03/31/2009

Lo que no quise ver
Por Pedro Rodiz

Me negué ir a ver la exposición de cuerpos Bodies: The Exhibition. Todos los sábados, cuando paso por allí, al lado del estacionamiento de Doña Fela y detrás del Teatro Tapia, veo una fila larga de gente en espera para poder entrar. Es evidente que es una exhibición que llama la atención y que es exitosa. En un principio pensé asistir, como todo el mundo, supongo. Luego de pensarlo un poco, entendí que no era lo correcto. Que no debía patrocinar este tipo de espectáculo macabro. Eso de que le quiten el cuero a unas personas, a unos prisioneros chinos, y mostrarlos en diferentes posiciones, no me parece ético. ¿Acaso ellos consintieron que los despellejaran y les pusieran una bola de baloncesto en las manos?
En vida, cada cual hace con su cuerpo lo que quiera. Si se lo quieren mutilar, profanar o prostituir, allá ellos, yo no me meto ni me incumbe. Pero esos cuerpos sin piel, cuando tuvieron vida, eran personas, con una historia, con familias e hijos inclusive. ¿Alguien les consultó si querían que se expusieran de esa forma tan burda? Si una persona decide donar su cuerpo o sus órganos a la ciencia para salvar otras vidas, santo y bueno. Pero tiene que haber consentimiento, un deseo explícito previo a la muerte. Pongo como ejemplo el caso del individuo que decidió que el día que muriera quería que lo velaran de pie. Me imagino que le pusieron un palo de escoba por el culo para que se mantuviera erecto. Pero esa fue su voluntad. Nadie cobró en la entrada.
Si se justifica el “despellejamiento” de estos “bodies” diciendo que murieron en el anonimato y que nadie reclamó sus cuerpos, me parece una excusa pendeja. Y si da la casualidad que uno lo matan en un callejón o en una cuneta y te dejan desfigurado o irreconocible, que no haya posibilidad de que algún familiar te pueda identificar, ¿eso hace menos válida la existencia? ¿Acaso eso da derecho a disponer de ese cuerpo, y ponerlo en una vitrina, para que otros sacien sus necesidades morbosas?
Y que no me vengan con el cuento mongo que esa exhibición es para fines científicos. Si fuera para fines científicos no estarían ahí, ni mucho menos mostrarían los cuerpos como si fuera un espectáculo de circo. ¿Acaso la entrada es gratis? Ahí hay gente que se lucra por mostrar unos cuerpos de unas personas de las que no tenemos constancia que se ofrecieran de voluntarios. Hay líneas que es mejor nunca cruzar.
Si la gente quiere presenciar este espectáculo, no me opongo. Cada cual es libre de ir a donde quiera y de gastar su dinero como mejor le parezca. Creo que estos son tiempos en el que se va estar cuestionando, desde todos los foros, la ética. ¿Cambia la ética en lo referente a la dignidad humana?
No se trata de creerme la gran cosa o de que tengo superioridad moral. No es eso. Se trata de no aceptar todo como bueno. Se trata de cuestionar o detenerse a reflexionar sobre una exposición que se vende como algo simpático o como beneficioso para la humanidad.
Aquí parece que es más importante velar por los derechos de un perro que por los derechos de los seres humanos. Cómo cambian los signos de los tiempos.

