Por Pedro Rodiz
Tan
pronto vi el letrero, supe que tenía que entrar. Ese asunto de que te lean las
cartas, siempre me ha parecido muy teatral. Desde el decorado hasta el
performance del médium, en el que uno es espectador y actor a la misma vez. Y
qué mejor que aprovechar este viaje para tentar al azar.
Entré.
Todo limpio. No había nada que ayudara a la conexión espiritual. Primer
indicador de que “una de estas cosas no es como las otras…” Ya estaba allí,
debía pasar por la experiencia completa. Esperé en una salita con una alfombra
del pelaje de vaca. Sale un individuo con un tocado de indio estadounidense, de
esos que salían en las películas gringas. Me dice que todo lo que “vea” me lo
va a decir, lo bueno y lo malo, que no me va a ocultar nada. Con una lupa me
empezó a “mirar por dentro”
-Tú
aura está oscura, tienes algo negro. Alguien te desea el mal y te está
estancando.
Luego
procedió a leerme la mano.
-Tendrás
una vida larga. Aquí veo una sangre. Alguien de tu familia, ascendente o
descendente va a morir. ¿Tienes a alguien enfermo?
-No,
todo el mundo está bien.
-Pues
aquí lo dice. Tienes que estar pendiente. Aquí dice que una persona, te quiere
hacer mal. Es gordita, bajita, oscurita, con el pelo rizo. Por delante te trata
bien pero por la espalda te desea mucho mal. ¿Sabes quién es?
-No,
ni idea.
Sigue
con la lectura de la mano.
-Eres
una persona buena, de buen corazón, que te preocupas por los demás. No has
progresado económicamente por estar pendiente a los otros. Que das pero que los
otros no te responden igual. Pero que eso va a acabar. Vienen tres
oportunidades buenas para prosperar. Nuevos proyectos. Tienes que saberlos
aprovechar porque te dejarán buenas ganancias económicas.
-¿En
serio?
-Sí.
Y no has tenido éxito en el amor. Tuviste problemas con una persona y eso hizo
que te estancaras.
-Yo
no tengo problemas con eso. Ya todo está sanado.
-Como
quiera, aunque ya físicamente lo hayas superado, eso te sigue estancando. Eso
está ahí, rondando
-¿Esa
es la misma persona que me desea el mal?- pregunté mientras le miraba sus uñas
bien arregladas y con esmalte transparente.
-No,
es otra.
Miró
la otra mano.
-Vas
a conocer a la que va a ser el amor de tu vida. Viene por ahí, las otras experiencias
que has vivido, te han preparado para lo que viene. Vas a ser muy feliz con esa
persona. También, tienes unos leves dolores de espalda, no estás durmiendo bien…
-Es
cierto, no estoy durmiendo bien. Quiero que me tire las cartas.
Sacó
el paquete.
-Barajealas,
que es tu suerte. ¿Qué quieres saber?
-Pues
no sé. ¿Qué es lo que se pregunta?
-Puedes
preguntar sobre el amor, el trabajo, la salud…
-Pues
sobre el trabajo.
Y
repitió lo mismo sobre las oportunidades. Que vienen proyectos nuevos…
-Ahora
sobre la salud…
Vuelve
a sacar a relucir lo de que me desean mal y sobre que hay alguien cercano que
va a morir.
-¿Y
sobre el amor?
-Déjame
decirte la verdad. Veo a un hombre y a una mujer.
-¿Cómo
que a un hombre?
-Sí,
mira.
-Si
un hombre se me acerca no tiene ninguna probabilidad, esa no es mi preferencia.
-Esa
persona que va a llegar, te va a hacer muy feliz.
-¿Sí?,
¿y cuándo va a llegar?
-En
cuatro meses. No tienes que esforzarte, va a llegar sola. Puede ser hoy mismo,
dentro de dos semanas, pero en cuatro meses va a estar. ¿Qué más quieres saber?
-Quiero
saber si tengo a alguien que me cuida espiritualmente.
-No,
no tienes a nadie. De la misma manera que existe la magia blanca, existe la
negra y tú estás en un punto intermedio, te puede afectar una u otra. Tienes
que tener cuidado. ¿Qué otra cosa quieres saber?
-Pues
no sé… pues nada en particular, que salga algo al azar.
Y
me salió la carta de la fortuna.
-Qué
interesante. Estás de suerte. Te vas a pegar en algún juego como el de la
lotería. Pero no en tu país, sino aquí.
Previamente
le había indicado que era de otro país, no fue que lo adivinó.
-¿En
serio?
-Tienes
que jugar. No es una cantidad grande pero te vas a pegar.
-Pero
es que yo no juego nada.
-La
suerte no es con los juegos de cartas o de ese tipo. Son con la lotería. Sí
quieres podemos preguntar los número.
-¿Y
a quién le vamos a preguntar?
-Pues
algún ser querido tuyo, un papá, una mamá, alguien que del más allá que te
quiera mucho. Son treinta por cada una de las tres velas que prendamos. Y te da
los números exactos.
-No,
no me interesa. Si estoy de suerte, los números se darán solitos.
-Tienes
que estar pendiente.
Y
así terminó mi consulta. De pronto me dio por mirar en la calle a ver si
conseguía algún billete de la lotería… por si acaso…