03/28/2007

“Reseñita sobre Cualquier martes ceno en Paris”
Por Freddy Acevedo

Ante la realidad de que ningún medio periodístico reseñó la obra, le pedí a Freddy Acevedo que tuviera la gentileza de hacerlo.

Hacía tiempo que no escribía reseñitas de las mías, pero ¡qué bonito tener la oportunidad, y este espacio, para poder reanudar esa práctica!

El fin de semana del 23 al 25 de marzo de 2007, subió a escena en el Teatro Coribantes la comedia romántica Cualquier martes ceno en Paris, de Pedro Rodiz. El exotismo que exhibe el título -ya que se refiere a París y no a Piñones o a Guavate- nos creó una espectativa cargada de poesía y con olor a perfumito y a crepas con Nutella. Esa espectativa creció como el Jiffy Pop cuando, al adquirir el boleto, nos fue entregado un “boarding pass” con destino a París. Esto ciertamente provocó en el público un ansia de movimiento, una expansión de horizontes geográficos que la pieza teatral prometía satisfacer. La sala de espera para este tan esperado viaje lo fue el área de la barra del teatro donde, con la canción “Los superhéroes”, de fiel a la Vega de fondo, se presentó una serie de diapositivas que aludían a la cantidad enorme de letreros pintorescos que existen en Puerto Rico. Esta exhibición fotográfica, titulada “Puerto Rico es un Gran Billboard” parecía establecer un marcado contraste con los idílicos paisajes parisinos que ya estábamos ansiosos por imaginarnos cuando los personajes abrieran la boca. Pero no. Esta comedia, precisamente, se desarrolla en nuestro “Gran Billboard”.
La obra nos presenta la vida de Cecilia (Joa Tous) una mesera del ‘Chef Boy- Ardee Grill’ que ahorra lo poco que gana para poder estudiar Historia del Arte en Paris; y a Tommy (Hector “Pepón” Escudero), un carterista adulador de sus nalgas que se gana la vida haciendo eso mismo: (no adulando nalgas, sino tumbando carteras.) Todo comienza con un cuadro de vidas paralelas donde se nos presenta a la pareja, cada uno en su casa, planchando la ropa que utilizará ese día y, acto seguido la trama comienza con la chispa conflictiva del “encuentro casual en la parada de guaguas” donde el carterista le tumba la “wallet” a la pobre mesera. El Tommy, haciendo alarde de sus méritos de psicópata, acude al restaurant donde trabaja Cecilia y comienza a fastidiarla, lo que provoca que esta pierda el empleo y se joda. Pedro Rodiz utiliza un humor bastante efectivo, cargado de “punchlines” o chistes muy oportunos, para dotar la comedia de una viveza cómica, sin vulgaridades excesivas y que resulta del agrado del público que se carcajea con cada chiste. El humor que utiliza Rodiz es uno que hace referencia a las peculiaridades existenciales de nuestro país, al igual que nos remite al ridículo espectáculo del “rapeo mongo” del cual se vale el personaje de Tommy para acercar su vida a Cecilia. Entre evento verosímil y coincidencia barata va hilando Rodiz la trama de esta comedia romántica que nos plantea un sueño: el sueño de Cecilia de ir a Paris a formarse en Historia del Arte. (En más de una ocasión vi a miembros de la audiencia rompiendo sus “boarding passes”, como si en verdad se hubiesen hecho ilusión de que la obra iba a desarrollarse en Paris.) Este sueño lindo coincidió con la presentación de otras historias, como la de la abuela de Tommy, quien al morir y podrirse en soledad deja como heredero de su casa al carterista-amador; y la del bebé de Cecilia, muerto ahogado en un cubo de agua -narración retrospectiva, casi al estilo griego, con un dramatismo bien logrado por parte de la actriz. La obra, concluyó con un viaje virtual que Tommy prepara para Cecilia (una especie de pic-nic encima de una sábana con la ciudad de Paris dibujada, única paja mental que el público viajero pudo vincular a sus ansias iniciales de que la obra se desarrollara en Paris.) En una de las últimas líneas de la obra, Pedro Rodiz utilizó el clichoso recurso de “el título como parte del parlamento” en boca de uno de los personajes. No quiero repetirlo, pero sí, dijeron el título como parte de un parlamento. Clichoso, pero bonito. Además, se le perdona por los momentos de risa que causaron las líneas cargadas de buen humor de las que goza el texto.
¡Ah, claro: hablemos un poco de las actuaciones! Joa Tous y Héctor “Pepón” Escudero son actores que se están dando a conocer en el mundo de las tablas. Joa Tous y Héctor “Pepón” Escudero están abriéndose paso en la actuación y esta oportunidad que han tenido va formando parte del cúmulo de experiencias al que se hará referencia cuando grandes masas acudan a verlos actuar en grandes y exitosas producciones, ya sea dentro o fuera del país. Joa Tous y Héctor “Pepón” Escudero, comparativamente con lo que les depara el futuro, son actores novatos. Quienes han leído mis reseñitas saben que yo no le hago relaciones públicas a la gente, así que aquí va el comentario sano: Ambos actores lucieron cruditos en escena. En la función que pude presenciar estaban un poco perdidos en los tránsitos, especialmente cuando entraban o sacaban elementos a escena. La obra fue simple en mobiliario y al tener que ser movido por los propios actores, exige que estos dominen su espacio, y que no se corrijan mucho al colocar una silla en determinado lugar y menos que estén a punto de chocarse, porque tienen todo el foco en en lugar donde se supone que coloquen “x” o “y” elemento. Ambos actores carecieron de naturalidad en el decir en varios momentos de la obra. La preocupación por articular bien hace que, en ocasiones, se pierda naturalidad en la actuación. En cuanto Hector “Pepón” Escudero, había algo raro en la manera en que enunciaba las líneas. Quizás a la voz de tenor que posee le haga falta más “pepa”. También pudo notarse el exceso de acciones físicas superfluas a las que recurre Escudero, con tal de que el público lo note. Esto es sumamente innecesario en cualquier obra y mucho más en una donde sólo hay dos personajes. Uno de los momentos en los que pude notar eso fue dentro del parlamento de Cecilia, cuando narraba el accidente de su hijo (muy bien enunciado por parte de Tous) y Tommy mostraba toda suerte de reacciones gestuales ante algo que, al ser tan desgarrador, dejaría perplejo a cualquier interlocutor. Escudero se pasó la mano por la cara, abrió la boca, mostró los dientes, viró los ojos, en fin, distrajo bastante la atención de uno de los momentos más serios de la obra: ¡Roba escena! (Menos mal que no meten preso a los actores que hacen eso.) A pesar de esos detallitos menores, felicito a ambos actores por el desempeño en esta pieza tan divertida y muy bien lograda.
La escenografía, bastante sencilla, fue diseñada por Lorena Naza…, la realización del sonido estuvo a cargo de Alex Croa… y el técnico de luces, quien patinó en algunos “cues” fue Rhett Lee Gar… La dirección, bastante cuidada, con muy buenas composiciones y dinamismo, estuvo a cargo del propio autor, Pedro Rod… (Lamento que no esté el final de cada apellido, pero es que no encuentro la otra parte del “boarding pass” que rompí, decepcionado por la obra no haberse desarrollado en Paris :( -pero, después de todo, uno acude al teatro a ser engañado. Dentro de mis espectativas inicales puedo decir que fui engañado, pero la pasé muy bien ante un texto bien escrito, con una comicidad deliciosa, unos actores que nos quieren demostrar que les apasiona este oficio tan hermoso y un público muy agradecido de haber presenciado un proyecto de auto-gestión de tanta calidad como el que presenciamos ese fin de semana. ¡Enhorabuena!

Mil máscaras
Entrevista al polifacético Joselo Arroyo

Por Pedro Rodiz

Joselo Arroyo se ha destacado como actor, director escénico, dramaturgo, escenógrafo, utilero, regidor de escena, entre muchas otras facetas. Y es que este artista tiene muchas habilidades. Una de sus obras, Máscaras Afuera (2006) participó, el año pasado, de un Festival de Teatro en Cuba. Aunque su dramaturgia es variada, la vida lo ha encaminado hacia la escritura de obras de teatro infantiles. Su estreno más reciente lo fue El baúl de las leyendas (2007)

¿Cuál es tu preparación académica?

Bachillerato en comunicaciones con una concentración adicional en drama

¿Cuál es el recuerdo más distante que tienes del teatro o de alguna obra de teatro?

Wow, una tía me llevó a ver El turroncito mágico. Eso fue en el Candlelight Theatre, cuando existía.

¿Cuándo fue que realizaste que ibas a estudiar teatro?

Empecé en esto desde chiquito, pues a los 10 años ya estaba estudiando en la Academia de Ofelia D’Acosta. Y cuando llegué a la universidad, tan pronto pude, comencé a tomar cursos en drama.

¿En qué trabajas actualmente? ¿Vives del teatro?

