que ha cubierto todas las bases en términos de todas las interpretaciones posibles, de pronto viene alguien, en este caso yo, hace una nueva lectura, hace otra reflexión.
Si vuelven a repetir este trabajo, vayan a verlo. Vale la pena. Porque para que haya teatro lo único que se necesitan son actores y público.


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