01/21/2008

Pasar el cepillo

Por Pedro Rodiz

Hace unas semanas fui a una boda. La novia leyó un fragmento del Nuevo Testamento, creo que fue de una de las cartas de escribió San Pablo. Cuando escuché: … “esposas, sométanse a sus esposos…” dejé de atender. ¿Cómo es posible que todavía no hayan editado eso y otras cosas de la Biblia? ¿Qué esperan los religiosos para actualizarla? Digo, me meto en ese asunto religioso, porque ahora ellos se meten en asuntos laicos, que no les incumben y que están más allá de toda explicación razonable, como por ejemplo, el de presionar a los legisladores para que se suba a rango constitucional los matrimonios entre heterosexuales, excluyendo cualquier otro tipo de relación entre parejas. ¡Qué manía tienen los religiosos de meterse en la intimidad, en la cama de los demás!
¿A que a nadie se le había ocurrido la posibilidad de editar la Biblia? Es que aunque uno pueda estar en desacuerdo con algunos pasajes o versículos por considerarlos obsoletos o arcaicos, para una gran parte de la población del planeta, la Biblia sigue siendo su marco de referencia para dejarse guiar obtener consuelo por "este valle de lágrimas". Así que dicho de otra forma, a la Biblia no se le debe cambiar nada. De esta misma manera pienso que nuestra Constitución, -que otorga más derechos a los ciudadanos que la de los Estados Unidos- no debe trastocarse porque algunos religiosos entiendan que le falta algo. Que se siga manteniendo la separación de Iglesia y Estado, es lo más saludable para todas las partes.
En este fin de semana pasé por Punta Santiago, allá en Humacao. Tenía ganas de comerme dos pastelillos de Chapín. Y donde mejor me los he comido es un chinchorrito –me encantan lo chinchorros- que se llama El playerito. Está ubicado al final de esta comunidad. Lo descubrí un día, hace muchos años, cuando daba unos talleres de teatro allá, auspiciados por el Proyecto Peces. Éste es un proyecto comunitario. Es una organización sin fines de lucros que se encargan de ayudar a mejorar la calidad de vida de esas personas. Es un proyecto con visión y con un genuino deseo de echar hacia delante a todos en la playa. Y lo mejor de todo es los encargados son la misma gente que allí viven. Pues llegué a El playerito y mientras me freían los codiciados pastelillos –que tienen Chapín desde el primer bocado hasta el último- se me acercó una señora para pedirme dinero para su iglesia. Nunca nadie me había pedido dinero para alguna iglesia, excepto cuando pasan el cepillo en las misas. Cortésmente le dije que no, que lo que tenía era para los pastelillos. Mientras me comía los pastelillitos, me dio cargo de conciencia, no por la grasa sino por la petición de la señora. La religión ha sabido meternos el miedo dentro de nuestra siquis y uno rápido piensa que negarle algo a alguna iglesia es negárselo a Dios. De pronto me sentí como un Chapín dentro de un pastelillo. Eso es para que vean que la propaganda sí funciona.
En fin, los religiosos están en todas, hasta obras de teatro hacen en nuestras salas. Y les va mejor que a nosotros y llevan más público también.


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