07/08/2011

Entrevista a Alina Marrero
Por Pedro Rodiz

¿Cuál es tú preparación académica?

Estudié ballet desde los siete años. Después, en la Libre de Música: ballet, violín, saxofón, canto. BA en Drama, UPR, Recinto de Río Piedras. Estudios Post graduados (Literatura Puertorriqueña) Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Me he desempeñado en todas las facetas que comprende el teatro (vestuario, luces, etc.) He sido reportera de radio, mujer ancla en un noticiario cultural, soy co-editora voluntaria de la revista y periódico en castellano de la Soka Gakkai en Estados Unidos (Organización Budista laica a la cual pertenezco desde hace 27 años), y doy talleres de no violencia, disciplina que practico con mi vida.

¿Cuál es el recuerdo más distante que tienes del teatro o de alguna obra de teatro?

Tenía cinco años. Mi mamá me puso muchas cancanes y flores en la cabeza, a mi hermano le puso un gabán, con pantalones cortos, camisa y corbata. Ella se empaquetó, lo cual hizo también mi padre (eran tiempos muy elegantes) y nos dirigimos a ver a mi tío en una obra de teatro en el Tapia, si mal no recuerdo tiene que haber sido el Primer Festival de Teatro Puertorriqueño. La obra era La feria de don Manuel Méndez Ballester, una obra de vanguardia. Recuerdo que iba adivinando todo lo que pasaba. Por ejemplo, encerraron a Chavito en un televisor gigante y justo yo estaba pensando: “¿Cómo mi tío hará para hacer caca allá dentro?”, cuando Gilda Galán le preguntó: “Óigame, ¿cómo es que usted hace sus necesidades allá dentro?” Ese día decidí mi carrera.

¿Qué tipo de obras te gusta dirigir?

Me gustan mucho Brecht (Galileo) y Moliere (Todas).

Sí no estuvieses involucrado en alguna actividad teatral, ¿qué serías o qué harías?

En mi próxima vida voy a ser Zubin Mehta. Te cuento que cuando yo estudiaba en la Libre de Música nos colábamos a los ensayos del festival Casals. Zubin Mehta  era joven, y yo lo encontraba guapísimo. Para ese entonces era director invitado del festival. Yo deseaba con pasión dirigir una orquesta y componer música, pero ni tenía talento para eso y tampoco me aplicaba. The International Community Of Artists For Peace (ICAP) le otorgó el premio de paz anual que otorga a un artista. También ganó el Premio Kennedy, y otros premios. Cuando incluyeron mi trabajo en la página del ICAP me sentí, emocionalmente, más cerca de él.

¿Tienes alguna anécdota  relacionada al teatro que te haya impactado, positiva o negativamente, que quieras compartir?

Mis experiencias más emocionantes las he tenido con el productor Raúl Méndez, quien me llama mucho a dirigir y se ha convertido en mi hermano. Con él he viajado a muchos países, y tuvimos tres temporadas de verano en Repertorio Español en Nueva York. A través de él, conocí a la actriz dominicana Xiomara Rodríguez, una actriz buenísima. Con ella he trabajado unos cuantos monólogos, nos entendemos a la perfección. Trabajar con Raúl también me ha acercado al diseñador Norberto Barreto, con quien me puedo comunicar. Como experiencia dramática, puedo citar a doña Bárbara, cuando terminamos en corte por el puño que Julio Torresoto le dio a Flor Núñez. Mi más reciente experiencia con Raúl fue en el Sexto Festival del Tercer Amor en Coribantes, con la obra del argentino Martin Marcou, Tortita de Manteca. Comenzamos a tiempo, con dos jóvenes buenas actrices. Dos semanas antes del estreno, Jazmín Caratini, se enfermó. Me puse muy triste, porque ella estaba haciendo un trabajo sobresaliente. Yaiza Figueroa entró a sustituirla. Tuvo apenas seis ensayos, pero de ocho horas diarias. Y aunque fue extenuante, es la mejor experiencia que he tenido en los últimos años. Verás, me ha tocado dirigir actores buenísimos, todos de mucha experiencia. Lo que me jode de ti fue una aventura muy divertida. Ellos tenían los personajes desde la primera lectura y yo me embobaba viéndolos. ¡Cuánto los amé! No obstante, tanto en esa, como en otras obras, mi tiempo con los actores es muy limitado. Literalmente, salen corriendo de los ensayos… y yo deseaba una experiencia con actores más ideal, quería más tiempo con ellos, compenetrarme más, sentir que eran míos. Tortita de Manteca me dio esa oportunidad. Fue “volver a los 17 después de vivir un siglo” (Violeta Parra). ¡Fue mágico!

