10/31/2010

Teatro infantil
Por Pedro Rodiz

Cuando I. me llamó para indicarme que comenzaba una investigación sobre la publicación de libros de teatro infantil puertorriqueños, ya que entendía que esos deben ser libros obligados en todas las bibliotecas del País, y preguntarme sobre qué sabía sobre eso y sí existían estudios sobre esa materia, me quedé callado. No porque no tuviera nada que decir, si no porque me dio mucha vergüenza contestarle. Le balbucee, de memoria, que no sabía casi nada, que Rosalina Perales había publicado un libro que recolectaba varias obras –Antología de teatro infantil puertorriqueño- que el mismo incluía un estudio sobre el teatro infantil que se representaba; que conocía de las obras de María Gloria Palma, pero que desconocía si es de aquí; que Adriana Pantoja también había publicado pero que no sabía si otros u otras habían publicado. Deben existir pero yo no estoy empapado. Y de teoría o estudios sobre el teatro infantil, sabía mucho menos. Le indiqué que si había algo, debe estar en el Archivo Nacional de Teatro y Cine del Ateneo Puertorriqueño.
Lo que I. pregunta es válida. Se supone que nuestras bibliotecas, tanto de las escuelas públicas como las bibliotecas de las privadas estén repletas de textos de teatro infantil, no solamente para que los niños y niñas los lean y los conozcan, sino para que nuestros maestros de teatro tengan un material disponible para sus clases.
Si en algo se han distinguido nuestros dramaturgos en los últimos treinta años, por establecer un número, es en la creación de un teatro infantil. El mismo es amplio, educativo, vistoso, entretenido, ingenioso y versátil; rico en contenido y en forma. De hecho, últimamente se ha vuelto muy costoso realizarlo por la cantidad de elementos que se le han añadido a la puesta en escena: malo para el bolsillo del productor, pero bueno para los chicos y chicas que asisten a ver una representación con ojitos curiosos. Se han escrito todo tipo de obras, para todas las edades y necesidades, que se han presentando en todos los teatros del país y que han impactado a casi la totalidad de las escuelas públicas y privadas. Desde el mini-teatro infantil que creó Leopoldo Santiago Lavandero, que es el precursor y visionario del teatro con títeres que se llevaba por toda el País, hasta nuestro días.
¿Cómo es posible que con tanta tradición de puestas en escena de teatro infantil sea casi inexistente la publicación de esas obras? Y estudios sobre eso, mucho menos. Y eso es terrible.
Le dije a I. que cuando termine la investigación, que la publique aquí. Es necesario que se sepa, bueno o malo, lo que descubra.

10/17/2010

Ahí viene el lobo
Por Pedro Rodiz

Cuando leí la noticia me preocupé. Todo estaba en liquidación en la Librería Isla. Esa es la librería del colega José Luis Figueroa que queda anclada en el segundo piso de la calle Brumbaugh, un bloque antes del Teatro Yerbabruja. Allí no solamente se consigue una amplia variedad de libros de teatro en español sino que es la sede de la colección Leopoldo Santiago Lavandero, que publica Jose Luis con su Editorial Tiempo Nuevo. Esto es importante saberlo, porque aparte del Ateneo Puertorriqueño, es de las escasísimas editoriales que publican libros de dramaturgos puertorriqueños. Ahí radica su valor.
Así que cuando me enteré de la liquidación, pensé que cerraba operaciones, por problemas económicos, otro aliado. Me aparecí por allí el viernes pasado para preguntarle personalmente qué había sucedido. Pero todo fue producto de un truco publicitario, -Jose Luis tiene un humor un poco raro- de que quería reorganizar la librería, “porque quiero empezar de cero”, me dijo. Lo que hay es un descuento para los libros, lo cual es bueno es estos tiempos.
No vino el lobo: el local no cierra. Y su Editorial está más sólida que nunca. Ya vienen tres nuevas publicaciones. De la colección Leopoldo Santiago Lavandero, que es la colección dedicada al teatro, ya tiene once publicaciones, entre ellas todas las obras de teatro en varios volúmenes y el trabajo de poesía de Abniel Marat. También incluye Jaque al obispo y La descomposición de César Sánchez de Walter Rodríguez; 3D2 de Joselo Arroyo en la que incluye tres obras de dos actores cada una; de ahí el título. El arte en la pintura de Leo Cabranes Grant, obra ganadora de uno de los certámenes de dramaturgia del ICP; La casa sin techo, La cueva mágica y Te besaré toda la vida (Segundo premio en otro de los certámenes de dramaturgia del ICP) de José Luis Figueroa; y las Obras dramáticas inéditas de Manuel Zeno Gandía.
Después de dialogar un rato con José Luis Figueroa, de teatro por supuesto, compré dos libros de teatro con descuento, uno sobre entrevistas a dramaturgos y otro sobre dirección teatral de títeres. Salí de allí, -estaba estacionado frente a la librería-, pasé por frente al Teatro Yerbabruja, -ese espacio de resistencia me llena de mucho orgullo, vi la remodelación de la nueva plaza de Río Piedras, llena de palmas -¿por qué será?- y muchos locales vacíos. Sería tremendo apoderarnos de esos espacios vacíos y convertirlos en teatros para hacer realmente un distrito teatral independiente del gobierno.

