01/13/2008

Dramaturgia colectiva

Por Pedro Rodiz

La dramaturgia colectiva es lo que he denominado a la escritura de una obra de teatro que realizan dos o más personas. No es un concepto nuevo ni mucho menos original. Ya otras personas habían explorado esta forma de trabajar. De hecho, muchos de los grupos en América Latina utilizan una metodología parecida para crear sus proyectos. La diferencia es que ellos trabajan una dramaturgia a través de la improvisación y/o experimentación de alguna idea. El colectivo, que por lo general llevan trabajando mucho tiempo en conjunto, discuten una idea y pasan, como ya mencioné, a la experimentación sobre el escenario. De ahí, el director/a decide qué funciona y qué no. Por eso, sus proyectos son muy interesantes en cuanto al texto y a la puesta en escena. Es que, me atrevería a intuir, que tanto el texto como la puesta en escena no existiría el uno sin el otro. Y si otros grupos o compañías decidieran montar ese texto, no funcionaría igual. El resultado sería otro. Lo que ellos hacen es algo así como dramaturgia del actor.
Pero así no trabajo la dramaturgia colectiva. Yo no improviso, sino que se construye un texto y luego de terminado, en los ensayos, se depura.
Pues esto de hacer dramaturgia colectiva, surgió hace unos años, cuando todavía pertenecía a la compañía de teatro Deikélestai. Un día, furioso como suelo estar con el Instituto de Cultura Puertorriqueña, relación que describo como una de amor y odio. El ICP, con algunas de sus decisiones, por lo general suele sacarme por el techo y ese mismo coraje es que hace que salga a flote lo mejor de mí.
Ante la situación por la que pasaban los actores en ese momento, y que ha empeorado desde entonces, se me ocurrió una idea. Era sobre estos actores que decidían invertir el poco dinero que tenían ahorrado para comprar un local y allí poder hacer sus propios proyectos. Me reuní con mi compadre Joselo Arroyo e invité a Freddy Acevedo para ver qué se podía hacer. Nos reunimos con mucha regularidad -en la terraza de la que era mi vivienda en ese tiempo- para reflexionar sobre el particular. De esas reuniones surgió la comedia El local. Empezamos a escribir, debatir, negociar y limpiar el texto. Luego, invitamos a Emineh Marrero para que nos dirigiera. Todo esto sin chavos. Hicimos una propuesta al Festival de Teatro de Caguas, que siempre han sido muy generosos. Son tan gentiles que hicimos la propuesta sin tener el texto terminado. Fuimos tan atrevidos, que la propuesta incluía parte del libreto, y lo que faltaba –que era poco menos de la midad- le enviamos una sinopsis. Yo no sé cómo no nos mandaron para el carajo. Aprobaron la propuesta y la fecha que nos dieron fue como para septiembre. Así que tuvimos que ajorarnos para terminar el texto y empezar a ensayar. De hecho, lo terminamos en el proceso. Para ese año, hubo un amague de huracán y la obra, para bendición nuestra, la movimos para una semana después de la fecha prevista. Fue todo un éxito. Con ese texto hicimos una crítica social bien fuerte y buena, como deben ser las comedias. Se presentó en ese Festival y también en el del Ateneo Puertorriqueño. Es una obra que todavía sigue teniendo vigencia y que podría viajar el mundo ya que los problemas de trabajo de los actores es igual en todas partes del planeta.
Luego de esa experiencia, se me ocurrió otra idea. Y fue la de hacer una obra en la que aparecieran estos personajes que les preparan las huelgas a todas las uniones pero que no pertenecían a ninguna, es decir, que fueran unos huelguistas profesionales. Volví a convencer a mi compadre Joselo Arroyo a que nos embarcáramos en ese nuevo proyecto. Invitamos a Lucienne Hernández, a Lynnette Salas y a Maury. De ahí surge Los Huelguistas. La obra fue un poco profética ya que cuando la estábamos escribiendo, fue que se dio la huelga de los camioneros, aquella que nos dejaron sin gasolina y que se formó un caos en el País. Esa obra, también sigue teniendo vigencia, ahora más, con lo de Paseo Caribe.
En una conversación informal con Edgar Quiles, cuando montamos El Local en el Ateneo Puertorriqueño, él nos planteó la posibilidad de que llegáramos a documentar la forma en que se había realizado el proceso de dramaturgia colectiva. Por diversas razones, nunca se documentó nada sobre ese proceso ni mucho menos sobre el de Los Huelguistas. En estos días, se me ocurrió otra idea que la he titulado El muro. Para eso, invité a Freddy Acevedo para que escribamos esta obra. Pero esta vez, sí quiero documentar todo el proceso, desde el principio, para que exista un documento histórico.


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