03/26/2009

Mesita de noche
Por Pedro Rodiz

En la mesita de noche es que pongo los libros que estoy leyendo. Los pongo en orden de urgencia. A veces leo libros que son asignados en el doctorado, y en otras ocasiones, están en turno los que deseo leer por puro placer. Los voy intercalando por aquello de mantener vivo el hábito. Leo acostado. Cuando lo hago sentado, me canso más rápido.
Como estoy matriculado en un curso de teatro puertorriqueño contemporáneo, he tenido que leer varias obras de teatro y material suplementario. Eso es lo bueno de esas clases, que le da la oportunidad de leer obras, que bajo otras circunstancias, no se leerían o que uno tardaría un tiempo en ubicarlas en la mesita de noche. Confieso que no me gusta leer obras de teatro. Me aburre. Definitivamente, el teatro se hizo para representarse.
El libro de referencia obligado es Historia crítica de un siglo de teatro puertorriqueño de Angelina Morfi. El problema con esta publicación es que llega hasta René Marqués. Lo que se ha investigado sobre el teatro que se ha escrito y/o representado desde ese entonces es muy escaso. Y sobre nuestra generación no se ha investigado casi nada. Y el gran problema es que sobre teatro y de obras de teatro se publica muy poco. Muchas las obras leídas en la clase han sido por medio de fotocopias a los textos. Así que quiero resaltar lo valioso que resulta el Boletín del Archivo Nacional de Teatro y Cine del Ateneo Puertorriqueño para la investigación.
Bueno, leí La hiel nuestra de cada día, de Luis Rafael Sánchez. Ya había tenido la oportunidad de ver un fragmento en un Día Internacional del Teatro frente al Capitolio, en una actividad patrocinada por la desaparecida Unión de Productores de Teatro. La actuaron Chavito Marrero y su esposa Mercedes Sicardó. Cuando leí la obra completa, no pude imaginármela con otros actores. Es una obra muy tierna, muy linda, sobre la vida de un matrimonio de viejos que no tiene nada y añora con pegarse en la lotería para mudarse. El viejito decide matarse, y desde el más allá, enviarle los números de la lotería a la esposa. Es un final desgarrador.
En el ínterin leímos varios artículos, uno de Roberto Ramos Perea: La nueva dramaturgia. Hace un recuento de lo anterior a su generación y lo que él entiende que dio paso a la nueva dramaturgia a la que él y muchos otros pertenecen. Hace una mención de cada uno de esos dramaturgos y un breve resumen del trabajo de cada uno de ellos. El otro artículo es de Priscilla Meléndez: Teoría teatral y teatro puertorriqueño de los 80. También presenta su visión sobre la nueva dramaturgia y hace unos postulados un poco distintos de lo que plantea Roberto Ramos Perea en su trabajo. También se leyó un artículo de José Luis Ramos Escobar sobre: Génesis y desarrollo del teatro popular en Puerto Rico. Y como el mismo título sugiere, comenta sobre la trayectoria del teatro popular. Es un tema muy poco estudiado.
Entre los textos que leí está Este país no existe o La conjuración del guayacán de Myrna Casas. En un pueblo, la gente que lo habita, trata de montar una obra de teatro. Lo hacen pero no es bien recibida por la gente y todo el tiempo tratan de volverla a ensayarla para cambiarla. Es una metáfora de lo que ocurre en el país, cosas que se empiezan que no se terminan, o se vuelven a hacer pero cambiándole detalles.
A cuchillo de palo de Jaime Carrero fue otra de las obras leídas. Es un texto sobre un viejo al que los hijos lo envían al campo a vivir porque entienden que allí será feliz. Pero el viejo se siente miserable. Toda la vida la pasó en Nueva York y en el campo se aburre, siente que no sirve.
Leí Maten a Borges de Luis Torres Nadal. Este era un texto desconocido para mí. Trata sobre unos vagabundos alcohólicos que están varados en un cine abandonado. Allí ven películas mexicanas. Ellos veneran a Cantinflas como a un dios.
Encontré interesante un texto de Zora Moreno: Coquí corihundo vira el mundo. Trata sobre esta familia que quieren sacar del terreno donde han vivido toda su vida porque van a construir otra cosa. Ellos se resisten y todo termina en tragedia.
Una trama bastante emotiva. Una de las compañeras de clase consiguió un texto que se publicó en el Boletín del Archivo Nacional de Teatro y Cine del Ateneo Puertorriqueño. Se titula ¡Basta! la primera obra del grupo Moriviví escrita en el 1971. Eso sí que fue una agradable sorpresa. Esos textos deben andar desaparecidos. Es una obra corta en la que se discute o se protesta contra todo. Es un entra y sale de personajes y situaciones. Muestra el cómo se hacía teatro de guerrilla en esos tiempos.
De José Luis Ramos Escobar releí Indocumentados… el otro merengue. Es una obra bien buena. Trata de un dominicano que adquiere la identidad de un puertorriqueño para poder conseguir trabajo como si fuera un ciudadano estadounidense. Y de lo que le sucede una vez se hace pasar por el puertorriqueño.
Por último, leí, por mi cuenta, la obra Estación Eléctrica de Jorge González. Son unas historias que ocurren en la medida que dos personas esperan la llegada de un tren en una estación de tren que todavía está en construcción. La estación eléctrica es una metáfora de donde van las almas cuando mueren. Todavía faltan muchas obras y muchos dramaturgos. Ya les comentaré.
El teatro puertorriqueño es muy rico y variado. Es una pena que se pase tanto trabajo tratando de montarlas.

