05/05/2008

Apagando fuegos

Por Pedro Rodiz


Entrevista a Luis Enrique Romero quien preside COOPAR


¿Cuántos años llevas de carrera?

Cumplí 20 años ahora en el 2008.

¿Cuál es el recuerdo más distante que tienes del teatro o de alguna obra de teatro?

Son varios. De niño trabajé en dramas en la iglesia y luego desde primer grado siempre estuve en cuanta actividad se celebraba en la escuela que tuviera que ver con actuación. En octavo grado, luego de finalizar una función de Teatro Escolar; el Sr. Padín (si mal no recuerdo, era supervisor de Teatro del Departamento de Instrucción Pública en ese momento, en el área de Arecibo) se me acercó para ofrecerme ayuda para conseguir una beca si decidía estudiar teatro. Luego de las consultas familiares, la idea fue descartada.
Cuando niño fui a ver la obra Medea, presentada por la compañía de maestros que organizó don Leopoldo Santiago Lavandero. No recuerdo si aplaudí a la llegada al teatro o si no dejé de aplaudir, aquello me deslumbró. Creí que la escenografía tan imponente se iba a caer sobre mí. Aquella experiencia me marcó para siempre, me sentí atrapado e inmerso en la trama. Fue mágico.

¿Cuándo fue que realizaste que ibas a dedicarte al teatro?

Estudié ciencias naturales en la UPR, y aunque seguí el teatro como espectador, nunca pensé que me dedicaría al teatro. Cuando perdí mi trabajo en una empresa Química, recibí una invitación de la compañía Círculo Dramático, para grabar varias canciones para La muela del rey Farfán. Luego, me ofrecieron manejar un títere de cuerpo entero para las funciones escolares, que sumaron varias decenas. Carlos Ferrari escuchó las canciones que grabé y me invitó a su obra Ay papi yo quiero un carro, gané un premio del Círculo de Críticos de Teatro (actor novel del año) y ahí fue que vi la posibilidad de intentar una carrera como actor y aún sigo corriendo.

¿En qué trabajas actualmente? ¿Vives del teatro?

Sobrevivo en el teatro

Aparte de actuar, ¿tienes otras habilidades?

Soy cantante y músico. En algún momento coqueteé con el dibujo y la pintura, dos cosas que me gustan pero que no he podido dedicarle tiempo. Además, gasto tiempo escribiendo poesía y me consumo contestando de vez en cuando alguna barrabasada que tenga que ver con la clase artística o nuestra cultura (esto es trabajo en género, in kind), casi como la actuación.

¿Has escrito alguna obra de teatro?

Escribí una pieza que se presentó como Cafetal Adentro con la compañía de Sarita Ayala, yo la titulé Al fondo de un posillo de café. Esta fue una obra comisionada. Tengo otra que no se ha presentado La polilla come-letra sobre la preservación del lenguaje. Trabajo actualmente otro proyecto y un monólogo.

Si no estuvieses involucrado en alguna actividad teatral, ¿qué serías o qué harías?

Me hubiese gustado dedicarme a cantar o a la música en fin. Aunque tal vez estaría en alguna empresa farmacéutica si es que no desaparecieron con las 936.

¿Tienes alguna anécdota relacionada al teatro que te haya impactado, positiva o negativamente, que quieras compartir?

Son muchas pero se me ocurre la vez que me caí en escena, en La Piaf. Corrí a recoger a la Piaf, cuando pisé ambos ruedos de mi pantalón, me deslicé hasta tropezar con la actriz que por poco cae al foso sobre la orquesta. El dolor fue tan grande que se me salían las lágrimas y el parlamento inmediato era mío. Cuando miro hacia el lateral veo al resto del elenco riéndose de mí, todos tirados al suelo, por la risa. Ahí no sabía si llorar o reír. En un centro comercial de Hato Rey, una señora se molestó conmigo porque yo maltrataba a Iris Chacón en una serie que trabajamos como pareja en el canal 6. La señora la emprendió contra mí con su sombrilla, por ser un abusador. “Tan serio quien te ve por ahí y tan sin vergüenza que eres”.

¿Pensaste alguna vez renunciar y dedicarte a otra cosa?

