02/10/2008

Desde la tierra de Franz Kafka

Por Pedro Rodiz

Próximamente nos llega un espectáculo desde la República Checa: el Teatro Negro de Praga. Y cuesta $125 el boleto, sin contar con los cargos por servicio. Si no es la obra de teatro más cara que se haya presentado en Puerto Rico, se le parece mucho. ¿Quién puede pagar ese precio?
Hace tres años visité Praga. Es una ciudad muy impresionante, preciosa, y con un tren subterráneo que es de los más antiguos de Europa. Fue para el mes de abril y recuerdo que hacía mucho frío pelú. Visité la parte histórica de la ciudad, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Entré en una iglesia, que no recuerdo el nombre, pero que estaba llena de vitrales, simplemente deslumbrante. Bella. Luego caminé por unos callejones que conducían a la casa de Franz Kafka. Fui a un cementerio judío y terminé en una plaza que contenía un reloj medieval. Todo en un mismo día. Al otro día, me adentré en las callejuelas de la ciudad, compré una marioneta en forma bruja, -en la antigua Checoslovaquia, ahora República Checa, tienen una gran tradición de titiriteros- para regalársela a mi pequeño saltimbanqui que en ese momento estaba en gestación. Luego pasé por una tienda de música, y les juro por Dios, que tenían merengue puesto. Llegué hasta el Puente San Carlos, que uno de los más antiguos de la cuidad, que es peatonal y que por debajo fluyen las aguas del río Danubio. El mismo alberga infinidad de artesanos y artistas. A todos estos lugares condujo al grupo la guía del País. Es costumbre andar con un guía por toda la travesía y en los lugares se une un/a guía del lugar. Pues la nuestra, me comentó, hablaba cinco idiomas. Cuando Checoslovaquia estaba dominada por las fuerzas de la Unión Soviética, era obligatorio en la escuela aprender hablar cinco idiomas. Entre los que era obligatorio estaba el español, por Cuba, ¿interesante no?
Pues le pregunté sobre el Teatro Negro de Praga, que es precedido de una fama mundial. Me contó que cuanto estaban regidos por la Unión Soviética existía solamente una compañía, pero luego de la caída del comunismo, los integrantes de la compañía se habían separado. Así que había en cartelera como cinco producciones que trabajan con el teatro negro, y ergo, se llamaban Teatro Negro de Praga. El teatro negro no es otra cosa que usar luces ultravioleta. La misma sólo permite reflejar los colores fosforescentes y el blanco. Es una técnica preciosa, ya que se pueden hacer aparecer y desaparecer objetos al instante. Los actores están vestidos de negro, por tanto, el efecto visual es alucinante.
Como estaba allí, no me iba a perder uno de estos espectáculos. Así que asistí a uno, que creo que se titulaba Alicia en el país de la maravillas. Y ellos utilizaron este cuento como metáfora para ilustrar la problemática que tenía el país en ese momento.
Uno de las dificultades que conlleva el usar luz negra es que los rostros de los actores desaparecen, a menos que estén pintadas de blanco o fosforescente. Así que ellos utilizaron una especie de luz proveniente de algún perseguidor para mostrar a los rostros de los actores y que no se les dañara el efecto de la luz negra.
Para las expectativas que tenía, el espectáculo fue bastante flojo. Como es un espectáculo para turistas, no había diálogo. La historia era fácil de seguir y en esa función en particular, cometieron muchos errores. La guía me informó que había otro espectáculo de este tipo en otro lugar y que era mejor, pero ya le había perdido el interés.
No estoy diciendo que los que vienen son los que yo vi. No sé quienes son los que vienen, si son los originales o si son otros, si son buenos o regulares. Eso es bien difícil de constatar. Lo que sí sé es que el boleto está caro. Allá en Praga pagué el equivalente a 10 euros, que para aquel tiempo debió ser como $12.50. Aquí, dos personas que vayan, terminarán pagando alrededor de $270. Y si va una familia de tres, pues pagará como $400. El que los tenga y los pague, buen provecho. Con esa cantidad de dinero hago la compra de un mes.


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