Pues eso trato, actúo, escribo, dirijo, diseño escenografías, construyo, diseño vestuarios y he cosido, maquillo, y como si fuera poco, produzco teatro. Entre unas y otras me permiten vivir del teatro. También, actualmente, tengo un nuevo proyecto que es el de bisutería artesanal, “Ruscello”, que para mi sorpresa, me mueve muy bien y eso me permite cuadrar las cuentas.

Te has destacado por escribir obras infantiles, ¿por qué?

Porque la vida ha querido. No me lo he propuesto. Imagino que el teatro infantil es uno de los más constantes en producción, por las funciones estudiantiles. Necesita refrescarse constantemente, y de ahí, la necesidad. Algunos de mis trabajos de teatro infantiles han sido por iniciativa propia, pero la mayoría han sido comisionados.

Si no estuvieses involucrado en alguna actividad teatral, ¿qué serías o qué harías?

Probablemente sería publicista que es lo que dice mi diploma. Y creo, que como quiera hubiera caído en lo de los collares. O sea, que también artesano.

¿Tienes alguna anécdota relacionada al teatro que te haya impactado, positiva o negativamente, que quieras compartir?

Sí, creo que lo me hizo decidir luchar por sobrevivir en este ambiente, fue cuando recibí el primer aplauso. No hay sensación que lo pueda describir. Puede que no cueste nada, sin embargo, vale todo.

¿Pensaste alguna vez renunciar y dedicarte a otra cosa?

Sí, constantemente, pero no puedo. Esto es como una droga de la que no se puede uno quitar por más peleas que uno tenga con su arte.

¿Estás escribiendo algo en este momento que no sea de teatro infantil? En caso afirmativo, ¿puedes dar detalles?

Sí estoy trabajando en un proyecto musical cultural que se me comisionó, por lo que no puedo dar detalles. Pero todos se enterarán porque se espera hacer mucho ruido con eso. También estoy trabajando en otra comedia. Se me están abriendo caminos para publicar y quiero sacar dos comedias que tengo de dos personajes cada una, Buenas noches, mi amor, que tiene un hombre y una mujer; Máscaras Afuera, que tiene dos hombres; y la que estoy trabajando, Cuernos.com que tiene dos mujeres. El plan es sacar la publicación con las tres, de dos.

¿Qué proyecto atesoras y por qué?

Por un lado tengo a David y Goliat que fue la primera obra de teatro infantil musical que escribí, y siempre la recuerdo con mucho cariño. Por otro lado, también le tengo mucho cariño a Máscaras Afuera porque ha sido mi primera obra que ha salido de País y fue muy aceptada tanto dentro como fuera de Puerto Rico.

¿Qué opinión tienes del teatro puertorriqueño?

Lamentablemente, creo que agoniza.

¿Qué opinas de la dramaturgia puertorriqueña?

Que existe, pero que por alguna razón, no acaba de constar en la historia teatral de Puerto Rico.

Cómo te visualizas de aquí a 10 años.

Como siempre, viviendo de mi arte. Aunque lo continúe mutando y trasformando como ha ocurrido hasta hoy.

¿Usas alguna estrategia al momento de escribir? Bosquejos, trance, improvisaciones, imágenes, etc.

Primero hago la investigación sobre lo que vaya a escribir. Decido el género y pienso en un argumento o resumo la idea en una oración.
Soy fiel creyente de la estructura, así que primero trabajo en una diagramación o una escaleta para que mi historia esté balanceada y no se queden cabos sueltos. Ya después de eso, al momento de escribir puede surgir cualquier cosa pues los personajes te llevan por su propio camino.

03/25/2007

Correo electrónico

Por Pedro Rodiz

En un acto de desesperación, a ley de dos días para estrenar la obra Cualquier martes ceno en París, con casi ninguna promoción, me atreví a enviar un mensaje por correo electrónico a todas las personas que tenía registrada, ya sea por tenerlos en mi libreta de contactos o porque están agregados de otros mensajes que llegan en cadena.
Fue un acto osado, tardío y hasta vergonzoso. Nunca me ha gustado abusar de ese medio para enviar promoción. Siento que invado la privacidad de gente que quiero, de gente que admiro, de gente que respeto.
También me parecía impropio enviar “promo” a un correo electrónico sin una nota personal o aclaratoria. A muchos les podría resultar ofensivo porque no la han pedido. Es un mensaje que llega sin avisar y sin invitación. Es lo que se conoce como un “spam”: es correo chatarra. Así que con el corazón en la boca, me atreví redactar y a enviar el siguiente mensaje:

Amigos:

Este fin de semana será el estreno de la obra Cualquier martes ceno en París. Es de mi autoría y también la dirijo –además de hacer luces, construir utilería, poner la escenografía, tomar las fotos, técnico de la proyección, de producir, entre otras tareas-.
Ustedes mejor que yo saben la situación por la que atraviesa el teatro en Puerto Rico, porque lo viven a diario, así que imaginen la suerte que corren las obras de nuestra Dramaturgia Nacional. Este proyecto no cuenta con ningún apoyo, ni gubernamental ni mucho menos comercial. Lo estoy costeando con el presupuesto familiar, que no es mucho. A duras penas ha salido publicado algún comunicado en la prensa y no es por falta de intento. Cuenta con un elenco de jóvenes actores. ¿Se acuerdan cuando nadie les daba trabajo porque nadie los conocía? Pues ellos están en la de demostrar que tienen madera para la actuación. Quisiera que se dieran la vuelta por el Teatro Coribantes. Las funciones son el viernes y el sábado a las 8 de la noche y domingo a las 6. El precio del boleto es a $10 entrada general y $8 estudiantes. Rafael Rojas cobra un cargo de $3 por servicios (ganso que es) más el maldito IVU. Está a ese precio porque sé que la calle está dura. Los que me conocen saben que no hago teatro por el dinero. ¿Cuánto dinero puedo hacer con ese precio si el teatro alberga como 200 sillas y es solo un fin de semana y hay que pagar el teatro, turnos de técnicos, actores, escenógrafa, sonido y otros gastos previstos e imprevistos?
Nunca he tenido la dicha, en ninguna de mis producciones, de tener el teatro lleno. Así que me gustaría que fueras. No quiero que el factor dinero sea un problema, lo que me interesa es que vayas. Si no tienes para pagar el boleto, por la razón que sea y que no viene al caso, y tienes deseos de asistir, me escribes (adnrodiz@yahoo.com) y te pongo en la lista de invitados.
Se hizo un intento de promoción al que puedes acceder si visitas www.myspace.com/redgumpr o a mi blog http://adnrodiz.blogspot.com
Sería de gran ayuda si pudieran darle pa’lante a este mensaje con tu lista de contactos si no es mucho pedir. Quisiera mejorar el texto, así que si asistes, me escribes o me dices personalmente las recomendaciones u observaciones.
Si nuestras obras nativas mejoran, estoy seguro que la gente comenzará a asistir más al teatro. A los puertorriqueños nos gusta lo nuestro. Pero quizás los dramaturgos no hemos sabido llevar el mensaje correctamente.
Como quiera, gracias por recibir este mensaje y disculpa que me aprovechara de este medio para enviar esta promoción.

Un abrazo,
Pedro Rodiz


Para mi sorpresa, mucha gente me contestó y hasta se solidarizaron con el mensaje. Quizás fue la sinceridad con que lo escribí. Lamentablemente no puedo transcribir lo que me dijeron ni mencionar sus nombres ya que eso sería impropio. Ninguna de esas personas me ha autorizado a publicar algo que escribieron en su calidad personal. A todos ellos y ellas gracias por sus palabras de aliento. Muchos tuvieron la gentileza de excusarse por no poder asistir a la obra ya que tenían compromisos profesionales previos. Otros me aseguraron que no se la perderían. Como quiera, es bueno saber que existen personas serias y comprometidas, velando, como si fueran ángeles, por el desarrollo de nuestra dramaturgia nacional.
Aún sigo sin saber lo que se siente tener una sala llena, pero estoy bien complacido con el resultado de este proyecto. Y la gente que asistió, también. No será la mejor obra, pero sí les puedo garantizar que el estrenar este texto, me ha dado la fuerza para seguir haciendo lo que se tenga que hacer. Estoy más inspirado que nunca.

03/23/2007

Experimento teatral en "París"
Por El Nuevo Día

Los buenos amigos del periódico El Nuevo Día publicaron este comunicado el viernes 23 de marzo de 2007. A ellos, mi agradecimiento eterno.

