03/26/2009

Mesita de noche
Por Pedro Rodiz

En la mesita de noche es que pongo los libros que estoy leyendo. Los pongo en orden de urgencia. A veces leo libros que son asignados en el doctorado, y en otras ocasiones, están en turno los que deseo leer por puro placer. Los voy intercalando por aquello de mantener vivo el hábito. Leo acostado. Cuando lo hago sentado, me canso más rápido.
Como estoy matriculado en un curso de teatro puertorriqueño contemporáneo, he tenido que leer varias obras de teatro y material suplementario. Eso es lo bueno de esas clases, que le da la oportunidad de leer obras, que bajo otras circunstancias, no se leerían o que uno tardaría un tiempo en ubicarlas en la mesita de noche. Confieso que no me gusta leer obras de teatro. Me aburre. Definitivamente, el teatro se hizo para representarse.
El libro de referencia obligado es Historia crítica de un siglo de teatro puertorriqueño de Angelina Morfi. El problema con esta publicación es que llega hasta René Marqués. Lo que se ha investigado sobre el teatro que se ha escrito y/o representado desde ese entonces es muy escaso. Y sobre nuestra generación no se ha investigado casi nada. Y el gran problema es que sobre teatro y de obras de teatro se publica muy poco. Muchas las obras leídas en la clase han sido por medio de fotocopias a los textos. Así que quiero resaltar lo valioso que resulta el Boletín del Archivo Nacional de Teatro y Cine del Ateneo Puertorriqueño para la investigación.
Bueno, leí La hiel nuestra de cada día, de Luis Rafael Sánchez. Ya había tenido la oportunidad de ver un fragmento en un Día Internacional del Teatro frente al Capitolio, en una actividad patrocinada por la desaparecida Unión de Productores de Teatro. La actuaron Chavito Marrero y su esposa Mercedes Sicardó. Cuando leí la obra completa, no pude imaginármela con otros actores. Es una obra muy tierna, muy linda, sobre la vida de un matrimonio de viejos que no tiene nada y añora con pegarse en la lotería para mudarse. El viejito decide matarse, y desde el más allá, enviarle los números de la lotería a la esposa. Es un final desgarrador.
En el ínterin leímos varios artículos, uno de Roberto Ramos Perea: La nueva dramaturgia. Hace un recuento de lo anterior a su generación y lo que él entiende que dio paso a la nueva dramaturgia a la que él y muchos otros pertenecen. Hace una mención de cada uno de esos dramaturgos y un breve resumen del trabajo de cada uno de ellos. El otro artículo es de Priscilla Meléndez: Teoría teatral y teatro puertorriqueño de los 80. También presenta su visión sobre la nueva dramaturgia y hace unos postulados un poco distintos de lo que plantea Roberto Ramos Perea en su trabajo. También se leyó un artículo de José Luis Ramos Escobar sobre: Génesis y desarrollo del teatro popular en Puerto Rico. Y como el mismo título sugiere, comenta sobre la trayectoria del teatro popular. Es un tema muy poco estudiado.
Entre los textos que leí está Este país no existe o La conjuración del guayacán de Myrna Casas. En un pueblo, la gente que lo habita, trata de montar una obra de teatro. Lo hacen pero no es bien recibida por la gente y todo el tiempo tratan de volverla a ensayarla para cambiarla. Es una metáfora de lo que ocurre en el país, cosas que se empiezan que no se terminan, o se vuelven a hacer pero cambiándole detalles.
A cuchillo de palo de Jaime Carrero fue otra de las obras leídas. Es un texto sobre un viejo al que los hijos lo envían al campo a vivir porque entienden que allí será feliz. Pero el viejo se siente miserable. Toda la vida la pasó en Nueva York y en el campo se aburre, siente que no sirve.
Leí Maten a Borges de Luis Torres Nadal. Este era un texto desconocido para mí. Trata sobre unos vagabundos alcohólicos que están varados en un cine abandonado. Allí ven películas mexicanas. Ellos veneran a Cantinflas como a un dios.
Encontré interesante un texto de Zora Moreno: Coquí corihundo vira el mundo. Trata sobre esta familia que quieren sacar del terreno donde han vivido toda su vida porque van a construir otra cosa. Ellos se resisten y todo termina en tragedia.
Una trama bastante emotiva. Una de las compañeras de clase consiguió un texto que se publicó en el Boletín del Archivo Nacional de Teatro y Cine del Ateneo Puertorriqueño. Se titula ¡Basta! la primera obra del grupo Moriviví escrita en el 1971. Eso sí que fue una agradable sorpresa. Esos textos deben andar desaparecidos. Es una obra corta en la que se discute o se protesta contra todo. Es un entra y sale de personajes y situaciones. Muestra el cómo se hacía teatro de guerrilla en esos tiempos.
De José Luis Ramos Escobar releí Indocumentados… el otro merengue. Es una obra bien buena. Trata de un dominicano que adquiere la identidad de un puertorriqueño para poder conseguir trabajo como si fuera un ciudadano estadounidense. Y de lo que le sucede una vez se hace pasar por el puertorriqueño.
Por último, leí, por mi cuenta, la obra Estación Eléctrica de Jorge González. Son unas historias que ocurren en la medida que dos personas esperan la llegada de un tren en una estación de tren que todavía está en construcción. La estación eléctrica es una metáfora de donde van las almas cuando mueren. Todavía faltan muchas obras y muchos dramaturgos. Ya les comentaré.
El teatro puertorriqueño es muy rico y variado. Es una pena que se pase tanto trabajo tratando de montarlas.


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