04/04/2010

Dejar pasar oportunidades
Por Pedro Rodiz

Hace muchos años, le pedí al profesor José Luis Ramos Escobar, que me permitiera tomar el curso de dramaturgia como oyente y él no tuvo objeciones. Como es evidente, para la clase, aparte de los ejercicios, había que pensar en alguna idea de alguna obra que quisieras escribir. Para ese entonces, me rondaba por la mente la idea de escribir un texto inspirado en la vida de Jack Kevorkian, el doctor muerte. Ése que se la pasaba asistiendo a las personas con enfermedades terminales que querían morir con dignidad. Eso plantea un dilema moral y ético. ¿Las personas deben elegir morir a pesar de que es ilegal? ¿Lo legal debe ir por encima de lo humano? ¿Es asesinato ayudar a morir a una persona antes de que sufra demasiado y sin necesidad? Esa idea del doctor muerte me fascinaba. Me lo imaginaba huyendo de un detective. Calentándose las manos en algún zafacón prendido en fuego. Y queriendo o deseando morir pero sin atreverse a utilizar en sí mismo, la maquina que había construido para aliviar a las personas de su dolor. Recuerdo que hice una buena investigación. Tenía –y tengo- documentada toda su vida. Pero por alguna razón que no recuerdo, no la escribí. Opté por escribir otra historia, que fue la que posteriormente dirigió Anamín Santiago para la clase de Dirección Escénica y que se titula Cuando el mar surca en el desierto, una especie de Romeo y Julieta en el Medio Oriente.
Engaveté la idea y luego, hace par de años atrás, tomé otro curso de dramaturgia con Tere Martínez y otra vez esa trama me acosó. Pero esta vez, me imaginaba que el personaje estaba en la cárcel, y en una especie de experimento, de algún nuevo programa gubernamental, lo ponían a compartir con un preso condenado a morir en la silla eléctrica. Él no entiende porque lo ponen allí, pero comienza un choque cultural y un encuentro emocional con este confinado que es un puertorriqueño. Y para sorpresa de Kevorkian, el puertorriqueño era un tipo alegre a pesar de estar condenado a morir.
No recuerdo bien porque no la escribí en esta segunda ocasión. Creo que le pregunté a Tere sobre la utilización de nombres de personas vivas pero que sus vidas fueran públicas. Y en ese ir y venir de esa investigación, volví a engavetar la historia. Cosa que me arrepiento.
Ahora me entero que HBO hizo una versión sobre Jack Kevorkian, con la actuación de nada menos que el legendario Al Pacino. La sensación que me dio, más que de coraje, fue de frustración. No porque ellos vayan a hacer una película, sino, porque perdí la oportunidad de hacer mi versión primero. Y sobre todo, porque no tengo forma de probar que quería hacer esa historia antes de que a ellos se les ocurriera. Ahora si la escribo, la gente va a pensar que me copié. Eso me ha ocurrido en par de ocasiones con otras ideas. Y lo que pasa es que me lo pienso mucho antes de escribir una obra. Le doy muchas vueltas, me involucro en otros proyectos y dejo pasar el tiempo.
Pero no más. Si otros han puesto primero ideas que ya yo he pensado antes quiere decir que mis ideas son buenas. Que voy empezar a escribirlas de inmediato y que debo dejar de estar comiendo mierda. Y eso haré. Tengo una idea sobre Ramón Emeterio Betances. No la postergaré. La patria reclama compromiso de inmediato.


Free Web Site Counter