Lo sigo pensando

¿Cómo te visualizas de aquí a 10 años?

No quiero sonar pesimista pero me visualizo retirado del teatro en 5 años, no por decisión propia; sino por decisión ajena. La falta de trabajo y la lejanía de esa posibilidad, me lleva a planificar otro entorno laboral. Quisiera ayudar a dejar alguna estructura de autogestión que permitiera a los futuros artistas trabajar dignamente como actores.

¿Qué opinión tienes del teatro puertorriqueño?

Tenemos una cantera de talentosos artistas y una nueva generación de escritores muy buenos, en contraposición la escasez de público y el alza en los costos de las salas ha mermado la permanencia de las carteleras. Por un lado, eso mantiene a uno creando constantemente nuevos personajes y nos agiliza como actores, pero no permite que los trabajos maduren y que su pueda disfrutar el proceso creativo desde alguna comodidad. Siempre estamos en la urgencia. Aún así tenemos que mantener la calidad de nuestro trabajo por respeto a nosotros y sobre todo al público y creo que a pesar de todo eso tenemos una de las clases artísticas más completas que he visto. Nuestro trabajo artístico es reconocido internacionalmente y constantemente es así ratificado. Cuando vamos a festivales la mayoría de las compañías presentan trabajos que llevan seis meses o más de ensayo y presentaciones de muchos meses y el artista puertorriqueño llega con un mes de ensayo y en ocasiones estrena en ese país su propuesta y recibe las mejores reseñas. Evidentemente aquí tenemos un teatro de gran calidad cuando así nos lo proponemos, pero las condiciones para desarrollar una industria teatral no son las mejores.

¿Qué proyecto atesoras y por qué?

Uno de los trabajos que más me ha llenado fue Eqqus, hice Talismán. Muchos comentaron que yo no debía hacer ese personaje porque no era ni mimo ni bailarín. Considero ese trabajo como uno de los más importantes en mi carrera, fue un gran trabajo.

¿Cómo es tu proceso creativo para prepararte para actuar una obra?

Soy un actor esencialmente intuitivo y por ahí hago el primer acercamiento al personaje, luego lo voy nutriendo con otros estudios: la época, el carácter, su entorno, su voz, psicología, etc. Me enfrento a los personajes con cierta timidez a veces hasta con miedo y comienza una lucha entre el personaje y yo, que necesito vencer; aunque confieso que algunos resultan muy duros. Siempre termino con alguna insatisfacción, alguna autocrítica, los personajes me agreden de alguna manera. Me gusta alejarme del personaje para luego retomarlo, en ocasiones eso me sugiere cosas nuevas; es como verlo desde el espectador.

Has estado muy activo en asuntos de protestas, ¿a qué se debe o por qué lo haces?

Lo hago para poder dormir tranquilo.

Ese activismo, ¿te ha traído problemas de empleo?

Sí, claro que sí. Algunos compañeros opinan que yo boicoteo mi propio trabajo por mi activismo. Juro que no busco ser así. Quisiera estar tranquilo dedicado al trabajo creativo; escribir, publicar un poemario que no acabo por estar dedicado a otras cosas, terminar unos cuentos empezados, unos monólogos, cantar. Podría estar ocupado todo el día en cosas que necesito realizar, pero siempre se requedan.

Entre tus muchos sombreros, presides Coopar, ¿cuáles son tus objetivos a corto y a largo plazo con la cooperativa?

Sueño que COOPAR sea un instrumento para desarrollar trabajo para los artistas del País de manera auto-sustentable, y que de alguna manera pueda compensar la falta de apoyo de la que hemos sido víctimas. Que sea capaz de producir teatro, televisión, cine y una academia para nuestros jóvenes y crear una compañía nacional de teatro. Que desarrollemos orgullo por lo que somos y que no tengamos que correr despavoridos por las migajas que nos ofrecen los algunos productores. Que algún día podamos tener un canal de televisión con programación puertorriqueña donde podamos exigirle a los programadores extranjeros “un lenguaje neutral” a lo boricua y mandarlos pa’ la academia a estudiar para que aprendan a hablar. Propongo a la querida amiga Luz Nereida Pérez como profesora.


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