"Redacción en vivo durante los ensayos con la intervención de los actores caracteriza la nueva obra de Pedro Rodiz que estrena hoy en Coribantes".
Un dramaturgo tiene una idea, la explora en su cabeza, se imagina las escenas una por una, hasta que en un acto de valentía, decide sentarse a escribir. Luego, al tener su producto final terminado, se lanza a un vacío y la entrega a los actores que personificarán sus personajes para que los interpreten.
Cualquier martes ceno en París sube a escena desde hoy en el Teatro Coribantes -frente al Mercantil Plaza en Hato Rey- producida por su compañía de teatro ADN-R.
Cualquier martes ceno en París comenzó como una idea de su autor durante su primer viaje a Europa. Sólo este fin de semana permanecerá en escena en dicho lugar en funciones a las 8:00 p.m. viernes y sábado y las 6:00 p.m. el domingo.
Cualquier martes ceno en París comenzó como una idea de Rodiz en su primer viaje a Europa; casi un año después la obra sube a escena por un solo fin de semana. Cuenta la historia de “Cecilia”, una mesera y estudiante de Historia del Arte, que trabaja arduamente para cumplir su sueño de un día llegar a París. El destino le trae a “Tommy”, un carterista que vive el momento y sueña con vivir sin tener que trabajar un día en su vida.
“Tommy” le roba la cartera a “Cecilia” un día en una parada de guagua de camino a su trabajo, ocasionando que ella pierda la guagua, y con eso, también su empleo. De esta forma desencadenan una serie de encuentros entre ambos personajes que ponen a prueba las percepciones que podemos tener de las personas.
Al imaginarse sus personajes, Rodiz quiso intentar algo nuevo, darle la oportunidad a dos jóvenes actores a conocerse, crear química y a base de sus reacciones y comunicación entre sí, crear sus los personajes que se convertirían en “Cecilia” y “Tommy”, protagonistas de la obra personificados por Joa Tous y Héctor “Pepón” Escudero.
La obra fue escrita durante un período de 3 meses, en los que Rodiz dialogó con los actores acerca de sus personajes y sus ideas de cuál debía ser la suerte y que tomarían las vidas de éstos. En estas conversaciones florecieron los personajes y la trama. Mientras los actores ensayaban escena tras escena, Rodiz escribía la obra.
“Pedro nos ha dado la libertad de construir nuestros personajes primero, antes de que él escribiera, así la palabra escrita y dicha tienen una conexión más pura y directa”, dijo la actriz Joa Tous.
La compañía productora de la obra, ADN-R, fue fundada en junio de 2006, bajo una iniciativa de Pedro Rodiz -dramaturgo, director, productor- para fomentar, popularizar, y expandir las posibilidades del teatro puertorriqueño contemporáneo llevándolo a otro nivel de discusión y de representación.
“Me parece que nuestra dramaturgia ha perdido impacto y el contacto con la gente. Antes, el público abarrotaba las salas para ver las obras de René Marqués, Francisco Arriví, Manuel Méndez Ballester, entre otros. ¿Qué dejamos de hacer? ¿Por qué la gente perdió el interés por ver obras de nuestros escritores dramáticos? Me parece que la gente ha perdido un poco el gusto por ver lo nuestro. Necesitamos volver a despertar ese interés de ver nuestros obras, con temática actualizada y pertinente, temas que reflejen nuestra idiosincrasia”, explicó Rodiz. De esto se trata esta nueva obra.
El costo del boleto será de $10 entrada general y $8 estudiantes y mayores de 65 años. Para más información visite www.myspace.com/redgumpr.

03/22/2007

Cualquier martes ceno en París
Estreno mundial


Por Pedro Rodiz

Aunque suena ostentoso y preponte, la obra Cualquier martes ceno en París, que se presentará en el Teatro Coribantes este fin de semana, es un estreno mundial. Claro, no va precedido por toda la fanfarria que esto supone en cualquier país civilizado. Este estreno pasará sin pena ni gloria, con una promoción muy limitada, y será presenciada por un nutrido grupo de invitados y amigos.
La idea de esta obra se me ocurrió un miércoles al instante que daba un paseo en barco por el río Danubio, en el área que bordea a Viena. Mientras la gente trabajaba yo andaba de paseo. Y es una sensación bien poderosa, uno vive, por unos días, con la ilusión de que se es otra persona, sin necesidades inmediatas.
Allí pensé en la posibilidad de unir a dos personajes, que en situaciones normales, no se conocerían. Noté con curiosidad que los meseros, son secos y hasta fríos en el servicio. Se ve la marcada diferencia entre el humor vivaracho de los caribeños en contraste con humor reservado y hasta tímido de los europeos. Así surge el primer personaje: la mesera. Una mesera que atendiera turistas y que soñara con irse a otro lugar para que la atendieran como ella atiende a sus clientes.
El otro personaje se me ocurrió por las continuas advertencias de que nos cuidáramos de los habilidosos carteristas. Toda la gracia de éstos radica en quitarte la cartera sin que te percates. Así nace el segundo personaje. Éste, aunque es un ladrón, no es violento. No es como aquí en Puerto Rico que te asaltan con una jeringuilla, o te dan un cantazo para que la próxima vez tengas más dinero encima, o te llevan a una ATH para que retires quinientos dólares, o simplemente te pegan un tiro al menor movimiento por diversión. Así que se me antojó pensar en un personaje que tuviese una especie de “código de ética” y que asaltara a ciertas personas, simplemente con la rapidez de sus manos, pero que se abstuviese de robar a otras.
Así que la trama tenía que ser en Puerto Rico, que no contamos con el folclórico carterista, para que resultara ser un personaje simpático. No iba a poner un tecato en escena. Ya basta con verlos en la calle. Y a ella que soñara con ir a París. Un momento casual, un tropezón haría que se conocieran, casi por azar, por cosas del destino. Y esto desencadenaría una serie de sucesos, de encuentros y desengaños.
No quise ubicar la historia en un solo lugar. Exploré la posibilidad de que se encontraran en varios lugares. Y esto, por supuesto, representa un problema escenográfico. ¿Quién paga una escenografía que incluya varios lugares? Esto no es Broadway. Así que el Teatro Coribantes se me presentó como el espacio ideal ya que es un teatro arenas. Así que sin mucho presupuesto pero me di a la tarea, no sólo de escribir una obra que fuera lo suficientemente interesante y actual, sino que fuese costo efectiva y sin que se viera deficiente o pobre. Como ya tenía el elenco, decidí que ellos eligieran el nombre que llevarían sus personajes. Ella se llama Cecilia y él se llama Tommy. Y así inicié los ensayos, sin tener la obra terminada como tradicionalmente se hace. Me pareció más interesante escribirla por cuadros, bloquear escenas y llevar el proceso poco a poco. Fue una delicia escribirla así. Aunque un gran riesgo. ¿Qué hubiese pasado si no la terminaba de escribir a tiempo? Por suerte y disciplina no fue así. Ahora, trato de distanciarme y me parece que este texto fucionaría mejor como guión de cine.
A un día del estreno, estoy sumamente nervioso. ¿Cómo reaccionará la gente a la propuesta? A veces, para calmarme pienso que el teatro es así, uno se expone a todo y recibe una respuesta inmediata del público, buena o mala, pero respuesta al fin.
Los actores son jóvenes, con muchas ganas de hacer teatro, con deseos inmensos de demostrar que tienen madera de actores.
Me encantaría que fueran a ver esta comedia romántica, en el que París se utiliza como un símbolo, como una metáfora, como una salida a los que vivimos todos los días.
Luego, vienen a este foro y me cuentan qué les pareció.

03/18/2007

Luminiscente
Entrevista a María Cristina Fusté
Diseñadora de luces

Por Pedro Rodiz

María Cristina Fusté se ha desempeñado en el área de la iluminación siendo exitosa tanto en Puerto Rico como en la ciudad de Nueva York. A su corta edad ya cuenta con un interesantísimo resumé. Es trabajadora, comprometida y muy talentosa. Tiene esa facilidad de entender correctamente las exigencias de los directores con que trabaja.

¿Cuál es tu preparación académica?

Tengo un bachillerato en Humanidades de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras y un MFA en Diseño de Iluminación de NYU.

¿Cuál es el recuerdo más distante que tienes del teatro o de alguna obra de teatro?

El recuerdo más antiguo que tengo fue cuando pisé por primera vez el Teatro de la Universidad. Tenía 4 años y participé de mi primer recital de ballet. Desde ese día me enamoré del teatro y del aplauso del público.

¿Cuándo te das cuenta que ibas a estudiar teatro?

Desde chiquita hacía todas las obras de teatro de la escuela. Siempre lo quise estudiar, pero todo se hizo más claro cuando entré a la escuela superior y tomé las electivas en teatro. Mis profesores fueron Gerardo Ortíz y Evelyn Rosario. Ellos estaban recién graduados del Departamento de Drama y yo quería ser como ellos. Mi meta principal, desde el primer día en la Iupi era pertenecer al Teatro Rodante de Dean Zayas.

¿En qué trabajas actualmente? ¿Vives del teatro?

Pues ahora mismo soy Diseñadora de Luces y trabajo por mi cuenta. Soy la diseñadora residente de la compañía Teatro Círculo. Tengo varias compañías que me llaman para sus temporadas y otras que me contratan por recomendaciones. También me mantengo trabajando para varios productores en Puerto Rico, siempre que el trabajo de acá me lo permite. Hasta ahora vivo del teatro… ¡apenas!

¿Qué tipo de teatro te gusta iluminar?