¿Pensaste alguna vez renunciar y dedicarte a otra cosa?

¡¡¡NUNCA!!!

¿Has escrito obras de teatro?

No han sido muchas. Me han comisionado obras, como Doña Bárbara y la vida de Campeche. Fui libretista de Criollísimo por más de 10 años. Escribo desde que tengo 9 años, en ese momento, poesía y cuentos. He escrito programas de TV, miniseries, películas, documentales y me gano la vida como escritora de programas dramáticos de radio. Estas, más o menos son: La ciudad fantástica (1984), Culpable o inocente, la flor se fue en abril (1994), esta obra fue una revisión de otra que escribí para TV en 1982 y ganó un INTRE en 1983, se llamaba Un hijo, monólogo que Chavito interpretó. El crítico (1988), ganó un premio del Ateneo. La mujer ancla (1994) se convirtió en la primera parte de El crítico, y ambas obras pasaron a ser una sola bajo el nombre de Vecinos. Vecinos estrenó en el Festival de Teatro Puertorriqueño de 1996. La crítica me destrozó. Recibí muchos insultos de compañeros teatreros. No obstante, La mujer ancla fue escogida para representar a Puerto Rico en una antología de dramaturgas latinas y fue traducida al alemán. La presentaron en Alemania. La crítica internacional la elogió muchísimo. Tengo dos obras más, inéditas: Mujer bajo control (2001) y La verdadera historia del matrimonio de Pussy Cat Banana con Míster Guevo Man (2004). Mujer bajo control no es una obra comercial. La verdadera historia del matrimonio de Pussy Cat Banana con Míster Guevo Man (que también se llama Taller práctico de uno y manejo para mujeres víctimas de hombres canallas) es bien controversial. Se trata de una defensa de esas que nadie hace y nadie ha querido hacer la obra. Lo que me interesa cuando escribo teatro es la condición humana específica en un momento determinado. Estoy convencida de que si no cambiamos nuestras actitudes, no habrá status ni condición económica que salve a Puerto Rico.  Llevo años escribiendo Dónde queda el Hospital Perdón, a cada rato la descarto y la comienzo. Ya saldrá. 

¿Cómo te visualizas de aquí a 10 años?

Joven, audaz, mucho más sabia.

¿Qué piensas de la dramaturgia puertorriqueña?

Por desgracia, no conozco toda la dramaturgia puertorriqueña para dar una respuesta responsable a esta pregunta. La historia de nuestra dramaturgia tiene una trayectoria que ha sido analizada y criticada por expertos, y todavía lo es. Hay dramaturgos/as con quienes concuerdo y otros con los cuales difiero, y eso no quiere decir que el trabajo sea bueno o malo. Adoro a don Alejandro Tapia y Rivera. Reconozco la importancia de Myrna Casas (maestra y amiga) y Luis Rafael Sánchez, entre otros. También reconozco la importancia de Roberto Ramos Perea, Abniel Marat y de otros colegas. Yo no soy experta en crítica literaria. No obstante, quiero decir que en estos últimos dos años he tenido en mis manos libretos muy buenos, puedo citar El sueño de Dalí de Adriana Pantojas, Péndulo de Anamín Santiago, y Sofía, obra que ganó el premio de dramaturgia nacional. Sin embargo, y aunque el montaje de Sofía fue bueno, me sentí decepcionada con el final y todavía lamento que lo hayan cambiado. Leer una obra y verla no es lo mismo, y aunque el teatro se escribe para ser realizado, el texto es inmortal. Good!

¿Qué piensas de la dirección de teatro en Puerto Rico?

Supongo que hablas de directores. Pues… tenemos muy buenos maestros, directores con sus propios estilos, buenos directores que comienzan a asomarse y personas que, por ignorancia e inseguridad, piensan que su éxito depende del fracaso de los demás. J  Si estás hablando de la dirección del teatro hacia el futuro, puedo responder al decir que tengo mucha esperanza en la nueva generación.

Ante el panorama del teatro puertorriqueño, a tu juicio, ¿qué se necesita para que la situación mejore o prospere?

Todo Puerto Rico necesita una cultura de paz que refuerce la ética y los valores humanos. Puerto Rico necesita incluir a todos por igual. Necesitamos vernos todos como seres humanos valiosos. Sin eso, cualquier cantidad de dinero, cualquier cambio de gobierno, es en vano.

