11/24/2011

Reseña crítica de la obra: Indocumentados… el otro merengue
Por Pedro Rodiz

     Indocumentados… el otro merengue es una obra de teatro del dramaturgo puertorriqueño José Luis Ramos Escobar que le publicara la Editorial Cultural en el 1991.  La obra fue llevada a escena por la compañía Teatro del Sesenta, en el Teatro Tapia, el 18 de agosto de 1989, bajo la dirección de José Félix Gómez e Idalia Pérez Garay.

     La pieza está dividida en dos actos. Es de carpeta blanda y tiene una extensión de ciento dos páginas.  En la portada aparece una fotografía a color del personaje principal, con una maleta en la mano, frente a unos edificios que fueron vandalizados con “grafitti”. Y en un recuadro, la foto a blanco y negro de Rafael José, el actor principal de la pieza.  Esta edición cuenta además, intercaladas en el texto, con fotografías del montaje, lo que nos ayuda a  poder visualizar con más claridad lo que se presenta en las didascalias. También cuenta con una biografía profesional mínima del autor, desde su nacimiento hasta sus últimos logros profesionales y de publicación.

     En el primer acto, Gregorio Santa,  un dominicano indocumentado  busca trabajo sin éxito en la ciudad de Nueva York.  Reside temporeramente con Ampliado y María Simo, un matrimonio  dominicanos.  María está cansada de que su marido aloje a cuanto paisano pida ayuda, ya que lo hace con más frecuencia de la deseada. Le argumenta que el apartamento es pequeño y que anhela privacidad.  Ampliado, como su propio nombre lo sugiere, le gusta extenderle la mano a cuanta persona de su país lo necesite aunque esto represente un peligro para él y su esposa. 

     Gregorio, por su parte, se siente frustrado, quiere prosperar en la vida,  pero su situación de no tener los documentos de visado o de residencia le impiden conseguir un empleo. Solicita los trabajos que nadie quiere y aún así no consigue nada.  Ampliado le sugiere que debe conseguir una nueva identidad convirtiéndose en puertorriqueño. Como los puertorriqueños ya tienen la ciudadanía estadounidense, no tienen problemas en conseguir empleo o ayudas federales.

     Ampliado y Gregorio llegan hasta el apartamento de Rosa Jiménez, una puertorriqueña de  70 años,  a comprar una nueva vida. Ella le vende a Gregorio, por tres mil dólares, la identidad  su hijo, Luis Jiménez.  A Luis lo mató un policía cuando trataba de robar en un supermercado.  Él le había pedido a su madre, que si le pasaba algo, que vendiera sus papeles que comprueban su ciudadanía, para que con ese dinero ella pudiera seguir hacia adelante en la vida. Luis fue enterrado como un desconocido ya que ella nunca reclamó el cuerpo.

     El segundo acto comienza con Gregorio imitando el hablar, el actuar y trata de pensar como un puertorriqueño. Un individuo le toma fotos para crearle una licencia de conducir falsa. Su  “nueva vida”  hace que tenga que comportase diferente a lo que es en realidad para poder engañar a los posibles empleadores y así burlar a las autoridades pertinentes.   Esa nueva identidad le cuesta la amistad con Ampliado. No deben relacionarse para que le pueda ir mejor.

     Consigue trabajo en una fábrica de hacer ventanas.  Sus compañeros de trabajo, que son todos puertorriqueños, lo aceptan como uno de los suyos de inmediato.  Se lo llevan a beber a una barra y allí hacen chistes degradantes y burdos sobre los dominicanos. Gregorio se ve obligado hacerlos también para que no  descubran  su identidad. Pero esta acción hace que se sienta frustrado por renegar y burlarse de lo que secretamente es. Comienza a tener dificultades de adaptación en el trabajo.  Llega tarde, se vuelve irresponsable ya que le pierde el amor al trabajo, deja de relacionarse  con sus compañeros de trabajo, lo que ocasiona muchas fricciones entre ellos. Luego, se ve involucrado en una trifulca y lo botan.   

