01/22/2009

Solidaridad para un coloso

Por Pedro Rodiz

No lo conozco personalmente, aunque me hubiese encantado. Son de esas personas que uno crece admirando su trabajo. Tiene una trayectoria impresionante. Es de esos actores colosales, de esas personas que nacieron para hacer teatro, para hacer cine, para hacer televisión. ¡Y todo lo hace bien! Me refiero a Miguelángel Suárez. Un actor de primera.
Algunas amistades que trabajaron con él me dijeron que es una persona difícil. Pero pienso que a veces se confunde el concepto de persona difícil con exigente. Y me parece que es un actor exigente. Cuando uno alcanza el nivel de calidad y de entrega que él muestra, es evidente que va a exigir lo mismo a los que laboran a su alrededor. Y no puede ser de otra forma. La excelencia no se negocia. Siempre se tiene que aspirar a la excelencia, a lo máximo, a superar las limitaciones. Sólo así se hace arte. De otra manera es oficio.
En una entrevista que le realizaran a su compañera Amneris Morales, ella informó que él trabajó en el último proyecto teatral enfermo, con las cuerdas vocales inmovilizadas, y que él no lo había mencionado porque no quería que se mezclara lo promoción de la obra con lo que él estaba pasando en su calidad personal. De hecho, el mismo Miguelángel mencionó en una entrevista anterior a ésta, que él se sentía un poco adolorido pero que al personaje no le dolía nada. Se necesita de un gran esfuerzo y de mucha disciplina para actuar con dolor. Todo lo que se piensa sobre el escenario se proyecta y se magnifica. Así que se necesita de una gran concentración para que el público nunca se entere de lo que el actor está sintiendo o viviendo en la realidad.
Una vez me contó una persona que aprecio y respeto, una anécdota sobre él. Que una vez lo llamaron para hacer una película en Estados Unidos y Miguelángel la rechazó porque ya estaba ensayando una obra de teatro con unos amigos. Hay que ser una persona como mucha entereza y de principios firmes e inquebrantables para rechazar una oferta como ésa. Yo no sé si la anécdota es cierta, me parece que sí, porque quién me lo contó es una persona seria.
Pienso que debe sentirse bien muy para tener que hacer pública su enfermedad. Me parte el alma y me encabrona de sobremanera que no existan las ayudas gubernamentales correspondientes para atender con dignidad a uno de nuestros grandes. Son en estos momentos en que hay que mostrar solidaridad -que no es lo mismo que pena, la pena es humillante-. Si en esta profesión no aprendimos a solidarizarnos, esta carrera no sirve para nada. ¡Qué mucho lamento no conocerlo en persona! Se me antoja pensar que son de esas personas que siempre tienen algo interesante que contar.
Abrieron una cuenta en el Westernbank (3801014334) para ayudarle a costear el tratamiento. Cualquier ayuda debe ser buena, aunque poca, en comparación con todo lo que ha dado al País.


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