Pues te diré que tengo mucha experiencia en teatro experimental, conceptual, visual… me encanta este tipo de teatro. Pero estoy loca por iluminar las ideas de Ibsen. Me gustaría trabajar textos así. Me han tocado varios, pero la mayoría son trabajos de iluminación no convencional. También me gusta el teatro al aire libre. No es muy común y es súper difícil, por las limitaciones técnicas, pero me gusta mucho el reto.

Sí no estuvieses involucrado en alguna actividad teatral, ¿qué serías o qué harías?

Pues hubiera estudiado Ciencias Sociales y luego Leyes. Aunque te digo la verdad, no sé cómo me hubiera podido escapar del teatro, porque todo en mi vida me dirigió a eso. Pero la política es otra de las facetas que me encanta.

¿Tienes alguna anécdota relacionada al teatro que te haya impactado, positiva o negativamente, que quieras compartir?

No sé qué contestarte. Cada espectáculo, cada “show” que uno ve, cada clase, es una experiencia nueva, que se aprende. Yo sí te puedo hablar de cómo es que me metí en esto de las luces. Luego de estar 5 años en el Departamento de Drama, la única clase que me faltaba era la de iluminación. Le tenía terror a la clase. Todo el mundo decía que era difícil. Tomé la clase y todo bien. Pero la revelación vino en el proyecto final. El examen fue en el Teatro de la Universidad. Escogí la música y busqué la escenografía. Junto a los otros compañeros, hice el plano, lo implementamos y luego vino el momento de hacer los “cues”. Para ese momento, mis compañeros estaban durmiendo en el piso de la cabina y solita me puse a jugar con la música y el movimiento de la luz. Ese instante dentro de la cabina fue mágico. Descubrí que me era natural entender el ritmo, las intensidades y ángulos de la luz. Me fue bien fácil esculpir las figuras que estaban en el escenario y pintarlas como si fuera un canvas. Pude recrear sentimientos, estados de ánimo con los colores y el movimiento….y en ese momento me di cuenta de que eso era lo que quería hacer.

¿Pensaste alguna vez renunciar y dedicarte a otra cosa?

Aunque lo haya pensado alguna vez, no puedo dedicarme a otra cosa. ¡No lo puedo imaginar! Cuando algo así me viene a la mente, es algo más parecido a un lamento: ¿¿por qué nací marcada para hacer esto?? Básicamente he aceptado mi destino y tengo que bregar con eso… ¡y vivirlo!

Ahora estás de productora de teatro, ¿cómo te va?

Siempre me ha encantado producir. Me gustan los negocios y, desde que estaba en la UPR, ya quería producir. La primera gran experiencia produciendo fue la farsa “Madre, el drama padre” de Poncela. Y no sé cómo, contraté 20 actores, al director, a los diseñadores, a los ayudantes, a los asistentes, y entre todos, hicimos este primer sueño de producción una realidad. Fue todo un éxito y aprendí, que aunque me cuesta mucho, hay que delegar y rodearse de lo mejor de lo mejor para conseguir el éxito. Luego producí en Puerto Rico y eso fue otro bembé. La experiencia fue súper y se llenó la sala. Pero me di cuenta de que en Puerto Rico la cosa es diferente, por ejemplo creo que el teatro deberia estructurarse como un negocio, cosa que aquí no se hace. Junto a mi equipo de trabajo, traté de ver esto como un producto que se tiene que vender y así lo hicimos. Nos pusimos como meta vender el producto y las ganancias obtenidas quedaron en la compañía para nuestra próxima producción.

Has producido tanto en New York como en Puerto Rico, ¿cuáles son las diferencias?

En Puerto Rico el círculo es bien pequeño y ya conoces quién es quien….En Nueva York hay mucha gente, y mucha gente buena, pero lo difícil es hacer un grupo. Yo he trabajado con cientos de actores y como con 25 directores diferentes, montones de diseñadores y productores. A la hora de contratar y buscar gente, tienes una gran variedad. Y lo bueno es que puedes crear un equipo dependiendo de la obra y sus necesidades. Una gran diferencia es que en NY hay mucho apoyo para las artes, y sobre todo, para las minorías. Las empresas privadas tienen becas y programas de ayuda. El gobierno tiene muchos programas que ofrecen becas e incentivos. También, hay organizaciones sin fines de lucro que se dedican a ayudar a otras compañías sin fines de lucro. Otra cosa es que en NY hay público para todo. Aquí se hacen cientos de espectáculos cada fin de semana, desde “Un Tranvía Llamado Deseo” hasta piezas de Teatro Hindú o danza moderna con música computarizada, obras de teatro en todos los idiomas, Festivales de Teatro Interactivo, flamenco... “you name it”. Y lo genial es que usualmente todo se llena. Otra diferencia es que en NY la crítica es muy importante y necesaria. Si no te critican, tu espectáculo tienes menos probabilidades de que se te llene. Pero claro, la diferencia es que en NY hay 3 periódicos principales en inglés, 3 en español, como 5 revistas que critican y unos 6 “websites” que se dedican a esto. Por lo tanto, es más probable que salga algo en algún lugar. Otra diferencia importante es que en NY la publicidad por Internet es lo principal, más importante inclusive, que la publicación de anuncios en los periódicos. Hay “bloggers”, como el tuyo en P.R., que se dedican a publicar reseñas y a comentar sobre lo que pasa en la ciudad. También hay compañías que uno les paga un “fee” y envían “email blasts” a un público específico. Es común que todas las compañías tengan su página web y la mantengan al día. En Puerto Rico la cosa es diferente. Pienso que varias de las técnicas que en NY funcionan, se podrían implementar en P.R.

¿Qué opinas del teatro nuyorquino?

Que hay de todo. Que hay miles de compañías tratando de captar nuestra atención. Que hay muchas cosas interesantes y otras que no deberían presentarse. ¡Como todo! Del teatro musical me mantengo lejos, porque es como ir a Disney. Son un chorro de luces moviéndose y cambiando de color, canciones “tackys” y que todas suenan igual, bailarines que cantan y dicen que actúan y gente como Usher protagonizando obras. Pero el teatro serio, sí creo que es de lo mejor en los Estados Unidos.

¿Qué opinión tienes del teatro puertorriqueño?

Que hay mucho potencial y que hay talento. Lo que pasa es que hay un problema de cómo se le da publicidad a las obras. Hay público para todo, pero hay que encontrar ese público e invitarlos a ver nuestros trabajos.

¿Qué proyecto atesoras y por qué?

Pensando así a lo loco: La fiesta del chivo en Repertorio Español y en Bogotá, Colombia. Tuve la oportunidad de colaborar con el director colombiano Jorge Alí Triana. Trabajé la dramaturgia con él y con los actores. Estaba involucrada en todos los aspectos de la producción y pude construir el concepto de iluminación a la par con el proceso de ensayos y del desarrollo del texto. Pasé muchas largas noches trabajando el texto con Jorge Alí. Teníamos un diseñador de sonido increíble, Jimmy Tanaka, que trabaja haciendo musicalización de películas. Su trabajo y el mío eran hermanos gemelos: uno no servía sin el otro. El equipo de diseño fue el mejor con Julián Hoyos y Regina García al mando del equipo de escenografía y de vestuario, respectivamente. La producción se cuidó al máximo. Aprendí mucho sobre el trabajo de un creador con su texto y la traducción al escenario con los actores. Este proyecto también me abrió muchas puertas. Luego de 4 años de presentaciones, todavía se puede ir a ver en Repertorio Español en Nueva York.

¿Cómo te visualizas de aquí a 10 años?

Pues te contaré que espero seguir haciendo esto. Aparte de seguir haciendo luces para proyectos interesantes, quisiera tener un teatro aquí en NY o en P.R. dónde podamos tener una programación de repertorio. Me gustaría enseñar en la U.P.R. Y seguir produciendo. La verdad es que lo más seguro esté en Puerto Rico, pero uno nunca sabe. Quizás termino en España o Argentina. “Who knows?”

Para crear un diseño de luces, ¿qué haces? ¿Cómo es tu proceso creativo?