     Sus cargos de conciencia sobre quién es en realidad no lo dejan vivir. Le pide ayuda a Ampliado para poder regresar a República Dominicana, con su verdadera identidad. Cuando parece que todo va a tener un final feliz, de pronto Gregorio, como poseído por el espíritu de Luis Jiménez, se ve haciendo las mismas cosas que hizo éste en su último día de vida. Muere de la misma forma que Luis: asesinado en el supermercado.

     El autor presenta en esta obra de teatro dos temas principales: el de la emigración y el de la identidad.  Los latinoamericanos emigran a los Estados Unidos buscando mejores condiciones de vida y de trabajo, dicho de otra forma, en busca de la falacia del “sueño americano”.  Aunque a todos los extranjeros se les hace difícil conseguirlo, notan que los puertorriqueños,  por su ciudadanía, se les hace más sencilla la vida en el norte ya que solamente tienen que montarse en un avión para disfrutar de los mismos beneficios que les son conferidos a los estadounidenses,  sin serlo.  Los dominicanos, por ejemplo, tienen que aventurase a perder su vida en el mar, montados en una yola, llegar a Puerto Rico y desde aquí llegar a esa tierra hostil.

     Por otro lado, el asunto de la identidad se da en varias direcciones. El del dominicano que se hace pasar por un puertorriqueño mediante el robo de la identidad para poder sobrevivir. También se da el juego de que el “alma”, el “espíritu” o la “esencia” de ese puertorriqueño devora o termina por destruir al dominicano. De cierta manera es como si Gregorio volviera a lanzarse al mar a tratar de encontrar una nueva vida a través de la de Luis. En el transcurso de esto vive la alucinación de no saber quién es en realidad.

     Es una obra de teatro interesante y con una estructura bien construida. Contiene  diálogos ágiles y coloquiales. Cuenta con una trama que atrapa al lector desde el primer parlamento. Aún en los momentos que son para hacer reír, lo que provoca es una risa amarga.  Los personajes están bien delineados.   El autor hace un juego de palabras entre el nombre del personaje principal que es Gregorio Santa y el Gregorio Sansa que es el personaje de Franz Kafka en la metamorfosis. Ese juego de palabras es importante porque así como el Gregorio kafkiano se transforma hasta convertirse en un insecto irreconocible, el Gregorio de José Luis Ramos Escobar, le ocurre algo similar con su personalidad.

     Otro detalle que llama la atención en la obra es el uso de un coro de personajes, es decir, son  siluetas que se transforman en las diferentes personas o grupos de gente que le dan vida a la complicadísima ciudad de Nueva York y que ayuda al cambio del  lugar de acción de las escenas. Esto se mezcla con facilidad y gracia con la música caribeña como lo es el merengue y la salsa.

     Lo que hace romper con el realismo de la pieza son las escenas donde aparece la esencia o los recuerdos de lo que fue Luis Jiménez. Éste se le aparece en sueños al principio, y luego como pesadillas después, a Gregorio. Poco a poco lo va carcomiendo por dentro hasta el punto de llevarlo a sufrir su mismo fatídico final.

     Una de las escenas más interesantes de la obra es aquella en la  que aparece Rosa Jiménez, la madre de Luis. Esa escena nos lleva a reflexionar sobre lo bajo que puede caer un ser humano lo que es capaz de hacer por dinero. ¿Cómo es posible que una madre ni siquiera vaya a ver a su hijo muerto? ¿Cómo es posible que prefiera que lo entierren como a un desconocido por ganarse tres mil dólares?

    Esta obra fue presentada por actores puertorriqueños interpretando a personajes dominicanos. Sería interesante verla actuada por actores dominicanos.

