Entre unipersonal, poesía y patriotismo

Por Pedro Rodiz

Ahora que inició el XXX Festival de Teatro de Caguas lo puedo decir. Fui parte del jurado que seleccionó las obras participantes. Me siento honrado y agradecido por la invitación porque ese Festival es muy importante para mí. He participado en seis de los últimos ocho. Así es el cariño que le tengo. No lo había mencionado antes porque no me parecía propio anunciarlo antes que los organizadores del evento.
El Festival se lo dedicaron a Edgar Quiles, que es cagüeño. Esa noche, llegué justo en el momento que iba a comenzar, pasé cerca de las croquetas, pero no comí ninguna. Me senté al lado de Ángel Vázquez, el co-autor de la obra McCondo. Detrás de mí estaba Julio Ramos, que tiene una participación breve en la obra ¡Lechón! 4 estaciones en la porquería. Luego llegó Luis Enrique Romero y se sentó con nosotros. Un poco más al frente, y en una de las filas del área central del teatro, estaban sentados el alcalde de Caguas William Miranda Marín, el Presidente del Ateneo Puertorriqueño Eduardo Morales Coll, el homenajeado el Dr. Edgar Quiles, el dramaturgo Roberto Ramos Perea, el productor teatral Xavier Cifre y el dramaturgo y escenógrafo Joselo Arroyo.
El discurso de bienvenida lo ofreció el alcalde. Y se preparó bien. Se le agradece la deferencia. Las palabras sobre el homenajeado estuvieron a cargo de Roberto Ramos Perea[1] Y él comentó uno de los datos más interesantes de la velada. Habló sobre un dramaturgo olvidado de Caguas, Enrique Plaza, que para 1915 escribió la obra Futuro[2] y que es parte de las obras de teatro de tema proletario de principio del siglo veinte. Fueron los años de los inicios del sindicalismo en Puerto Rico. Lo interesante fue que me sonó el dramaturgo y el título de la obra. Y recordé que había leído el texto en la clase de Panorama de Teatro Puertorriqueño, un curso electivo en el Departamento de Drama y que ofreció el Dr. José Luis Ramos Escobar. La trama la tengo un poco lejana, ha llovido mucho desde entonces. Pero quiero constatar que gracias a este dato histórico que dio Roberto me dio la clave para redondear un personaje de una obra que tengo.
Luego, Edgar Quiles subió al escenario e hizo algo que me pareció de la más simpático. Decidió, en agradecimiento, declamar un poema, pero no cualquier poema, si no El patito feo de Luis Lloréns Torres, que es un poema que le saca el nacionalismo al más duro de los estadistas. Hasta se trepó en una plataforma, que era parte de la escenografía de la obra que se iba a escenificar en esa noche.
Se develó el cartel realizado por Héctor Escalante; precioso. Y culminó esa primera parte con una presentación fílmica de los proyectos que componen el XXX Festival de Teatro de Caguas.
Después, comenzó El maestro. Obra escrita y dirigida por Nelson Rivera en la que se inspiró en los discursos de don Pedro Albizu Campos. Está actuada por Teófilo Torres. Y fue bien interesante. Mientras en los discursos don Pedro hablaba sobre la libertad, unos carceleros lo iban encadenando hasta dejarlo metido dentro de una jaula, como si fuera un animal. Teo estuvo la mayor parte del unipersonal quieto, amarrado. Y créanme que se botó. Un gran trabajo actoral. Así que deseo extenderle mis felicitaciones tanto a Teófilo Torres como al director Nelson Rivera. Me impresionó el concepto del montaje. ¡Buen trabajo!
Afuera del teatro, me encontré con Ricardo Álvarez y me comentó algo que me parece apropiado para el montaje. Y es que a él le hubiese gustado que le pusieran unos focos debajo de la jaula para cuando quede encarcelado, las luces le den desde abajo. Eso crearía un efecto tremendo. Yo le comenté que en vez de usar un sonido de lluvia para el momento de transición en que lo sacan de la cárcel, que debieron incluir el sonido del medidor de radiación o mejor aún, el que produce la máquina de rayos x para sugerir que lo torturaron con radiación.
Como espectador me hubiese gustado ver más escenas de la vida cotidiana de Albizu, más consolando a la gente que lo iba a visitar. Pero claro, esto sería otra obra y otro montaje.
Salí satisfecho por este primer trabajo. Hubo personas que se fueron a mitad de obra. Me imagino que no soportaron el verbo fuerte de don Pedro Albizu. Hay personas que no están listas para escuchar verdades.

[1] Conciente de que cada actividad, cada palabra o acto de nuestro quehacer teatral es un referente histórico, le recomendamos a Roberto Ramos Perea que publique el discurso en su blog, si es que no ha decidido publicarlo en el Boletín del Archivo de Teatro y Cine del Ateneo puertorriqueño. También tiene a su disposición este foro.

[2] "Futuro es una obra breve de Enrique Plaza, intenta con un endeble sostén argumental, presentarnos la lucha entre el capital y el trabajo. Se vale de cuatro personajes. Tenemos a don Pepe Pontevedra dueño de una fábrica quien explota a los obreros y expresa epítetos despectivos contra ellos por haberle declarado una huelga. Su amigo y socio Don Juan, se presenta comprendiendo mejor la situación. Le expresa don Pepe que “la humanidad va dándose cuanta”, y los pobres de ellos “cuando se formen un concepto del papel que desempeñamos en la sociedad”. Informa que Jorge, el agitador de los obreros está en la cárcel. Este personaje está en amores con Rosa, hija de don Pepe. En el curso de la sencilla acción, se presenta escuchando una conversación entre su padre y don Juan por la cual se entres de que ha falsificado un documento perteneciente a Jorge mediante el cual le ha usurpado un dinero. Decide descubrir el asunto. Cuando sale de la cárcel habla con Rosa sobre la usurpación de la fortuna que le legó su padre mediante la falsificación del documento. A él no parece importarle el dinero y le dice a su novia que lo que quiere es convencer a don Pepe para que se dé cuenta de que hace mal. Como él solo lo conoce de referencia, se presentará para que sepa que es el hijo de su amigo Libertad. Así lo hace y hablan del documento. Lo acusa junto a su amigo de ser usurpador de su fortuna".
Morfi, Angelina. Historia crítica de un siglo de teatro puertorriqueño. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1993. 274-275