Pues todo parte del libreto. Se le doy una primera lectura para conocer de qué trata el asunto. Luego, se da otra lectura para hacer apuntes de los personajes y de los ambientes. Hago un “research” visual a base de esos apuntes. Luego, viene la reunión de diseño con el resto del equipo y con el director. Ahí me entero de la visión del director y de los demás del equipo. Con esa información, se solidifica un concepto general, donde todos estamos en sintonía. Luego viene, si es posible, el proceso de ensayo. Yo usualmente no voy a menos de tres ensayos. El primero es para ver como se mueve todo, sentir que me inspiran los actores y el montaje del director. El segundo ensayo voy preparada para anotar donde van mis “cues”. El tercero es para corroborar las anotaciones y terminar la lista de “cues”. En esos ensayos aprovecho y consulto con el director los puntos importantes y aclaro dudas y detalles que me hagan falta. También es el momento que el director tiene para pedir cualquier cosa que sea escencial en el montaje de luces. Llegamos a un acuerdo y ahí viene la implementación de la idea.
Luego de tener el diseño de escenografía con detalles de texturas y color, los planos del teatro, de conocer con qué cuenta el teatro y dibujos de vestuario, hago una lista de requisitos y con qué instrumento puedo lograr algún efecto. Una vez que corroboro todo eso, que tengo la instrumentación necesaria, que verifico si no me dan las luces o los circuitos, hago arreglos y corto ideas que no son tan importantes (consultando con el director, si es necesario). Hago un plano “rough”, que es un borrador del plano, para calcular ángulos, repartir posiciones, estudiar todo para asegurarme que va a lograr el efecto deseado. Divido el espacio por áreas y le asigno números. Establezco dónde son las marcas para el enfoque, y una vez todo está claro, es cuestión de dibujar. Luego, preparo el documento que tiene toda la información de los instrumentos. Escojo colores, y los pongo en el documento. Hago una lista de cosas que hay que conseguir, como por ejemplo, extensiones, conecciones especiales, luces pequeñitas, luces grandes o diferentes a lo que tiene el teatro, lista de colores, lista de patrones y busco dónde comprarlos, tomarlos prestados o alquilarlos. Una vez que todo eso está coordinado, lo próximo es el día de montaje.
Hago por lo menos tres copias del plano. Una de las copias se la doy a los técnicos que van a decidir dónde conectar todo y anotar los circuitos, a dibujar uniones y cualquier otra cosa especial que sea necesaria. Ellos montan las luces y usualmente me gusta estar presente por si tienen alguna duda o pregunta. Algunas veces, ellos encuentran problemas, que si hay que cambiar alguna posición o sustituir alguna unidad. Y es bueno estar ahí para tomar esas desiciones. Después, les toca a los técnicos corroborar que todo prenda bien, y que puedan corregir cualquier problema. Una vez esto, viene el enfoque. Para eso uso otro plano donde anoto qué luces se van enfocando y tomo notas sobre los problemas o cambios que haya que hacerse. Luego, viene la programación. Con la lista de “cues” en frío, sin actores, programo los “cues” en la consola. Esto me gusta hacerlo sin nadie alrededor. Entonces es que se los muestro al director. En el ensayo técnico veo los “cues” con el sonido y con los efectos de la escenografía, del vestuario, con todo. En ese momento el director va a juzgar cada movimiento de luces, vestuario y escenografía y limpia, decide, cambia, mejora todo eso. Preparamos la obra para que esté lista para un ensayo general. En el ensayo general, usualmente, sigo haciendo cambios en el transcurso del ensayo, y hasta tiempo después del ensayo. Si hay la oportunidad de tener más ensayos, igual sigo perfeccionando las luces. Trato de ver, por lo menos, dos funciones. Usualmente, durante cada función, tomo notas. Si la obra es muy complicada, veo tres funciones y se supone que no tenga que hacer nada más, ¡se supone! Una vez finaliza la temporada, me aseguro que cualquier equipo que sea prestado o alquilado, regrese a su lugar de origen, en el día acordado, para evitar problemas. Ese es mi proceso, Pedro. Te he dado una clase de iluminación a las millas.

03/13/2007

Homenaje a Rafael Ortiz:
Amigo y mentor

Por Pedro Rodiz

Existen personas de las que uno no quisiera despedirse nunca. Me ha tomado un año despedirme de don Rafa. Se me había hecho bien difícil hacerlo. Lo apreciaba muchísimo. Todavía lo recuerdo con mucho regocijo.
Lo conocí como para el 1995, no recuerdo bien la fecha exacta. El mundo de los muñecos hizo unas audiciones porque quería ampliar su banco de titiriteros. De las personas que audicionaron, me eligieron a mí. Nunca supe porque me escogieron ya que no fui el mejor de los que se presentaron. Creo que fue la química que desarrollé con don Rafa la que ayudó.
Para él, lo más importante en su vida era la familia, después el teatro, y por supuesto, el teatro con títeres. Según me contó, en sus innumerables cuentos, creó la compañía de títeres porque quería tener una actividad en la que pudiera compartir con sus hijos. De todos es sabido que el teatro tiende a alejarnos de la familia debido a la cantidad de horas que hay que dedicarle a los ensayos. En esa compañía pertenecían sus cuatro hijos: Noelia, Rey, Javier y Mirna. También se habían incorporado, en sus inicios, su primo José y Ramón López. Luego fueron llegando los demás: Karen Oliveras, que se casó con Javier; Rafael Marrero, cuando estaba casado con Mirna; Marilia, Silvia y yo, que fui de los últimos.
Ellos, siendo todavía adolescentes, participaron en un Festival Internacional de Teatro con Títeres y llevaron la obra Pinocho, una versión de Ángel Amaro. No sólo se llevaron el premio UNIMA, que es el máximo galardón que puede aspirar un titiritero, sino que uno de los primos, José, se inventó un títere único en el mundo: una mezcla del títere de la República Checa con el Bunraku japonés. Es un títere donde el titiritero está sentado en un carrito y maneja a un muñeco de cuerpo entero. La peculiaridad es que el de aquí, mueve la boca.
Cuando empecé en la compañía, ya ellos tenían muchos años de funcionamiento. No fue hasta que don Rafa se jubiló del Departamento de Educación, que decidieron convertir la compañía en una cooperativa-negocio familiar.
Fueron muchas las veces que don Rafa y doña Virgen me dieron alojamiento en su hogar. Las dos o tres funciones, que eran todos los días, las realizábamos en todas las escuelas públicas y privadas del País. Era un teatro rodante en miniatura. Todo, incluyéndonos, cabíamos en la guagua.
Noelia, la hija mayor, para ese tiempo, residía en Boston donde había completado una Maestría en Títeres, y hasta donde tengo entendido, es la única en la Isla que la posee. De ella hablaban maravillas, y su trabajo de tesis, que consistió en preparar un montaje, desde la confección de los títeres, el libreto y la puesta en escena, demostró su gran habilidad para el manejo de los muñecos. Ella utilizó la historia de Puerto Rico como punto de partida. La obra se llama Pajareo Boricua, y si algún día la ven anunciada, no se la pierdan. Es una joyita.
Compartí mucho con Javier, que era y es el presidente de la compañía, y porque habíamos estudiado juntos en el Departamento de Drama. Sabe manipular extraordinariamente los títeres, tanto con la mano derecha como con la izquierda. Es un maestro del manejo. Conoce el secreto de darle credibilidad al movimiento. Parece que los muñecos tienen vida.
Rey es el otro titiritero que tiene una gran habilidad para improvisar. Él, que suele ser un poco tímido, cuando maneja un títere, se transforma. La menor, Mirna, en ocasiones especiales, también participaba y lo hacía muy bien. El primo, José, se convirtió en un constructor fabuloso. Desarrolló una técnica que hace que sus títeres sean únicos, interesantes y de gran calidad.
Y todo estos buenos y excelentes artistas se forjaron bajo la visión y la tutela de don Rafa. Fue el autor intelectual de prácticamente todos los proyectos que produjo El mundo de los muñecos. Tenía un gran sentido del humor y una memoria envidiable para los datos y las historias del teatro puertorriqueño.
Siempre me habló de una obra de teatro que escribió, basada en las filosofías orientales. Yo me ofrecí para montarle la pieza. Pero nunca encontró el libreto. Esa es una de las obras que me hubiese encantado dirigir.
Cuando murió, no tuve el valor de ir a verlo. Todavía me acuerdo y me da mucho sentimiento. Es la persona más entusiasta y positiva que he conocido. Siempre le veía el lado bueno de las cosas. Y además, fue el que más me ha estimulado para que siguiera escribiendo. Me pidió que lo ayudara con los libretos de un programa de televisión que se llamaba: De la mano con los niños.
Hace unos meses que no escucho nada de la compañía. Sus razones tendrán. Las transiciones toman tiempo. Algo estarán preparando.
Así que, con estas cortas líneas, que espero sirvan como un humilde homenaje y a manera de agradecimiento infinito por la gentileza que tuvo de acogerme en el calor de su familia, me despido de un gran amigo, de un gran maestro.

03/11/2007

El pornformero
Entrevista al dramaturgo Freddy Acevedo

Por Pedro Rodiz

Freddy Acevedo se ha caracterizado por escribir obras polémicas. Algunos catalogan su trabajo como grosero. A la línea de trabajo de este dramaturgo la he denominado: Estilo Frediano. Aunque es controvertible, ya que su trabajo deja a más de una persona con la boca abierta, también son muchos a los que deja entusiasmados. Algunos de sus escritos son El “sex tape” de Milo & Olivia (2005); Clue (2004); Avaricia, obra dentro de 7 veces 7 (2004); colaborador de la dramaturgia colectiva El local (2004); Cráneo azul in the Yellow House (2003); Willie Wonka y la fábrica de chocolates (2002); Tripeo 69 (1999); Las cabras “Cameo” (1999); Las sombras desenchufan (1997).

¿Cuál es tu preparación académica?