03/23/2009

“Unplugged”
Por Pedro Rodiz

“Unplugged” se traduce como: sin conectar o desconectado. Es un concepto que se utiliza para los conciertos que no incluyen nada electrónico. En Puerto Rico lo llamamos acústico, que, aunque suene mejor que desconectado, es más bien una adaptación del concepto. Además de que es más fácil mercadear el proyecto si se le nombra de esa forma.
Pues así he estado de este blog, “unplugged”, que no es lo mismo que haber estado acústico. Razones personales me lo impidieron, bueno, más bien, perdí el interés. Cuando una situación personal y/o emocional de un artista se afecta, por la razón que sea, toda su labor se altera también. Menos mal que esas situaciones no son eternas porque si no, no se podría hacer nada. Mientras uno esté centrado, todo está bien, si se pierde el centro, o más bien el norte, todo pierde importancia o se paraliza.
A pesar de eso, -uno no puede estar completamente desconectado, recuerden que en los conciertos, aunque no haya ningún instrumento conectado, el micrófono sí lo está- pues decidí dedicarme dos actividades que me encantan: a ver obras de teatro y a leer obras de teatro. Les cuento.
Fui a ver El animador de Rodolfo Santana. Esa se presentó en el Teatro Coribantes y fue una producción del clan Monclova. Da gusto ver a una familia involucrada en un proyecto teatral. El texto lo encontré un poco fuera de tiempo. Ya nadie se cree el cuento de que un imbécil piense que lo que pasa en la televisión es real. Ese sería el talón de Aquiles de esa producción. Pero fue una delicia ver a René Monclova y a su hijo Félix Monclova en escena. Son pocas las ocasiones que uno puede presenciar eso.
Estuve presente en una actividad de poesía, -la primera a la que asisto, lo confieso- que realizaron los amigos de Casa Aboy para recaudar fondos y así poder mantener a flote este importantísimo Centro Cultural de la Capital. La velada estuvo a cargo de David Ortiz y Carlos Lazarte. Estuvo muy refrescante y diferente. Tengo que decir que era de los más jóvenes presenciando la actividad. Estuvo lleno. La gente se quedó con las ganas de seguir escuchando poesía. Hacen falta más tipos de trabajos como este. Hay un público entusiasta que lo respalda y que se ha desatendido.
Luego fui a ver Lengua me traba… de José (Pepe) Álvarez Colón. Fue un trabajo extraño, que mezcló la danza moderna con la actuación y con lo fílmico. No lo entendí. Pero me gustó el empuje y las ganas del grupo. Hubo personas que parece que sí lo entendieron porque aplaudieron a rabiar.
Presencié dos obras cortas de Alejandro Tapia y Rivera: Hero y Enardo y Rosael. Estas obras son parte de la Primera jornada en memoria de la vida y obra de don Alejandro Tapia y Rivera que auspicia el Ateneo Puertorriqueño. Sumamente interesantes. Alejandro Tapia utiliza la mitología griega en estos proyectos. En Enardo y Rosael hace un sincretismo entre los dioses griegos y el cristianismo. Allí me encontré Roberto Ramos Perea, el director de las piezas, y me sentó inmerecidamente al frente, en un asiento VIP. A mi lado estaba Javier del Valle, crítico de teatro. Lo que allí hablamos, me lo reservo. Pero les confieso que fue una conversación interesante y amena.
