01/21/2007

El genio Monclova
Por Pedro Rodiz

Vi la entrevista que le realizó el maestro de maestros Dean Zayas a Eugenio Monclova en su programa Estudio Actoral. Ese programa no lo veo con la regularidad que quisiera porque a cada rato lo cambian de día y de hora, así que se me hace difícil crear una rutina para sentarme a verlo. El programa lo disfruto mucho. La música del programa no le hace justicia. Lo hace lucir fúnebre. Deberían cambiarla.
Me resulta a hasta gracioso ver a Dean interpretar a un personaje serio a la hora de entrevistar. Y no es que no sea una persona profunda, seria y con un conocimiento casi enciclopédico de nuestro arte. Es que de él, es más que conocido, su agudo sentido del humor y lo refinado de sus comentarios. Yo era uno que me tiraba al piso a reírme, como un demente, con sus ocurrencias. Y algunos de esos comentarios iban dirigidos a mí.
Me alegró ver a Eugenio allí sentado hablando de su trayectoria como artista. Considero a Eugenio un gran amigo. Es un hombre brillante. Recuerdo con mucha simpatía las tertulias que formábamos allá en la urbanización Santa Rita, lugar donde residía junto a su familia. Hablábamos de todo. Tiene tanto conocimiento y tantas experiencias que las horas pasaban demasiado rápidas.
En la entrevista habló sobre sus vivencias de estudio en lo que se conocía como Checoslovaquia, y que ahora. después de tantas divisiones, es la República Checa. Lugar que tuve el privilegio de visitar. Es una ciudad impresionante, sobre todo, su arquitectura. Él contó que se fue estudiar dirección de cine. Es interesante porque la filosofía de ellos era que uno debe tener un conocimiento general, cultural, artístico y filosófico. Es decir, que uno debe ser una persona culta para realizar o dirigir películas. Algo parecido me dijo un profesor de teatro que aprecio mucho que un actor se puede dar el lujo de ser bruto –estoy parafraseando su comentario- pero un director de teatro tenía que ser brillante. Y que luego de tener el conocimiento vasto sobre la dirección, lo importante era seguir cultivando el intelecto, no necesariamente en el campo teatral. Ahora, a la distancia y reforzado por la filosofía de educación checa, estoy de acuerdo.
Lo interesante - por no decir terrible- de Eugenio es que luego de esa preparación privilegiada, de toda la influencia que pudo traer tanto del cine como del teatro, no la pudo ejercer en el campo que se preparó. Sólo ha dirigido para la televisión. Curiosamente ha realizado mucho cine pero en calidad de actor. Y eso no es malo, es extraño.
Mientras veía el programa, mi esposa me comentó que él “debería estar hartándose de chavos”. Lo dijo porque una persona de su talento y conocimiento debería estar disfrutando de la renumeración económica que acarrea el “éxito comercial” y artístico. Y yo le recordé que estamos en Puerto Rico, que para hacerse de buen dinero y ganarse una reputación lo único que se necesita es ser un morón con iniciativa. Entiéndase gobernador, legisladores, secretarios de agencias, etc.
Otra cosa que mencionó fue “uno debe tener una amplitud de conocimiento, saber de todo y bastante…, que esto no es un pasatiempo, tomárselo muy en serio. Tratar llevar una vida muy rica espiritualmente, en el más sentido más amplio de la palabra, para que se tenga cosas que decir, cosas que comunicar… No concibo un gran artista sin ser un gran ser humano. Y enriquecerse de las experiencias, de la cultura, de la pintura, de la literatura…”. Palabras para citarlas del genio Monclova.
Aclaración: Lo del el genio Monclova no me lo inventé yo, se le ocurrió a su hija un día que estaban buscando un nombre para ponérselo a la cuenta de correo electrónico, y para ello, se ingenió ese juego de palabras.


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