07/11/2011

Noche de cortos

Por Pedro Rodiz

No suelo acudir a ver cortometrajes. Es una actividad que me es ajena. Tampoco es que esas actividades sean muy comunes.  Fuera de Cine Fiesta que elige como ochenta cortos para su Festival entre los locales y los extranjeros y uno que otra presentación en se haga en alguna barra, es bien poco lo que se puede ver. Aparte que se promociona en lugares que no necesariamente se entera todo el mundo. Pero para  mi sorpresa, hay un gran movimiento, de personas ávidas –fiebrúes- de hacer cine.

Así que sin expectativa alguna, asistí a esta barra a ver varios cortos, y esperar que la noche no se me hiciera larga. Como en toda barra, la gente suele estar dispersada  por el local y ésta en  particular, tenía varios televisores puestos en diferentes paredes.  Vi mucha gente joven y desconocida –yo conocía a muy pocos- y entre cerveza y cerveza comenzó la actividad. Ver los cortos allí, me parece que no le hace mucha justicia a esos trabajos. Es como verlos por video –además de que el audio era pésimo-. Nada como las proyecciones en pantalla grande. Pero a falta de pan, televisores.

Lo que pude observar es la disparidad de trabajos.  Muchos estilos de cámaras, muchos estilos de actuación, muchos estilos de dirección y muchos guiones. No había un denominador común, bueno sí, hubo uno: muchas ganas de hacer cine. Hubo trabajos buenos y otros no tan buenos.

No sentí egos.  Vi mucha entrega y muchas ganas de compartir ideas.  Eso fue refrescante. Hubo presentaciones con buen presupuesto y otros con pocos recursos.  La cinematografía  puertorriqueña, usando como muestra lo que vi, todavía está muy ligada a la forma de hacer cine en los Estados Unidos, pero sin los recursos de allá, por supuesto.

Creo que, aparte de los problemas técnicos y de recursos –eso no me es tan importante en este momento-, es que hay que mejorar dos elementos: la selección de los actores/ actrices y los guiones.

Vi muchas caras desconocidas. Me imagino que se seleccionaron porque son panas del que realizó el proyecto. Y se crea un desbalance tremendo en pantalla. Se tienen que elegir actores o se tienen que preparar a personas para que se conviertan en actores de cámara. No es lo mismo. Hay actores de la pantalla grande que nunca han hecho teatro y hay actores teatrales que se les hace difícil hacer la transición al cine. La diferencia radica en que un actor/actriz tiene el adiestramiento y con una buena dirección que les haga consientes de que bajen la intensidad, se adaptan rápidamente. Pero una persona, un vecino, un primo o un amigo, por más naturalidad que tenga, a menos que sea un fenómeno, siempre le va a fallar la credibilidad y verdad en el decir. Le resta en vez de añadirle.

Lo segundo, y  eso si me parece urgente, es que no todas las ideas se pueden filmar en un corto. El cine, tanto el corto como en el  largometraje son muy similares al cuento y a la novela. Y como me explicó una vez el amigo Karman Barsy, en la novela (y yo le añado el largometraje) y en el cuento (yo le añado el cortometraje)  son como el boxeo. En la novela (largometraje) se puede ganar por decisión, a doce asaltos, pero en el cuento (cortometraje) se tiene que ganar por nocaut. Ese corto te tiene que dar un puño al mentón. Ya sea que termine como un chiste, que te haga llorar, que te haga reflexionar, que te de coraje, pero tiene que causarte una emoción, cualquiera, lo que sea, pero tiene que darte un gancho al hígado. Por tanto, todos los elementos de la trama y de la cinematografía tienen que ir dirigidos a concluir satisfactoriamente el desenlace de la trama o de afectar al  personaje principal. No hay tiempo para nada más. Lo otro está demás. Es concentrarse en algo en particular, no se pueden plantear muchas problemáticas que sólo se podrían resolver en dos horas de proyección.

Tener muchas ganas de hacer cine no es suficiente. El producto final hay que cuidarlo y empieza con el guión. Ahí está todo. Ese es el óvulo fecundado.  Puede faltar lo demás: la cámara, el dinero, la luces, el sonido, pero con una buena historia uno perdona todo lo demás. Pero si el guión es flojo, los otros defectos comienzan a magnificarse y lo que puede ocasionar es vergüenza  ajena.

En lo personal, pienso que se va por la ruta correcta. Es cuestión de no tratar de imitar a nadie, esos son complejos de colonizados, es tratar de que cada cineasta puertorriqueño  encuentre su propia estética, y trabajar el guión, buscar los actores adecuados –nada de filmar a la chica o chico que me gusta porque es bella  o bello y quiero algo con ella o con él- y trabajar el guión. Dárselo a leer a otras personas que les den una opinión –que no sea  el chico o la chica que estás tratando de impresionar, ni al  mejor amigo, ni a papi ni a mami- dárselo a gente que no te pase la mano, a personas que te digan la verdad en la cara aunque te duela. Hay que mirarlo de esta forma: ¿si quito la escena Y, la película funciona? Si tu contestación es sí, la escena es innecesaria. Quítala sin que te den cargos de conciencia. Si puedes contar algo en 2 minutos, ¿por  qué quieres contarla en 10? Eso es estirar el chicle más allá de su dulce.

En cuanto a los actores y actrices, los nuestros, suelen ser muy generosos y están en la mejor disposición de hacer que el cine local funcione.  Y también son muy accesibles. Si les presentan una buena historia que los rete, se comprometerán con tu proyecto. En los cortos de esa noche que usaron actores y actrices, se notó la diferencia.

Y por supuesto: no desanimarse.


Free Web Site Counter