09/03/2007

Crítica a la crítica

Por Pedro Rodiz

Leí con sumo interés la ¿crítica? ¿reseña? ¿comentario? ¿artículo? ¿escrito? –escrito me gusta más- que hiciera Russell Rúa de la obra Zanahorias para el periódico Primera Hora, y que salió publicado hoy lunes. Y aclaro que lo de sumo interés lo digo por la incredulidad que causó este escrito. En síntesis, hizo un despliegue de lo que hizo o no, de lo que fue y ya no es Denise Quiñones en la obra y en su vida privada, obviando todo lo demás de la puesta en escena.
En todas partes del mundo en el que se presenta teatro, hay personas - periodistas, intelectuales, aficionados, bienintencionados, especialistas, artistas frustrados o hijos de puta- que se dedican a la crítica teatral. En ninguna parte del mundo son bien recibidos. En Puerto Rico no existen críticos, más bien reseñistas o comentaristas teatrales. Y eso no es ni bueno ni malo, es nuestra realidad.
Se espera de las críticas o de las reseñas, que es el caso que nos corresponde, el que se haga un recuento de lo que se vio. Señalar aquellas áreas o aspectos en el que la puesta en escena falló, indicar buenas o malas interpretaciones, pero también el realzar los aspectos positivos del montaje, entre otras cosas; no voy a dar un curso de Crítica Teatral, Dios me libre. Dicho de otra forma, ponen sobre el microscopio todo lo que se hizo o dejó de hacer. Si tienen razón, la tienen y fin de la discusión. No son artículos de relaciones públicas –aunque en el fondo, secretamente, desearía que fuera de esa forma- tampoco es para destruir reputaciones o hacer comentarios malsanos o de mala leche, como el que me hiciera una vez, aquél que se está pudriendo en una fosa.
Estas apreciaciones sirven, en primera instancia, para que se cree el documento histórico. Es decir, que si una persona dentro de 20 años investiga lo que se hace hoy día, uno de los primeros pasos en su investigación lo es el revisar la prensa escrita. Así que el “escrito” tiene una validez histórica. Por eso se tiene que tener mucho precaución en lo que se escribe. Eso no quiere decir que si el trabajo es una mierda, deba hablar maravillas del mismo o viceversa. Muchos productores esperan la crítica o la reseña porque esto les sirve de promoción, sobre todo, si la puesta en escena está más de un fin de semana. Claro, si te clavan en la crítica, olvídate del próximo fin de semana o de mercadearla. Y unos pocos hacen una evaluación o revisión del proyecto a raíz de lo comentado.
Lo menos que uno espera de un crítico o un reseñista es que tenga conocimiento sobre lo que critique o reseñe. Uno puede diferir de su punto de vista, ya que al fin y al cabo, es sólo una impresión subjetiva de lo que vio. Pero cuando la persona encargada no sabe de qué carajos está hablando, entonces lo que escribe es ofensivo. Dicho de otra forma, si yo tuviera que hacer una reseña sobre una ópera, se me haría bien dificil, porque, aunque la ópera tiene unos paralelos con el teatro, requiere de un conocimiento o de estudios adicionales en esta expresión, conocimientos que no poseo. Así que lo más probable es que me quedaría superficial por el desconocimiento. Y los amantes de la ópera, me pasarían por la piedra además de perder toda credibilidad.
Por eso al leer el escrito de Russell Rúa sentí vergüenza ajena. No por él, sino por el director Alfredo Galván, que es un artista serio y que se prepara bien para los proyectos.
Lo que haga Denise Quiñones en su cama, le incumbe sólo a ella y a su pareja. Decir que ella perdió toda su inocencia como persona por lo que hizo en escena, es no tener ningún tipo de conocimiento en teatro. Lo que haga el personaje en el escenario, no tiene nada que ver con lo que se es en la vida real. Esto se les enseña a los estudiantes de séptimo grado cuando cogen teatro por primera vez.
Si inverosímil fue lo que este comentarista hizo, mayor fue mi asombro por lo que comentaron los que leyeron el escrito –lo leí por Internet- en el que de nueve comentarios, ninguno habló de la obra. Todos hablaron sobre los amoríos de Denise, que como dije, a nadie incumben. ¿Cómo es posible que ninguno de ellos haya expresado un comentario, ni bueno ni malo, sobre la obra? Es evidente que no vieron la obra. Eso fue comentar por comentar, supongo que son gente que está aburrida.
Lo que quiero decir es que hacer teatro es un arte: es difícil, complicado, sacrificado y que implica una sensibilidad y un intelecto sobre el promedio. Por eso, lo menos que espero de una persona que reseña o critica una obra de teatro, es que lo haga con conocimiento, pero sobre todo, con respeto.


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