10/12/2010

Farsa frente a La Torre
Por Pedro Rodiz

Fui a ver La farsa de Maese Patelín. Siento una alegre fijación por las farsas. Ese estilo de actuación me resulta muy simpático, atractivo y refrescante. Así que cuando supe de esta puesta en escena del Teatro Rodante de la Universidad, no pude resistir la tentación de ir a verla. Como siempre, la Plaza Baldorioty frente a La Torre estaba llena de un público entusiasta a pesar del calor –fue a la función del domingo a las cuatro. La escenografía la diseñó Checo Cuevas y de verdad que se botó. Eso sí, me pareció que era muy grande para el espacio que tenía como escenario, los actores estaban un poco incómodos.
El maestro Dean Zayas montó una versión distinta de esa obra de la que ya he visto y leído en varias ocasiones. Cuando creía que se había acabado, continuó: incluía una tercera trama o un tercer acto. Muy interesante. Pero como había llegado bien cerca de la hora de empezar no había tenido la oportunidad de leer el programa de mano. Así luego que leí las notas del programa, que las redactó R.M. Juarbe, el que fuese una versión más larga de la que tradicionalmente se conoce se debió a que:

“…el texto que se basa nuestra representación, la versión-variante francesa de principios del siglo XVII del abad Brueys (1639-1723). En 1706 Brueys re-escribe la farsa […] la alarga y la transforma de manera considerable. De los cambios realizados por el abad, dos son los más evidentes: su extensión y la integración de nuevos personajes. Mientras que la farsa original era breve y sólo contaba con diez escenas y cinco personajes, Brueys la divide en tres actos, añade parlamentos y crea tres nuevos personajes. […] Dichos cambios responden al deseo de darle unidad y balance a la obra, de acuerdo a las reglas del teatro neoclásico de la época.”

Eso es lo bueno de ver teatro en la universidad, que uno siempre aprende datos nuevos. Pero como espectador que ha visto la obra varias veces representada, entiendo que esa tercera parte no le aporta nada, sólo la vuelve más larga. Realmente debe acabar en el juicio en el que tanto el comerciante como el abogado quedan burlados por el criado.
Pero lo que más me agradó de la velada fue la gran actuación de Gabriel Leyva representando a Pedro Patelín. Ese muchacho es un mimo estupendo. Yo no veía a un estudiante que tuviera tanta expresividad física, de forma tan original, desde los tiempos de Israel Lugo. Hizo maravillas con su cuerpo dándole una dimensión bien especial al personaje. Eran sumamente interesantes sus movimientos en un espacio tan reducido. Parecía todo un Arlequín de la Comedia del Arte italiana. Tenía un gran control y armonía entre su expresión corporal, sus gestos y la palabra. Según fue pasando la obra, Gabriel fue disminuyendo o dejando atrás parte de esos movimientos, de esa gestualidad, que realizó al principio de la pieza. Parece que fue que lo alcanzó el cansancio. Y fue una pena porque lo que hacía era tan genial que no podía dejar de mirarlo, quería ver más de él. Pero aún así, tengo que confesar que hacía muchos años que un trabajo actoral de un universitario no me impresionaba tanto. Hay que seguirle los pasos a este joven actor. Va a dar mucho de qué hablar.