El árbol que quería volar

De Pedro Rodiz

Obra de teatro infantil. Edad preescolar. Para representarse en cualquier patio, sala o marquesina. El  padre o la madre puede representar al árbol y el hijo o la hija de ave. Una sábana marrón puede servir de vestuario, como de tronco, sino tiene sábanas de ese color pues el papel de estraza funciona a la perfección; las hojas se hacen con papel de construcción o hasta se fabrican con papel de estraza o toalla y se pintan con témpera o hasta con crayolas. Los frutos pueden ser dos bolas de tenis o cualquier objeto redondo y suave puede servir. El vestuario del ave puede hacerse también con dos plumeros  o con alguna camiseta de color rasgada; y el pico con un conito de cartón pintado con témpera o crayola y amarrado con hilo de pastel. El viento se logra con un abanico.  Los parlamentos del ave, si el niño o la niña no logran memorizárselos completamente, no importa, que diga lo que se le ocurra o papá o mamá le ayuda con las líneas. Inversión: 0 centavos. Diversión: no tiene precio.

Un árbol de frutos dulces. Una ave revolotea a su alrededor.

Árbol:  ¿Quién eres tú?

Ave:     Soy un ave peregrina.

Árbol:  No eres de por aquí, ¿verdad?

Ave:     No, estoy de paso. Se acerca el frío y vuelo hacia lugares más cálidos.

Árbol:  Nunca he entendido porque los pájaros pueden volar y yo no.

Ave:     Es fácil, sólo tienes que mover las alas.

Árbol:  Yo no tengo alas.

Ave:     Porque eres un árbol y los árboles tienen hojas, ramas y frutos.

Árbol:  Pues mis hojitas se parecen a tus plumitas. Trataré de volar.

Ave:     Sí, inténtalo.

El árbol hace un esfuerzo enorme e intenta mover todas sus ramas y hojas pero no se mueve de sitio. El ave trata de animarlo.

Ave:     Vamos, tú puedes. Sigue moviéndote.

El árbol queda exhausto.

Árbol:  No puedo, no puedo. Es inútil. Sin el viento, mis hojas y mis ramas no se mueven.

Ave:     Es que los árboles no nacieron para volar sino para darnos frutos.

Árbol:  Yo nunca te daré de mis frutos. Estoy cansado de que los pájaros como tú se los roben.

Ave:     Pero eso es injusto.

Árbol:  Si yo no puedo volar, tú tampoco comerás.

Ave:     Yo quiero ser tu amiga. Aunque seamos diferentes, no me molesta.

Árbol:  Tú lo que quieres es comerte mis frutitas.

Ave:     También. Ya es tarde para moverme de este lugar. Todas mis amigas ya emigraron. Y la ruta que trazan las nubes ya no está.

Árbol:  Si quieres, puedes quedarte. Pero no me hables.

Ave:     ¿Pero cómo vamos a ser amigos si no nos hablamos?

Árbol:  Es fácil para ti decirlo que debes tener amistades en todas partes. Yo estoy aquí aislado. Estoy acostumbrado al silencio.

Ave:     Porque somos diferentes es que debemos ser amigos. Podemos cuidarnos mutuamente.

Árbol:  Deja ya de hablar.

Ave:     Ya se acerca el viento frío, ¿qué voy a hacer?

Árbol:  No te preocupes avecilla indefensa, yo te protegeré.

El viento comienza a soplar y le comienzan a mover todas las hojas y las ramas.

Árbol:  Mira avecilla, se mueven mis ramas. Ahora sí que me iré volado de aquí. Quizás pueda alcanzar a tus amigas.  Ya siento que me despego del suelo.

Ave:     No, no estás volando. El viento se está llevando tus hojas y tus ramas. Te va a arrancar de raíz.

Árbol:  No, no podrá, yo soy más fuerte.

Ave:     El viento me lleva, ayúdame árbol.

Árbol:  Cerca de mis raíces hay un hueco. Métete ahí, te protegerás del viento.

El ave lo hace.

Ave:     Tengo mucha hambre dame de tus frutos antes que el viento se los lleve todo.

El viento sopla más fuerte.

Árbol:  Eso sí que no. Ya te di refugio, no te daré más nada. La poca sábila que me queda es para poder florecer de nuevo en la primavera.

Ave:     Cuidado árbol.

Árbol:  Este viento frío es demasiado para mí, siento que me parte por la mitad.

Ave:     No te rindas.

Árbol:  Vete de aquí, avecilla, esto es muy peligroso. Toma, llévate mis frutos. Ya no me harán falta.