Hasta la fecha he completado todos los requisitos (excepto la jodía tesis) para un doctorado en Estudios Hispánicos, con especialidad en Literatura Española. Hice mi bachillerato en Teatro y en Estudios Hispánicos. Recibí seis años de entrenamiento en Artes Visuales, tres de ellos con especialidad en Diseño Aplicado. Me gustan los idiomas y por esa razón, a parte del inglés y el español, he estudiado siete lenguas más: francés, italiano, ruso, árabe, alemán, portugués y vasco.

¿Cuál es el recuerdo más distante que tienes del teatro o de alguna obra de teatro?

Recuerdo que, cuando tenía apenas dos años, aproximadamente, y llegaba visita a mi casa, yo me escondía detrás de una pared y me ponía toallas o sábanas por encima para hacerles un mini show. Lo triste del caso es que me aplaudían, lo cual hizo que le fuera cogiendo el gusto a eso desde chiquito.

¿Cuándo fue que realizaste que ibas a estudiar teatro?

A los 16 años me enteré de que eso, que yo había hecho prácticamente toda la vida como una afición, se estudiaba en la universidad como carrera. Así que desde los 16 años me eché a la familia en contra.

¿En qué trabajas actualmente? ¿Vives del teatro?

Actualmente soy profesor universitario “part time”. Enseño en dos universidades. En una enseño teatro y en la otra doy clases de gramática. También me dedico a muchas cosas que dejan más dinero (o, mejor dicho, que dejan dinero, ya que el teatro NO me deja dinero.) Eso contesta la segunda pregunta: No vivo del teatro, pero vivo para hacer teatro.

Escribes obras y son controversiales, ¿qué tipos de obras escribes y por qué?

Lo que escribo son obras para mí. Me complazco en todo. Escribo obras que a mí me gustaría ver como público y tengo la bondad de compartirlas con el resto de la gente cuando decido montarlas. Los temas son temas que apelan a las masas. La comedia es lo más fácil que se me da. Recurro a temas “vulgares”, pero los salpico de cultura humanista, para ver si siembro inquietudes en la gente que decide ir por primera vez al teatro a ver una de mis obras.

Sí no estuvieses involucrado en alguna actividad teatral, ¿qué serías o qué harías?

Dejando a un lado lo de ser profesor (porque ser educador es virtualmente ser un actor) me hubiese gustado trabajar en la cocina de un restaurante o haciendo tripletas en una guagüita. Me gusta cocinar desde que era pequeño.

¿Tienes alguna anécdota relacionada al teatro que te haya impactado, positiva o negativamente, que quieras compartir?

En una función de Esta noche juega el jóker, de Fernando Sierra Berdecía, en el Teatrito de la Universidad, nos quedamos sin luz en mitad de la obra, gracias a un apagón general. La directora rápidamente movilizó a su equipo técnico y, luego de dirigirse al público, decidió continuar la función con cinco o seis linternas. El público disfrutó la obra y nosotros los actores nos sentimos muy satisfechos con nuestro desempeño esa noche. Eso confirma que el teatro es una experiencia que se nutre de la energía y disposición del público –no importa las condiciones- de ver un espectáculo y de la capacidad de los actores de brindárselo.

¿Pensaste alguna vez renunciar y dedicarte a otra cosa?

¡Oh sí! Eso creo que nos pasa a todos los que decidimos dedicarle la vida al teatro. Llegó un momento en mi vida en el que, antes de culminar mis estudios en teatro, consideré dejarlo todo para dedicarme a ser físico nuclear. Estaba tan saturado de teatro. Me tomé un receso de año y medio en el que me di cuenta de que el teatro era la razón de ser de mi vida. Cuando volví, volví lleno de energías y nunca más me he retirado por completo como lo hice aquella vez. Los descansos son buenos (de hecho, ahora estoy tomándome un “break”) pero nunca me desvinculo de la actividad teatral.

¿Estás escribiendo algo en este momento?

Sí, estoy escribiendo. La escritura es lo que me mantiene coherente. Cuando me retiro por momentos de las tablas me refugio en la escritura. Escribo escenas sueltas que a veces pasan a ser parte de una obra. Cuando no me sirven de mucho, pues las dejo en espera a ver dónde encajan.

¿Puedes dar detalles?

Tengo actualmente dos obras que he ido escribiendo durante los últimos meses: Una comedia obscena de esas que me caracterizan y otra, que es “EL DRAMA”, una obra que espero que le saque mocos y lágrimas a la gente.

¿Qué proyecto atesoras y por qué?

De mis proyectos, atesoro mi primera obra de teatro, titulada Las sombras desenchufan. Le tengo mucho cariño porque fue cuando por primera vez sentí las carcajadas intensas de un público que reacciona a lo que uno ha escrito.

¿Qué piensas del teatro universitario?

Que es una burbuja. Una burbuja en la que uno ignora la triste realidad del teatro profesional. Es una burbuja necesaria, ya que pones en práctica lo que aprendes en los cursos de teatro y donde compites con gente que, como tú, se está entrenando seriamente en el oficio. Lo malo es cuando sales de esa burbuja y vas a trabajar en teatro “profesional” y tu competencia es Colibrí o Julián Gil y es a ellos a quien ponen a protagonizar. O, simplemente les dan el papel y a ti, que te has jodío haciendo un puto bachillerato en teatro, te dejan sin empleo.

¿Qué opinión tienes del teatro puertorriqueño?

El teatro puertorriqueño es muy joven. Todavía, a pesar de lo que digan los críticos e historiadores, no hay una definición de teatro puertorriqueño. De hecho, creo que nunca la habrá. Un país históricamente indefinido lo que produce son manifestaciones artísticas indefinidas. Lo pongo bastante sencillo: ¿Cuál ha sido la obra de teatro más exitosa en Puerto Rico? ¿Cuál? Amor en La Hamaca. ¡Eso es un hecho! ¡Y lo lindo es que hay gente que opina que eso NO es teatro! Imagínense lo indefinido que está el teatro puertorriqueño.

¿Qué opinas de la dramaturgia puertorriqueña?

¿Cuál? Y hago esa pregunta porque últimamente hay gente que escribe obras por satisfacer la demanda de los productores sedientos de llenar las salas con público escolar. Esas obras, que muchas veces son adaptaciones -o plagios de otras obras que sacan de Internet, no deberían considerarse parte de la dramaturgia puertorriqueña. Por eso pregunto, ¿cuál dramaturgia? ¿La de la gente que escribe y no se les da espacio para representar sus obras? ¿La de los dramaturgos que tenemos que representar nuestras piezas en espacios pequeños y que sólo ven reducidos grupos? ¿Cuál dramaturgia puertorriqueña? Bueno, sé da la batalla para que la dramaturgia puertorriqueña eche hacia adelante, pero si la señora que espera la guagua pública o el señor que vende las verduras en la plaza no están enterados de que existe algo llamado “dramaturgia puertorriqueña”, ¿a quién carajos estamos engañando? A ellos tú les mencionas “teatro” y te mencionan la jodía “Hamaca”... Hagamos algo: dejemos de hablar de este tema. Hay un nutrido grupo de dramaturgos puertorriqueños que sinceramente se preocupan por la calidad del oficio. Quien quiera disertar sobre este tema, que utilice este espacio para atacar o apoyar lo que he dicho. Y así, quienes lean esto, ya sea en castellano o mediante un traductor “web” al esperanto, se enteren de algo.

¿Cómo te visualizas de aquí a 10 años?

Si no me han arrestado por no tener licencia de promotor de espectáculos o por no creer en esas pamplinas de la colegiación, etc., pues me visualizo haciendo teatro y dando clases de gramática “part time” en el anexo del Instituto de Banca, hoy en día conocido como el Teatro Coribantes.

¿Usas alguna estrategia al momento de escribir? Bosquejos, trance, improvisaciones, imágenes, etc.

Parto de imágenes. Esas imágenes engranan con las inquietudes que me surgen en la vida y a las que decido darles forma por medio del teatro. También me pongo fechas límite: Cuando tengo las imágenes y la idea en abstracto, cito a los actores y actrices en los que he pensado para una fecha y una hora. Eso me obliga tener la obra lista para esa primera reunión –no importa si la he tenido que terminar ese mismo día a las cuatro de la madrugada-. Creo mucho en el compromiso y en nunca quedar mal. Creo que eso es esencial a la hora de decidir dedicarse al teatro.

03/04/2007

Un artista con suerte
Entrevista a Alfredo Galván
De Pedro Rodiz

A continuación aparece una entrevista que le realizara a Alfredo Galván vía correo electrónico. Él lleva varios años radicado en Nueva York, en los que ha labrado una carrera exitosa como director teatral. Entre sus trabajos de dirección más recientes están: Zanahorias de Antonio Zancadas (2006); Barriolesque de Rhina Valentín (2006); Latinas Don’t PMS de varios autores (2005); The San Juan Shakespeare Company de Eugene Rodríguez (2003); Remenbrance de Judythe Cohen (2001); Vieques de Jorge González (2000); entre muchos otros proyectos. Esta es una gran oportunidad para conocer mejor a uno de los nuestros.

