08/09/2007

Un mago, pobres, Montehiedra y una bailarina

Por Pedro Rodiz

El viernes pasado ocurrieron dos sucesos de lo más interesantes antes de la función de El chicle de Briney Spears en el Nuyorican. Lo primero fue, que mientras esperaba a que empezara la función, se me acercó una persona y comenzó a hacer trucos de magia.
Al principio pensé que era otro alcohólico, de los muchos que transitan por el callejón. Pero luego noté que el tipo hacía “magia” de verdad. ¡Y de verdad que era bueno! Su técnica radicaba en dar la impresión de que el truco fallaba para luego darle un giro inesperado y terminarlo de forma estupenda.
Luego de realizar varios trucos con unas barajas, se identificó: era un deambulante. Me preguntó que si le podía dar algo. ¡Por supuesto que le di dinero! Es la forma más original en la que me han pedido chavos. Se los ganó. Hizo un tipo de espectáculo callejero. Y quedé realmente satisfecho. Hasta una ñapa hizo.
Una vez concluido el acto de magia, se movió hacia el otro establecimiento, es decir, hacia la otra barra. Tengo que aclarar que ese callejón tienen dos barras: El Nuyorican y El corozaleño. Ambos están divididos por una valla, de esas que se usaban en los bancos para establecer la fila. Y en ambos lados tienen mesitas en la calle.
Pues el mago se fue para el otro lado de la valla. Pero allí nadie le hizo caso. Es una pena que se fuera tan rápido. Ni siquiera dijo su nombre. Después se me ocurrió que lo podía utilizar para el “opening” de la obra, como para calentar al público. Espero se aparezca esta semana.
El otro suceso fue con un doñito que esta borracho, “jendío” como tuerca. Se paró en el mismo medio de la valla y señaló a los que estábamos sentados en las mesitas del Nuyorican y dijo: “Montehiedra”. Luego señalaba hacia el otro lado, al de El corozaleño y decía: “Los pobres”. Y se quedó un rato pega’o con esto: “Los pobres… Montehiedra… los pobres… Montehiedra…”
El tono del doñito era serio. Y a su forma, tenía razón, ya que las cervezas de El corozaleño son más baratas que las del Nuyorican. Lo que no pude explicarle, porque no vale la pena razonar con un borracho, era que yo estaba en esas mesas porque estaba trabajando. Que de Montehiedra, nada. Total, me da igual si tenía razón o no, yo no bebo de ninguno de las dos barras.
De la función le diré que se apareció Naomi Bonafoux, que era una de las bailarinas del montaje original, y que por razones de presupuesto tuve que prescindir de sus servicios. Fue una decisión difícil de tomar ya que la parte de las bailarinas le daba otra dimensión a la obra.
En medio de la obra, Ricardo la divisó y la subió al escenario como si fuera una de sus invitadas especiales. Esto fue muy acertado. Ella, como conocía la obra, le hizo el trabajo más fácil a Ricardo. Parece que Naomi lo inspiró ya que esa noche hizo la mejor función desde que estamos ahí.


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