El árbol le lanza los frutos y el ave los guarda en su guarida.

Ave:     Resiste…

Árbol:  No puedo…

El árbol se parte. Y el viento se lo lleva. El ave queda resguardada en las raíces.

Árbol:  Mira avecilla, al fin, estoy volando, estoy volando….

El árbol desaparece en un torbellino de viento. El ave quedó atrapada bajo un manto de hojas. Desaparece el viento.

Ave:     Adiós amigo. Me salvaste la vida. Los frutos que me dejaste me darán para vivir. Lograste lo imposible, pudiste volar. Y tus semillas las esparciré por la tierra para que salga otros hijos tuyos. Nunca te olvidaré, amigo árbol.

Fin



(Nota del autor: Esta obra la escribí hace muchos años atrás, cuando actuaba y la utilicé para una audición de teatro infantil. Organizando papeles viejos, tropecé con ella. La iba a botar, pero ahora que soy padre, pensé que podría interesarle a aquellas personas que tengan niños pequeños. )


11/20/2011

Ateneo Puertorriqueño o el triunfo del patriotismo

Por Pedro Rodiz

La segunda obra que escribí, Des-Tierro se estrenó en el Ateneo Puertorriqueño. La dirigió Miguel Diffoot y la produjo Adriana Pantoja en la Serie de Teatro de Cámara. Esas obras de autores nóveles que se estrenaron ahí, posteriormente se publicaron en una edición del Instituto de Cultura Puertorriqueña.

Al año siguiente, en el 1997, el Ateneo auspició el Segundo Congreso del Autor Dramático Iberoamericano y Taller Superior de San Juan a los que asistieron algunos de los mejores dramaturgos de Iberoamérica: Fermín Cabral, Marco Antonio de la Parra, Mauricio Kartún, Eduardo Rovner, Rodolfo Santana y Guillermo Schmidhuber. Si tener en el País a uno de estos dramaturgos es un lujo imagínense lo que es tenerlos a todos a la vez durante una semana. Fui partícipe de esa experiencia y de ese intercambio cultural y artístico nació la obra Golga, aún sin estrenar.

El local, la primera obra colectiva que escribí junto a Joselo Arroyo y Freddy Acevedo, el Ateneo nos abrió las puertas de su Festival de Teatro. Esa obra fue recogida en unos de las publicaciones del Boletín del Archivo Nacional de Teatro y Cine que realiza tan distinguida Institución. Dos años después, cuando escribí junto a otros colegas la obra Los Huelguista, se realizaron funciones allí.

La primera lectura de la obra La circuncisión, que se estrenó en febrero pasado, se realizó en un certamen de monólogos que auspició la desaparecida Asociación Puertorriqueña de Guionistas y Dramaturgos (APGD), en el teatrito del Ateneo Puertorriqueño.

En el 2004 Adriana Pantoja produjo el Congreso Nacional de Dramaturgia en el que fui uno de los deponentes. Y la cede fue el Ateneo Puertorriqueño

Cuento esto, ya que sin proponérmelo, he sido parte de la historia de esa extensísima  lista de legendarios hacedores de teatro puertorriqueño que ha desfilado por su cede. Si sumáramos todas las experiencias que han tenido otros compañeros necesitaríamos un volumen completo por lo extensa de la lista. Y esto es únicamente contando lo del teatro.

Actualmente, el Ateneo cuenta con el archivo de teatro más importante del País. De ese archivo y de las investigaciones de Roberto Ramos Perea han surgido lo que a mi juicio son las aportaciones más valiosas que se han hecho al teatro puertorriqueño en lo que va de siglo. La primera es el descubrimiento, publicación y montaje de la primera obra escrita por un puertorriqueño: Mucén o el triunfo del patriotismo  (1833) de Celedonio Nebot de Padilla. La segunda es la publicación de los autores negros del siglo XIX en el Boletín del Archivo Nacional de Teatro y Cine. Gracias a esta publicación todos/as los puertorriqueños/as tenemos acceso a esos textos que de otra manera estaría reservados y disponibles solamente para los estudiosos y los académicos.