¿Menciona tu preparación académica?

Pues, como mucha gente por allá, estudie mi Bachillerato en el Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico. Luego me aceptaron en la Escuela de las Artes de Columbia University, en Nueva York, y allí hice mi MFA en Dirección Teatral.


¿Cuál es el recuerdo más distante que tienes del teatro o de alguna obra de teatro?

Mi mama nos llevó al teatro desde muy pequeños a mis hermanos y a mí. Ella comenzó a estudiar luego que se divorció y aprovechó todos los descuentos que les daban a los estudiantes de la Inter. Mi recuerdo más distante es de una ópera llamada Los cuentos de Papagueno, que se presentó en el Teatro Tapia hace mil quinientos años atrás. También recuerdo que uno de mis vecinitos era el hijo de Lolyn Paz, así que me lo encontraba mucho en las obras de teatro que su madre producía.

¿Cuándo fue que realizaste que ibas a estudiar teatro?

Pues siempre lo quise hacer desde pequeño, pero como era muy tímido, nunca lo llegaba a hacer. Donde único me atrevía a pararme en un escenario era en la Iglesia Presbiteriana de Hato Rey. Y haciendo obras allí como actor, fue que perdí el miedo escénico. Yo entre a la Iupi por psicología, no por Drama. Pero en cuanto comencé a tomar las clases en Humanidades me volvió ese deseo de estudiar en el Departamento de Drama. Y no era sólo por la actuación. Tenía una fascinación inmensa con la historia y la literatura teatral. ¡No me leía ningún otro libro que no fuera una obra de teatro!

¿En qué trabajas actualmente? ¿Vives del teatro?

Desafortunadamente no vivo del teatro a tiempo completo, pero lo hago con mucha frecuencia ya que en mi trabajo me lo permiten y me apoyan 100 por ciento. Trabajo como talento en el programa mañanero de 93.1 Amor FM. Allí me toca reportar sobre farándula y sobre las artes; lo que me gusta mucho porque puedo mantener contacto con lo que pasa en el teatro por acá. Los “ratings” están muy buenos, lo que me da una estabilidad que no podría tener si estuviera haciendo teatro nada más. Además, he tenido la oportunidad de conocer muchísima gente en los medios, lo que me ayuda un montón cuando voy a hacer teatro. En ese sentido, he complementado ambas carreras y las dos trabajan la una con la otra. “I’m one lucky bastard!!”

¿Por qué decidiste irte a New York? ¿Por qué te quedaste? Cuéntanos de tus vivencias en todos estos años.

Decidí irme a Nueva York porque cuando me di cuenta de que lo que más me gustaba era dirigir, sentí que tenía que aprender mucho más de lo que se me estaba ofreciendo en Puerto Rico. Tenía opciones para ir a Londres, pero ya había probado lo que era el ambiente teatral en Nueva York (gracias al señor Lowell Fiet), y en verdad esta ciudad tiene algo que te atrapa. En ese momento era: a Nueva York, o nada. La experiencia que tuve como estudiante en Columbia fue extraordinaria para mí. Allí no sólo aprendí sobre técnicas y destrezas que eran nuevas para mí, sino que también pude ver muestras teatrales de países como Japón, Indonesia, Rusia, Rumania, Argentina, Italia, Gran Bretaña y un cojonal más. Mientras más teatro veía, más ganas me daban de seguir estudiando. Fueron los tres mejores años de mi vida. ¡Y más vale, porque los voy a estar pagando hasta que me muera! Y bueno, me quede porque conseguí trabajo, tanto en teatro como en otros medios. Tan sencillo como eso. He tenido mucha suerte.

¿Tuviste problemas para adaptarte al ambiente de allá?

Bueno, socialmente, no. Como yo entré en un ambiente universitario, se te hace más fácil adaptarte. Para lo que no estaba preparado era para la cantidad de trabajo. El programa era intensivo. Tú tomabas clases desde las 10 a.m. y no terminabas hasta después de las 5 p.m. A esa hora comenzabas a ensayar las 3 o 4 escenas que tenías que presentar en la semana. Y eso es sin contar los trabajos escritos. El día terminaba de 10 p.m. a 12 a.m., y eso era casi todos los días. Fue chocante para mí al principio, pero tienes que hacer las paces con ese estilo de vida. Un buen día te dices a ti mismo: “el trabajo no va a parar. ¿Lo tomas o lo dejas?”. Y bueno, cuando decides tomarlo, ya no te queda otra. Te adaptas porque te adaptas. Socialmente fue más fácil porque hice amigos muy rápido y la ciudad me encanta.

¿Tienes alguna anécdota relacionada al teatro que te haya impactado, positiva o negativamente, que quieras compartir?

Pues positivas tengo muchas anécdotas. Desde trabajar con gente talentosísima, hasta lograr cosas que siempre te habían dado vueltas en la cabeza pero que a lo mejor no pensabas que se iban a cumplir. Las negativas han sido pocas, pero te puedo mencionar, sin darte el nombre de los protagonistas (no porque sean ovejas inocentes sino porque son conocidos), que hay mucha gente latina que hace teatro en Nueva York que no quiere que tú te destaques. Quizás en la cabeza de ellos, pues, se creen que son los únicos latinos que pueden sobresalir y te ven como una amenaza. Ellos son los únicos directores latinos que trabajan con los anglos. El único dramaturgo latino que se debe representar. Tú sabes, cosas así que no tienen sentido, porque si tienes el talento y quieres ser original, o si le estás echando muchas ganas a lo que haces, entonces hay espacio para todos. Con los americanos no me ha pasado nada negativo, pero sí con los latinos. Cosa que me sorprende porque se supone que nos estemos apoyando los unos a los otros. Interesante, ¿no?

¿Pensaste alguna vez renunciar y dedicarte a otra cosa?

Nunca. Pero como te dije antes, he tenido mucha suerte de conseguir trabajo y oportunidades. He visto a otra gente que no ha sido tan afortunada; y en realidad si a mí me hubiera pasado lo mismo que a ellos no estaría aquí.

¿Qué proyecto atesoras y por qué?

Pues atesoro mucho la obra Vieques. Fue la primera que me dio un nombre acá. La primera que me hizo enfrentarme a muchas inseguridades que tenía. Además, Jorge González (el autor) es divino. También tuve la oportunidad de presentarla en Puerto Rico ante gente que me conoce y que están orgullosos de mis logros, así que para mí eso fue bien especial. Encima de eso, pienso que la obra quiso decir algo importante en su momento, lo que causó mucha incomodidad y provocó reacciones que nos tomaron a todos por sorpresa. ¿¿Una comedia sobre Vieques?? ¡¡Pero como va a ser!! Fue la primera vez que tuve que defender un trabajo a otro nivel que no fuera didáctico. Cuando tienes una experiencia así, donde la pieza vive, respira, tiene tentáculos, encojona a medio mundo; pues que mejor que eso, ¿no?

¿Qué piensas del teatro en Nueva York?

Pienso que estamos en un momento en que el teatro está corriendo con el olor de las fórmulas. Ni tan siquiera con la fórmula en sí. El trabajo original es bien poco. Todo es un refrito o un musical basado en una película o una reposición mal hecha. Y eso, aunque la gente no lo crea, malacostumbra al público. De vez en cuando sale un trabajo totalmente nuevo o una reposición que rompe las expectativas de la original. Pero cada vez se ve menos. Ya lo que les falta es convertir las películas de Rambo en un musical. ¡¡Por Dios!!
Pero hay trabajo muy original allá afuera también, y eso le recuerda a uno la razón por la cual uno hace lo que hace.

¿Qué opinión tienes del teatro puertorriqueño?

Pues no me atrevo a opinar. Yo no he estado allá en once años y me parece injusto opinar sobre algo que desconozco. Según lo que he escuchado de mis amigos en Puerto Rico, tengo la corazonada de que tienen el mismo problema de contenido original pero con la agravante de que por diversas razones se les hace más difícil llenar una sala. Por lo menos acá, la mierda más mierda, consigue público, no me preguntes como. Pero hay gente muy buena por allá. Gente que le gusta el teatro por lo que el teatro es; no por lo que el teatro puede hacer para ellos. “Those are the people to watch!”

Si te ofrecieran un buen presupuesto, ¿qué obra montarías?

Peer Gynt de Ibsen. Me parece alucinante. Siempre la he querido hacer. Pero con un presupuesto grande para hacer de las mentiras que dice el personaje principal, algo verdaderamente fantástico.

Cómo te visualizas de aquí a 10 años.

Pues igualito que ahora, pero millonario. No soy de planificar mucho mi futuro. Eso sí, cada oportunidad que he tenido la he aprovechado al máximo. Así que espero que dentro de 10 años esté contento y satisfecho con cualquier proyecto que me haya propuesto conquistar.