¿Qué proyecto atesoras y por qué?

Deseo con ardiente pasión que Andanza Cósmica, obra que se hizo realidad por la visión de Lolita Villanúa y el apoyo del bailarín Eloy Ortiz, en colaboración con el Proyecto Shirohisa Ikeda, un proyecto educativo inclusivo en matemáticas, ciencia y astronomía, se vuelva a repetir. Cuando esto ocurra, que tenga la misma atención en Puerto Rico que tuvo para las Naciones Unidas. Era la primera vez en el mundo que se hacía algo así. Esta pieza de baile contemporánea fue realizada totalmente con sonificación de datos estelares. En la misma, colaboraron dos científicos puertorriqueños y tuve el privilegio (y el atrevimiento) de editar esos sonidos. También fui la libretista. El montaje me produjo tanta satisfacción que cuando bajó el telón, como Fausto (Goethe), feliz le hubiera dicho al tiempo: ¡Detente, eres tan bello!  En 2010, representé al Proyecto Shirohisa Ikeda en el Congreso de Heliofísica en Korea (Auspiciado por la Oficina del Espacio de las Naciones Unidas), y tuve la oportunidad de llevar un afiche y hablar unos minutos sobre Andanza Cósmica. Por este trabajo, The International Community of Artists for Peace (ICAP), me incluyó en su página ciber. La experiencia continúa vibrando dentro de mí.

Desearía volver a dirigir Otello, lo cual hice para Bohío Puertorriqueño en 1989. Usaría nuevamente ballet de danza contemporánea, y, añadiría sonificación de datos estelares.

Sueño con un montaje teatral de Galileo que incluya ballet y sonificación de datos estelares.

Me encantaría dirigir una obra de Henrik Ibsen (cualquiera), La Flauta Mágica de Mozart y una espectacular comedia musical.

Quiero dirigir De la cintura para abajo de la dramaturga argentina Diana Raznovich, desde hace años.

15. Cuando te preparas para dirigir  una obra de teatro, ¿cómo lo haces? ¿Cómo te preparas? ¿Usas imágenes? ¿Qué haces? ¿Cómo es tu proceso creativo?

Yo creo que donde pones el corazón, todos los corazones entienden, de manera que siempre pongo el corazón. Creo que “un león le ruge con la misma intensidad a una hormiga y a un elefante” (Nichiren), de modo que no subestimo nada ni a nadie. Siempre doy el máximo. Me dan la obra, la leo, y de repente hay algo, una escena, un parlamento, que me dice que sí, que la voy a hacer. La dejo descansar, doy muchas vueltas, porque nunca tengo algo preciso en la cabeza. A veces, solo a veces, lo primero que veo es el final. El proceso es dulcemente doloroso. Llegan todas las posibilidades. Hay que ser selectivo. A veces asigno colores. Tengo dos tendencias, una es monocromática y otra es explosiva. Espero que los diseñadores sean bien creativos. Detesto que suba el telón y ver el “display” de los muebles y la ropa de última moda. En tal sentido, el montaje de Espermatozoide para tres me dejó muy satisfecha. Todo allí, hasta el sofá redondo y la barra, fue realizado por el diseñador. Los actores no me quieren mucho, porque yo los muevo mucho. Entiendo que los actores son lo más importante del montaje, y descanso en ellos todo el tiempo. Los amo, los encuentro bellos, me gusta mirarlos, me enamoro de ellos. Mis direcciones tienen tráficos coreográficos. Soy una ballerina frustada y también un director de orquesta frustrado. A veces dirijo como si estuviera siguiendo una partitura. La música es mi verdadero gran amor.

¿Cómo eres como directora? ¿Cómo haces para que los actores y actrices estén en sintonía con tu concepto de dirección?