¿En qué otro lugar se puede representar todas las obras de Alejandro Tapia y Rivera en un solo festival de teatro? Sólo los atrevidos del Ateneo pueden.

Así que cuando me enteré de que esta señora, genérica y olvidable, quiere desviar el dinero que le corresponde al Ateneo Puertorriqueño, que se lo ha ganado a fuerza de pertinencia  y sangre, no lo podía creer. De ella no hablaré, no le voy a dar más foro. Pero de que da vergüenza, da vergüenza. Coincido con las palabras de Johanna Rosaly:  son muchas las actividades banales, de alta frivolidad y escasa trascendencia que la Legislatura ha  apoyado, que saquen el dinero de ahí, no de una Institución que tanto le ha dado al País.

El Ateneo Puertorriqueño no va a desaparecer, al contrario, saldrá más fortalecido que nunca. Tantos años de lucha, no se van a ir por el inodoro porque este gobierno prepotente le bloquee los fondos.

Son tiempos en que nuestra dramaturgia debe volverse combativa.

















11/06/2011


Entrevista a Juan Pablo Díaz

Por Pedro Rodiz

¿Cuál es tú preparación académica y cuántos años llevas de carrera?

Tengo un bachillerato en Estudios Interdisciplinarios de la UPR Río Piedras. Llevo veinte años de carrera como actor y veintidós como locutor comercial.

¿Cuál es el recuerdo más distante que tienes del teatro o de alguna obra de teatro?

Uno de los recuerdos más distantes es la primera vez que me paré en un escenario casualmente. Mi mamá estaba en el montaje de Rock'O'Landia personificando a Gretel. Recuerdo vagamente haber visto la casa de dulces de la bruja por fuera, y al entrar, me di cuenta de que era hueca, puro panel. No existía tal casa. Más o menos por ahí fue que el teatro empezó a joderme la imaginación.

¿Cuándo fue que entendiste que ibas a estudiar teatro?

Me di cuenta en la universidad. Inicialmente, quería tener estudios formales en música, específicamente arreglos y orquestación. Aunque ya tenía experiencia profesional en teatro y TV, mi norte fue la música. Una vez entré a la UPR empecé a juntarme con amigos que sí estudiaban en el Departamento de Drama y que había conocido trabajando afuera. Entre la buena experiencia en el montaje de Romeo(s) y Julieta(s) de Rosa Luis Márquez y una mala experiencia con un profesor de música, decidí poner en pausa mis estudios musicales formales.

¿En qué trabajas actualmente? ¿Vives del teatro?

Actualmente me desempeño como locutor comercial para varias compañías. Ocasionalmente hago teatro, hago música para teatro y soy vocalista en la orquesta de salsa La PVC.

Si no estuvieses involucrado en alguna actividad teatral, ¿qué serías o qué harías?

Me llama mucho la atención la producción musical, la edición de video y el cine documental. Podría dedicarme de lleno a cualquiera de esas alternativas.

¿Pensaste alguna vez renunciar y dedicarte a otra cosa?

Sí. Tuve una saturación teatral por un tiempo. Recuerdo que estuve en 16 procesos teatrales en 18 meses. Obviamente, tenía muchas ganas de hacer y andaba en la búsqueda, y en la definición de mi gusto teatral. Pero hubo un momento que pegué un frenazo y me "jalté" del teatro. Andaba cansado y tenía ganas de hacer otras cosas. Ahí es que entro a Teatro Breve como técnico, y comienzo a ver el teatro desde un punto de vista conocido pero poco practicado.

¿Cómo te visualizas de aquí a 10 años?

Siempre tengo problemas con proyectarme a largo plazo. Lo que sí te puedo decir es que me gustaría estar viviendo bien haciendo lo que me gusta, sea lo que sea.

Has hecho televisión, ¿qué tal la experiencia?

Además de haber participado de las comedias cortas de "Mediodía Puerto Rico", tuve la oportunidad de tener un programa de entrevistas y variedades por 4 años. Fue una experiencia interesante porque me abrió la posibilidad de desarrollarme en el campo de la animación, que sinceramente no me encanta. Me gusta más la dinámica de la entrevista que la de la animación.

