10/06/2010

Para muestra, con un botón basta
Por Pedro Rodiz

Recientemente, Puerto Rico fue el invitado de honor en la Feria Internacional del Libro en Barcelona LIBER 2010. Allí se presentó un proyecto de Aravind Advantaya que sirvió como una muestra representativa de la dramaturgia puertorriqueña contemporánea. También participaron Idalia Pérez Garay y José Félix Gómez con la obra Quíntuples de Luis Rafael Sánchez.
Lo primero que me vino a la mente es ¿quién decide cual es el teatro representativo de todo el que realizamos en estos momentos? Y lo segundo me cuestioné fue, ¿por qué se eligió la obra Quíntuples como nuestra obra emblemática? ¿Es que acaso aquí el único dramaturgo de envergadura que existe es Luis Rafael Sánchez? Después veintipicos de años que se estrenó esa obra, ¿no se ha estrenado ninguna otra en Puerto Rico? ¿Aquí no se ha hecho más nada?
Que quede claro que no tengo nada en contra de los compañeros. De hecho, respeto mucho a Aravind como persona y como artista. Me parece interesantísimo el tipo de teatro que él realiza. Pero lo que monta ¿es representativo de toda la dramaturgia nacional actual? Me parece que sus propuestas son muy distintas a las demás que se realizan o presentan en el País. Su búsqueda va por otra ruta.
Y en el caso de Idalia y Jofe, ellos están entre los primeros de mi lista de los actores que quiero que nos representen en el extranjero. ¡Quilates demás tienen! Mi objeción es por la obra que se lleva, -y no es por la obra en sí ya que a mí me parece muy divertida- sino porque parece que se ignora todo lo que se ha escrito y representado en los últimos veinte años, como si aquí no se hubiese escrito nada desde los ochenta para acá.
¿Quién decidió? ¿Quién eligió? ¿Cuáles fueron los criterios para la selección? ¿A quién se consultó? Y aunque en lo personal no tengo objeción, lo que molesta es que si se van a elegir a los representantes de un país, lo menos que se podía hacer era una encuesta, consulta o algo parecido a los gestores del teatro de Puerto Rico.
Pero aclaro que si la selección que se hizo es una muestra del teatro que le han publicado a Luis Rafael Sánchez y a Aravind Adyantaya en particular, pues santo y bueno. Me meto la lengua en la madriguera, como diría Federico García Lorca. Pero si se seleccionaron como lo único que se representa aquí, eso es otro son. Eso no quedó claro en los artículos que reseñaron en el periódico sobre la Feria.
Y antes que alguien me acuse de envidioso, -envidia es lo menos que tengo- quisiera exponer a raíz de esto, me preocupan dos cosas: las pocas publicaciones de las obras de teatro de nuestros dramaturgos y qué es lo que define a nuestra dramaturgia nacional contemporánea.
Mientras tomaba un curso de Teatro Puertorriqueño Contemporáneo en el Centro de Estudios Avanzados me percaté que es muy poco lo que se conoce en la academia sobre lo que he ha escrito y representado en las últimas dos décadas. Y en parte es porque nos hemos preocupado más por el representar que por el publicar. Se han hecho algunos intentos para publicar pero todavía hay mucho camino por recorrer. Al parecer, publicar teatro no es rentable. ¿Quién lee teatro si el mismo se creó para representarse? Creo que eso se podría subsanar este problema con que empecemos a hacer publicaciones por Internet, y pongo por ejemplo lo que se realiza en el CELCIT, que ha publicado varias de las obras de los dramaturgos más importantes de Iberoamérica en su portal.
Por otro lado, lo de qué define nuestra dramaturga nacional contemporánea es una reflexión más compleja y profunda de la que no tengo todas las respuestas. No es tan sencillo de contestar ya que en los últimos años esto ha dado un giro extraño, difícil de definir o explicar. Los proyectos de nuestros dramaturgos cada día son más escasos. Y hay mucho trabajo comisionado, que aunque tiene su valor, no es necesariamente lo que el dramaturgo quisiera escribir y estrenar por su propia voluntad. El desbalance entre las comedias ligeras que se escribe versus los proyectos de envergadura, es grave. Y eso sin mencionar que los estrenos de obra extranjeras superan casi 10 a 1 a las locales. Y creo que estoy siendo conservador en la apreciación. Cada día es más difícil estrenar una obra de teatro que no sea comedia. Hay sus excepciones, por supuesto.
Hay como una especie de desánimo colectivo, que no es otra cosa que el reflejo de lo que viven los puertorriqueños en todos los niveles y circunstancias. Espero que pronto salgamos de este marasmo, que esta misma situación sea el detonante para el surgimiento de proyectos teatrales memorables.


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