Llevo conmigo lo que aprendí de mis maestros en Puerto Rico, profesionales con quienes trabajé y/o aprendí de ellos en el salón de clases. Mi maestro de dirección escénica fue Dean Zayas, un director muy inteligente. Al ver el proceso de Dean, decidí que yo podía ser feliz si me dedicaba a la dirección. Victoria Espinosa, Chavito Marrero, Myrna Casas, Ernesto Concepción, fueron directores con quienes trabajé y les hago muchos homenajes. Me gusta hacerle muchos homenajes también a Charle Chaplin y a otros directores de cine. Soy una directora apasionada. La mayoría de los actores piensan que estoy “tostá”, sin embargo, todos me tratan con mucho respeto y siguen mis indicaciones. En el pasado, yo gritaba, era agresiva, me enfocaba en cambiar las actitudes de los demás. Con el tiempo, y mi envolvimiento en las cuestiones de paz, estoy cambió. Mi foco es, totalmente, el objetivo: ver realizado el montaje que soñé. Me toca motivar a los artistas que están conmigo. Me tardo mucho moviendo una página, es muy emocionante mover una obra de teatro. Necesito silencio total, ni siquiera música de fondo, y paredes sin un solo cuadro. Cuando llego a los ensayos, estoy bien segura de que funciona lo que planeé. Me tardo mucho en los bloqueos con los actores. Casi todo el tiempo lo que pido se sale de lo común, y yo se que puedo tener resistencia. Lo cierto es que es bien poca o ninguna la resistencia, aunque no descarto que, cuando los actores se reúnen entre ellos, me “gufeen” a rabiar. En una de las adorables veces que Elsie Moreu fue mi asistente, le comenté un día en un ensayo: "Elsie, agarré a fulana y fulano riéndose de mí". Ella me dijo: "Alina, no los puedes culpar. Mucho aguantan con no reirse en tu cara". Elsie me señaló que mis gestos, reacciones, y mi forma de dar explicaciones dan risa. Me divierto en los ensayos y no lo escondo. ¡Adoro a los actores, sobre todo a las actrices! En cierta ocasión yo quería que una actriz se acostara en el piso mientras cantaba. Era una actriz muy inteligente, conocedora, culta, y orgullosa, además de buena. Adivinó mis intenciones y desde antes me dijo: “El diafragma se comprime cuando uno se acuesta.” Le conté una anécdota de cuando vi Rigoletto en el Teatro de la UPR en 1972. Le dije que la soprano coloratura se acostó en un banco mientras soltaba los famosísimos agudos de la ópera. También le relaté cómo la aplaudieron de pie por más de 15 minutos. Al otro día, sin que yo le dijera nada, la actriz se acostó en el piso mientras cantaba. La aplaudieron mucho por eso, de hecho, ganó un premio. A veces, las menos, he tenido que imponerme dramáticamente. Cuando hicimos Divorciadas, evangélicas y vegetarianas en Nueva York, tuve la oportunidad de tener una pantalla y proyectar el principio de Eyes Wide Shot, algo que, aunque estaba en mi libreto desde siempre, no se realizó en Puerto Rico por falta de presupuesto. Yo quería dejar la proyección de la película con música de Disney para el intermedio, y si me hubieran hecho la pregunta del por qué de esto, aunque tengo el privilegio de no hacerlo, con gusto la hubiese podido responder. Pero las actrices no preguntaron nada, se pusieron frenéticas. Decían que era una ridiculez, una locura presentar a Stanley Kubrick con música de Mary Poppins, que el público se iba a ir del teatro, que la obra iba a ser un fracaso. En esa ocasión, me indigné. No solamente estaban cruzando una línea que no se debe cruzar, sino que, además de falta de respeto, sentí falta de confianza en mi creatividad e inteligencia. Les dije: “¡La directora aquí soy yo y se callan!” Te cuento que mi ocurrencia, como experimento, no tuvo precedentes. Durante el intermedio, el público se mantuvo mirando las imágenes mientras escuchaban a Julie Andrews y a Dick Van Dyke, y las actrices estaban boquiabiertas. ¡No fue que alguien protestara, fue que nadie se quería levantar!  Raúl Méndez, quien era el productor, y yo, mirábamos al público muertos de la risa. Después, las muchachas hacían chiste de lo sucedido. Por cierto, tuvimos otra temporada de Divorciadas, evangélicas y vegetarianas en Nuyol, y esa obra tuvo dos nominaciones al Premio ACE, una de esas, la mía. Nunca me han dado un premio como directora en Puerto Rico, pero he dirigido actrices que han ganado premios, entre estas: Elsie Moreu, Johanna Rosaly, y Xiomara Rodríguez.  

Si tuvieras un presupuesto ilimitado, ¿qué obra montarías y por qué?

Todos los presupuestos en Puerto Rico siempre son bien limitados y siempre me los presentan aun más limitados de lo que son. Hago maravillas. Ahora no soy productora, pero cuando lo fui en la década de 1980, junto con otros cuatro compañeros, (PRODUCCIONES RETO, INC.), fuimos muy generosos y exageradamente orgullosos en el mejor sentido de la palabra. Por supuesto, vivimos otros tiempos. Luego entonces, haría exactamente lo que estoy haciendo ahora mismo.


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