10/18/2007

El cartero de Neruda

Por Pedro Rodiz

Alguien comentó que los teatros están bien cerca. Y tenía razón. Están a minutos, a pie, uno del otro. Llegamos al Teatro Aulario La Bomba. Está dentro de la Universidad de Cádiz. Ellos utilizaron un espacio interior abierto, pero con techo, y lo transformaron en un teatro. Le pusieron unas gradas, lo equiparon con un buen equipo de luces y es chulísimo.
La escenografía de la obra era un paseo tablado, en forma de u, pintado de azul. En el centro tenían arena para sugerir el mar. Me parece que el espacio reservado para la playa era muy grande, con un pedazo se sobreentendía lo que representaba.
Este fue un proyecto de una compañía de Portugal. Ellos hicieron una buena adaptación de la novela de Antonio Skámeta. Digo, porque hacer adaptaciones es dificil, y más cuando se quiere ser fiel al original.
En este proyecto ocurrió algo de lo más interesante. Como la propuesta era en portugués, para las persona como yo que no hablamos ese idioma, se proyectaron los subtítulos en español. Me sentía como en el cine. Había escuchado que eso lo hacen en la ópera, pero como no asisto a ese tipo de espectáculo, el recurso me llamó la atención. Pero eso conlleva un problema: o vez la obra y te olvidas de lo que dicen; o lees los subtítulos y te pierdes la actuación.
Ese texto ya lo conocía. Primero porque leí la novela y segundo porque compré la película Il Postino, que es la versión italiana del texto. Es un texto precioso. Es sobre como Pablo Neruda, el gran poeta del amor, impacta a este joven cartero, hijo de un pescador. Como, con su sola presencia cambia la vida de estas personas.
Lo que sí me incomodó del proyecto era los contínuos apagones para separar una escena de otra. El apagón o irse a negro, funciona en el cine, pero en el teatro crea un efecto de distanciamiento entre el público y los actores. Y a menos que sea un proyecto con técnicas brectianas, no me paceció el mejor recurso. Sobre todo porque los cambios,que eran muy simples, de traer una mesa o una silla, bien pudieron haberse realizado frente al público y no hubiese molestado.
Otra cosa que no entendí fue el intermedio. La pieza era corta, y hacer ese intermedio, contribuyó más a que me desconectara de la propuesta. Y lo que uno quiere es estar conectado a la belleza de las palabras del texto, y más cuando es dicho en un idioma tan sonoro como el portugués.


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