06/12/2009

Nadar

Por Pedro Rodiz

Llevé al pequeño saltimbanqui a sus primeras clases de natación. Me emocioné muchísimo. Verlo intentar mover las piernas, luego tratando de hacer burbujas, el cómo trataba de aguantar la respiración y verlo tragar agua cuando le hundían la cabeza porque todavía no sabe cerrar la boca, como lo ponían boca arriba para que aprendiera a flotar, en fin, toda esas etapas que conlleva aprender a perderle el miedo al agua.
Es evidente que es un proceso lento. Todavía es muy chiquito. Que falta mucho para que pueda nadar. Pero saber que estoy aportando a su desarrollo físico, a darle la oportunidad de aprender un deporte que es para toda la vida, entender que eso contribuye a que se convierta en un buen ser humano, me llena de mucho orgullo. Esas son tareas de hombres, como lo es también el llevarlo a la escuela, como lo es cambiarle los pañales, como lo es explicarle cómo se usa el inodoro –de las tareas más difíciles- como lo es el llevarlo a diferentes sitios para que brinque y salte, para que socialice y que interactúe con su medio ambiente y con sus pares, son tareas que ningún hombre debe perderse. Porque de nada me vale que trate de prosperar como artista sin preocuparme primero por ser un buen padre.
Hay que saber entender que él es un ser distinto a mí, que ya tiene sus propios intereses y que vive con sus gustos particulares. El pequeño saltimbanqui es uno que va a caminar sin mirar atrás. A él no le importa mis preocupaciones, no mide peligros todavía. Hay que estar pendiente a todo lo que hace. Y eso drena. ¡Qué difícil es tener paciencia! Porque hay que lidiar entre todas las tareas que me son propias como artista, con los intereses particulares de él.
Pienso que soy afortunado porque en este momento pude pagarle esas clases de natación al saltimbanqui, que le pude proveer una experiencia de vida a la que nunca tuve acceso. Recuerdo que en mi pueblo, ya de grande, te tiraban al medio del charco más hondo del río, y allí, o aprendías a nadar o te ahogabas.
Pero por otro lado pienso también en los miles de hombres y mujeres que se van a quedar desempleados por los malos manejos de las finanzas públicas del gobierno de la pasada administración y la mala planificación del presente, que no tendrán el dinero suficiente para pagarle a sus hijos algún tipo de experiencia que los ayude a mejorar la calidad de vida de ellos. Que van a tener que nadar de otra forma para no ahogarse en el mar de deudas que se les viene encima.


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