01/25/2008

Éxodo

Por Pedro Rodiz

Les recomiendo el artículo que escribió Lowell Fiet y que salió publicado el Claridad. Lleva por título ¿Existe un público teatral puertorriqueño? El mismo salió en la edición impresa de la semana del 17 al 23 de enero de 2008. También lo pueden conseguir en http://www.claridadpuertorico.com/ Es muy interesante porque hace un análisis, a grandes rasgos, sobre el comportamiento del público que asiste al teatro en Puerto Rico. En síntesis, plantea que existe un público que acude a las diferentes salas pero que no se ha creado un público teatral puertorriqueño. Toma como ejemplo varios teatros y compara, en términos generales, la oferta artística de algunos de esos espacios y de los gustos del público que asiste; de cómo ofertas parecidas en otras salas, no tienen la misma acogida. Lowell enfatiza, con referencia a un teatro como el de Yerbabruja lo siguiente: “¿Cómo puede un espacio restricto y a veces incómodo generar tanto interés y energía?; en el casco de Río Piedras, sin estacionamiento al lado, subir al cuarto piso, esperar en el pasillo caluroso o la azotea de un edificio y, finalmente, sentarse en las gradas duras de madera.”
Javier del Valle, en un artículo escrito para El Vocero que lleva por título: Por una industria teatral y que está disponible en http://www.teatropr.blogspot.com/, expone que el alejamiento del público de nuestros teatros se debe a una mala utilización de la publicidad. Toma como punto de partida –al igual de Lowell Fiet- la poca asistencia al pasado Festival de Teatro Internacional del ICP como base para su exposición: “Estas propuestas no llenan salas. Prueba de ello es el fracaso en los niveles de asistencia…” Luego hace tres preguntas fundamentales: “¿Ha sufrido nuestro paladar escénico una considerable transformación? ¿Se está utilizando las herramientas de divulgación de manera efectiva por los gestores de teatro? ¿Se han enterado otros sectores de las grandes posibilidades de desarrollo al apoyar la gestión cultural en especial al teatro?” Después hace un desglose de argumentos en el que contesta las preguntas. Culmina con un comentario incendiario: “Es momento de transformar nuestros medios para llevar a la gente al teatro. Los sectores con posibilidades de desarrollo están enajenados como los mismos teatristas”.
Es evidente el bajón en la asistencia al teatro como mencionan ambos en sus escritos. Lowell fue un poco más específico al afirmar que ya las salas grandes no se llenan. Parafraseándolo, dice que el público que asiste es aproximadamente de unas 75 personas por función, a veces más, a veces menos.
Por eso es que estos dos artículos son muy valiosos. Ellos están documentando lo que se comenta por todos lados. Entiendo que este asunto es bien delicado: sin público no hay teatro.
Lo que sí tengo claro como hacedor de teatro, es que es difícil determinar los gustos de ese público flotante. Pero eso trae a colación una pregunta existencial: ¿Hay que hacer teatro para complacer al público? ¿Se debe elegir o construir un proyecto pensando en los gustos de los espectadores? ¿Sabrán los espectadores lo que quieren? ¿O es que de lo que se le ofrece es poco lo que les interesa?
Más allá de pretender que la culpa es exclusiva de una mala publicidad –he visto obras con una buena publicidad que asiste poco público, y también he estado en algunas que la publicidad es poca y el espacio está a reventar- lo que hay que plantearse con urgencia es dónde está el cáncer para darle quimioterapia. ¿Es un problema de costo del boleto? ¿Es un problema de las propuestas que no apelan o estimulan al público local? ¿Todas las anteriores? ¿Todas las anteriores y otras no identificadas? ¿Ninguna de las anteriores?
Como bien señala Lowell, los teatros pequeños atraen más público que los teatros grandes. ¿O es que atraen a la misma cantidad de personas sólo que en las salas grandes son más evidentes las sillas vacías?
En fin, que si no han leído estos dos estupendos artículos –de los que se puede asentir o diferir- les sugiero que lo hagan. Me dio mucho gusto leerlos porque ponen sobre el tapete un punto neurálgico de nuestro teatro actual. ¿Estamos poniendo de todo nuestro empeño, como clase profesional y artística, a comenzar a buscarle alternativas a este gran problema? Porque nos jugamos la vida en esto. No son tiempos de buscar culpables sino de encontrar soluciones.


Free Web Site Counter