10/06/2010

Para muestra, con un botón basta
Por Pedro Rodiz

Recientemente, Puerto Rico fue el invitado de honor en la Feria Internacional del Libro en Barcelona LIBER 2010. Allí se presentó un proyecto de Aravind Advantaya que sirvió como una muestra representativa de la dramaturgia puertorriqueña contemporánea. También participaron Idalia Pérez Garay y José Félix Gómez con la obra Quíntuples de Luis Rafael Sánchez.
Lo primero que me vino a la mente es ¿quién decide cual es el teatro representativo de todo el que realizamos en estos momentos? Y lo segundo me cuestioné fue, ¿por qué se eligió la obra Quíntuples como nuestra obra emblemática? ¿Es que acaso aquí el único dramaturgo de envergadura que existe es Luis Rafael Sánchez? Después veintipicos de años que se estrenó esa obra, ¿no se ha estrenado ninguna otra en Puerto Rico? ¿Aquí no se ha hecho más nada?
Que quede claro que no tengo nada en contra de los compañeros. De hecho, respeto mucho a Aravind como persona y como artista. Me parece interesantísimo el tipo de teatro que él realiza. Pero lo que monta ¿es representativo de toda la dramaturgia nacional actual? Me parece que sus propuestas son muy distintas a las demás que se realizan o presentan en el País. Su búsqueda va por otra ruta.
Y en el caso de Idalia y Jofe, ellos están entre los primeros de mi lista de los actores que quiero que nos representen en el extranjero. ¡Quilates demás tienen! Mi objeción es por la obra que se lleva, -y no es por la obra en sí ya que a mí me parece muy divertida- sino porque parece que se ignora todo lo que se ha escrito y representado en los últimos veinte años, como si aquí no se hubiese escrito nada desde los ochenta para acá.
¿Quién decidió? ¿Quién eligió? ¿Cuáles fueron los criterios para la selección? ¿A quién se consultó? Y aunque en lo personal no tengo objeción, lo que molesta es que si se van a elegir a los representantes de un país, lo menos que se podía hacer era una encuesta, consulta o algo parecido a los gestores del teatro de Puerto Rico.
Pero aclaro que si la selección que se hizo es una muestra del teatro que le han publicado a Luis Rafael Sánchez y a Aravind Adyantaya en particular, pues santo y bueno. Me meto la lengua en la madriguera, como diría Federico García Lorca. Pero si se seleccionaron como lo único que se representa aquí, eso es otro son. Eso no quedó claro en los artículos que reseñaron en el periódico sobre la Feria.
Y antes que alguien me acuse de envidioso, -envidia es lo menos que tengo- quisiera exponer a raíz de esto, me preocupan dos cosas: las pocas publicaciones de las obras de teatro de nuestros dramaturgos y qué es lo que define a nuestra dramaturgia nacional contemporánea.
Mientras tomaba un curso de Teatro Puertorriqueño Contemporáneo en el Centro de Estudios Avanzados me percaté que es muy poco lo que se conoce en la academia sobre lo que he ha escrito y representado en las últimas dos décadas. Y en parte es porque nos hemos preocupado más por el representar que por el publicar. Se han hecho algunos intentos para publicar pero todavía hay mucho camino por recorrer. Al parecer, publicar teatro no es rentable. ¿Quién lee teatro si el mismo se creó para representarse? Creo que eso se podría subsanar este problema con que empecemos a hacer publicaciones por Internet, y pongo por ejemplo lo que se realiza en el CELCIT, que ha publicado varias de las obras de los dramaturgos más importantes de Iberoamérica en su portal.
Por otro lado, lo de qué define nuestra dramaturga nacional contemporánea es una reflexión más compleja y profunda de la que no tengo todas las respuestas. No es tan sencillo de contestar ya que en los últimos años esto ha dado un giro extraño, difícil de definir o explicar. Los proyectos de nuestros dramaturgos cada día son más escasos. Y hay mucho trabajo comisionado, que aunque tiene su valor, no es necesariamente lo que el dramaturgo quisiera escribir y estrenar por su propia voluntad. El desbalance entre las comedias ligeras que se escribe versus los proyectos de envergadura, es grave. Y eso sin mencionar que los estrenos de obra extranjeras superan casi 10 a 1 a las locales. Y creo que estoy siendo conservador en la apreciación. Cada día es más difícil estrenar una obra de teatro que no sea comedia. Hay sus excepciones, por supuesto.
Hay como una especie de desánimo colectivo, que no es otra cosa que el reflejo de lo que viven los puertorriqueños en todos los niveles y circunstancias. Espero que pronto salgamos de este marasmo, que esta misma situación sea el detonante para el surgimiento de proyectos teatrales memorables.