No me podía perder el trabajo de mi gran amigo Carlos Miranda. Presentó su obra Las tumbas -en la que también actuó- en el Teatro Victoria Espinosa. Me quedé con las ganas de ver más. Cuando la trama comenzó a agarrarme, se acabó. Esa propuesta sobre la vida y/o muerte de los presos en Puerto Rico, ameritaba inclusive, un segundo acto.
En el Teatro Universitario Leopoldo Santiago Lavandero –no se llama así pero que se joda- presentaron Juegos Prohibidos de Alberto Miralles. Dirigido por César Oliva. Es un orgullo que él haya sacado de su tiempo para venir a Puerto Rico a hacer este intercambio con la UPR. La obra es sobre unos estudiantes en los tiempos de Franco. La obra la sentí un poco lejana, como que no nos es pertinente. Aunque estuvo muy bien dirigida. Fue curioso porque dividieron el público en dos: un lado para los varones y el otro para las féminas. Eso lo encontré simpático.
En el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, se presentó otro recital de poesía –el segundo que asisto y en menos de un mes- en el que el grupo La discreta academia presentó un concierto utilizando la poesía de Julia de Burgos. Estupendo. Escuchar la poesía de Julia de Burgos en voces españolas es otra cosa. Les compré el CD. En el Centro también asistí a un conversatorio con el escritor Sergio Ramírez.
Asistí al Teatro del Ateneo Puertorriqueño –trataré de ver todas las obras que allí se presentan, son textos de nuestro gran dramaturgo Alejandro Tapia y Rivera que no se consiguen tan fácilmente o que uno no los tiene como prioridad en la mesita de noche- a ver Roberto D’evreux. Debe ser que ese día estaba muy cansado, porque encontré muy pesado el montaje. Luego presencié un proyecto muy poco promocionado, -es más, me enteré ese mismo día y salí corriendo a conseguir el boleto- lo titularon: De lo cotidiano. Este fue un trabajo colectivo bajo la dirección de Pati Hernández y se presentó en el Teatro Victoria Espinosa. 25 personas participaron en un taller en la Universidad del Sagrado Corazón y crearon esta pieza teatral. Eran escenas de eso mismo, de actos cotidianos. El vestuario estaba en el escenario y los personajes entraban rodando en ropa interior. Se vestían y se desvestían en el escenario.
Lo último que fui a ver fue La cuarterona de Alejandro Tapia y Rivera. Allí me volví a encontrar con Roberto Ramos Perea, el director de la pieza, y me sentó nuevamente al frente, en un asiento VIP. Agradezco públicamente el gesto. Pregunté a varias personas que vieron la obra, amistades que he hecho en el Centro de Estudios Avanzados de PuertoRico y del Caribe, y todos me dijeron que les gustó mucho. Por mi parte, sentí el montaje un poco melodramático para mi gusto, claro está. Que aunque se supone sea así, hubiese preferido que fuese un montaje más realista.
Como ven, he estado bastante ocupado viendo teatro. He tenido la oportunidad de tener una visión panorámica de lo que se presentó en nuestras salas en lo que va del año. Todos los precios fueron accesibles. De lo que leí, de lo que no vi y las razones para no verlo, lo comentaré en otro artículo. Este ya se hizo muy largo.


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