¿Qué opinas sobre el que cada vez más modelos, raperos, cantantes y demás miembros de la farándula, sin ninguna preparación histriónica, quieren incursionar en la actuación?

Pues eso depende de la persona. Si las modelos, raperos o cantantes tienen talento, que hagan lo que les de la gana. Ese talento es lo que va a determinar si la actuación es para ellos, o no. La preparación histriónica no te asegura nada, tú y yo conocemos gente que han estudiado por años y no dan pie con bola. Así que si ellos reciben oportunidades simplemente por ser lo que son, bueno, pues adelante, ellos sabrán si deben tomarlo en serio y si quieren fortalecer el talento que puedan tener. Hace poco tuve la oportunidad de trabajar con Denise Quiñones, y aunque digan que ella consigue papeles porque fue una Miss xyz, la realidad es que la chica es disciplinada, trabaja duro y es talentosa. Ella está comenzando en esto desde cero y lo ha hecho con una confianza en sí misma que no tienen otros con Magna Cum Laude. “So there!” Cada caso es distinto, así que no se puede generalizar. Sé que hay resentimiento por las oportunidades que le dan a gente que a lo mejor no se las merecen. Pero el público no es idiota. Ellos se darán cuenta de quien tiene talento y quien no.

03/03/2007

Latinoamericanos somos todos
De: Pedro Rodiz
(Un artículo que escribí en la maestría en defensa del idioma y de nuestras costumbres latinas)

Puerto Rico es verde. “Verde que te quiero verde. / Verde viento. Verde rama” como diría Federico García Lorca. Pero no piensen que es simplemente verde. La infinidad de este color es una símil de la vida del puertorriqueño… es la metáfora de toda nuestra América. La variedad es lo que nos distingue. Toda América Latina es verde, aunque a veces traten de pintarla de gris.
Compartimos un mismo nacimiento. Crecimos bajo el yugo español. Por cuatro siglos no maduramos. Nos quedamos verdes. Luego, como si fuésemos un racimo de guineos verdes, pasamos a ser parte de otra nación. No elegimos. Trataron de imponernos un idioma, una cultura, una visión de mundo. Hemos sobrevivido. Son más de cien años de resistencia pacífica. Aunque disfrutamos de su moneda verde, nos sentimos más identificados con nuestros amigos latinoamericanos. Nos une el idioma español, que no nos lo quita nadie.
Isabel Allende, cuentista chilena, se casó con un estadounidense. Ella cuenta que, por lo general, se comunican en inglés, pero cuando hablan de amor, lo hacen en el español. “Porque el amor se hace en español”. Nuestro idioma es uno jugoso, moldeable y de muchas posibilidades. Para mencionar un ejemplo, en inglés, para el verbo amar se usa “love” y “loves”. En castellano, para el mismo
verbo, usamos el yo amo, tú amas, él ama, nosotros nos amamos y por ahí seguimos todos amándonos.
Las palabras en nuestra lengua son cómo una receta para cocinar. Hay que mezclar todos los ingredientes, esperar a que se cocinen y listo. El gran poeta Pablo Neruda menciona que las palabras son tan versátiles que las quiere poner todas en sus poemas. Si él estuviera vivo y estuviese aquí estoy seguro de que nos diría que “a las palabras las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejillo, las libero… las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola…”
Coincido con Pablo, “todo está en la palabra”. Nos une una misma idea. Y a una idea se le cambia todo el sentido si se cambia una palabra a otro lugar. He llegado a pensar que nuestro idioma es como las frituras, que a todo el mundo le gustan aunque engorden. Mientras más grasa tenga, mejor sabe.
Confieso que soy un fanático del Siglo de Oro Español. Las aportaciones que le hizo Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca tanto a la literatura como al idioma son invaluables. Ellos eran amantes del lenguaje, degustadores de la palabra. Muchas de las obras de estos poetas están al mismo nivel de las obras del dramaturgo inglés William Shakespeare. Lo que pasa es que no han tenido la misma difusión. Y es que el español es un idioma muy complejo. Sino pregúntele a un extranjero.
La lengua, aparte de que es el idioma propio de nuestros países latinoamericanos, es el órgano muscular situado en la cavidad de la boca y que sirve para la degustación de las comidas y las bebidas. Por tanto, es importante recalcar, que todo lo redactado, debe ser como la comida: tiene que estar bien presentada para que motive comérsela.
Los latinoamericanos que viven en los Estados Unidos, viven día a día, lo que es el discrimen. Luchan por sobrevivir en un país que no comparte nuestras costumbres, nuestro idioma, nuestra idiosincrasia, en fin, que no conocen nuestro sabor. El que el pasaporte de los puertorriqueños diga que somos ciudadanos americanos no quiere decir que sus habitantes nos traten como a los de su casa. Somos extranjeros en ese lugar en el que compartimos la ciudadanía. “Mamá borinquen me llama / Este país no es el mío / Borinquen es pura flama / Y aquí me muero de frío”. Así resumió uno de nuestros poetas el malestar de los puertorriqueños en los Estados Unidos. ¿Acaso no compartimos todos éste mismo sentir?
Los latinos nos reconocemos donde quiera que vayamos. La expresividad con que nos demostramos el afecto suele incomodar a más de algún estadounidense. No podemos evitarlo. Se nos sale por los poros.
Compartimos con América Latina una misma historia, una misma ilusión, una misma fe. Hemos visto como los Estados Unidos han hecho de nosotros lo que les ha dado la gana. Son como sapos. Estos anfibios los introdujeron en toda nuestras tierras, sabrá Dios con qué finalidad. Parecían inofensivos. Poco a poco, el sapo ha ido desplazando a las especies endémicas, o sea, a las especies que nos pertenecen como el coquí. Compiten por el mismo espacio y por el mismo alimento. Pero los sapos son más voraces. Son plagas que acaban con todo. Y la ranita nativa tiene que arrinconarse más y más.
Nos hemos convertidos en espectadores de nuestra propia historia. Mientras el mundo busca las ideas que los unen, los latinoamericanos buscamos las que nos separan. Aún contamos con una gran riqueza. No perdamos la esperanza. Y la esperanza la pintan de verde. Verde como nuestro continente. “Verde que te quiero verde. / Verde viento, verde rama”.

La camándula: otro ejemplo de resistencia
Por Pedro Rodiz


Estoy ensayando la obra Cualquier martes ceno en París, de mi autoría, y que estrenará el 23 de marzo, en el Teatro Taller La camándula. Ese espacio lo administra Sonia Paniagua. Ella ofrece diferentes clases y/o cursos de teatro. También es utilizado por compañías de teatro como la mía como salón de ensayo. Y a buen precio. El mismo está ubicado en la urbanización que le queda a uno de los costados del inicio de la 65 de Infantería, tomando como referencia a Río Piedras. El local queda en un tercer piso. Una vez se entra, se llega al salón principal. A mano derecha, está la oficina custodiada por dos salones de clases. Al extremo izquierda, tomando como punto focal el salón principal, está la amplia terraza.
A Sonia la conocí hace par de años cuando se fundó la Unión de Productores de Teatro, que presidía Rafael Rojas. Aunque ya había escuchado de ella y visto algunas de sus producciones. Una de las más impresionantes puestas en escenas que he visto en el teatro puertorriqueño lo produjo Sonia. El proyecto estaba titulado con el nombre de Los gigantes nos tienen en sus cuentos. Y se presentó en la sala experimental del Centro de Bellas Artes. Pues como venía diciendo, ella fue parte de esa organización. La misma ya no existe por diversas razones que no vienen al caso en este artículo. Era una buena idea, mal implantada.
Pues Sonia, con su dedicación habitual, se encargo par de veces de coordinar talleres para los productores de teatro. Y lo hizo bien. Ella es una persona seria, dedicada a su trabajo, comprometida con sus hijos y un ser humano sin igual. Siempre está reinventándose, viendo cómo mejorar sus proyectos.
Luego que se disolvió la Unión, ella alquiló el local y desde entonces se ha empeñado en echarlo hacia delante. Y digo empeñado porque contrario a lo que la gente pudiese pensar, mantener un espacio como ese, abierto, es bien fuerte. Digo, porque se necesitan que se matriculen suficientes estudiantes como para generar lo necesario para el pago de alquiler, del agua, de la luz, la deuda de los gastos iniciales y otros gastos misceláneos e imprevistos, normales en este tipo de negocio.
Aún así, Sonia, que tiene un temple indómito, no se rinde o no se conforma. Ahora, el área de la terraza, la convirtió en un teatrito de alrededor de 50 butacas. Un teatrito encantador. Es el que uno desearía tener para hacer proyectos pequeños, de uno o dos actores.
Para algo lo abrá echo. Ya nos sorprenderá con alguna idea nueva. El teatrito lo construyó el maestro escenógrafo Checo Cuevas, su esposo, que es un mago al momento de transformar espacios.
Así que Sonia, contra todo pronóstico, sigue dando la batalla por el teatro. No se ha dejado minar el espíritu a pesar de las circunstancias económicas del País. Es otro ejemplo a emular.


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