10/04/2010

57 millones
Por Pedro Rodiz

Recientemente salió la noticia de que el municipio de San Juan construiría unas instalaciones, unos estudios de grabación para que producciones extranjeras pudiesen venir a filmar películas acá. Facilitarles la vida a los de afuera. La noticia aclara que ya tienen identificados los terrenos para la construcción, con posibilidades de poder ampliar el local con unos terrenos aledaños. Todo a un costo de 57 millones, -eso sin contar los gastos de mantenimiento, de agua y de luz, entre otros gastos. De primera instancia esto podría parecer interesante si no fuera por el hecho de que todo se crea con la misma mentalidad que ha jodido este país por décadas: hay que darle a extranjero todo y al de aquí que se joda.
Para que te den facilidades y beneficios debes tener un apellido “hueverson” y venir de afuera. Se les hace rebajas contributivas, se les construye facilidades con fondos públicos disque porque eso genera empleos. Si viene uno de aquí y quiere hacer exactamente lo mismo, no lo atienden, le cierran las puertas en la cara, lo clavan con los miles de permisos, le exigen que pague impuestos altísimos, no le dan ningún incentivo ni exenciones de ningún tipo, en fin, lo desaniman. En cambio, el capital que genera el extranjero no se queda aquí ya que su base de operaciones es en otro lado, y el día en que se canse o no le deje el capital esperado, se larga y a Dios que reparta suerte.
Mientras que los puertorriqueños tienen que moler vidrio con el pecho para poder hacer un largometraje, en el que casi tienen que suplicar para conseguir auspicios para producir un producto en que todos los recursos, todos los empleados, son de aquí, y a duras penas lo logran, se le ocurre a los administradores de Borinquen, hacer una infraestructura para que los de afuera vengan para acá. ¿Cuántas películas, documentales, cortometrajes, programas televisivos, programas radiales, obras de teatro del país podrían producirse con esos 57 millones? ¿Cuántos empleos directos o indirectos, cuántos actores, directores, guionistas, dramaturgos, técnicos en general, se impactarían positivamente si esos millones se apostaran al talento local?
El problema en Puerto Rico no es que no hayan ideas, lo que no hay es dinero para ponerlas a funcionar. Todos es un remendar con la tela de otro traje.
Por otro lado, en meses pasados algunos alcaldes comentaban a la prensa que querían construir Centros de Bellas Artes en sus pueblos, creo que uno era en Cayey y otro en Humacao. ¿Para qué los quieren? ¿Cuántos de esos supuestos Centros de Bellas Artes existen en los pueblos del interior de Puerto Rico y lo que hacen es proyectar películas o hacer actividades que nada tienen que ver con el objetivo para el que fueron creados?
Es como si se creara un coliseo deportivo en un pueblo donde no hay actividad deportiva. El local se convierte en un adefesio. Primero hay que incentivar las ligas deportivas para luego construirles la cancha con todas comodidades. No al revés. Y si se decide hacerse al revés, pues eso debe estar acompañado de crear las ligas paralelas, que son las que van a darle uso a las facilidades.
Lo mismo ocurre con el teatro y con el cine. No se pueden construir más localidades si primero no se atiende el problema mayor, que es el proveerles a nuestros artistas las condiciones idóneas para que puedan desarrollar su arte. No se está pidiendo limosna. Se pide sentido común y una mejor distribución de nuestros recursos. Eso es todo.
Mientras siga el menosprecio a lo que hacemos y a lo que somos, mientras se sigan poniendo trabas, mientras se siga utilizando estrategias arcaicas, obtusas y sin sentido común para incentivar la economía, no mejorará el país, ni las artes, ni la cultura, ni el cine ni mucho menos el teatro.


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