08/22/2008

Oda al dramaturgo
Por Pedro Rodiz

No sé si es por el cansancio o por el poco dormir. Pero estoy bien sensible. Entre el trabajo, las clases de francés –tomo clases de francés y es algo que me proporciona mucho placer- , la dirección de la obra de Coopar, la dirección de la obra de la escuela, las caminatas diurnas para mantenerme en forma y el pequeño saltimbanqui, me sobra poco tiempo para leer para las clases del doctorado. Así que entre rato y rato, absorbo todo lo que puedo. Una de las lecturas asignadas fue las Odas elementales de Pablo Neruda.
Leo poesía en voz alta, se me hace difícil leerla en voz baja. Es una costumbre que adquirí cuando trabajaba los diálogos de las obras de Siglo de Oro Español porque así se me hacía más sencillo romper el verso. Porque la poesía es sonora, es como una melodía, tiene su propio ritmo. Y dentro de la mente hay muchos ruidos. Así que al leer estas odas, quedé conmovido. Sobre todo por unos versos que, aunque no fueron escritos pensando en el teatro, se me antoja pensar que tiene que tienen todo que ver con la tarea y la misión de los dramaturgos. Aquí les comparto este fragmento del poema El hombre invisible del gran poeta de Chile y orgullo de América.

***
y yo paso y las cosas
me piden que las cante,
yo no tengo tiempo,
debo pensar en todo,
debo volver a casa,
pasar al Partido,
qué puedo hacer,
todo me pide
que hable,
todo me pide
que cante y cante siempre,
todo está lleno
de sueños y sonidos,
la vida es una caja
llena de cantos, se abre
y vuela y viene
una bandada
de pájaros
que quieren contarme algo
descansando en mis hombros,
la vida es una lucha
como un río que avanza
y los hombres
quieren decirme,
decirte,
por qué luchan,
si mueren,
por qué mueren,
y yo paso y no tengo
tiempo para tantas vidas,
yo quiero
que todos vivan
en mi vida
y canten en mi canto,
yo no tengo importancia,
no tengo tiempo
para mis asuntos,
de noche y de día
debo anotar lo que pasa,
y no olvidar a nadie.

***


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