01/07/2008

La noche de las guábaras

Por Pedro Rodiz

En vez de una tradicional cajita de zapatos, como es la costumbre, usamos una cajita de plástico color azul, de esas que vienen dentro de los paquetes grandes de las toallitas húmedas que se usan para limpiarles el culito a los niños, marca “Huggies”, con un diseño de la película animada “Cars”, fue que ayudé al pequeño saltimbanqui a recoger la grama para los Reyes Magos. Estoy seguro de que él no tenía ni idea de lo que estaba haciendo, ya que gramita que lográbamos meter dentro de la cajita, con un gran entusiasmo de mi parte y con muchas fotos de parte de mi esposa, él la agarraba y la tiraba, con gran entusiasmo, contra el piso. La actividad lo estaba divirtiendo mucho. Para mí, que es la primera vez que tengo que hacer ese ritual boricua con mi hijo, me pareció muy simpático. Es interesante cómo uno recoge las tradiciones que aprendió con los padres y se la enseña a los hijos.
El pequeño saltimbanqui es muy chiquito para saber de estas tradiciones, apenas cumplirá el año y cuatro meses el día antes en que se supone se celebre la premiación de los “Golden Globes” y que los actores y actrices estadounidenses ya boicotearon en apoyo a los guionistas que están en huelgas.
Antes de acostarme, me puse a pensar en mis tíos. Según me cuentan, cuando eran chiquitos, los días de Reyes los pasaban pescando porque en la casa de mi abuela no había dinero para regalos. Así que se iban a pescar guábaras o guávaras –vaya yo a saber cómo se escribe esa especie de primo del camarón al que nunca he visto- y se las llevaban a mi abuela para que ella les hiciera arroz con guábaras (o como se escriba). Ésas sí que eran navidades difíciles, y a pesar de escasear lo más elemental para la existencia, ellos se convirtieron en hombres y mujeres de bien, que a la larga, es lo que realmente importa.
Mientras pensaba en esto, le ponía la sabanita encima al chico para que se durmiera y no le diera friíto. ¡Qué grande está! ¡Y cómo aprende! Ya está practicando sus talentos de actor. Cada vez que desea algo que no se le puede dar o permitir, se tira al piso, pone el brazo para reposar la cabeza. No la pone en el piso, no, lo hace en su brazo. Comienza a gritar como si lo estuviéramos matando. Detiene el llanto, me mira para ver si me convenció, y como me le quedo mirando con unas ganas brutales de reírme, vuelve a repetir el gesto pero esta vez hasta lágrimas le salen. Todo un espectáculo. Y todo eso con una proyección de voz de primera. Ya hace malabares en los que termina en el piso reventado y hasta se trepa en los muebles, sin que le importe las miles de veces que le digo que no se trepe ahí. Cuando lo agarro para bajarlo del sitio donde esté encaramado, se ríe el muy pícaro.
Su debilidad son los perros, los ve y se les va detrás contentísimo. Así es que mi esposa y yo hemos conocido a varios de los vecinos, ya que él los detiene para jugar con los animalitos. Y cuando ve un viejito, le hace cucas monas para que lo miren. Y ellos encantados.
Cada vez que ve un juguete que tiene dentro de las cajas que le regalé para estos fines, y que habían sido parte la utilería de la obra Cualquier martes ceno en París, los tira al piso como si fueran las bolas esas que usas que hacen malabaristas en el circo. ¿Y adivinen quién termina recogiéndolos?
Sé que todo esto que cuento puede sonar como una tontería, pero lo cuento porque me hace mucha ilusión verlo crecer y entender que es un ser muy diferente a mi esposa y a mí. Es bueno tener el tiempo para estar con él, ya que en ocasiones, por la dinámica misma de nuestra profesión, es bien difícil estar con los hijos.
Luego de que el niño se durmiera, soñé con mami –hace ya casi un año que murió- y en el sueño, ella estaba sonriendo, estaba muy contenta. Me dijo que venía a ver al niño. Y allí estábamos los tres en un mismo cuarto. Así que en cierta medida fue como una especie de visita de los Reyes a casa. Esa noche dormí bien. Es bueno saber que hay seres especiales que me cuidan al pequeño saltimbanqui.
Y al amanecer, el pequeño saltimbanqui jugó con sus nuevas guábaras...


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