¿Qué opinión tienes del teatro puertorriqueño?

Creo que el teatro puertorriqueño como género literario se sigue definiendo y regenerando conforme va pasando el tiempo. Ahora los dramaturgos nuevos han soltado esa temática principal de la identidad que fue la médula del teatro que nos antecede, y se atreven a escribir de otros asuntos. Como oficio y modo de entretenimiento, seguimos moliendo vidrio con el pecho y tanteando los "gustos" del público, algunos subestimándolos y otros retándolos, en un país donde cada vez se hace más cuesta arriba hacer cultura (en todas sus ramificaciones), porque, en mi opinión, su asociación con la identidad es motivo de miedo para el gobierno de turno. 

Ante el panorama del teatro puertorriqueño, a tu juicio,  ¿qué se necesita para que la situación mejore o prospere?

 Necesita seguirse haciendo, y seguirse escribiendo. Ya sea para teatro de bolsillo (teatro de espacios pequeños) o los más grandes foros que pueda ofrecer el País. Se debe seguir gestando y representando. A su vez, no se debe subestimar al público a la hora de sentarse a escribir (los que tengan la habilidad para hacerlo, claro). Siento que el mercado está en un proceso de transición, tanto general como generacional, y se está redefiniendo el gusto del espectador teatral promedio. Por eso, se debe seguir ofreciendo proyectos con honestidad, y no por necesidad.

¿Qué otras habilidades tienes?

Dentro de la música me he desempeñado como cantante, escritor, compositor e instrumentista. He tenido experiencias como editor, fotógrafo, diseñador de sonido y documentarista.

¿Qué proyecto teatral atesoras y por qué?

Uno de los más que atesoro fue el proceso de Canción de navidad de Dickens, que fue mi último proyecto como actor universitario. El hecho de encarnar con credibilidad a Mr. Scrooge, un viejo blanco de 72 años siendo un chamaco de 23 era un reto bastante grande. La manera que nos dimos todos al proceso ante una pieza verdaderamente mágica (por clichoso que suene). Habían muchos retos, y por ende muchas ganas de hacer el mejor trabajo a nuestro alcance. Fue la obra que reabrió el Teatro Universitario de la UPR después de más de 10 años cerrado, y tuve el honor de hacer la primera función. Además, trabajar una obra emblemática de la navidad durante la época misma siempre tiene algo especial. 

Eres parte de Teatro Breve, grupo que ha sido muy exitoso,  ¿a qué crees que se debe la aceptación y el éxito del grupo?

Durante los primeros dos años y medio, en donde fui miembro activo del grupo, pude ver la transición de Teatro Breve. Pasamos de ser unos pocos a llenar 2 funciones a la semana en distintos espacios. La aceptación y el éxito, en mi opinión, se deben a los factores de la ignorancia ante un proyecto nuevo y a la honestidad. Ignorancia porque en el momento no sabíamos para donde íbamos con mucha certeza, así que el camino de experimentación de temas era amplísimo, no nos cerrábamos a ninguna posibilidad. Y la honestidad porque hablábamos de temas que partían de nosotros, ya sea por experiencias propias o porque nuestra cotidianidad nos lo sugería. El público fue reaccionando ante ese "jangueo" y eventualmente hacían filas para formar parte de él.     

Cuando te preparas para  una obra, ¿cómo lo haces? ¿Qué haces? ¿Cómo es tu proceso creativo? 

A mí me gusta mucho la historia, así que lo primero que hago al tomar un texto (luego de leerlo, claro) es averiguar sobre el contexto histórico en donde se encierra el personaje, la pieza y el autor. Investigo sobre sus necesidades y trato de descifrarlas. Luego, en el espacio de los ensayos me dedico a experimentar de acuerdo a lo que el director y los compañeros de escena necesiten. Siento que uno no deja de crear hasta que termine la última función, no se debe trabajar para el estreno. Siempre el estreno debe ser un buen punto de partida para de ahí seguir creando.



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